viernes, 25 de abril de 2008

Ataca, Willy

Hay mucho tonto por ahí que la goza cual gorrino en un charco de mierda grabándose mientras golpea, se mofa o martiriza a algún pobre hombre. Es el caso, recientemente destapado, de varios seguratas del metro que se grababan mientras pegaban e insultaban a viajeros emigrantes que simplemente esperaban su tren.

Pero también los hay a quienes son las cámaras de seguridad que nos controlan (el sujeto elíptico permite colocar aquí a cualquiera de las perversas instituciones que controlan el mundo: el Estado, la Banca, el Real Madrid...) cazan in-fraganti dándolo todo en el maravilloso mundo de la humillación ajena.

Causó mucho revuelto el caso de un tal Sergi Martín, un tipo con perillita que, sin venir a cuento y en medio de un vagón de metro, la empezó a golpes contra una niña ecuatoriana. No sé en que habrá acabado el caso ni qué habrá sido de él, pero conociendo a la Justicia (?) de esta mierda de país, probablemente campe a sus anchas por la calle, oyendo bakalao y buscando alguna niñita a la que pegar.

En otra grabación de móvil, otro sudamericano alistado como militar es golpeado por un compañero español instantes antes de que otro soldado le preguntase acerca del trato que recibe en el Ejército. Aunque en este caso tal comportamiento resulta incluso de esperar, conociendo la calidad intelectual de la clase militar. Mientras que para un emigrante éste es solo un trabajo más que le dará de comer, para que un español se aliste ha de estar tan necesitado como ellos o ser un tarado o un idiota. Y los de la grabación no creo que pasasen mucha hambre.

Pero, de todos los sucesos de este tipo que conozco, el que más me llegó -quizás porque resultaba más penoso ver que quien sufría era un señor que rozaba la ancianidad- fue el famoso caso de un hombre a quien tras la interpelación "saluda Willy", un joven abofeteaba brutalmente en la calle.
La estampa era tristísima, y puedo visualizar perfectamente al inocente Willy, maduro y bonachón él, llorando amargamente después, no tanto por el dolor del golpe, sino por la humillación recibida.

Pero me resulta más gratificante imaginar cómo Willy repara, por pura casualidad, en cierto material apilado en una obra cercana: concretamente en una estaca de madera de pino de siete centímetros de espesor y kilo seiscientos de peso. Y agarra la estaca e intenta partírsela en los riñones a los dos hijos de puta del móvil. Y después, al comprobar asombrado y durante un periodo de tiempo tan extenso que roza el sadismo, que la estaca es sumamente resistente y que lo que en realidad cruje con cada golpe son las costillas de los dos jovenzuelos, camina ufano con su madera sobre el hombro escudriñando cada boca del metro, por si reconoce a alguno de los seguratas, mientras pone rumbo hacia la casa del bakala, con la sana intención de afeitarle la perilla a base de hostias.

Y eso sí, Willy no es tan imbécil como para grabarlo con nada.

miércoles, 23 de abril de 2008

Bilis, la chispa de la vida (y II)

Los adelantos de la comunicación le permiten a servidor, a través de Bilis, colgar su particular panfleto en la esquina más transitada de su ciudad -así, con un cartel en una puerta empezó Lutero- para que todo el que quiera lo lea.

Lamentablemente, este modo de expresar opiniones, a pesar de su grandísimo potencial, no tiene, en la práctica, un alcance muy amplio. La casualidad se ha tenido que poner muy del lado de las hordas intestinales a las que represento para que usted, estimado lector, se encuentre ahora ante estas líneas; mientras que cada mañana basta con asomarse hasta un periódico, un canal de televisión o un punto cualquiera del dial, para darse de bruces con multitud de fascistas, progres iluminados o, directamente, de imbéciles, contándonos monsegas no mucho más válidas que esto que lee.

Competir desde un blog contra Vocento, Prisa o la Cope -o incluso contra otros medios que estén regentados por humanos y cuya línea editorial no llegue vía Mordor- es, como ven, inviable. Como contrapartida a todo esto Bilis ofrece una enorme ventaja a todos aquellos que hayan tenido el infortunio de gastar su vista -sin duda ya de por sí castigada debido al descontrolado consumo de pornografía, prensa rosa o partidos de la selección española- leyendo estas humildes líneas: la participación.

Que cada cual diga, en buen castellano y defecándose sobre quien le venga en gana, lo que le salga de los cojones. No se contente, apreciado internauta, con leer y hacer algún que otro comentario sobre mi ridícula prosa o mi dudosa capacidad mental, y anímese a proponer temas nuevos. Todo lo que sea odiar está bien visto en Bilis.

Ni siquiera el viejo curilla agustino daba la posibilidad de añadir nuevas quejas bajo su hoja de papel en la catedral de Wittenberg. Imagínese en qué hubiera desembocado el protestantismo si en un papel adjunto a la denuncia luterana los viandantes hubieran comenzado a depositar sus odios contra Gran Hermano, la recesión económica, Luis Aragonés o el precio de la gasolina...

Sean pues bienvenidos a Bilis, en donde podrán ustedes aborrecer a mansalva, a todo lo que se menee. Lo recomiendan nueve de cada diez endocrinos: cada semana, una racioncita de mala hostia.

martes, 22 de abril de 2008

Bilis, la chispa de la vida (I)

Tengo la sana costumbre de odiar mucho, y cada día más.

Pero odiar en soledad es triste y poco reconfortante, nada que ver con la fraternal complicidad que se extiende entre todos aquellos que, reunidos como hermanos, se ciscan juntos en la madre del prójimo. Afortunadamente, hoy en día resulta verdaderamente sencillo poder compartir con el mundo tu opinión personal acerca de los más diversos temas. Cualquier destripaterrones como servidor puede abrirse un blog como éste y plasmar en él sus innumerables aversiones, vomitando sus absurdas ideas en la inmensidad de la red.

Una vez encontrada la motivación -el odio no es, ni de lejos, de las menos válidas- tan sólo se necesitan unos dedos lo suficientemente estilizados como para no pulsar varias teclas a la vez (la informática y la obesidad, esos grandes enemigos, que se odian tanto como se retroalimentan...). Llegados a este punto únicamente hace falta un nombre para bautizar el blog, y nada sugiere mejor el odio que me motiva para comenzar a escribir que el digestivo amargor de la bilis. (Amén de que, muy probablemente, el léxico empleado y la patética redacción de las frases pueda resultar vomitiva).

Junten semejantes ingredientes y ya tienen su plato estrella: una página en internet escrita con las tripas, el sueño de todo estudiante afgano. Está empíricamente demostrado que el sueño americano ha fracasado; dénle pues una oportunidad a sus fluídos intestinales y déjese guiar por ellos. Convierta la bilis en la chispa de la vida. Échese al monte, y al bajar, cárgueselos a todos.