miércoles, 28 de enero de 2009

Borbon people

La Naturaleza es sabia. Crea la vida siguiendo ciertas leyes inmutables y permite que las especies proliferen y se expandan gracias a su adaptabilidad al medio.

Fue de esta manera, gracias a que se había conseguido adaptar a un medio en el que carecían de depredadores, como la raza borbónica consiguió evitar su exterminio cuando una plaga de revolucionarios con guillotinas en su hábitat natural (llamémosle X, llamémosle Francia) provoco su extinción al norte de los Pirineos.

Después, la rama ibérica de la familia fue desarrollándose, aprovechando las oportunidades que les ofrecía una tierra perezosa de cuya teta mamaban a gusto. Llegaron incluso a sentirse queridos, se ansiaba su regreso tras pequeños exilios forzosos, y ellos lo pagaron como acostumbraban a hacerlo en Francia, con más despotismo, conscientes de que estos sureños son unos sádicos y les gusta la marcha.

Vivieron, en fin, mil aventuras, todo ello sin perder la plausible costumbre de aparearse con otras razas de sus mismas características, un Habsburgo, un Tudor, quizás un Windsor o un Gotta-Sajonia, quién sabe si un burguer, que también es king... durante generaciones desde hace siglos, lo que les ha dotado de una belleza y una capacidad intelectual muy superior a la del resto.

También supieron reponerse al más reciente contratiempo, cuando tuvieron que salir por piernas huyendo de una plaga similar a la que había acabado con sus parientes franceses, que asoló España en los años 30; pero aquéllos no traían guillotinas y algunos borboncitos pudieron volver, aunque debieron pagar como precio cuarenta años con las orejas gachas.

Hoy en día, y para tranquilidad de las asociaciones protectoras de la naturaleza, la raza está firmemente asentada en la península Ibérica. No sólo se ha hecho de nuevo con un lugar en el medio, sino que, gracias a su cruce con otras razas parásitas traídas desde Grecia para la ocasión, se reproduce con extraordinaria facilidad.

Así, Papá Borbón y Mamá Sofi, que vivían acompañados por los parientes viejos de la manada, pronto lograron sacar adelante su propia camada de tres cachorrillos, todos ellos tan diversos, plurales y demócratas como la tierra que les cobija.

Unos más altos, otros más feos, otras más tontas... pero todos con sus peculiares características. Así, Número Tres practica su deporte favorito en Baqueira, tan normal y tan cercano al pueblo él; Número Dos regatea en Palma demostrando su espíritu deportivo en el mar y su campechanía (ha salido a Padre) en el puerto; Número Uno, mientras, compagina su labor de representatividad del Estado con otras aficiones, como la suma con llevadas, o el cese temporal de la convivencia, mientras lamenta que una ley medieval le impida a ella heredar lo que le corresponde, y le sustraiga a la plebe el jocoso derecho de ver su regia efigie en las monedas o disfrutar cuando el mensaje de Navidad de su esposo-temporalmente-no-compañero empalme con el de Nochevieja. Cosas de la velocidad lectora...

Como muestra de lo aclimatada al entorno que se encuentra esta última -de momento- generación borbónica, pueden observarse ciertos comportamientos entre los jefes del clan, que han decidido postergar su tradicional postura mansa y vividora para, no contentos con desfilfarrar sin medida ni recato, dedicarse a decir todo cuanto les salía de sus reales escrotos, hacer callar a mandatarios extranjeros, alinearse con las posturas políticas de alguno de sus súdbitos o criticar las sexuales de otros.

Los borbones han sabido subsistir y la vida se sigue abriéndoles paso, a veces incluso sin necesidad de aparearse con las otras razas tradicionalmente frecuentadas, y dándose la hibridación con criaturas tan dispares como jugadores de balonmano, presentadores de telediarios u otras apenas catalogadas y de extrañas costumbres, como el camuflaje con gabardinas de detective, o los desplazamientos en monopatín.

Esto ha originado, además de una extensísima colección de chistes, una nueva camada borbónica que trae una infinidad de froilanes, leonores y demás fierecillas a los que el generoso hábitat que les rodea suministrará, cuando alcancen la pubertad, de los nutrientes, yates, motos y coches de lujo que cualquier especimen borbónico necesita con la única contrapartida de poder admirar sus tropelías a través de la prensa del corazón.

Así se ha producido el milagro de la vida, que ha culminado con una raza parasitaria traída de fuera convertida en el orgullo y la cara visible de todo un país.

En circunstancias normales, dada su incapacidad para realizar cualquier tarea mínimamente productiva, hubieran durado menos que una puta con un vaso de orujo en el salón del señor Barragán, pero conocedora de que esta rama humanoide no tiene capacidad para mantenerse viva por sí sola, la sabia Naturaleza ha creado otra raza, mucho más numerosa, con unos cuarenta y cinco millones de ejemplares, más o menos, a la que ha despojado de cualquier capacidad de raciocinio con el único objetivo de que mantengan, con el sudor de sus frentes y sin hacer incómodas preguntas, a la raza borbónica. Esta raza de infraseres responde al nombre científico de plebeyus estupidus indiferentis, pero es llamada comunmente españoles.

Y usted -como yo-, querido capullo, es uno de sus magníficos ejemplares.

viernes, 23 de enero de 2009

Soraya, la hembra

Nueva muestra de coherencia y dignidad en la política española. Nuevo ejemplo de cómo puede uno caer más bajo cuando ya se había estampado contra el suelo.

Por si no fuera poco con dedicarse públicamente a acusarse de todo, como niños de ocho años, la casta parasitaria que gobierna con mano irrefrenablemente corrupta esta parcelita llamada España, también tiene la costumbre de, con preocupante frecuencia, perpetrar performances que demustran de qué pasta están hechos, cuál es su verdadera catadura moral, y lo que les importa realmente su labor política fuera de lo que sea meramente aparentar y medrar. Una puta mierda de grande como el sombrero de un picador. Ni más ni menos.

Si no saben, queridísima escoria social del siglo veintiuno, de qué cojones les está hablando en esta ocasión el tipo este raro que lo odia todo, se lo explicaré breve y muy gustosamente.

Se trata de que la portavoz del Partido Popular, doña Soraya Sáenz de Santamaría, ha aparecido recientemente en un dominical posando ¡en camisón!

Tóquense los cojones, y de paso comprueben si siguen en su sitio o si han migrado del susto tras imaginar la estampa; no digo ya si han tenido la malsana curiosidad y han visto, como yo, la pose -presuntamente, no vayan a pensar- sexy de la susodicha.

Yo lo he visto en la web de El Mundo, que es el periódico en cuyo suplemento aparece el reportaje. Titulan, sin complejos, con "Pedrojota arranca a Soraya su lado más sensual". Y pone Pedrojota -escrito así, todo junto, que parece que en El Mundo hay tan buen rollito que es de ley llamar al jefe en plan colegueo; seguro que cuando se cruzan con el señor esposo de Ágata Ruiz de la Arcada por los pasillos chocan los cinco en plan rapero.

Pero volvamos con Soraya, mis asustados -si han visto o tan siquiera imaginado la foto- lectores. Se ve que con este tipo de actuaciones pretende ganar credibilidad la portavoz de los tipos que, supuestamente, son los encargados de evitar que Bambi y su gobierno nos lleven a la ruina. A mí, sinceramente, me da lo mismo que una señora, de buen ver o no -como es el caso- salga ligera de ropa donde le venga en gana; lo que me jode más es que después se dedique a dar hipócritas lecciones de moral al personal.

Quizás mañana Sorayita tome la palabra tras el atril pepero y continue su habitual diatriba reaccionaria y retrógrada, como si su pose en ropa interior no la hubiera significado nada.

Quizás nos sorprenda con un ataque de feminismo, tan usual en las políticas españolas. Quizás aparezca quejándose amargamente de que los hombres ven a las mujeres como un simple objeto, otorgándose una categoría de víctima que, desde su posición -pudiente- no adoptaría si tuviera un mínimo de vergüenza. Porque generalizar el término mujeres, y compararse con una maltratada, una emigrante o una trabajadora, y meterse en ese mismo saco de opresión machista que ellas por la mera razón de gastar conejito no cuela. Hay mujeres y mujeres, y, desde luego, las políticas con altos cargos en partidos filofascistas y sueldos imagino que tan altos como sus cargos, no pueden jugar a hacerse las víctimas.

Quién sabe. Todo es posible. Porque cuando va de femina guay mucho hablar de vejación a la mujer; después, cuando va de esposa decente, mucha defensa pública de las virtudes de la familia tradicional o el matrimonio católicamente consagrado, mucha crítica a la sociedad sin valores que propugnan sus enemigos políticos... pero en cuanto le ponen delante el caramelito del fotógrafo, cae vilmente. Como una paleta cualquiera a la que se engaña ensalzando su inexistente erotismo para que pierda la cabeza, olvide todo cuanto pregona, y meta la pata hasta el hilillo del tampón en el casposo mundo de las portadas, las entrevistas glamurosas y la prensa rosa.

Y lo de menos es que Soraya sea del PP; cuando, allá por la primera legislatura socialista del siglo -aquella que vino después de que mentiras, engaños, desprecios constantes a la inteligencia de la población, herederos inútiles y bombas en trenes cambiaron el devenir de unas elecciones cuyo resultado parecía cantado y que nos dejaron mordiéndonos a otro perro con menos pinchos en el collar-, las ministras de Zapatero aparecieron posando con modelitos de última moda de los diseñadores más exclusivos del país, también dejaron bien a las claras cuales eran sus conceptos acerca de igualdad entre sexos, no discriminación de la mujer y, sobre todo, socialismo. Que no eran otros que sesiones de fotos en lujosos salones vestidas con carísimos modelitos, cual excéntricas baronesas o actrices de cine. Lo que viene siendo el día a día de la mujer trabajadora española, desde luego.

En fin, que ya que Soraya se muestra sin complejos tal y como es ella (y por extensión todos los de su casta política, sean del signo que sean), desvergonzada, ajena a la realidad, narcisista e hipócrita, y nos lo pone a huevo, como si esperara que cada uno de sus cuarenta millones de peones les faltemos al respeto, podría hacer un comentario machista, y decir que el lado más sensual de Soraya es concretamente el lado de un muro de hormigón de cuatro metros de espesor opuesto al que yo me encuentre; podría decir que presumo que el fotógrafo tuvo que ir a que le extirparan las córneas cuando la voceras de Rajoy intentó continuar con su posado para culminar con un desnudo integral; o que tras la visión de la señora, o señorita, desconozco el tratamiento que he de dispensar a una treintañera fascista, en ropa interior probablemente le den los Juegos Olímpicos a Teruel antes de que servidor vuelva a tener una erección.

Pero no lo diré. Soy un caballero.

lunes, 19 de enero de 2009

iSSrael

Si la limpieza étnica y el genocidio fuesen categorías en las casas de apuestas, podrían ustedes jugarse las perras a cosas como ¿cuántos tibetanos condenarán hoy a muerte en China?, ¿quién matará más en la primera parte, los hutus o los tutsis? o ¿hay algún serbio que no sea francotirador profesional?, pero betandwin habría retirado el concepto de ¿cuándo dejarán los israelíes de bombardear Gaza? debido a lo fácil que resultaba pronosticar la respuesta.

Porque todo el mundo sabía que los objetivos del gobierno judío eran, simple y llanamente, destruir y matar cuanto más mejor antes de que Obama llegase a la Casa Blanca. No resulte que el negro, en el momento en comience a defecar en el aseo del Despacho Oval, en lugar de convertirse en un auténtico cabrón como todos los que le han precedido, se comporte como una persona de bien y decida que ya está bien de dejar que los judíos se pasen por el forro de sus desprepuciados penes a todo el mundo.

Eso, muy presumiblemente, no sucederá. Pero por si acaso los israelíes no han querido empañarle la fiesta a don Obama. Por eso, y no porque hayan conseguido ningún objetivo, han parado antes del día 20. Se han limitado ha arrasar todo cuanto han podido bajo el pretexto de acabar con el terrorismo para después volverse a su casa a ver la coronación de nuestro primer dios afroamericano.

Este pretexto, y el método israelí en su conjunto resultan, cuanto menos, poco efectivos. ¿Se imaginan, por ejemplo, que cada vez que ETA se carga a un tipo el ejército español lanzase misiles sobre Hernani o ametrallase las tribunas de San Mamés? Daría otro aire a la Liga, sí, pero no sería nada efectivo. No sólo no dejarían de matar, sino que, probablemente, alguno de los que librara en la Catedral se uniría de buen gusto, y con motivos, a los tipos de las capuchas con boina.

Afortunadamente para la gente de bien que vive en Hernani o es socia del Athletic, aquí no se estilan estos métodos a lo judío. Es más, por una vez, la caterva de sinvergüenzas que dirige este solar urbanizable temporalmente decorado con algún árbol que es España, han dicho un par de cosas como son, y se han dejado de correccionismos políticos y demás mierdas. Aunque no valga para nada han levantado la voz para decirle a Israel, alto y claro, que al terrorismo (que haberlo, haylo, aunque ya les explicaré mi punto de vista acerca del porqué de ese terrorismo) no se le derrota bombardeando indiscriminadamente a la población civil. No habría estado mal que hubieran añadido que terrorismo es precisamente lo que hace Israel en Gaza, pero tampoco hay que pedirle demasiado a ZP, no se le vayan a enderezar las cejas.

Si antes de tratar de dejar Gaza convertida en una escombrera el Estado de Israel era un lugar poco seguro, me atrevo a augurar que, a partir de mañana, lo será menos aún. Siempre habrá locos dispuestos a atarse un cinturón de dinamita al pecho y reventar en un mercado; pero si ves cómo vuelan por los aires tu casa y matan a tu familia o a tus amigos, ya no hace falta estar loco, sino tener un poco de mala hostia y muchas ganas de sangrienta venganza.

Preconizo que algo así sucederá, e Israel, hipócrita como siempre, justificará con ese futuro atentado estas tres semanas de asesinatos, sin la menor intención de valorar la posibilidad de que exista relación causa-efecto entre sus masacres de civiles y los atentados como represalia por parte de un pueblo que no tiene ni ejército, ni dinero, ni peso político mundial ni, lamentablemente, otra forma de defenderse que no sea poniendo a un loco en un Sabeco de Tel-Aviv para anunciar las ofertas en judío a la plancha.

Eso, lo de los atentados indiscriminados en lugares plagados de civiles inocentes, es algo que siempre me había parecido mal, pero que, después de leer en una encuesta reciente que dos de cada tres putos judíos (putos israelíes, perdon, puede que su vecino siga esperando la llegada del Mesías de Abraham desde su casa en Briviesca y nada tenga que ver con todos esos cabrones) apoyaban los bombardeos indiscriminados de Gaza, puede que se lo tengan merecido. Arrieros somos, y en un autobús urbano nos encontraremos... quién sabe si con una carga explosiva al hombro para saldar cuentas.

La posibilidad de pillar a ese uno de cada tres que es una persona normal a la que no acaba de hacerle ilusión que se mate a gente inocente, sean éstos judíos, árabes, o toxicómanos de la iglesia maradoniana, está ahí, pero no es tan segura como para los de betandwin no te permitan apostar por ella. Siempre pagan justos por pecadores. Las cosas son asín.

No es cosa de risa que un Estado mate con impunidad a gente inocente, pero yo estoy en esto por el negocio, simple y llanamente, así que, con el único objetivo de conseguir nuevos fans para mi blog dentro de algún divertido kibutz cisjordano, ahí les dejo un jocoso chiste sobre tan simpático pueblo, basado, sin embargo y casualidades del destino, en la época en la que ellos eran los perseguidos y exterminados por un hijoputa de maldad no muy superior a la que ellos hacen gala en estos días.

Pregunta extraña: ¿En qué se diferencian un judío de una pizza?
Respuesta jocosa: En que si metes la pizza al horno, no grita.

¡Camarero! ¡Una de Ehud Olmert con pepperoni!

sábado, 17 de enero de 2009

Cuando los payasos dominen la Tierra (II)

Regresa Bilis de entre los muertos -o de allí donde quiera que vayan a parar los que sufren durante quince días las consecuencias de la resaca de Nochevieja- y lo hace, cómo no, con ganas de marcha. Y qué mejor para ello que la segunda entrega acerca de esa ingente multitud de payasos que rige nuestros cotidianos quehaceres en esta tercera roca viniendo desde el Sol.

Todos provocan dosis poco recomendables de vergüenza ajena, pero la mayoría de ellos no se conforma con eso, y tienden a producir en el personal una multitud de variopintas sensaciones. En la amplia colección de infraseres designados por la Providencia a conducir los destinos del Cosmos pueden distinguirse varios tipos. A saber. Están los que, humor aparte, son absolutamente dignos de ser repudiados por la totalidad de la raza sapiens sapiens; los que provocan náuseas por cualquier jocosa razón; los que dan náuseas por razones menos jocosas y después están los que dan pena.

No pena por que tengan que lidiar con unas circunstancias de vida duras, no; dan pena de puro bobos que llegana ser. Y para ellos va la mezcolanza blógica de hoy, para Los Tipos Más Tontos De España.

Son gente que queda en completo ridículo cada vez que abre la boca y, lo más curioso, suelen gustar de abrirla con desesperante frecuencia. Habría una enorme cantidad de tipos a los que mencionar aquí, detallando el porqué de su penoso existir público, pero, queridos amigüitos, la actualidad manda, y esta semana uno de esos tontos ha cantado ¡copo! y se ha llevado todo lo que había en el plato de la atención pública española.

Nuestro amigo de hoy tiene pinta de trilero, de tipo que monta chanchullos no ya por lo que pueda sacar en limpio de ellos, sino por puro vicio. Un caco a la antigua usanza. Una especie de Tom Sawyer que no hace trastadas sino estafas. Por amor al arte, sin más.

Podría haber pasado por nuestras vidas haciendo poco ruido y mucho dinero, pero el ansia de fama le ha perdido, porque su vena mafiosa se diluye en cuanto abre la boca -que suele coincidir con la frecuencia con que le ponen un micro delante-, momento en el cual se encarga el sólito de airear chabacanamente todos sus múltiples y dudosamente legales cipotes.

Así pues, el personaje en cuestión, mitad siniestro mafiosete, mitad esperpéntico personajillo, ha sabido medrar para alcanzar, partiendo del más absoluto anonimato, una fama y notoriedad tan sólo comparables con lo que habrá ido trincando por el camino. Le tengo por un tipo penoso, pero no creo que sea tan imbécil como para aparentar ser un ladronzuelo obsesivo y después resultar honrado. Como lo de la mujer del César pero al revés, vamos.

Como ya habrán adivinado, nuestro protagonista de hoy, perteneciente a la raza de los hombres, que ansía sobre todo el poder, que dijo aquel (aunque a éste le basta con la fama, aparentar y lucir su sonrisa bobalicona en la tele), es don Ramón Calderón, hasta ayer ilustre presidente del Real Madrid.

Para alguien que siente la misma simpatía por el Madrid como la sentían los Goris por los Fraguel (chúpate esa, frikismo ochentero), o Aznar por la raza humana, el hecho de que el orgulloso poseedor del mayor deterioro cognitivo de España sea su cabeza visible no puede ser sino una gran alegría. Y el hecho de que haya abandonado la nave blanca y ésta pueda caer en manos de algun tipo normal es una enorme tragedia.

Aún así, y como de bien nacidos es ser agradecidos (José María García dixit), le doy las gracias de todo corazón, señor Calderón, por tanto despropósito, tanta dosis de comedia barata de mafiosos cutres y por todos esos impagables momentos de suprema estupidez merengue. Ojalá encuentre pronto otro lugar en el que volver a las andadas con sus oscuros tejemanejes y sus increíbles sartas de mentiras y estupideces. Si logra hacerse con un cargo en el PP le prometo que, sólo por el humor que presagiaría, iría por primera vez a las urnas para entregarle mi voto, y mi corazón si me apuran.

Aquí lo dejo por hoy. Amenazo con volver en fechas posteriores y con temas más interesantes y dignos de recibir todo mi bílico odio. Y si creen que no puedo odiar irracionalmente a algo más de lo que odio al Real Madrid, es que no conocen mi modesta opinión sobre el Estado de Israel.