jueves, 22 de diciembre de 2011

Mariano&Friends II: los agraciados

Y no faciales, precisamente.

El personal se vuelve loco con los mañicos (¿son maños en todo Aragón, o sólo en Zaragoza?) de Grañén, pero pocos reparan en que a quienes verdaderamente tocó el Gordo fue a los agraciados de ayer, y no a los de hoy.

Trece fascistoides que ocuparán las trece carteras ministeriales del Gobierno que sacará a España de la ruina, o nos matará de hambre en el intento. Conozca a sus nuevos héroes a través de Bilis, el único blog en el que una entrada para criticar a un Gobierno de derechas puede ser aprovechada para pedir la abolición retroactiva de la Ley Sálica, y el consiguiente ascenso de Elena de Borbón al número uno de los herederos borbónicos. ¡Y a tomar por culo también el divorcio! ¡Marichalar Rey consorte ya!

Bueno, y ahora arranquémonos la jeringuilla de debajo de la uña, que esto está pegando demasiado fuerte, y vayamos con nuestos amigos los minifranquistas, que vienen con mucha risa. Por ejemplo, más de la mitad son abogados, hay una médica en Fomento y un sociólogo en Sanidad. Porque la lógica es para los alemanes y sus cabezas cuadradas. Aquí somos más de humor, de que el de Hacienda se llame Guindos y la de Sanidad Mato.

Con todos ustedes, el Rajoy Team:

Vicepresidenta, ministra de Presidencia, portavoz del Gobierno y mito erótico nacional: Soraya Sáenz de Santamaría. Con Cospedal acariciando al gato, y Espe centrada en su tuiter, Sorayita encarna la maldad femenina, siempre tan presente en el PP; más aún ahora que tendrán que compensar con satanismo la insulsa charleta opusiana de Ana Botella, nueva alcaldesa de Mandril.

Asuntos exteriores: Pedro Margallo. Sangre nueva para nuestra diplomacia. Sesenta y seis años y procedente de la UCD. Se espera que su primira entrevista sea con Ángela Merkel, a bordo de un tren, y en Hendaya.

Justicia: Alberto Ruiz Gallardón. Tras su éxito en la consecución de los Juegos Olímpicos, su principal función seguirá teniendo relación con el deporte: deberá distinguir a primera vista quién es el ex jugador de balonmano a quien podemos enchironar por pertenencia a ETA del otro al que debemos mantener calentito en el exilio de Washington.

Hacienda: Somos todos, pero ahora manda en ella Luis de Guindos. ¿No han encontrado ningún parado apellidado Vago para meterlo en Trabajo? Antes era consejero de Lehman Brothers en España así que, para agradecerle lo que liaron desde fuera, ahora le metemos dentro, que viene el frío.

Empleo: Fátima Báñez. No se apellida Vago, pero... ¿lo del nombre de su ministerio es cachondeo, o realmente lo hacen para trabajar menos, quitándose a cinco millones de parados de encima? Que se ocupe de ellos el ministerio de Muertos de Hambre.

Defensa: Pedro Morenés. Dicen por ahí que era directivo de una empresa que vendía misiles al Ejército. Seguro que estas afirmaciones provienen de los mismos perroflautas que criticaban al señor De Guindos por su anterior empleo.

Sanidad: Ana Mato. Los pronósticos daban favorito a Pedro Sánz, por su diplomática solución al conflicto sanitario riojano-alavés, también conocido como La Dieta del alcalde de Oyón, pero al final ha pesado más la boca de chancla ya conocida de la señorita Mato que el previsible huracán léxico del cacique riojano.

Alimentación: Arias Cañete. Al fin un poco de cordura. Qué mejor que un gordo apestoso para decirnos qué debemos comer.

Cultura y deportes: José Ignacio Wert. Pareceque, tras Lisavetzky, éste es un ministerio reservado para tipos con nombres extranjeros. Puestos a nacionalizar, que empadronen a Usaín Bolt en Cidamón para forrarnos de medallas en Londres, y metan de ministro a Ochaíta; que también es de derechas y hooligan del Madrid.

Hay otros tres, pero visto uno, vistos todos; además, una vez leídos sus currículums se advierte también que, aparte de los que han trabajado robando al prójimo, o vendiendo material con que directamente matarlo, tanto los tres que faltan (el canso de Montoro, un tal Fernández Díaz y Ana Pastor, a la que en la tómbola ministerial esta vez le ha tocado Fomento, lo más adecuado para una médica, como si no habría ingenieros) como los ya citados llevan décadas -prácticamente toda su vida profesional- dedicándose en exclusiva a pasar de un puesto en la Administración a otro. Trepando y trepando, sin importar dónde ir, con tal de que esté más arriba.

Estos son nuestros nuevos amos, o al menos los que quedan en el lado visible de las correas de aquéllos. Con este pasado esta claro que no van a sacar al país con menos futuro de Europa de la mayor crisis económica de los últimos ochenta años, pero eso sí, tú diles que hay una pensión vitalicia en la roca más alta del Everest, y dejarán a Juanito Oyarzábal a la altura del barro. Estos jetas se escalan el Himalaya con traje y corbata, si hace falta.

Trepa, mama, y que viva España.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mariano&Friends I: tu cara me suena

Ya conocemos a los componentes del primer Gobierno de Mariano Jarrai, digo Rajoy -no se acostumbra uno a la vida sin los tipos de la capucha, y el inconsciente asocia con los que te mataban de un tiro en la nuca a los que vienen dispuestos a matarnos de hambre-.

Son trece, como Cristo y sus apóstoles; lo cual es un mensaje muy claro. Rajoy es Dios y para vosotros, pobres españolitos, la próxima puede ser la última cena. Y después, ¡bienvenidos al maravilloso mundo de la mendicidad!

Resulta curioso comprobar cómo, a pesar de que las circunstancias actuales son radicalmente diferentes a las existentes cuando el PP abandonó el poder, los nombres son extrañamente familiares para el gran público.

Ello se debe a que muchos repiten; y de entre los que no lo hacen, la gran mayoría han estado metidos en política, indigestándonos la cena con sus memeces en cada telediario, desde hace mucho tiempo. Son, por tanto, cómplices y culpables de la actual situación del país*, pero ahí los tenemos, asomando su pétrea cara

(*) Sí, ya sé que hasta ahora han pasado los últimos ocho años en la oposición. ¿Y? Créanme, tan culpables son los unos como los otros, pues todos forman parte del mismo conglomerado de mierdecillas dedicados a hacer nada, primero con una mano y luego con la otra, gracias a los cuales España tiene unos niveles de desarrollo que los ven allende los Pirineos y se mean encima. Así que, si es usted de los que cree que la frase que antecede al asterisco es un error, porque los políticos, y no los banqueros, son los que realmente dirigen esta mierda llamada España, haga el favor de salir de mi blog.

A lo que íbamos, que ya tenemos nuevo Gabinete. Lo mejorcito de cada casa. Salimos casi a un licenciado en Derecho por ministerio. ¿Para qué poner un ingeniero en Obras Públicas, o un médico en Sanidad? ¿Para que, ignorantes de los vericuetos legales, se les vaya demasiado la mano a la caja y les acaben pillando? No, hombre, no.

Mariano & Friends: sensacional conjunto de fascistas que ya demostraron, hace una década, que lo mejor que sabían hacer en una época de bonanza económica era promocionar la inversión inmobiliaria. ¡Eso es! ¡Construid, construid, malditos! ¡Hasta en los lechos de los ríos! ¡Mwahahahahahaha!

Sólo falta el Tito Aznar metiéndonos en una guerra, sacar al Logroñés de la tumba para ponerlo en Primera, y estaremos de nuevo en 1996. Quién sabe, visto lo visto, puede que sea mejor de lo que teníamos hasta ahora, porque los derroteros que llevábamos con Zapatero y sus chirigoteros nos llevaban derechitos a 1312; feudalismo puro al servicio del Marqués de Santander, o el Duque de BBVA. Aunque eso también es posible que lo recuperen los amigos de la gaviota.

Puede que luego se demuestre que algunas de estas primeras impresiones a vuelapluma eran producto de la calenturienta imaginación de algún perroflauta, pero qué le vamos a hacer.

En fin, que menuda panda. En la próxima entrega, Bilis les comentará cuatro cosillas de unos tipos a los que hoy ya les ha tocado la lotería, y luego, si quieren información veraz, contrastada y objetiva, van ustedes y leen la prensa. (Jajaja, ¿lo pillan?)

Por cierto, que entre los componentes de esa Última Cena pepera que va a ser cada Consejo de Ministros no está María Dolores de Cospedal. Y es que ella, como el malo del inspector Gadget, es demasiado pérfida para dejarse ver, y prefiere recostarse en su sillón de cuero, acariciando un puto gato de espaldas a la cámara, mientras suena su tenebrosa risa y deja que sean sus secuaces los que nos privaticen hasta las ganas de cagar.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Otro yerno rana

Cientos de años de matrimonios entre primos, deteriorando la genética hasta límites insospechados, y resulta que ése era el camino correcto.

Décadas controlando a la prensa para que no airee que eres un borracho y un putero; que tu mujer griega se alcoholiza porque no soporta llevar cuarenta años en un país y ser incapaz de aprender su idioma; décadas tapando tu propia gañanería, tus negocios ilícitos, tus extrañas diversiones matando osos borrachos en Rusia... Décadas de discreción viciosa para que, de buenas a primeras, se abra el corral a tres advenedizos y echen abajo todo el tinglado.

Visto lo visto, resultaría preferible que los vástagos de nuestra nunca suficientemente amada monarquía se hubieran casado entre sí, al estilo Targaryen, que mezclar su sangre con el populacho.

Primero encontraron a un tipo de la baja nobleza, de esos que en los países normales y civilizados ya no quedan porque los abuelos de sus abuelos se pusieron a trabajar hace dos siglos, cuando la masa enfurecida le cortó el cuello a la condesita de al lado.

Un tipo raro, feo, que no iba a deslumbrar a nadie, y sobre el que nadie pondría demasiada atención; perfecto para entregarle a la primogénita. El podólogo, le llamaban allá por los gloriosos noventa, porque le había quitado en callo al Rey.

Después, cuando salió a la luz que le gustaba la cocaína más que combinar los colores con el mismo estilo que la carta de ajuste, en Zarzuela aparecieron los primeros nubarrones de sospecha.

-A ver si teníamos que haber casado a los niños con algún primo, como el anormal ése que reclama el trono de Francia... -farfulló DJC entre trago y trago de coñac-.

-Mi no hablar tu idioma -respondió nuestra emigrante del Este más popular-.

-Llevas razón, Sofi. El otro es un tiarrón deportista. No hay de qué preocuparse.

Pero sí había de qué preocuparse. Los temores crecieron cuando Juancar fue consciente de que su prole desconocía la existencia de los condones. Por el bien de las estrellas de la farándula de los ochenta y los noventa, él siempre fue más de correrse fuera, así que el temor se adueñó de su borbónica efigie cuando comprendió cómo la iban a preparar sus miles de nuevos retoños en el momento en que descubriesen el güisqui con cocacola. Ni siquiera hizo falta esperar tanto.

Con los niños aún incapacitados para ponerse hasta el ojo o disfrazarse de nazis, como sus primos Windsor, el yerno molón, al que no le pegan hemiplejias cuando coquetea con Colombia, ha hecho saltar por los aires en unos días todo el edificio juancarlista.

No contento con ser millonario por la jeta, valiéndose del derecho arcaico de su señora a ser mantenida por gilipollas como tú (o yo), al primo Iñaki le dio por meter el cazo por todas partes, a ver qué caía.

Pero el chollo puede estar cerca de acabarse para este otro ex 7 de España. La cosa no está para tonterías, y en la Casa Real ya le han dado la patada. No sea que a algún juez se le olvide la corriente imperante en estos últimos treinta y pico años, y hurgue en la vida de los borboncitos por detrás de las cámaras.

Cuando la profecía avisó de que los vascos acabarían con la Monarquía española, todo el mundo pensó en los de la capucha y el sozialismo, pero nadie puso sus ojos en el del deporte y la contabilidad creativa. Y si por su culpa la infantita menos fea acabara en los juzgados, Urmangarín habría hecho más por el fin de los borbones en dos semanitas que ETA en cincuenta años.

Pero esto es España, atada y bien atada, y sabemos que nada de eso sucederá. En su lugar, el chico alto, guapo y formal pasará a engrosar las listas aquellos a los que en su día la prensa lamió el escroto con la misma voracidad que ahora les atiza. Y este ni siquiera da para disfrazarse de Inspector Gadget.

Pobre Juan Carlos, que las puertas se le abren solas y le salen los yernos rana. Si hubiera sabido la que se le avecinaba, a buen seguro que habría preferido dejarle el marrón a su padre, en lugar de usurpar su puesto en el trono y convertirse en el heredero designado a dedo por un asesino fascista.

Cuando Rajoy saque las tijeras para salvar España -y hundir a los españoles-, quizás haya quien se pregunte por qué los recortes no pasan cerca de la familia del tipo de las gafas de sol. Por suerte para Juancar, él es viejuno y de salud no muy boyante, y probablemente sean otros los que salgan en las monedas (su hijo el que apenas sabe leer de perfil en la cara, y su nuera de frente en el canto) el día en que disfrutemos del mismo nivel de vida de Etiopía, mientras una veintena de froilanes caraduras nos obliga, con doscientos años de retraso, a engrasar las guillotinas.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Pobres, pero libres

En ocasiones encuentras a alguien que ha puesto, negro sobre blanco, tus pensamientos por escrito; obviamente, con mejor pluma que tú. En esta ocasión, encontré mis ideas perfectamente desarrolladas por un tipo llamado Rafael Torres en la contraportada de un diario gratuito. Así que tan sólo quedaba hacerlos míos adaptándolos al lenguaje Bilis. Ya saben, caca, culo, pedo, pis y esas cosas...

Y qué mejor día que esta jornada de reflexión, en la que está prohibido hablar de política, para reflexionar sobre nuestros políticos, esos sacos de mierda que hacen cualquier cosa menos, precisamente, política.

Mucho se quejaban ellos (hay que tener la cara de mármol) de que los indignados no aportaban soluciones desde sus tiendas de campaña. Ellos, en sus campañas convertidas en pura teletienda, no sólo son incapaces de hacer una miserable propuesta, sino que malgastan nuestro dinero en estúpidas sesiones de vacío autobombo.

Volviendo a la columnita del gratuito, resulta curioso -dice su autor- que ningún partido proponga escapar a la esclavitud de los mercados exteriores, a la completa suminsión a Alemania, Francia, el Banco Central Europeo, la Bolsa de Nueva York, Standard&Poors, Eurovisión, y su puta madre a cambio, simplemente, de rebajar nuestro pistón consumista.

No me atrevería a decir yo, como sí hacía el autor de la citada columna, que vayamos a convertirnos por ello en pobres, pues sería de una egolatría suprema, viendo como está el personal en Somalia, por poner un ejemplo. En todo caso, seríamos un poco menos ricos.

Pero claro, para ello -continúa acertadamente el señor Torres- haría falta retornar a la economía productiva, base de cualquier soberanía económica que se precie. Y eso, por aquí abajo, no se nos da muy bien. Preferimos vivir de la especulación pura y dura, hoy en las Bolsas, ayer (y probablemnte mañana) con el ladrillo.

Así pues, es cuanto menos llamativo el hecho de que esta idea no haya surgido entre ninguno de los múltiples candidatos. Que nadie haya tomado como espejo la dignidad popular islandesa, o la libertad griega, convenientemente cercenada por un golpe de estado vilmente orquestado y silenciado desde la Unión Europea.

¿Ninguno ha oído hablar de ello? Por supuesto que sí. El problema es otro, que están comprados. Que sus políticas están definidas, gane quien gane, de antemano. Y quien las dicta no es un político de la gaviota, ni uno de la rosa, o cualquiera que sea la mierda de logo que tengan Izquierda Hundida o los nacionalistas catalanes y vascos. No. Las políticas que nos van a gobernar en los próximos años vienen de mucho más arriba de donde pueden aspirar a llegar nuestros ineptos políticos.

Llegan, concretamente, de todo ese entramado económico que ha creado un mundo, el nuestro actual, en el que nos venden como crisis lo que va a ser (y es ya) realidad cotidiana, la desigualdad extrema entre los ricos y los pobres. Pobres atemorizados por las apocalípticas recomendaciones de las clases gobernantes, y engañados por estos sistemas democráticos que tan sólo sirven para legitimar, bajo la apariencia de la elección popular, la posición de los tipos encargados de desarrollar las políticas que, impuestas desde arriba, nos hunden poco a poco a todos y cada uno de nosotros.

Con este panorama, aún habrá muchos que mañana corran a entregar su voluntad a las urnas, corrompidos por ese Anillo Único (muy mío, escatología y referencias a Mordor, ya sólo falta decir algo de fútbol y no se notará el plagio de la entrada) que llamamos democracia.

Y, después, cuando amanezca el próximo lunes 21, ya con don Mariano como Presidente, muchos de ellos alzaran su vista a los cielos para contemplar, entre el pasmo y la incomprensión, que ni llueven puestos de trabajo, ni nubes de gaviotas ocultan el sol con una lluvia de euros. Va a ser que no.

Así pues, bien nos estaría emplear el domingo paseando al perro, cogiendo setas, yendo a misa, tomando el vermú, lacerando nuestros ojos en un partido de regional preferente, jugando con vuestros hijos, hablando con vuestros padres, haciendo el amor o echando la siesta.

Cualquier cosa mejor que correr a un colegio electoral para legitimar a esa gentuza, cualquier cosa mejor que participar en una nueva farsa. Cualquier cosa menos votar.

Y después, a sabiendas de que, gobierne quien gobierne, en este maldito país no tenemos la tradición ni la infraestructura suficiente como para querer ser unos avanzados centroeuropeos más, parémonos a pensar que ni falta nos hace.

Que se metan por el culo su constante e insostenible crecimiento económico, sus tasas, sus recortes para conseguir objetivos incomprensibles. No necesitamos nada de eso. Podemos vivir con mucho menos, siempre que nuestras aspiraciones sean realistas y que no hayamos adoptado el consumismo estúpido como norma de vida.

Si ese es el caso, sea quien sea el desgraciado ladrón que nos va a robar durante los cuatro próximos años, todos podremos continuar viviendo a nuestro ritmo, sin prisas ni imposiciones, siendo, sin duda, pobres pero libres.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A por ellos, oé

"El 20 N estamos convocados a unas elecciones algo precipitadas por la crisis económica. Todas las encuestas predicen que va a ser un paseo triunfal para Mariano Rajoy, salvo catástrofe de última hora. En las encuestas no hay ni una gatera ni una rendija alternativa. Una auténtica goleada, aclamada a coro con el ¡a por ellos oé!

Curiosamente no se da esa distancia en la valoración de los candidatos; todos suspenden las encuestas en cuanto a la confianza que nos merecen, por lo que cabe dedudir que lo que se avecina es más un derrumbe socialista que una victoria sonada de la derecha. El único estigma está en la magnitud del triunfo o en el tortazo del fracaso. De lo que no hay duda es que España será más azul que nunca, Rajoy será visto como el nuevo Mesías y los socialistas sufrirán su penitencia y su travesía por el desierto.

Pero pasarán las celebraciones, pasarán los cien días de cortesía, y vendrá la realidad con sus mazazos. Habrá despidos de funcionarios, recortes en educación, sandidad y protección social, reducción de líderes sindicales, cesiones indignas ante los empresarios, subida de impuestos para corregir el desajuste fiscal y un ñargo etcétera de tijeretazos. Puede sonar a apocalíptico, pero como dice el poema de Lope de Vega "Quien lo probó lo sabe". Ahí están algunas comunidades autónomas para dar testimonio.

Y cuando la presión sea insoportable para el ciudadano nos llamarán a la huelga, e iremos. Entonces se habrá cumplido el ciclo y la indignación cambiará de barrio y las encuestas de signo. Y es que la vida sigue igual.

No hay respuestas para los problemas, ni estatales ni comunitarias. De ahí viene el descrédito de la política que se va extendiendo como una mancha de aceite por todos los países europeos. En cada uno de lso sistemas políticos de los distintos países los gobernantes carecen de poder y, sin embargo, los ciudadanos les exigimos responsabilidad como si la tuvieran. Hay un desajuste, y un desajuste creciente, entre el poder político y el poder económico, que va erosionando la legitimidad democrática del primero, en la medida en que los ciudadanos lo ven impotente frente al segundo.

Los ciudadanos exigimos a los gobernantes pero quien manda de verdad son los mercados (bancos, especuladores, multinacionales...) o, por lo menos, los que toman las decisiones más importantes para las que los han elegido.

La impresión generalizada es que el Gobierno que salga de las urnas el 20 N carecerá de autonomía para tomar decisiones en los asuntos más decisivos y, en consecuencia, el ciudadano desconfía del valor de su voto. El rito esencial en democracia de formular una especie de contrato a los ciudadanos para que éstos otorguen la confianza a quien se lo oferta, va camino de convertirse en un rito vacío.

Así que no es de extrañar que el 20 N se asome al balcón triunfal de Génova el señor Rodrigo Rato con el pantalón ceñido a lo Freddie Mercury entonando el We are the champions".

Fin.

Un momento. ¿Qué pasa aquí? ¿Nada de insultos? ¿Nada de frases extremadamente largas? ¿Dónde están las absurdas analogías o las descripciones escatológicas? ¿De qué coño vamos, Bilis?

Pues vamos de que, como las comillas que encabezan y cierran el texto pregonan, los primeros ocho párrafos de la entrada de hoy no han salido de mis teclas. No es la primera vez, y no sería nada muy reseñable, predecible incluso, el recoger aquí un texto de otro tipo hablando de la nula capacidad de los políticos para gestionar las responsabilidades para las que presuntamente se les va a elegir el domingo (esto ya suena más a este blog). En ese aspecto, suena demasiado suave. El "va camino de convertirse en un rito vacío" bien podría ser sustituído por "hace tiempo que fue hurtado por las diabólicas hordas del capitalismo -retrete público con costra-", o algo así.

Pero la gracia, amiguitos, está en que las líneas anteriores, en las que se cita al clásico entre los clásicos, se habla explícitamente de la derecha o de la victoria de los azules -color de los nacionales en la Guerra Civil-, y que acaba con el ex presidente del Fondo Monetario Internacional y actual número uno del brazo armado de Bankia bailando al ritmo de un rockero homosexual muerto, las ha escrito el cura de mi pueblo.

Y, no contento con ello, las reparte dentro de la iglesia, en una cosa que, si tuviera estrellitas por alguna parte, algunos llamarían fanzine subversivo; pero que en la minusculidad rural de la Rioja Alta denominan Hoja Parroquial.

Para colmo, el fanzine informa sobre charlas en torno al tema "Esta sociedad necesita una nueva democracia", y acompaña el texto anteriormente aquí plasmado con una viñeta en la que una vieja, cachaba en mano, reza lo siguiente: "Virgencita, si me presento a las elecciones de párroco no es por orgullo o vanidad, sino porque este hombre nos tiene hasta el moño". ¿Guot?

Lo aburrido que eras cuando iba a misa de pequeño, que se dormían hasta los santos, y resulta que eres un perroflauta con sotana, vecino. Cómo se entere Rouco Varela, cura, te corta esos cojonazos que gastas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Carta de San Banco a los corintos

...Y a los tesalonicenses, los cretenses, los atenienses, y los espartanos -si los hubiera o hubiese-. Y a Nana Mouskori, Tsartas y Zagorakis.

Querídisimos hermanos:

Hay cosas de las que uno aprende a desconfiar a los siete u ocho años: el Ratoncito Pérez, los Reyes Magos o Papá Noel. Para saber que otras no existen, por ejemplo la Democracia, ha hecho falta llegar a la edad que quiera tegáis en este otoño de 2011.

Para los que aún creíais en cosas como ésas, especialmente en la última, os enviamos un mensaje. Y encima gratuito, sin comisiones:

Tratar de llevarnos la contraria es una mala idea. Si Nosotros decimos, por boca de la alemana fea o del gabacho enano, que debéis pagar con vuestro dinero público las deudas que Nosotros, los Bancos, hemos generado, debéis hacerlo. Rapidito.

Hay que ser buenos, como lo fueron los españoles. Por eso, ellos ahora tienen la deslumbrante perspectiva de romper todos los Guiness de desempleo, mientras recortan, más y más y más, cualquier resquicio de estado de bienestar que pudiera quedarles.

A cambio, Nosotros, que somos generosos, recolocaremos al anormal de la ceja en alguna cara Universidad yanqui, donde sus alumnos tengan tanto dinero que no se pregunten por qué tienen delante un estúpido hablándoles en mexicano; como hicimos con su nazi predecesor.

Pero tú, ¡oh tú, Papandreu! Tú que has tenido la osadía de plantear un referendum para decidir sobre nuestros dogmas... tú acabarás vareando olivas en una reseca loma peloponésica. Nadie azuza a la Bestia y sale entre risas. Mucho menos entre aplausos, convertido en el héroe que impidió el expolio de Grecia.

Así que, si a alguno de vosotros, panolis, le da por plantear una consulta popular, para que el pueblo decida soberanamente rendirse ante el capital y entregarlo todo a los bancos, ya veis lo que pasa.

Cuatro llamadas de teléfono, y en Atenas el personal se da de hostias por ser el Bruto que te acuchille la espalda. Partido propio, partido de la oposición, tu propio gobierno. Da lo mismo, todos tienen bolsillos.

Referendums, a estas alturas de la película. Cuando ha quedado ya bien claro que vosotros, siervos, pensáis lo que mis periódicos dicen, y hacéis lo que yo impongo.

Está muy bien que os haya tocado a vosotros, que os preciais de serla cuna de la democracia. Podíamos habérsela metido por el culo hasta los pulmones a algún otro país del Tercer Mundo, como Bolivia, Kenia, Tayikistán o España; pero jodiéndoos a vosotros, estandartes de los sistemas de poder popular, de la cultura filosófica, del arete virtuoso y todo eso, dejamos las cosas claritas a quien pretenda volver a levantar la voz.

Islandia sólo hay una, y si no aplastamos a esos vikingos pueblerinos a la primera (a su tiempo lo haremos, ya caerán), fue porque tienen el suelo plagado de cráteres, fumarolas, géiseres y demás mierdas, y corríamos el riesgo de quemar la suela de nuestra imperial bota.

Porque recordad: aunque tuviera todas vuestras casas, aunque dirigiera todos los medios de comunicación, aunque mantuviera secuestrados todos vuestros ahorros; si me faltara un día el total y absoluto control sobre vuestros políticos (que es lo mismo que decir sobre vosotros, ya que a ellos regalais vuestra capacidad de razonamiento y decisión), "sería como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Si me falta el control, no soy nada".

Así que nada, mis helénicos siervos, con esto me despido. Y que sea la última vez que os creéis libres. Estáis atados a Mí de por vida, con una cuerda idiota, llamadla capitalismo, llamadla neoliberalismo, llamadla memocracia, que vosotros mismos os habéis puesto al cuello.

Que os sea leve y, cuando os toque, votadme de nuevo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Making friends VII: ser retrasada y vivir de ello (y II)

Dice Lucía Etxebarría que "En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, en el que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula matemática, la ley D’Hondt...".

Ni una coma de verdad. Como dirían los Flema, tan cierto como que el Chusmari es pelotari, amigüitos. No sé qué es peor. Si el decir todo esto por pura estupidez, o hacerlo por interesada maldad, mintiendo.

Veamos, como dezconozco si la susodicha sabe sumar con llevadas, no puedo rebatirle que la ley D´Hondt sea una complicada fórmula matemática; pero cualquiera puede ponerla en práctica con unos conocimientos mínimos de sumar, restar y dividir. ¡Oh, D'Hont, malvado hereje, empleando la maléfica división entre dos cifras y con llevadas! ¿¡Qué será lo siguiente, afirmar que la Tierra es redonda!?

Además, y ante la presunta maldad del sistema de asignación de escaños podríamos decirle a doña Lucía que dicha ley es una buena manera de solventar el problema existente cuando, al dividir el número de votos entre los candidatos a elegir, el resultado no sea exacto. Otra sería descuartizando políticos. ¡Marchando un senador completo y dos piernas y un brazo de otro para el Partido Nacionalista Soriano!

A decir verdad, la gran manipulación del voto no viene del amigo D'Hondt, sino de la asignación de diputados o senadores por circunscripciones, lo que da al voto de un ciudadano de una provincia el doble o el triple de valor que al de uno de la de al lado. Pero de eso, doña Lucía, al parecer no sabe nada.

Posteriormente dice la verdad, sin embargo, cuando afirma que "votar en blanco hace más difícil a los partidos pequeños llegar a obtener escaños, o lo que es lo mismo, hace más fácil a los partidos mayoritarios obtenerlos".

Pero, extraer de ahí su conclusión, va un mundo. "Vota, lo que sea, pero vota. Eso sí que sería enrollado y molón". Enrollado y molón dice, la muy sinvergüenza.

Eso es. A la basura con tu capacidad crítica. A la mierda con tu propia inteligencia. Sé enrollado y molón. Aunque creas que todos son malas elcciones, vota. Hazlo para que pueda vivir del cuento el candidato del cuarto o quinto partido menos malo; y, de paso, justifica con tu participación la pantomima que permite a los dos primeros reírse en tu puta cara durante otros cuatro largos años.

Vamos, como conclusión, las consumidoras de espiz de dieciocho años, que tras disponer la posibilidad de abortar desde hace dos, al fin tenemos la capacidad legal de meter un papel en una urna (muy lógico este país, sí señor), hemos de deducir que, como no nos gustan los chanchullos matemáticos de los malvados partidos mayoritarios, debemos votar a uno minoritario, por el mero hecho de votar.

La opción de no votar, de demostrar tu completa oposición al sistema y sus representantes no participando en su pantomima, ni se contempla. Porque hay que saber vivir en democracia, y elegir en libertad a los hijos de la gran puta que nos van a beber la sangre durante los próximos cuatro años.

Lo que yo decía, Etxebarría: que eres una progre asquerosa, una snob más, disfrazada de izquierdista, que sólo sirve para que los jefes del periódico en el que escribes se crean muy plurales por dar cabida a las insulsas palabras de una retrasada mental que confía en crear su bucólico País de las Hadas dentro de un mundo regido desde Mordor.

Así sea pues. Hoy incita al voto, y mañana a poner el culo. Que ganado lo tenemos.

PD: Encima, el blog se llama Simpatía por el débil. Haciendo gracietas con los Rolling Stones en vez de bautizar a su engendro Burgués King: soy una progre de mierda adicta a la chistorra. No me negarán que es mucho más bonito.

domingo, 30 de octubre de 2011

Making friends VII: ser retrasada y vivir de ello (I)

Hay por ahí una gorda que, por tener un teclado y los dedos incomprensiblemente poco morcillosos como para poder teclear, se cree escritora.

Lo malo es que, en la dirección de algunos periódicos o editoriales, como se ve que su ridículo discurso proge-feminista-zampabollos vende, tienen la insana costumbre de publicar las mierdas que la susodicha vomita por los dedos. Y últimamente le ha dado por darnos lecciones de democracia, incitándonos al voto de la misma manera que podría azuzarnos hacia el consumo desmedido de morcilla o la práctica individual de la lobotomía.

Además, y como su capacidad de juntaletras a sueldo no le da para emular a Quevedo, nuestra inimitable idiota ha optado por escribir diatribas dedicadas a chonis con el mismo discurso que ellas emplearían en un polígono industrial cualquiera durante una transacción de espiz nocturna; intentando convencerlas para que ejerzan su derecho al voto y mantengan así esta democracia basada en la Constitución que los españoles nos dimos en 1978 y blablabla... Ah sí sí, comedme los cojones.

Como habrán podido comprobar quienes hayan pinchado en el enlace superior -para desgracia de sus ojos, que ahora desearán haber sido extraídos de sus cuencas y lanzados a un váter del Sadar-, estamos hablando de Lucía Etxebarría. (Así, con che vasca, porque decir 'Guecho', 'calimocho', 'arrachaldeon' o 'chorralaire', es de fascistas).

Bien, pues como decíamos, este saco de mierda a sueldo de La Vanguardia, ha decidido que los jóvenes deben votar. Y en un ejercicio de lamentable generalización, ha pensado que todas las chicas se llaman Jenny, tienen más laca que eso en la cabeza y se dedican a mamar pollas dentro de un Peugeot 206; así que deben ser aleccionadas en su falsa izquierda del buenrollismo y tirarse en masa a la urnas, como hacen con los chuloplayas de pelo cenicero a los que vacían os testículos cada fin de semana.

No contenta con escribir libros que no utilizaría ni para limpiarme el ojete, este subnormal especimen tiene la poca decencia de ponerse, desde su tribuna de prensa, a dar lecciones de democracia al personal.

viernes, 14 de octubre de 2011

A pique

España se hunde, amiguitos. Y esto no hay Dios que lo mantenga a flote.

Y a todos aquellos anormales que aún confíen en que el próximo día veintiuno de noviembre, con nuestro nuevo presidente semigangoso al frente, todo va a ir a mejor, solo tengo una cosa que decirles: panolis.

Con casi cuatro millones y medio de parados, la casta privilegiada que se come y se bebe las escasas rentas de este país continúa enfrascada en polémicas estériles, en el "y tú más" propio de un patio de parvulario y miles de chorradas más, acrecentadas en este periodo preelectoral; mientras la gente va quedándose sin empleo, y las colas del paro crecen y crecen, hasta el infinito y más allá.

Pero... ¿qué hay al final de la cola? ¿El paraíso? ¿Un empleo como recolector de jeringuillas sidosas en un vertedero de Pochestrom? Va a ser que no. Más allá del primer tipo de la cola del paro -¿a qué hora llegó ese hombre ante la puerta, si yo he llegado veinte minutos antes de que abran y me saca una ventaja de setecientos puestos?- hay un complejo sistema de cursos, charlas y demás mierdas que no sirven para nada.

Y, por si no lo sospechabas antes de acceder a ellos, los artistas te lo dejan claro desde el minuto uno.

Como habrán imaginado, acabo de disfrutar de una de estas charlas para desempleados, a las que hay que asistir para que no te quiten la prestación. Presta... ¿qué? Ay que me meo de risa, amiguitos.

Bueno, pues ya estamos dentro. ¡Que comience la juerga!

Pitido inicial, a algunos de los parados no les ha dado tiempo ni siquiera de hacer los preceptivos ejercicios de calentamiento cuando la chica que da la charla nos pone sobre aviso de lo que está por venir. El que haya venido aquí creyendo que va a encontrar trabajo está más perdido que un grupo de chonis ante la tabla del siete.

"El Servicio Riojano de Empleo no puede ofreceros trabajo, sino información sobre los servicios que ofrece el Servicio Riojano de Empleo".

¿Ein? Servicios que, si no me equivoco, son ofrecer información sobre esos mismos servicios.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaggggggggggggggh.

Con dos cojones.

También ofrecen otras cosas no menos interesantes que éstas, como itinerarios de inserción, entrevistas personalizadas -cuyos significados, por cierto, te explican como si fueras mongolo perdido; ¿qué parte de entrevista personalizada se creen que no vamos a entender?- e, incluso, ¡talleres de entrevistas!, en los que te enseñan, cómo no, a hacer una entrevista.

Pero no todo va a ser un camino de rosas, puesto que, para que no nos vengamos arriba ante la posibilidad de poder asistir a un curso en el que me enseñen qué he de hacer en una entrevista en la que intentar conseguir un curro (¿Qué parte de Servicio Riojano de Empleo no entienden ellos? Más crear trabajo y menos polladas, idiotas), allí mismo se encargan de advertirte de que "la parte no tan buena" es que hay una "espera larguísima"... ¡para que te enseñen a hacer entrevistas!

Buf. Esto no es ya la pescadilla que se muerde la cola. Ésta se la está comiendo entera, y va a acabar tragándose toda la lechada.

Así las cosas, y para que la inutilidad de todo lo ofertado quede ya completamente clara, la presentación de la charla culmina con otra frase lapidaria. "Pero esto si estáis algo perdidos. Porque si ya tienes claro lo que hacer, que es encontrar trabajo, en eso nosotros ya no podemos ayudaros".

¿Ein? (Y van dos). Que te digan eso en unas charlas del Servicio de Empleo. En la segunda fila he visto a un tipo con una cerilla encendida, dando espasmos con palpable alteración. Creo que estaba buscando una lata de gasolina.

En esas estábamos los trece asistentes a la charla, una curiosa mezcla de canis, madres jóvenes con sus bebés en brazos, emigrantes -tres sudamericanos y dos musulmanas, una de ellas acompañada por su madre, para asombro de la ponente-, y algún que otro retrasado como servidor; esperando a que la chica que nos daba la charleta continuara leyendo el power point, cuando entraron en la salita Camarón de la Isla redivivo y su señora esposa.

Camarón tiene que recoger a su niña del cole, y pasa de la charla. Desconocemos si la ponente ha apuntado su nombre en la lista de presentes. Después entra un negro y se sienta en la última fila, a mi vera. La ponente se pierde. El mundo la está sobrepasando.

"¿Por dónde iba?" -pregunta-. ¡Leyendo el puto power point, no has hecho otra cosa! Silencio. Así que continúa leyendo del proyector durante una larga hora más, explicándonos que podemos renovar nuestra solicitud de empleo a través de internet, siempre y cuando el sistema funcione, que suele ser los miércoles de los años bisiestos (no literal en la forma, pero sí en el fondo de lo oído en la charla); para acabar esta ilustrativa muestra de inutilidad total con una confesión. Atentos a la frase, que da para el tercer 'ein' y otro par de vistazos en busca de algo inflamable que dejarle a mano al tipo de la cerilla.

"Como ya sabéis, el Servicio Riojano de Empleo no es la única fuente de trabajo... de hecho, hay veces que creemos que es de las peores fuentes de trabajo".

Ole. Viva España. Induráin.

Ni sé ni quiero saber el presupuesto del Servicio Riojano de Empleo -o de cualquiera de los otros dieciséis autonómicos- pero, visto lo visto, es una de las mejores maneras que se me ocurre de tirar el dinero. Otra sería limpiándonos el ojete con euros; pero creo que, puestos a quemar pasta, lo mejor sería pegarles fuego a los billetes en una hoguera sobre la que, previamente, hubieran empalado al Concejal de Trabajo, al Consejero, al Ministro, y a sus putas madres.

domingo, 9 de octubre de 2011

Olé

Una imagen vale más que mil palabras. Pero como en escasísimas ocasiones un documento gráfico logra expresar la sonoridad de un "voy a cagar en un tiesto y lo voy a llevar a la tumba de tu puta madre", en Bilis somos más de palabras. Y por eso les vamos a describir una imagen.

Hay un hombre en el suelo. Viste un traje ceñido, extrañamente brillante, reflejos dorados hasta la pantorrilla, donde un par de medias rosas completan su extraño atuendo. Sobre él, una bestia poderosa, más de media tonelada de furia salvaje, todo fuerza y músculo en un animal oscuro... y con el ojete pálido, sucio de tierra o mierda reseca.

Bailan en el inestable equilibrio que sólo el estatismo de una fotografía puede proporcionar. Sus cuerpos se acercan peligrosamente, pero la bestia parece levitar sobre el hombre, sin llegar a aplastarlo de puro milagro.

Pero, oh desgracia, hay contacto. El toro no son sólo seiscientos kilos de enfurecido músculo; también son dos enormes cuernos, puntiagudos como agujas, empujados con la fuerza de un cuello capaz de tirar a un caballo al suelo de un empujón.

Así que, cuando el asta impacta contra el maxilar inferior izquierdo del hombre, ésta penetra con dolorosa facilidad, clavándose más de un palmo en plena cabeza.

Después, bajo el empuje imponente del animal, el cuerno busca una salida. La foto esta tomada de lejos, y afortunadamente no puede ampliarse, razón por la cual la sospecha no puede convertirse en certeza. Pero una extraña esfera blanca en la cara del hombre amenaza con lo peor: el cuerno ha salido en blando, arrasando la cuenca ocular, y llevándose puesto el ojo.

Dolor.

En este momento, no cabe otra cosa que sentir pena por el pobre hombre, que tanto debe estar sufriendo. Pero también es un buen momento para no perder la perspectiva y soltarles mi particular opinión sobre el mundo de los toros.

No creo que deban suprimirse las corridas de toros. No en vano, son la fiesta nacional española, y como tal, una tradición centenaria que debe mantenerse. Es como pretender erradicar la mafia de Italia, o la pederastia de Tailandia. Cada país tiene sus cosas, y hay que respetarlas, aunque no las comprendamos del todo.

Pero, una vez asegurada la existencia de las corridas, mantengamos el respeto total por la tradición. ¿No hemos oído alguna vez -muchas- que la Fiesta es la lucha noble entre un hombre y un bello animal, como es el toro? Pues que haya lucha. Y lucha de igual a igual.

Para empezar, y ya que nadie se molesta en curar las heridas del animal -faltaría más-, creo que deberían prohibir por ley las enfermerías de las plazas. Empate en las posibilidades de salir vivo si te clavan algo en la chepa.

Después, y siempre en pos de la ecuanimidad y la correcta tradición de las corridas, deberían quitar al picador y demás miembros de la cuadrilla del torero. Que él se lo guise y él se lo coma. Y, si quiere banderillas, que las ponga él mismo. Como, por cierto, hace Juan José Padilla, el tipo de la foto antes mencionada.

Y, obviamente, debería exigirse que el animal estuviera en buen estado antes de la lidia. ¿No queremos una pelea épica entre el hombre y la bestia? Pues que la bestia llegue a la plaza como es en libertad, sin aturdir, sin drogar, sin afeitar.

No hablo ahora del bigote, no, sino de la costumbre -ilegal, por cierto- de recortar la longitud de los cuernos antes de que el animal sea toreado. Para que se hagan una idea de lo que sucede después del afeitado, podríamos decir que es como si a usted le cortan una mano.

Cuando, acostumbrados a la longitud habitual de su extremidad, fueran a coger algo, se quedarían cortos. Creen que tienen quince centímetros más de chicha, pero ahí solo hay aire.

Pues buen, cuando a un toro le recortan la cornamenta, embiste como si aún la tuviera intacta. ¿El resultado? Que, en las primeras embestidas, hasta que se huele la tostada, suele quedarse un palmo corto de la cara del colega que tiene delante trapo en mano.

Vamos, que es como si, en cualquiera de sus operaciones de cirugía estética, a Belén Esteban le dejaran los orificios de la nariz dos centímetros más cerca de la cara, y en el momento de ir a meterse un tiro, se clavara el canutillo en el ojo. Y, después, sin dejar que el método prueba-error permitiera a Belén comprender cómo había cambiado su cuerpo y qué tenía que hacer para poder seguir mandando polvo blanco al cerebelo, la acuchillaran ante miles de personas exaltadas.

Esas son mis propuestas. Yo no quiero que supriman el toreo, pero unas reglas justas no estarían de más. Así, en lugar de unos cuantos heridos humanos frente a seis bovinos muertos en cada corrida por centenares de corridas al año, quizás tendríamos un hombre muerto por cada treinta o cuarenta toros pasados por el estoque. Y, con esa proporción, más de uno se lo pensaría antes de salir a marcar paquete al albero.

PD: Por cierto, parece que Padilla va a perder el ojo, pero aún así, en sus infatigables ánimos por seguir jodiendo a los pobres toros, ha afirmado que "toreará con un parche si hace falta". Que alguien le explique a este anormal el significado de "percepción de la profundidad", y las divertidas consecuencias en el tema de no tener más que un ojo.

La secuencia de 'Los Caballeros de la Tabla Cuadrada' en la que un guerrero está a tomar por culo, cabalgando con sus cocos y, un instante después te atraviesa de un espadazo, puede servir. Si es que hay algo más que sadismo y autopistas para cuernos dentro de su cabeza como para pillarlo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Chuchos sarnosos

Caulina, Cádiz, junto a Jerez de la Frontera.

Una familia pide un préstamo de veinticuatro mil euros a un banco, y pone su vivienda como garantía. El banco, generoso como sólo ellos pueden serlo, les concede presto su pasaporte hacia la miseria.

Esto es España, amigos. Y aquí, si le debes a un banco un par de meses de un préstamo que has avalado con tu casa, ellos tienen todo el derecho del mundo a quedarse con tu vivienda, aunque el valor de ésta supere varias decenas de veces el de tu deuda con el banco.

Por no hablar de los casos en los que el préstamo es hipotecario. Entonces, la casa que compraste con el dinero que pediste al banco no es suficiente para reintegrar ese mismo préstamo. No. Debes darles también la casa.

¿Cómorrrrrrrllllll? Pues eso, que se quedan el dinero que ya les has ido pagando a plazos, se quedan con la casa porque no puedes seguir haciendo frente a los plazos restantes y, para completar la fiesta, te informan -no tan educadamente como cuando te concedieron la hipoteca, por cierto- de que les sigues debiendo todo el resto del préstamo.

Todo es suyo. Y no te rompen el culo porque no le ven un rédito económico.

¿Cómo puede permitirse semejante injusticia? Precisamente, gracias a la Justicia. La Justicia con mayúsculas, la Ley. Gracias a las decisiones de jueces que avalan este proceder mafioso de los bancos, amparados en leyes dictadas por políticos corruptos, cuyas campañas electorales -semilla de sus consiguientes sueldos millonarios una vez asientan sus traseros en las Cortes- han sido sufragadas por esos mismos bancos.

Hará cosa de año y pico que, ante el runrún ciudadano una vez que este deplorable estado de las cosas saltó a la opinión pública, llegó al Congreso una iniciativa para que la entrega de la vivienda sirviera para liquidar completamente la deuda.

Pero, ¡oh, sorpresa!, la propuesta fue rechazada gracias a los votos del Partido Socialista Obrero Español, del Partido Popular -curiosamente de acuerdo en esta ocasión en la que se trataba de cuidar el bolsillo de quienes manejan sus hilos-, y de Convergencia i Unió.

Volvemos a Cádiz, donde ya ha aparecido el actor que faltaba. A una ley dictada por políticos corruptos, y aplicada por jueces sin corazón en favor de banqueros con la sangre aún fresca goteándoles del colmillo, se suma la parte más tonta y brutal de la cadena: los perros psicópatas.

Decenas de anormales vestidos de azul oscuro, armados con porras, y ocultas sus caras detrás de un casco con que protegerse de las manos desnudas de los manifestantes, y un pasamontañas que oculte su identidad ante el trabajo más denigrante que puede llevar a cabo un hombre: maltratar a un semejante por el simple placer de pegar, siendo los chuchos sarnosos de un amo poderoso, que encuentra en el grotesco gusto por la violencia de estos idiotas la herramienta perfecta para mantener su estatus.

El cabeza de familia, minusválido, ha tenido la suerte de estar hospitalizado. Por esa razón no verá cómo un hijo de puta le rompe las costillas a su mujer o hijos, o a los vecinos o desconocidos que se han agolpado junto a su puerta para tratar de impedir el deshaucio.

O, con un poco de suerte, se libra de acabar con la cabeza rota. Porque una silla de ruedas nunca es suficiente escudo para un mierda que come de pegar a sus semejantes, al que la adrenalina le rebota una y otra vez en su cráneo hueco, llevándole al intenso orgasmo de los idiotas cada vez que golpea a otro hombre.

Es más que probable, además, que lo que a estos retrasados mentales les pagan por pegar a la gente, ellos se lo vayan entregando poco a poco a un banco que les ha concedido una hipoteca. Porque hasta el bicho más inmundo necesita una madriguera.

Y, es probable, y sabe Dios que sería deliciosamente irónico y reconfortante, que el día de mañana se vean imposibilitados a cumplir con sus pagos, y el banco les embargue, y venga otro malvado psicópata a pedirle los intereses a base de palos.

Ojalá pase, pero aunque esto no les ocurra a ellos, algo similar les tocará de cerca, sin duda. Si no ellos, un vecino, un primo, un hijo, pasará por lo que hoy han sufrido en Cádiz aquellos a quienes estas latas de coraza sin corazón, estos trozos de carne sin cerebro, se han esmerado en crujir a hostias.

Porque lo que ignoran es que -si la genética y la evolución no son más sabias de lo que Mendel y Darwin suponían, y evitan que las ratas puedan reproducirse- el día de mañana alguien que les tocará cerca sufrirán los mismos desmanes y por parte de los mismos déspotas a quienes hoy protegen y obececen como estúpidos.

El día 20 de noviembre, recuerden quiénes fueron los del Congreso. Y, ya de paso y si son creyentes, échense un par de padrenuestros, suplicando a las alturas que todos los hijos de la grandísima puta que hoy han apaleado a gente indefensa en Cádiz, tengan una vida larga y plagada de sufrimientos hasta el día en que mueran atropellados por un camión de mierda.

jueves, 22 de septiembre de 2011

¡Viva el verano!

Puede que para muchos de ustedes las vacaciones sólo sean ya un lejano recuerdo. Quince o veinte días -los más afortunados- en julio o agosto suenan hoy, con el otoño ya sobre nosotros, como una vieja época, tan olvidada que muchos pueden incluso dudar de que esos días llegaran incluso a existir.

Otros, menos ajetreados pero sin duda más desafortunados aún, viven en un perpetuo estado estival. En España son, más o menos, cinco millones. Los lunes al sol.

Pero, como contrapunto a todos aquellos que no tienen qué llevarse al bolsillo por falta de trabajo, también hay otros, unos seiscientos o setecientos -no sé cuántos son los hijos de puta desvergonzados que cobijan nuestro Congreso y Senado- que practican la fechoría inversa: cobrar sin dar un palo al agua.

Y no me refiero a esas intrascendentes sesiones en las que la televisión nos muestra un hemiciclo vacío casi por completo de parlamentarios, sin duda ocupados en otras tareas de vital importancia para la susbsistencia de la patria -insultarse unos a otros; gastar en una comida pagada por sus dietas lo que un currante normal ganaría en medio mes; gritar al chófer de su coche oficial blindado; meterse cocaína en los baños de las Cortes; o tocarse las pelotas, directamente-, que a eso ya estamos más que acostumbrados.

No. El problema no es lo poco que trabajan cuando trabajan. El problema es lo poco que están trabajando. ¿Se entiende?

Vamos, que tienen más vacaciones que el sastre de Tarzán, que diría Chiquito de la Calzada.

Porque después de dos meses sin sesiones en las Cortes -ya me dirán qué trabajo normal para todo el verano por vacaciones-, resulta que hoy, y con las elecciones a dos meses vista, los vagos de ellos, siguiendo una legislación creada por ellos mismos con vistas a palparse el escroto con una periodicidad vergonzosa, han decidido poner fin al curso político.

Con dos cojones. Dos meses de vacaciones, veinte días de trabajo, y otros dos meses de vacaciones, dedicadas éstas, además, al autobombo y el insulto constante con el dinero del contribuyente. Con tu dinero. Con el mío, si yo tuviera de eso.

El 21 de noviembre Mariano Rajoy será presidente del gobierno y, por lo que se ve, el 22 ya no habrá paro, lloverán billetes de 200 euros y todos seremos más felices que los bichitos de La Aldea del Arce.

Todo eso estará genial; el paraíso en la tierra llegado a lomos de una gaviota. Pero, qué quieren que les diga, casi que prefiero no arriesgarme a un empacho de tantísima felicidad y rogar porque los engañados que decidan ir a justificar con su voto a estos sinvergüenzas el 20-N provoquen un resultado similar al de Bélgica, creando un panorma de ingobernabilidad que nos tenga, como ha tenido a los belgas, un añito y medio largo sin gobierno.

Los hijos de puta que asientan sus traseros en las bancas del Congreso y el Senado seguirán cobrando por nada pero, quién sabe, igual así les oíamos menos.

martes, 20 de septiembre de 2011

Álex, el ráper

Creo que lo he dicho más de una vez por aquí, y me reitero: Darwin no tenía ni puta idea.

Creo firmemente que su teoría sobre la evolución de las especies, lo de la pervivencia del más apto y todo eso, es una puta mierda; un timo infame como los call-tv nocturnos, o el certificado de estudios primarios de la infanta Elena.

O quizás, siendo benévolos y dándole cierta credibilidad a un tipo cuyas teorías llevan dos siglos y medio de aceptación en el mundo científico -y unas cuantas décadas de furibunda oposición por parte de enagenados ultraconservadores del nivel intelectual de Geroge W. Bush, lo que les da aún más credibilidad-, reformularé mi tajante afirmación anterior para declarar, alto y claro, que "la Teoría de la Evolución dejó de tener vigencia en el momento en que Telecinco comenzó a emitir". He dicho.

La sociedad occidental, liderada por los imperiales Estados Unidos de América, ha pasado los últimos veinte años, desde la desaparicion del enemigo soviético, vigilando el mundo; ocupada en librarnos de los peligros que acarrearía la fusión del extremismo religioso islámico y las armas de destrucción masiva, por ejemplo. Pero, en su ceguera, los Yueséi no han sido capaces de prepararse para el mayor reto que se cierne sobre esta Humanidad nuestra del siglo XXI: la imparable e incombatible mezcla de hijos de famosas con hip-hop.

La primera muestra de la nueva amenaza global -y de que se reproducen especímenes que no deberían- la dio Paquirrín, cuando decidió cubrirse su cabeza de Mister Potato XXXL con un sombrero de gangsta y colocarse tras los platos de una mesa de mezclas, alegrando la noche a unos jovenzuelos hasta arriba de estramonio en el garito ibicenco de moda.

No puedo resistirsme a constatar, en una entrada que menciona al evolucionismo y a Paquirrín, las evidentes similitudes entre la Liga española y los hijos de Paquirri: hay demasiada diferencia entre los dos primeros y el tercero. (La ocurrencia, obviamente, no es mía; pero tiene taaanto humor...). Me imagino a Carmiña Ordóñez partiéndose el ojete en su tumba, "Sí, sí, Pantoja, yo seré una cocainómana muerta, ¡pero tú eres fea!"...

Volviendo al tema de hijos de famosas y ritmos que provocan el vómito, la cosa no iba a quedar en Paquirrín. Como es bien sabido, los primeros ataques sólo sirven para marcar el terreno, y es en los segundos donde la crueldad llega a su máximo apogeo -como los equipos que entrena Mou-. Por tanto, aún nos quedaba por ver al fruto del potorro de otra famosa lanzarse al proceloso ruedo de los pantalones anchos y las rimas disonantes.

Y es ahora cuando aquel niño mimado de mierda que se comía la gomaespuma de los micrófonos irrumpe en el panorama ¿musical? español.

Sí, señora, el hijo del Lecquio y la Obregón se mete (ninguna sorpresa) a rapero.

Ya saben los más fieles lectores de este blog -ambos-, que mis múltiples taras físicas y mentales se compensan con una maravillosa hipertrofia en lo que viene siendo el sentido del ridículo. Así que, el lugar de desmenuzar la actuación de este adolescente con cara de hombre de cuarenta años -don´t worry, Álex, mami seguro que guarda algo de bótox en el cajón de los cubiertos-, me limitaré a comentar, antes de enlazarlo para aquellos que tengan estómago suficiente, que más allá de su magnífico ritmo, estilismo o mensaje ("iros a tomar por culo, periodistas, os digo que me dejéis en paz a través de un escaparate que no tendría si no fuera hijo de quién soy, y si vosotros no habríais encumbrado a la popularidad a un noble de cuarta y a la peor bióloga-actriz-saco de silicona del universo", viene a decir el temazo), lo realmente loable es el maravilloso escenario elegido para perpetrar el vídeo.

Como grabar en el entorno de La Moraleja, o cualquiera que sea la urbanización de lujo en la que este caramierda tenga a bien vivir, no daba una imagen muy urbana-radical-quémalotesoy, pues se ha lanzado a grabar a pleno centro de la capital, jalonando su videoclip con frecuentes planos de las megatorres que levantaron en la Castellana cuando el Ayuntamiento de Madrid decidió regalar a Florentino Pérez el dinero de sus contribuyentes para que éste pudiera comprarae a Figo.

Grandioso. Manden a este idiota a Eurovisión, por favor.

A buen seguro, con la cantidad de gilipollas que hocican por España, la calidad musical que nuestra amada patria pare últimamente, y los beneplácitos que papi y mami le están dando públicamente al niñato de mierda, no me extrañaría que llegara a grabar un disco, hacer una gira, o empezar a meterse por la nariz como un artista profesional. Tiempo al tiempo.

Llegados a este punto, valoren ustedes: lo que me sale del recto un domingo por la mañana después de haberme bebido varios cartones de tinto de ese del dedo parriba, hecho videoclip.

martes, 30 de agosto de 2011

JMJ II: carné de secta

Pero, por si acaso todo lo anteriormente expuesto no era ya suficientemente vergonzante, el amigo Ratzinger, muy al estilo de las bodas de Canaán, reservó lo mejor para el final.

El último día, en la homilía -que es cuando alguien que predica la bondad de un Dios humilde se cree capacitado para adoctrinar a sus iguales- el Papa aseguró ante la multitud entregada de papaflautas que "no se puede seguir a Cristo sin la Iglesia"; un mensaje que, claramente, no iba dirigido a la audiencia que Su Santidad tenía ante él en esos momentos -católicos practicantes ya todos ellos (o no, ver más arriba, en el párrafo relativo a la Sagrada Familia)-, y por tanto, impermeables ante una advertencia que reprocha una actitud que no es la suya.

El tirón de orejas iba para todos los demás, aquellos que creen en Cristo, pero no en la Iglesia; aquellos que siguen la doctrina del respeto al prójimo, pero ignoran o reprochan la actitud de una institución que, durante dos milenios, se ha dedicado a predicar blanco y hacer negro, a practicar la más descarada hipocresía como forma perpetua de vida y crecimiento.

Podéis ser todo lo buenos que queráis, pero si no sois de los nuestros, no valéis nada.

Ni este blog de mierda es el lugar adecuado para exponer con profundidad las convicciones religiosas de su autor, ni probablemente éstas sean demasiado profundas como para merecer ser expuestas. Pero siempre he visto el agnosticismo como la opción más consecuente: la misma irracional insensatez me parece aquel que afirma creer a pies juntillas en un Ser Todopoderoso, omnisciente y constantemente inmiscuído en nuestras vidas, vestido de blanco y moviendo su larga barba canosa para favorecer que un tipo que acaba de santiguarse haga pleno en la bolera de su pueblo; que el otro que niega la mayor, y atribuye a la casualidad la existencia de todo el complejo sistema de relaciones físicas y químicas que rige e universo, sin que absolutamente nada haya intervenido en su origen.

Así, desde la postura del algo habrá -no digo humanoide, ni siquiera algo que asegure mi trascendencia-, me parece lamentable que el presidente de la mayor corporación internacional de la historia y líder espiritual de buena parte de la población mundial se dedique a lanzar mensajes de chantaje hacia aquellos que, creyendo en la bondad, la solidaridad, el respeto al prójimo y tantas otras enseñanzas que los propios Evangelios canónicos -los únicos hoy en día aprobados por el negocio del Papa, vaya- atribuyen a Jesucristo, renieguen de ese negocio.

Si no estás con nosotros, colega, si no pones la equis en nuestra casillita, si no comulgas con las ruedas de molino ultraderechistas que nuestro divino dogma proclama (condones, homosexualidad, sumisión jerárquica...), lo mismo daría que fueras por la calle violando y matando. Si no tienes nuestro carné y no sigues mis directrices, estás fuera.

Pues nada. Con eso queda todo dicho. Si la ostentación y el apego al poder, cuando no el pecado puro y duro (extorsión, asesinatos, guerras; lean un poco y vean qué bonita fue la Edad Media en Roma y alrededores) durante veinte siglos no eran suficientes como para alejar a la inmensa mayoría de la población de las iglesias, ahora le añaden unas gotas de burdo y patético chantaje: "no se puede seguir a Cristo sin la Iglesia", o dicho en cristiano "aquí importa más la prosperidad de nuestra secta que unos lejanos y ya olvidados valores morales".

Así les va, cada vez menos gente joven (no esa de Madrid, o la que se apunta al circo de la JMJ para ver de gratis la Sagrada Familia en Barcelona) en las iglesias cada domingo.

Paz, amor, solidaridad... y una puta mierda como el cimborrio de la catedral de Burgos. Dinero, dinero y más dinero. Y, entre medias, mientras cuentan los beneficios de esta mierda de JMJ, si algún pobre crédulo sigue a pies juntillas las chorradas doctrinales del payo Ratzinger, y mete la cola en caliente sin protección, pues que se joda. Si muere de sida o hepatitis, que se joda; si tiene quince hijos y tienen que comer arena, que se jodan todos. El domingo, que vayan a misa y echen algo al cepillo.

viernes, 26 de agosto de 2011

JMJ I: surfin' papaflautas

Imagínate al Papa en chándal, Su Santidad en chándal, con una gorra de hélice y chanclas, chanclas.

Lo cantaba Mamá Ladilla cuando el Santo Padre aún no era un ex de las juventudes hitlerianas clavadito al Lord Sidious de La Guerra de las Galaxias, sino un portero polaco de fútbol aficionado, o algo así.

El caso es que, con chándal para los ratos íntimos en la nunciatura o no -tiene su aquel imaginar a Ratzi embutido en tactel, viendo el partido de pelota del viernes por la noche en la vasca, tumbado en un sofá y con los pies apoyados en un taburete-, Joseph Alois Ratzinger, alias Benedicto XVI, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que de toda la vida de Dios ha sido la Inquisición, se pasó a mediados de este mes de agosto por la capital de España, faro del catolicismo y guardiana de la Fe, para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

¿Y eso qué es lo que es? Pues, vamos a ver si logro explicarlo un poquito.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud -también conocidas como JMJ en el molón lenguaje esemeesé del siglo XXI que la Iglesia Católica parece ser domina a la perfección- son unos días en los que una multitud de jovenzuelos (colocando el límite de la edad adulta en el mismo umbral que las Juventudes del PP, donde su presidente tiene un par de años menos que Manuel Fragel Rock) peregrinan hasta una ciudad para "arraigados y edificados en Cristo, mostrar la firmeza de su fe". (Eso es el lema de la JMJ 2011, no crean que he vuelto a beber).

Sobre esa premisa, una ingente marabunta de jovenzuelos llega a España en busca de alojamiento gratuito en polideportivos públicos y otros lugares similares, antes de colapsar Madrid durante una semana, todo ello a cargo del Estado Español, aconfesional y laico como el que más.

Para la organización de tan magno evento, la policía dispone a sus cuerpos de élite que, aparentemente ya cansados de apalear jóvenes con mochilas desde mediados de mayo, se muestran ahora mucho más comprensivos con los cortes que los papaflautas ocasionan en la vía pública.

También, en previsión de que a la madera le entrase un súbito ataque de generosidad, y se vieran obligados a repartir leña gratuitamente, la JMJ también fue sazonada con una marcha de protesta de rojos subversivos y maricones (probablemente de la ETA), contrarios al dispendio que la visita papal suponía para las arcas del único país de Europa capacitado para alcanzar más temprano que tarde el nivel de mendiguismo de Grecia o Portugal.

Los actos incluyen misas, viacrucis con militares portando imágenes religiosas (las únicas vírgenes de Madrid iban bajo palio) y partidas simultáneas de confesiones, en las que un sólo cura se enfrenta a una docena de confesionarios, absolviendo y dictando penitencias con maestral pericia kasparoviana.

Y, como colofón final, un concierto en vivo de Benedicto XVI. Porque digo yo que algo se cantará, que para dar una simple misa y una homilía repleta de dardos hacia la inteligencia humana y la base del propio cristianismo, podría haberla dado desde Roma, por Skype.

Además, y para que la riada de público asistente al asunto no tenga problemas de transporte, manutención, ni aburrimiento, el transporte público es gratuíto; los menús corren a cargo de la organización, siendo servidos por voluntarios -voluntarios que pagan 90 euros por serlo, lo que, dicho sea de paso, incumple la ley española del voluntariado-; y las colas ante museos o catedrales desaparecen milagrosamente ante la marabunta papaflauta.

En Barcelona, por ejemplo, y ya con Bene en los Madriles (¿pero no iban a verle a él?), decenas de peregrinos evitaban las kilométricas colas de la Sagrada Familia entrando al templo directamente por una puerta lateral habilitada para la ocasión.

Por último, y para que la muchachada no se mezcle con el tráfico veraniego madrileño, algunas de las principales arterias de la capital permanecieron cortadas durante toda la semana. Lo mismo ocurrió con el aeródromo de Cuatro Vientos, sede del fin de fiesta.

La cuenta total, cincuenta millones de euros presupuestados que, según las malas lenguas finalmente ascendieron a casi el doble, a cargo de este Estado nuestro -o sea, a cargo tuyo-, laico, aconfesional, y gobernado por socialistas.

El resultado, una fiesta de la hipocresía en la calle (con su dosis de noche madrileña, alguno fijo que mojó y todo) y de demagogia en los medios de comunicación. De la hipocresía porque con todo el dinero que se mueve en la JMJ pueden comer en África todos esos pobres y humildes a los que el Papa llama bienaventurados en sus eucaristías. Y de la demagogia porque ninguno de los payasos de Intereconomía que afirmaban no haber visto jamás los jardines de El Prado tan limpios como después de la visita de miles de jóvenes al museo -¿antes, quizás?- se metió la boca en el culo cuando se supo que harían falta camiones de basura trabajando a destajo durante una semana para limpiar de mierda Cuatrovientos.

sábado, 13 de agosto de 2011

La gran mentira

Dentro de este mundo nuestro de hoy en día, en el que apenas somos algo más que marionetas en manos de los poderes económicos, una de las mayores mentiras que nos han contado a los mierdecillas de a pie se llama Unión Europea.

Nos han vendido un mercado único, un gran y fraternal espacio común para todos los europeos, donde las personas y los productos pueden transitar libremente en busca de nuevas oportunidades.

Y, obviamente, es mentira. No tiene las mismas facilidades para viajar por el Espacio Schengen un inglés o un alemán que un búlgaro o un rumano. Que lo pregunten a los gitanos desalojados de Italia y Francia, y lo comparen con los alemanes e hijos de la Gran Bretaña que atestan Mallorca o Benidorm.

Además, este ficticio continente utópico, lleno de oportunidades, continúa viviendo en la desigualdad más absoluta, donde las economías y sistemas de producción de los países de mierda -Gracia, Portugal, nosotros- tienen que ser sostenidas por aquellos con verdadero poder económico, especialmente Alemania. ¿Y qué obtiene Alemania a cambio? Pues no lo sé porque no es algo que la opinión pública conozca (creo), pero me temo que no será ninguna minucia ni sería honroso para nosotros saberlo, dado el oscurantismo que sobre todo ello impera. Aunque quizás los alemanes sean generosos por naturaleza, y financien con sus ayudas las subvenciones al deficitario campo español, donde el agricultor cobra miseria y media y subsiste gracias a ayudas de Bruselas, mientras los intermediarios se hacen de oro elevando el precio de esos mismos productos hasta unos límites que, en ocasiones, resultan inasequibles para los consumidores. Sí, quizás sea eso. Alemania es una ONG.

Mi fobia por la Unión Europea no es nueva, pero se acrecentó anoche al comprobar, entre iracundo y perplejo, cómo vuelven a gastarselas los agricultores gabachos en la frontera.

Decenas, centenares de cajas con productos agrícolas -parecían tomates- arrojados sobre el asfalto sin ningún pudor, luchando de esta forma contra unos productos que los vecinos pobres metemos más baratos en su mercado; en nuestro mercado, en ese supuesto mercado común.

Y, ante ese desolador panorama, ¿qué hace la policía francesa? Pues lo que lleva haciendo toda la puta vida. Nada. Pasividad total. En este caso, al parecer, ausencia de efectivos; pero no sería la primera vez que en el mismo plano en que esos hijos de la gran puta asoman por el televisor destrozando un cargamento de fresas o naranjas, hay media docena de mesiés con uniforme en postura indignantemente pasota. Como si comprobaran que lo tiran todo, sin dejar nada dentro de los camiones.

Lo primero que resulta indingante es el destrozo de semejantes cantidades de comida puesto junto a otras noticias que nos llegan simultáneamente de otros lugares del mundo como, por ejemplo, la crisis alimentaria somalí.

Pero, más allá de eso, que puede ser tachado como demagogia -al fin y al cabo a nadie, ni el que los tira, ni el que los transporta, ni el que los produce, ni el que los va a consumir, se le ha pasado por la cabeza mandar un mísero tomate a Somalia (para barcos de guerra que protejan a nuestros pesqueros mientras esquilmamos sus mares sí que hay presupuesto; pero eso es otra historia)-, quema por dentro la pasividad policial y la certeza de que la actuacion de la guardia civil en un caso similar acabaría con los camiones llenos y un montón de detenidos cosidos a hostias.

Así son las cosas. Ellos son ellos; nosotros somos nosotros. Siempre ha sido así, y siempre lo será. Y per secula seculorum España seguirá bailando al ritmo que impongan desde el otro lado de los Pirineos, gobernados por marionetas que, desde la Guerra de Sucesión a esta parte, siempre se han dedicado a engañar al pueblo en beneficio de sus amos del norte.

Para más inri, entre las imágenes de cabrones tirando hortalizas de ayer se deslizó una de la cabina del camión, donde una señora y una niña -mujer e hija del conductor, probablemente- lloraban desconsoladamente, abrazadas una a la otra muertas de miedo y vergüenza.

Cuando les parezca, los gabachos seguirán tirando la fruta de los pobretones del sur, mientras sus políticos se quejan de cara a la galería, a sabiendas de que no conseguirán nada porque, en realidad, no les interesa conseguir nada.

Jamás harán una campaña de boicot a los productos franceses, ni denunciarán ante el tribunal europeo que corresponda la pasividad de su policía, así que la única solución para que una manada de hijos de puta amparados por la gendarmería no destrocen una carga cuando les venga en gana puede ser un camionero loco, con diez toneladas de tomates de Almería en el tráiler y una ametralladora en la cabina. Pero claro, hay que estar muy pirado para cambiar fresas por años de cárcel sólo porque quienes deben defenderte se rían constantemente de tí.

martes, 9 de agosto de 2011

Anarchy in UK

Ya les conté hace un tiempo que tengo la sana costumbre de no ver telediarios. Bob Esponja sustituye al matinal, mientras desayuno; Los Simpsons al de mediodía y, en estas fechas veraniegas, raro es cuando el de la noche no me pilla tomando la fresca, como buena octogenaria que soy.

Esa es la razón por la que, a pesar de haber visto algún titular de pasada en la edición digital de cierto ruralísimo periódico, no tenía ni puta idea de la magnitud de lo que se estaba cociendo en Inglaterra. Hasta hoy.

Quizás sea que el capítulo diario de nuestros dioses amarillos no practicaba esa lamentable manía de interrumpir la publicidad; o porque la Vuelta a Burgos acabó la semana pasada y no había una contrarreloj por equipos entre Pradoluengo y Belorado -verídico, lo juro- que echarme a los ojos. El caso es que las noticias de Cuatro me han abierto los ojos a una realidad paralela de casas ardiendo, calles con urbanismo postapocalíptico y comercios destruídos.

Dicen que lo que empezó como una protesta ante un asesinato policial en el londinense barrio de Tottenham ha degenerado en la iracunda y descontrolada acción de pequeños grupos de chicos jóvenes, muy jóvenes, practicando una destrucción de proporciones bíblicas, a la que sólo le faltan unas dosis de herejía arriana y cargarse al San Agustín de turno para ser llamados vándalos con todas las de la ley.

Y la tele, esa niñera que nos cuida y nos vigila, nos aconseja y nos educa, ya ha puesto el dedo en la llaga señalando los culpables.

La culpa es, ojo al parche, de los videojuegos. En concreto del GTA, que lleva más de una década permitiendo a la juventud simular que eres el Tito MC buscando al de rojo de la botella por las calles de Los Ángeles, pero que, oh casualidades del destino, ha ido a destapar su fragancia malévola en este preciso punto del verano inglés. Como si antes nadie se hubiera engorilado reventando la ciudad en la Play, o como si fuera de la Gran Bretaña nadie tuviera videoconsola.

Otras muestras de violencia permitidas, alentadas y generadas por el poder -como las Guerras de Irak o Afganistán, o el festival de Eurovisión, por ejemplo- no tienen, al parecer, nada que ver como que los minibritánicos se hayan vuelto locos.

El culpable, como ven, es un videojuego; y el catalizador es una cosa llamada Guasap, un servicio de mensajería instantánea y gratuita que deben tener las Blackberrys. Si vieran ustedes mi móvil, que fue ensamblado en Atapuerca, comprenderían mi completa ignorancia tecnológica ante la mención de estos términos. A pesar de ello, me da el coco para pensar que eso no debe ser barato.

Niños de papá con tecnología cara sembrando el caos. Alucinante. Y la prensa poco menos que culpando a la Play.

Pero, no contentos con señalar como culpable a un videojuego, eximiendo de toda responsabilidad al sistema educativo o al económico; o a la propia televisión como modeladora de las mentes de esos jóvenes descotrolados, encima lo llaman anarquía.

Anarquía, analfabetos de los cojones, significa ausencia de gobierno, no destrucción. Anarquía -más o menos- tienen los belgas, con casi año y medio sin Ejecutivo, y no he visto arder Bruselas en todo este tiempo. En Inglaterra gobierno no falta, con el señor Cameron al frente, pero es incapaz de evitar la destrucción creada por una panda de niñatos.

Ya lo ven, nada de irresponsabilidad o incapacidad gubernamental, no: anarquía de unos juvenzuelos.

En fin, que visto lo visto es mejor volver con Bob Esponja y obviar los telediarios, no sin antes constatar que no todo lo que viene es como lo inglés. Mientras allí queman edificios, en Siria, por ejemplo, salen a pecho descubierto a que un hijoputa les mate por pedir libertad; e incluso aquí, a pesar del lamentable sistema educativo español, los jóvenes llevan todo el verano moviéndose, buscando.

Spain, ya lo ven, is different. Por eso, mientras Lady Gaga arrasaba en las listas de ventas de prácticamente todo el mundo -Inglaterra incluída-, aquí Extremoduro se pegó toda la primavera en el número uno. Cada cual busca su rayito de sol donde puede, y si esto no basta, no está de más repetir aquí y ahora el mensaje final de El año de la garrapata:

"Uno de cada cinco habitantes del planeta es un agricultor chino; aún hay esperanza".

lunes, 18 de julio de 2011

Jogo bonito

"De entre todas las cosas sin importancia de la vida, el fútbol es sin duda la más importante".

La frase es de Arrigo Sacchi, un calvo mítico cuyos superpoderes -y tres holandeses llamados Rijkaard, Gullit y Van Basten- llevaron al Milán a pasearse por Europa allá por los noventa, con goleada al Madrid de la Quinta del Buitre incluída, en lo que representa uno de mis recuerdos futbolísticos más antiguos.

Por eso, porque entre todas las cosas nimias el fútbol es la principal, puedo afirmar que pocas cosas hay en el mundo tan reconfortantes como ver perder a la selección brasileña de fútbol.

Pero, si hay algo qué me haga más feliz que una derrota de la Canarinha, es una derrota contra un equipo bochornosamente convencido desde el minuto uno que su única opción pasa por llegar a los penaltis; y que es capaz de alcanzar su objetivo sin tirar ni una sola vez a puerta, desplegando un amplísimo abanico de argucias, desde las tanganas a los pases medidos que, desde la defensa, horadan la capa de ozono en busca de un delantero con todo el glamour de la Segunda División española, que pelea su evidente torpeza contra toda la defensa brasileña.

Y, queridísimos amantes del deporte rey, ése equipo fue anoche Paraguay. Los mismos paraguayos que con un retrasado mental en la portería y doscientos defensas bien juntitos medio metro delante suyo nos eliminaron de Francia '98; los mismos que el verano pasado estuvieron a punto de mandarnos de nuevo a la puta calle. Más que una selección, un señor equipo.

Un señor equipo, de esos que no tiene ni de largo los mejores jugadores, -probablemente no tenga ni buenos jugadores-, pero que dirigido por un friki de los banquillos como el señor Martino es capaz de alcanzar la tanda de penaltis convirtiendo durante dos horas en héroe mundial a un ex portero del Valladolid, triunfador constante en sus duelos ante el inútil de Robinho o la nueva esperanza blanca, ese payaso con cresta llamado Neymar, a quien sus bicicletas, sus bailecitos, sus pendientes de diamantes y el diario Marca han conseguido elevar a los altares del odio generalizado antes incluso de llegar al Bernabeu (si llega).

Y, para mayor regocijo interno de un servidor, una vez llegados a los penaltis los brasileños fallaron ¡todos! sus lanzamientos, tirando tres de ellos a cinco metros del palo más cercano. Toma jogo bonito.

Por cosas como ésta me encanta el fútbol, prebablemente el único deporte en el que, al máximo nivel, once tipos comportándose como obreros del deporte, con los tacos bien afilados y ninguna vergüenza a la hora de jugar el mismo juego de toque que un equipo de regional preferente, pueden cargarse al que siempre aparece como equipo más poderoso del mundo, los dueños de la imagen más estereotipada y falsa del deporte mundial, el supuesto jogo bonito nikebrasileiro.

Qué bonito es el fútbol, dónde hasta el más pringao tiene sus opciones, y el concepto de belleza es tan relativo como quiera el espectador.

A algunos, por ejemplo, les parecerá bonito ver a un retrasado mental que pesa sesenta kilos hacer bicicletas a cuarenta metros de la portería; yo, en cambio, dentro de mi intrínseca maldad, dudo que haya al algo más bonito que ver llorar a la Torcida.

martes, 12 de julio de 2011

Queremos ser tu banco

Hubo un tiempo en el que nuestra juvenil inconsciencia, una vergonzosa falta de habilidad matemática, y un absoluto desprecio por la inteligencia de los trabajadores de las casas de apuestas, nos hizo creer que podíamos ganar mucho dinero fácil en partidos de la liga finlandesa de hockey sobre hielo.

Un Bayern de Múnich-Arsenal de octavos o cuartos de final de la Liga de Campeones nos hizo despertar de tan ridículo sueño, llevándose por delante gran parte de nuestras escasas propiedades pecuniarias.

Después de eso, y ya conocedores de que no éramos tan listos para haber inventado -hasta el ojete de calimocho, cómo no- un método para ganar siempre apostando por internet, continuamos el juego con mayor o -las más veces- menor acierto. Hoy, muchos años después, la libreta de la cuenta corriente que el Banco Santander tuvo a bien abrirnos en la mismísima universidad, a escasos tres metros de la sala de informática desde la que dilapidábamos nuestro escaso patrimonio, ha aparecido de la nada.

¡Coño! ¿Qué pasó con esto? ¿Lo perdimos todo? Bueno, nunca se sabe. Hay veces que hasta los más idiotas tienen suerte y ganan. Por eso, con la esperanza de que en la libreta aún quedaran veinte centimillos con los que agenciarme dos picogramos de clembuterol para cocinarme un chuletón a lo Contador, servidor sale con su cartoncito rojo en la mano, rumbo a una sucursal, último eslabón en ese juego de marionetas con el que el amigable Emilio Botín controla nuestras apasionantes vidas.

Una de la mediodía, que diría un octogenario; una hora menos en Canarias. El sol de julio picando en plan hijoputa sobre los viandantes. Entro en la sucursal.

Aproximadamente veinticinco metros cuadrados, casi la mitad de los cuales se come la parte que queda detrás del mostrador. Allí, para mi asombro, se agolpan un señor con buzo (y sólo con buzo, al menos de cintura para arriba, pues lo viste con la cremallera eróticamente abierta hasta la altura del ombligo) que es atendido por la cajera; una señora ridículamente vestida con un conjunto morado, a juego con dos horrorosos zapatos del mismo color; un cincuentón con papeles y un billete de cincuenta ebros en la mano, cuya camisa también ampliamente desabrochada muestra los sudorosos pelos del pecho, como una advertencia a lo que está por venir. A su izquierda, una mujer de raza andina -viva la corrección política- con dos niños; también hay otro señor; un tercer niño que ni puta idea de quién puede ser (a lo Huevo en la mítica Malcolm); un chaval joven y, desde hace quince segundos, servidor.

Ah, se me olvidaba, como el lugar debe paracerles demasiado amplio, también hay una figura de cartón a tamaño natural -un metro cuarenta, y doce kilos de cabeza, más o menos- de Fernando Alonso embutido en el mono de Ferrari. Muy adecuado el atuendo para la situación. Sacádme de aquí y metedme en Sepang, parece suplicar el asturiano.

Tic, tac, tic, tac. Algo huele a podrido en Dinamarca. La fila no avanza. Ha debido surgir un imprevisto con el colega del buzo, y aquello no tira. Tic, tac, tic, tac.

De repente, contra todo pronóstico -hubiera perdido lo que quiera quede en la cartilla, de haber tenido que apostar a ello-, al descamisado sudoroso le aumenta el volumen de su bolsa escrotal hasta el límite legalmente establecido; esto es, se le hichan los cojones del todo, y empieza a gritar.

Pregunta retórica, lo llamarían. Suponiendo que hiciera alguna pregunta y se contentara con que los demás clientes le escucharan. Que no es el caso. El amigo quiere respuestas. Es un hombre de acción. The ultimate american hero; la gran esperanza blanca.

"Esto es una vergüenza, tenernos aquí tanto tiempo. Quince personas, con este calor. Y esto no avanza. ¡Ponga a alguien en esa otra caja, hombre! ¡Dígale a la directora que salga!"

Un murmulo de asentimiento se extiende a su alrededor, lo que le da fuerzas para repetir su imprecación, esta vez dirigida hacia el cubículo traslúcido en el que se encuentra la mujer a la que el sudoroso ha llamado directora.

"Una auténtica vergüenza -prosigue-, que soy clientista de este banco, hombre. Y abogado."

Al principio, parece que la tía del garito traslúcido interior va a pasar de nuestros ojetes, como buena trabajadora española. Pero no. La pava entra en el ruedo. Olé.

Pero, en otro giro argumental que deja a la altura de los hongos a los guionistas de Pajares y Esteso, la directora de la oficina se encara con el tipo, repite una excusa dada anteriormente por la cajera -lo que da cierta verisimilitud a ésta, por cierto; puede que las santanderinas no puedan hacer más de lo que hacen-, pero incluye un macarrismo extremo que ya quisieran los canis más chungos de cualquier polígono de Fuenlabrada.

El descamisado repite su último diálogo en este ridículo sainete, y la directora -o propietaria del primer despacho traslúcido según entras a la derecha, que igual es la de la limpieza, pero no tiene traza- de la oficina del Banco Santander de Vara de Rey esquina Somosierra de Logroño, La Rioja, Spain, visiblemente enfadada porque ha tenido que dejarse de palparse el potorro, replica al tipo.

"¿Usted protesta cuando va a Hacienda, o al médico? No es usted el único que está esperando."

Alucina, vecina.

"No es al único al que le parece mal -interviene la de morado-. A todos nos parece mal."

La cosa crece, discuten increíblemente como si fueran dos viejas peleándose por el último paquete de Ariel de oferta, en lugar de un cliente y una mujer que, no lo olviden, trabaja para él, hasta que la directora, a la que aquello de el cliente siempre tiene la razón debe sonarle como a mí un Teleberri, asesta la estocada definitiva.

"Además -dice la muy perra-, seguro que hay otras oficinas del Santander por aquí cerca. Se puede ir allí si quiere."

Touché. En mi vida me he muerto, flipando me hallo.

Puede que después la discusión continúe, pero yo ya no estoy allí para oírla. El nuevo concepto de atención al cliente de los chicos del señor Botín ha colmado la capacidad de mis escasas neuronas.

Tengo dos pechugas de pollo en una bolsa de plástico y paso de que se cuezan allí mismo, que no tengo pan para empujar. Así que intento salir del garito, enfrentándome a la doble puerta de seguridad -"no se va a abrir la de fuera hasta que no se cierre la de dentro", dice el último descarte de Bolivia para la Copa América, mientras juega con un camión en el suelo e impide que le célula fotoeléctrica deje cerrarse a la puta puerta interior-, y alcanzo la calle en compañía de un tendero, que se queja de que en esa oficina siempre es así...

El sol en la calle sigue golpeando, opresivo y abrasador, como un preludio del cercano día en que, para que les entreguemos nuestro dinero, los bancos abran una gatera junto a sus cajas fuertes, y decidan a discreción si aprovechan que nos tienen a cuatro patas para darnos por el mismísimo culo mientras cuentan nuestras míseras monedas de cobre.

lunes, 11 de julio de 2011

Rubalcalva (making friends VI)

En aquellos felices tiempos en los que tenía una jornada laboral de mus a la francesa -esto es, treinta y cinco horas semanales de tapete, y las miras puestas en cumplir los sesenta y pocos para empezar a vivir del Estado- tuve la desgracia de conocer a un profesor que acostumbraba, con desesperante contumacia, a mentirnos sistemáticamente.

Puede que, exceptuando que me mingiten en las cuencas oculares, no haya nada en este mundo que me joda más que eso; que un tipo me mienta a sabiendas de que yo sé que él me está mintiendo, y él sepa que yo lo sé, y aún así me siga mintiendo. No sé si lo pillan. Si es que no, se lo vuelven a leer, que no es tan difícil.

Acostumbraba a inventar historias supuestamente ocurridas en clase el año anterior, cosas que un polirrepetidor como yo sabía completamente falsas. Y él sabía que yo lo sabía y tal y cual... Pero lo más increíble que recuerdo del casi septuagenario colega -más increíble que cuando aseguraba haber comprobado la dureza Brinell del maletero de un coche a balazos cuando era nosequé en las Canarias-, sucedió cuando, una mañana, el amigable cabrón nos apremiaba para terminar rápidos una sesión de prácticas, con la excusa de que tenía que hacer no sé que puta mierda importante, obviamente inventada por completo. Y nosotros lo sabíamos.

En éstas, se abre la puerta del laboratorio y aparece otro profesor coetáneo suyo, un tipo gordo que acostumbraba a darnos clase con un puro en la boca, y suelta: "venga, que te estoy esperando pa tomarnos esos vinos".

Ahora que soy un feliz aborto de ingeniero me hace hasta gracia. Entonces, juro que les habría metido la punta pirámidal del durómetro Vickers por el ano hasta una lenta y dolorosa muerte.

Bueno, parafraseando una vez más a Ramón García, "y todo esto porque...". Pues todo esto viene -y seré rápido, porque mi jocosa (o no) anécdota ingenieril puede hacer que esta entrada se estire hasta el infinito, y tampoco es plan; que tendrán ustedes cosas mejores que hacer, como ver Telecinco o degustar el sudor de sus sobacos- a cuento porque este fin de semana el PSOE ha elegido a Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato a la Presidencia del Gobierno de este pandémico solar del desempleo que llamamos España.

Y Rubalcalva tiene los cojones de decir que sabe cómo arreglar esto, y que si gana gobernará a base de escuchar, hacer, explicar -malditos publicistas-, fundamentando su gobierno en crear empleo, sanear la economía, profundizar en las señas de identidad del PSOE -¿Privatizarlo todo? ¿Ver cuánta gente cabe en el INEM? ¿Ser cada día más de derechas? No, según él, la igualdad de oportunidades- e incluir "aquello que la sociedad le pide": cambios en política y en democracia, en un patético guiño a la gente del 15M, con la idiota intención de arrancar votos de ciudadanos que protestan precisamente contra él.

En serio, no va a ganar. Es más, diría que no tiene ninguna posibilidad de ser presidente si enfrente tuviera, por ejemplo, a Bob Esponja, en lugar de al anormal de don Mariano Rajoy. Pero da lo mismo.

Intentar convencernos de que conoce las soluciones a los males de España -matar a todos no vale, ésa me la sé hasta yo- cuando lleva casi ocho años en el Gobierno es propio de un hijo de la gran puta que nos toma a todos por tontos. O lo que es peor, de un cabrón de la peor calaña que ha visto impasible cómo se hundía el garito a su alrdededor sin aplicar sus efectivos milagros a la espera de estar en disposición de ponerse él la medalla.

Y, por si fuera poco, remata la faena diciendo "no voy a prometer algo que no voy a cumplir". Se lo juro, no me habría extrañado nada que mi profesor gordo hubiera aparecido con su purazo en medio de la masa de sociatas para llevarse de vinos a Alfredito.

Valiente hijo de puta mentiroso, el calvo de mierda.

jueves, 30 de junio de 2011

Que le corten el rabo

Hace cosa de un mes, José Ortega Cano, quizás cansado de matar animales, decidió pasarse a las personas.

Puede que no lo hiciera adrede -seguro, viendo que su asesinato quizás acabe con él mismo sirviendo de abono en alguna dehesa-, pero cuando alguien tan habituado a agarrarse unas moñas Massiel Style se pone al volante y empieza a pisar el acelerador, las papeletas en la tómbola de los dummys se apiñan a pasos agigantados en la guantera.

Y, por muy agustito que acostumbre a estar hasta arriba de güisketo, Ortega debería haberlo sabido.

Pero Ortega, en su inmensa inteligencia, obvió que ya ha demostrado varias veces -incluso en actos públicos- que es incapaz de mantenerse siquiera en pie cuando empina el codo, así que mejor sentadito, debió pensar. Y una vez sentado, hizo contacto y se lanzó a comerse el asfalto. Fernando Alonso somos todos.

Hoy sabemos que Ortega Cano dio 1.26 (¿gramos, miligramos, herzios?) de alcohol en sangre, dos veces y media más de lo permitido.

Hoy lo sabemos nosotros y lo saben los medios de comunicación, porque el juzgado lo ha hecho público. Pero desde el mismo día del accidente, los medios ya sabían que esa misma noche los servicios de emergencias habían recibido al menos tres llamadas advirtiendo de la presencia en la carretera del accidente de un conductor temerario al volante de un vehículo (no se lo van a creer) idéntico al del torero.

Sin embargo, estos medios de comunicación, probablemente a la espera de que, en pago por los servicios prestados, Ortega les obsequiara con una gira por sus múltiples platós de telemierda, pasaron más que por encima del presumible estado de embriaguez del torero. Información, le llaman; lo mismo para esto que para política o economía. Ahora vas, y te crees un telediario, mongol.

La suerte aquí ha sido -suerte para los toros, la gente que odiamos la telebasura y, sobre todo, para la familia de la víctima- que el asesino Ortega Cano quedó tan sumamente mal tras el accidente que los servicios médicos desplazados hasta el lugar del choque tuvieron que realizarle varios tratamientos, entre ellos, la extracción de sangre; sangre gracias a la que hoy hemos sabido que el primo Ortega iba más ciego que Serafín Zubiri.

No está de más recordar, aquí y ahora, aquella ocasión en la que un hijo de puta se llevó por delante a un veraneante vasco de dieciséis años en el camping de Castañares de Rioja, y acto seguido se tomó un cubata "para tranquilizarse", sin que la Guardia Civil le hiciera la prueba de alcoholemia.

Así que, es lícito sospechar que si hubiera sido de otra forma, si a Ortega Cano no hubieran tenido que sangrarle sobre el terreno, a buen seguro que la Guardia Civil hubiera encontrado la manera de pasar por alto las pruebas de alcoholemia al famoso torero -si lo hizo con un macarra pueblerino que maneja cuatro perras de puticlubs y similares, qué no harían para dejarse sobornar por Ortega- y justificarlo de cualquier manera ante la opinión publica.

Pero ya ven, Ortega Cano se había puesto el traje de luces para marcarse una faena a lo Boris Yeltsin, y ahora, con las pruebas en la mano, difícil lo va a tener el juez si quiere hacer la vista gorda.

Aunque de la Justicia de este país, donde un bailaor puede andar tranquilamente por la calle después de asesinar a una persona conduciendo bebido y sin carné, podemos esperarnos cualquier cosa.

Una vez sabidos los datos de alcoholemia es cuestión de esperar. Primero, a ver si Ortega Cano sobrevive para poder replicar al torito de El Jueves; y después para, en el hipotético caso de que la vida le dé la oportunidad de seguir matando, ver si un juez tiene lo que hay que tener para meter al torero en chirona. Que lo dudo.

El tiempo nos contará cómo acaba esta historia; al menos para una parte. Porque la otra, la del pobre hombre asesinado y su familia, por supuesto, a nadie le importa.