miércoles, 30 de junio de 2010

Cosas que importan

Fueron, junto a la inteligente decisión de los currantes del metro de Madrid de granjearse el aprecio de otro par de millones de currantes para ganar así fuerza en sus reivindicaciones, las dos noticias del día. Quiso el destino que ambas sucedieran ayer, y hoy las reacciones ante ellas puedan ser comparadas.

Hablo, cómo no, de la clasificación de la Selección para cuartos de final del Mundial, y la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña. (Luego, si eso, pongo Estatut y Catalunya; justo después de masturbarme golpeándome compulsivamente los cojones con dos ladrillos -¿Y cuándo te viene el gusto? Cuando me dejo de dar. Gran chiste-, o de recordarles mi ridícula opinión sobre el tema de escribir palabras en un idioma cuando estás redactando en otro.)

El caso es que, tras años de deliberación, ayer se acabó -¿Definitivamente? Lo dudo- el culebrón.

Este sistema jurídico en que todo se puede apelar hasta el infinito y más allá si tienes pasta para pagarte un abogado, asegurando de esta manera el trullo para el que roba una gallina, pero evitándolo para el que manga diez millones de euros, porque una vez que te has hecho al dinero, las camas de la cárcel deben de ser jodidas para la columna; este sistema jurídico -me niego a llamar Justicia a ésto-, digo, necesitaba un tope máximo, ya que no es de recibo seguir escalando peldaños para acabar apelando ante el Club Bildenberg, Dios Uno y Trino o Titín III, y ese tope es el Tribunal Constitucional.

Así que la letra del Estatuto de Autonomía catalán llegó hasta el tope, hasta la Asamblea Jedi del Sistema, y se mantuvo allí, orbitando, cerca de cuatro años, hasta que ayer finalmente se cuadró el círculo. ¿O no? Pues va a ser que no.

Llegados a este punto, dos cosillas:

Cosilla número 1: la sentiencia en sí, cuyos pormenores conocemos a través de los detallados informes de los medios de comunicación, y que podría resumirse con uno de sus titulares: 'El Tribunal Constitucional niega que Cataluña sea una nación, pero reconoce que "mola más" que otras comunidades autónomas.'

Y cosilla número 2: no soy capaz de comprender por qué yo soy un fracasado que no pudo sacar una carrera universitaria tras una prodigiosa década de mus y notas asemejables a la temperatura media en Laponia, mientras los jueces del Constitucional cobran cientos de miles de euros anuales por tirarse casi un lustro demorando una sentencia que, finalmente, ni implica nada ni contenta a nadie.

Peeeeeeeeeero, contrariamente a lo que pudiera deducirse de la cosilla número 1, los medios de comunicación apenas dedicaron tiempo a la decisión del Alto Tribunal. ¿Y eso por qué? Pues, señoras y señores, porque había fútbol.

Así que de nuevo podemos extraer -hoy estamos que lo tiramos-, otras dos conclusiones:

Conclusión número 1: que en este país estamos todos como una regadera y se da al fútbol una importancia tremenda, mucho mayor de la que un simple deporte debería tener -va a ser que sí- o, conclusión número 2: ¡que el puto Estatuto de los cojones no es tan importante!

Pues va a ser que también, señora. Al final, según los supertacañones de la toga patria, Cataluña no es una nación, sino una nacionalidad, como bien recoge la Constitución que todos los españoles, democrática y pacíficamente nos dimos en el 78... (Esto creo que ya lo he dicho más veces, y además, yo en el 78 no estaba ni en los huevos de mi progenitor, y como yo otros muchos, así que a ver qué cojones nos vamos a dar democráticamente.)

España no se rompe, oeoeoé. ¿Y? Si yo no iba a tener que pegarla, en el caso de que así fuera... Total, que el Constitucional acaba de salvar la Patria, y al pueblo, directamente, se la suda por completo. Nada de júbilo desmedido, nada de manifestaciones espontáneas. Incomprensiblemente, las fuentes no se llenaron de gente en bolas celebrando la sentencia.

Y, en cambio, cuando a eso de las diez menos cuarto Villa la enchufó, la gente enloqueció. Si llega a marcar Fernando Llorente -rinconero, que no vasco, por cierto-, tan sólo un terremoto de ocho grados en la calle Portales, que derruyera la concatedral de La Redonda y pillase debajo a Perro Sánz con su cachi hubiera podido competirle al del Athletic la portada de la prensa local. Y puede que ni eso.

Y media hora más tarde, sí que se llenó alguna fuente que otra. Fue, a partir de entonces, una noche en cierto modo similar a la de ese mismo veintinueve de junio de hace dos años, la del día de la victoria en la Eurocopa; aunque incomparablemente menos repleta de júbilo, confiados quizás en que el camino es aún largo y que habrá otras cosas mucho más grandes que celebrar.

La gente se vino arriba por un gol, por un éxito deportivo en el cual todos hacían frente común. No había ningún patriotismo en ello y además, aunque estoy seguro de que más de uno y más de dos (mil) mongolos la corearon, tuve la fortuna de no escuchar ni una sola vez esa mierda de apología patriótica del "yo soy español", que pretende enrocar ambos mundos, el deportivo y el político, olvidando que esto es un juego que mueve las pasiones de la gente, y que la política, los estatutos, las independencias, las unidades de la patria o el coño de su madre, sólo son sandeces inventadas por unos cuántos hijos de puta encantados de chupar del bote gracias a todo ello.

miércoles, 23 de junio de 2010

Justicia en Benejúzar, Alicante

Sucedió en Benejúzar, Alicante. Una señora -rubia, con gafas, cincuenta y pico, según las fotos- se cruza con otro señor, que cortesmente saluda a ésta, e incluso se interesa por la familia. "Buenos días, señora. ¿Qué tal su hija?"

La situación podría pasar por un simple y cordial encuentro entre dos convecinos de no ser porque, minutos después, la tipa de las gafas coge la botella de agua mineral que tiene en el frigorífico para cuando apreta el calor a orillas del río Segura, en Benejúzar, Alicante, y se da un paseo hasta la gasolinera San Javier, en la calle Las Canteras de Benejúzar, Alicante.

Allí compra litro y medio de sin plomo, que a casi euro y medio el litro cuesta ese día casi como el azafrán, y se da otro paseo por las calles de Benejúzar, Alicante, hsta el bar en que sabe se encuentra el convecino que anteriormente con tanta educación se interesó por el estado de su prole. Una vez en el recinto, donde el tabernero despacha sanmigueles y las acompaña con opíparas raciones de calamares a la romana, que es el plato del día, la señora le vacía a su ya conocido y muy cortés convecino la botella de agua mineral repleta de gasofa en la cabeza.

-"¿Te acuerdas de mí?"
-"Contigo no tengo que hablar nada."
-"Pues toma, para que no te olvides."

Y le pega fuego.

La situación podría pasar por una simple y desmedida ida de olla por parte de la señora de no ser porque, meses antes, el tipo que ahora se chamusca junto al plato de calamares a la romana, y al que vecinos y conocidos conocen como El Pincelito, había tenido la perentoria necesidad de clavarle la polla a la hija de trece años de la señora de las gafas.

Como ven, queridos humanos, nada es lo que parece en Benejúzar, Alicante.

Pues bien, como resultado de tan instructiva anécdota se extrae que si violas a una niña te meten nueve años en chirona, que puedes abonar en cómodos plazos, teniendo la posibilidad de salir a tomar unas cañas al bar del barrio donde vive tu víctima y saludar a su madre (o, quien sabe, si hay mejor suerte encontrarte de nuevo con la niña y volverla a violar, o cumplir la amenaza de muerte que le hiciste a la chuquilla en el juicio, lo que surja.)

Pero claro, con lo que no contaba el amigo Pincelito es con que la señora de las gafas iba a tener los cojones como el caballo de Santiago. Y con lo que no contaba la señora -o probablemente sí, pero se la sudaba- es que este es un país de mierda donde la justicia es tan inexistente que, no contentos con apenas castigar al cabrón que le ha jodido la vida a tu familia, exigen después que, quien de veras se ha esforzado por hacer vengativa justicia -que siempre es eso, pues de otra manera sería fraternal perdón de cualquier pecado, y no harían falta jueces ni cárceles, pues los delitos se olvidarían, y todos seríamos amigos y comeríamos perdices- afloje decenas de miles de euros a la familia del violador y se pase una década en la cárcel.

Ahora, cuando el asqueroso violador lleva tiempo en una caja, seco como una mierda al ardiente sol de Benejúzar, Alicante, el Tribunal Supremo reduce de nueve a cinco años la condena a la señora. Otra muestra más de la inexistencia de justicia en este sistema que los españoles en democrático consenso decidimos darnos y blablabla; donde te meten lustro en chirona por cosas que, como ésta, deberían acabar con la señora inaugurando una calle con su propio nombre en la placa en agradecimiento por matar a un hijo de puta en Benejúzar, Alicante.

miércoles, 16 de junio de 2010

Opio

Fútbol, el opio del pueblo. No pocas veces se escucha esta afirmación, que recoge la famosa frase que Marx -el comunista, no el de las barritas de chocolate- aplicara a la religión y la traslada al deporte de los once contra once.

Se pretende con ella enjaretar al deporte rey las malignas cualidades que el marxismo atribuyó a la religión: la alienación de los hombres, que dejan de lado la inpostergable lucha social maniatados por los temores, cultos y recompensas de las cosas divinas. Quizás en el caso del fútbol la cosa no vaya tan allá, y sea más correcta la analogía con el pan y circo de los romanos: un espectáculo que hace al personal evadirse de los problemas reales, enfrascado de lleno en la contemplación de los gladiadores, fueran estos antiguos luchadores en la arena romana o modernos millonarios en mullidos céspedes.

Muchas veces se ha despreciado al fútbol por estas causas, tachándolo de factor idiotizador de la gente, como sucede con la recurrente anécdota con la que se vilipendia a menudo la inteligencia del español medio de los años cuarenta, cincuenta o sesenta; aquello de que, cuando Franco presentía algún leve conato de inestabilidad, ponía toros -o también fútbol, cómo no- en la tele, y los españolitos, estúpidos y sumisos, se sentaban ante la caja boba, olvidando todo lo demás.

Dudo que hoy, día en que la selección española debuta en el primer mundial en años -quizás desde los Reyes Católicos- en que existe posibilidad de hacer algo que se vea, haya un sólo español que olvide las circunstancias actuales del país: un país que tras la explosión de su burbuja inmobiliaria se hunde más y más en una crisis sin salida; cuatro millones y medio de parados y subiendo; recortes sociales perpetrados a la carrera, inducidos por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, Alemania, el G-20, los 40 Principales, el club Bildenberg o el potorro de la Bernarda, para que nos les explote la cosa en las manos; o sindicatos hipócritas que simulan luchar en pos de los trabajadores contra aquellos políticos a los que deben esclava obediencia.

Si alguien piensa que un partido de fútbol va a hacer que un parado olvide su desesperada situación, que un jubilado deje de comerse la cabeza para pagar la luz y el agua con su mierda de pensión, o que el dueño de una pequeña empresa deje de probar hasta con la alquimia para poder pagar a los acreedores, es que es gilipollas.

El único opio del pueblo, ahora y siempre, es la política. Lo único que aliena a la sociedad, impidiéndoles ver dónde están realmente los problemas -precisamente en ellos-, son los políticos, con sus mentiras, su hipocresía, su cruel servilismo hacia los que tienen el dinero, su completa indiferencia hacia la gente de la calle, sus continuas mentiras para lograr que éstos, engañados día sí y día también, continúen legitimándoles cada vez que toca echar sus sobrecitos de mierda en la urna.

Ahí está el engaño, y no en once tíos vestidos de rojo que, como mucho, pueden hacer que durante noventa minutos, la ilusión pueda comerle un poco de terreno a toda la mierda que nos rodea a la gente normal.

Bill Shankly, que además de ser un loco escocés, entrenó al Liverpool durante quince años, arengaba a sus jugadores haciéndoles saber que, para la multitud que llenaba las gradas de Anfield cada domingo, ese era, probablemente, el momento por el que habían estado suspirando durante toda una larga semana de duro trabajo, su ilusión. Y que esa gente, que de ninguna manera olvidaba sus inmensos pesares cotidianos, se merecía que los jugadores lo diesen todo por ellos.

El fútbol puede hacer, como mucho y por un rato, feliz a la gente, pero nunca los hace idiotas. Además, afortunadamente en el fútbol, al contrario que en la mayoría de cosas de la vida, casi siempre ganan los buenos. Si este mes es así, al menos en ilusiones, nos irá bien.

Edito por primera vez en Bilis, y sin que sirva de precedente: España acaba de perder con Suiza, demostrando que, hasta en esto de la ilusión en malos tiempos, somos un país lamentable; si Torres no tiene a Benitez en un radio de cincuenta metros, se vuelve deficiente... ¿estaría Rafa en Viena?; estoy por alegrarme de la derrota sólo por lo muchísimo que les va a joder a dos sacos de estiércol como Jose Antonio ("al que no le emocione el himno que se joda") Camacho y JJ Patapalo Sesoatún Santos; y se ha lesionado Iniesta, yo creo que ha sido culpa de Zapatero. Aún así, creo que vamos a llegar lejos. (Al menos tengo esperanza, ya que ni paro tengo...)

jueves, 3 de junio de 2010

Caca de la vaca: diseccionando Eurovisión (Top Ten)

10. Ucrania
Cuando Uribarri dice "espectacular puesta en escena", en realidad quiere decir si apenas comento nada sobre esta "guapísima y rubísima" chica, es que estoy tocándome.
La canción es cutre al cubo, pero bueno, es por todos comprensible que en un concurso como éste, en el que lo más entretenido es ver cómo el presentador acierta todas y cada una de las votaciones año tras año, debe haber ciertos momentos en los que don Jose Luis se machaque un rato la papada con el glande. Y para eso estaba la ucraniana.

9. Georgia
Y si la cosa iba de frescas, cómo no esperar un buen resultado de Georgia. Más de lo mismo con respecto a Ucrania, sólo que los caucásicos presentan morena descalza en vez de rubia con capucha, y que su canción tiene más ritmillo que la de aquella.
Vamos, otros dos minutos de regalo para que Uribarri le dé a la manivela.

8.Grecia
Yogur, una reina muda y once tipos colgados de un larguero eran, hasta este año, las mayores aportaciones de la Grecia moderna a nuestro mundo. Ahora también lo son su crisis galopante, sus incendios en comercios y este grupo de gayers marcándose un sirtaki bakaladero bautizado 'Opa'.
Están pidiendo a gritos que venga El Koala y les reviente el recto a garrotazos, lo cual puede, a su vez, ser sinónimo de encauzamiento de la situación griega. Como país en bancarrota, lo que menos necesitan es organizar el concurso el año que viene, razón por la cual mandan a estos cinco amigos a hacer el ridículo. Y lo logran. ¡Bien por Will!

7. Armenia
Corremos un tupido velo sobre los hombretones griegos, y volvamos sobre la plausible costumbre de otorgar los mejores resultados a todas aquellas cantantes que se la ponen gorda a Uribarri. En esta categoría, y con un tema movidito y respetable para lo que es este concurso, entra la cantante armenia.
Hay que hacer hincapié en lo que el uso del inglés conlleva: una armenia de abuela griega -de ahí su nombre- cantando en la lengua de Shakespeare o Monica Lewinsky -pregúntenle a Clinton por ésa lengua-, provoca que hasta un gañán como servidor entienda de pe a pa la primera estrofa: que hace mucho tiempo, cuando era pequeña, se encontró a un tipo en la calle, le dió una flauta y se lanzó a triunfar con él en los escenarios. Y lo logró.


6. Bélgica

Poco se puede comentar de un tipo que sale sólo a cantar y tocar la guitarra en medio de un escenario a oscuras, y eso es lo que hace el hermano de Simon (Dice).
Al menos el tío, cuya canción se llama 'Me and my guitar' ('Yo y mi guitarra', el burro por delante, pa que no se espante), ofrece lo que promete. Si las demás canciones fueran tan sinceras como ésta, la mayoría deberían llevar títulos como 'Mierda pinchada en palo' o 'Absurda melodía fecal'. Visto el resto del ganado, más que aceptable.

5. Azerbayán
El Cáucaso al poder, señora. Georgia, Armenia, Azerbayán. Entre el mar Negro y el Caspio, las frescas dominan el mundo. Este hecho ha provocado que se incrementen exponencialmente las solicitudes de becas Erasmus a estas latitudes.
Si es usted de los que se está planteando acabar de sacarse en Bakú, piense en esto: no es oro todo lo que reluce, no generalicemos; precisamente esa es la razón por la que, tras la aparición eurovisiva de Rosa, los turistas siguen yendo a Granada., porque no todas las nativas son como la cantante de turno.
¿Y la canción? Pues otra puta mierda, y en inglés.

4. Dinamarca
Cambie a Pimpinela por una filipina y un guaperas nórdico, colóquelos a ambos lados de la pantalla de La máquina de la verdad, hágales interpretar un tema sobre su fobia ante el estiércol obtenido de los excrementos de aves -"guano no, guano no, guano noooooo"-, pónganlos en representación de Dinamarca tras haber eliminado a todos los demás nórdicos, yobtendrá usted la cuarta posición de Eurovisión. Fácil, ¿verdad?


3. Rumanía
Señoras y señores, nos tienen engañados. A orillas del mar Negro se vive de cojones; Budapest es como Beverly Hills pero en glamuroso; valacos, moldavos y transilvanos tiene todo el trabajo que quieren y un nivel de vida tan sólo superado por Ernesto de Hannover. Rumanía es, en realidad, un paraíso de los sentidos, y la única causa de su imparable emigración estriba en poder acribillar después a las centralitas de cada uno de los países a los que llegan con esemeses a favor de su representante eurovisivo.
Ésa es la única explicación a que una canción tan lamentable acabe en el podio. Bueno, ésa o que todo este festival de la canción es una mierda como el sombrero de un picador, y a la gente realmente le guste esta bazofia. Que todo puede ser.

2. Turquía
Sin lugar a dudas, la mejor actuación de todas. A pesar de haberse quedado a las puertas del éxito, los rockeros turcos demuestran, tal como ya hicieran los míticos Lordi, que la gente odia furibundamente la basura que este concurso musical ofrece, y está dispuesta a entregarse en brazos de Satán en cuanto alguien se sale del guión establecido.
Que esto sirva de pista para España: Soziedad Alkohólika pegándole fuego a la bandera en plena actuación causaría furor.

1. Alemania
Ya lo dice el dicho: Eurovisión es un deporte donde juegan once contra once y siempre gana Alemania. ¿O no era así? Vaya usted a saber.
El caso es que después de tantísimo análisis de esta escoria, no me quedan ganas ni fuerzas para hablarles de la ganadora. (Aunque sí un poco de que se anda tirando al ganador del año pasado, que lo sepan).
En su lugar,
agradecerles la visita, y con esto y un bizcocho -más el culo y el pezón derecho de la ganadora como regalo-, Bilis se despide sine die del concurso musical más rancio del mundo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Caca de la vaca: diseccionando Eurovisión (puestos 25 al 11)

La parte derecha de la tabla clasificatoria es el lugar donde habitan todos los países que tenían suficientes vecinos fronterizos con los que no habían hecho la guerra como para no ser eliminados en semifinales. Pero el patetismo intrínseco de sus canciones no tardó en hacerse notar. Hélos aquí.

25. Reino Unido
¿Hay algo más triste que quedar último en Eurovisión? Sí, que te hayan clasificado de oficio para la final por ser el pringado que sufraga el evento.
Es lo más parecido que se me ocurre a llevar a una puta a tu casa, que se la hinquen todos tus colegas, huyan después, y te toque pagar a tí. Bueno, no, dado el nivel del tema británico -mierda infecta level, of course-, lo más parecido sería descubrir que dicha profesional del sexo era, en realidad, tu propia madre. Very triste, England.

24. Bielorrusia
Si juntas al dueño de un kebab, un eslavo con pintas de asesino en serie y tres frescas vestidas de burbujas Freixenet -una de ellas magnífico exponente del rubia de bote, potorro (y cejas) negro- para que canten a coro una canción con el acompañamiento del piano, el resultado es esta canción.
Que, por cierto, es bastante mejor que la media de este concurso. Al menos no produce sarpullido. Retiro lo dicho, acabo de ver las alitas de mariposa. Sarpullido increscendo.

23. Irlanda
Sí, amigüitos: una pelirroja de pechonaldad desbordante puede causar cierto repelús, de la misma manera que la gran República de Irlanda puede presentar -a pesar del toque celta de la flautita- una canción con elevadas dosis de grima. Quién lo diría, pero es así.
Y encima, en el idioma del anemigo...

22. Moldavia
¿Qué triunfa en Eurovisión?: la música bailable de ritmillo discotequero y el folk con violines. ¿Que lo está petando a nivel mundial en los últimos meses?: Avatar. "Pues si unimos ambas cosas -pensaron los moldavos-, triunfamos seguro." El resto, cantante, bailarín, disfraz de poligoneros emergidos del más sucio rincón de Fraga en una mañana post-Florida y, de paso, la propia música a excepción del saxo, es totalmente prescinbible.

21. Chipre
Una isla mediterránea no puede ser representada por un grupo de adolescentes yankis de instituto. Me niego. A pesar de ello, conociendo la tendencia chipriota a otorgar su puntuación máxima a Grecia, y viendo la puta mierda que los helénicos han llevado al concurso, fue una alegría su pase a la final, pues con ello queda demostrado que para alcanzar el éxito eurovisivo no importa la canción, sino simplemete tener más compedreo que los demás. Razón por la cual Francia, país al que todos odian, jamás ganará.

20. Noruega
Todo lo dicho acerca de los británicos sería aplicable también a los anfiitriones.
Eso es lo que pasa si llevas una canción con menos ritmo que el padre de Torrente tocando la txalaparta, y pretendes que baste con poner un guaperas al micrófono. Lamentablemente, los grititos adolescentes y las bragas mojadas no puntúan.

19. Islandia
He aquí la razón de la frecuente actividad sísmica que se ha producido recientemente en aquel país: Como toda acción tiene su reacción, las fallas tectónicas se han revelado al ser oprimidas por el peso del avión que había de llevar a los representantes islandeses hasta el concurso.
¿Techno? en inglés con estribillo en gabacho interpretado por tres morlacas ataviadas con los visillos y la colcha de la habitación grande de casa de mi abuela.
No está mal si llevas cinco cubatas encima, ¡cualquier cosa por que quiten de una puta vez a Chayanne!

18. Portugal
Sólo el paraíso del tactel podía tener los cojonazos necesarios para enviar a María de Medeiros a interpretar el tema de La bella y la bestia. ¡Y jactarse del plagio vistiéndola con el mismo traje de la pricesita de la peli!
La canción es caca de la vaca, sí, pero España es uno de los paganinis del asunto, y los portus siempre nos dan doce jugosos puntos que nos permiten acabar el concurso superando la veintena. ¿Alguien dudaba de que los vecinos iban a pasar el corte? Pero sólo eso.

17. Bosnia-Herzegovina
¡¡Rock?? Sí, rock. No demasiado estridente, cierto; pijotero, vale; y rodeado por un coro extraído de una peli americana con muchos cadillacs descapotables y nidos de abubilla en la cabeza. Pero rock al fin y al cabo.
Todo lo que se distancie mínimamente de Operación Truño cuenta con mi beneplácito. Miniputo para los bosnios.

16. Albania
Me comenta mi asesora musical que la canción albanesa tiene ciertos parecidos melódicos* con una de Britney Spears, mientras que a mí, a veces, me recuerda a una de las infectas mierdas perpetradas por Chenoa. Pero sólo a veces, y el hecho de que la cantante me recuerde a Gloria Gaynor, -mierda, no, que esa era negra; a Bonnie Tyler, siempre las lío- y que el tipo del violín lleve el mismo peinado que mi vecino del primero después de follarse a un gato, logran salvar el resultado. Aprobado.
(*) Mi asesora tiene a bien rectificarme: "¿Melódicos? Más bien de bajo. La melodía suele ser la línea superior... Pero déjalo, no lo entenderías."

15. España
Queda demostrado, una vez más, que somos la vanguardia de Europa. Que digo de Europa, ¡del mundo! Al honor de mantener en activo al único grupo terrorista de Occidente y de tener una legislación que exige saber inglés para opositar a ser el barrendero que recoja las mierdas de perro en un parque de Cidamón, pero que te permite ser Presidente del Gobierno sin saber limpiarte sólo el ojete, hemos de unirle ahora el de ser el único país que se ha saboteado a sí mismo la participación eurovisiva. Sublime. Tiene todo un refinamiento tal, que merece que enlace aquí mismo la página del imbécil de Jimmy Jump.
Hablando de cosas infinitamente menos importantes, como la cancion en sí, decir que tiene el importantísimo punto a favor de no ser una chorongada más extraída de Operación Truño, que no es poco. Después de que un pseudo vals y una broma de otro canal de televisión hayan superado la puntuación obtenida por Soraya Tengolastetasmásgrandesqueelayuntamientodebadajoz Arnelas, parece que el camino está claro: aspiremos al éxito, queramos abanderar el frikismo mundial, o pretendamos simplemente evitar tener que organizar el año siguiente, todo pasa por resucitar al Fary o llevar a Makoki.

14. Israel
El problema de permitir a Israel participar en Eurovisión y la Champions League es que, en cuanto te descuidas, y con la distracción de un partido del Maccabi o un desprepuciado cantando la canción más insulsa del mundo mediante, los putos judíos te acribillan a balazos a catorce tipos que llevaban comida en un barco para evitar que millón y medio de personas mueran de hambre por culpa de estos hijos de puta.
Israel no, gracias. Ni siquiera en un concurso absurdo como éste.

13.Serbia

Un país conocido mundialmente por su ultranacionalismo o por ser la cuna de la mejor cantera de francotiradores del mundo, no puede permitirse el lujo de ser representado por una especie de Guti de los Balcanes.
Es como si en tiempos de la Alemania Nazi, el Reich hubiera llevado a Eurovisión -de haber existido, en aquellos tiempos, este concurso y suficientes países sin invadir por los alemanes para competir en él- a Leticia Sabater . Muy triste.

12. Francia
Qué bonito es ver que alguien -quede en la posición que quede- hace más el ridículo que nuestra amada patria. Y mucho más hermoso aún es contemplar que ese alguien es Francia.
La complejidad de la letra -tres palabras- oculta en ocasiones el simpar espectáculo escénico, tan sólo comparable con un disco-bar de Ponferrada repleto de ecuatorianos hasta arriba de quetamina a las seis de la madrugada. Sin lugar a dudas, los gabachos fueron lo peorcito de todo el concurso, que ya es decir.

11. Rusia
Cuando los niños de la catequesis se van de colonias, cantan temazos con idéntico ritmo al que proponen los ruskis, pero no son tan moñas como para sacar la cara de sus novias pintadas con boli bic por la parte de atrás del siete de bastos. "¿Qué haces, tío? Estoy mirando tú foto." ¿Ein?
Si Lenin levantara la cabeza y viera a sus nietos amenizando la misa de doce en el idioma del vil capitalismo amerrricano... En fin, la media docena de tipos más aburridos que encontraron entre San Petesburgo y Vladivostok logra su objetivo: dormir a los corruptos occidentales para preparar el advenimiento del nuevo poder soviético.

Y para mañana, la cima de la clasificación. Advierto: no se hagan ilusiones, los de arriba son igual de vomitables que todo lo anterior.

martes, 1 de junio de 2010

Caca de la vaca: diseccionando Eurovisión (puestos 39 al 26)

Con todos ustedes, el exhaustivo análisis de Bilis del concurso de Eurovisión 2010, recientemente celebrado en Oslo. ¿No se esperaban esto aquí, verdad, mis bienamados hijos de la droga? Pues ya saben, sorpresa; tampoco nadie se esperaba que Zapatero llegara tan lejos cuando lo sacaron del país de los Teletubbies para presentarlo de coña a las primarias del PSOE, y aquí estamos, aguantando.

Expliquemos el proceso del concurso: dos semifinales de diecisiete participantes cada una, celebradas en martes y miércoles, de donde pasarán veinte países a la fase final a celebrarse el sábado. Y, además, el anfitrión y cierto número de países (cuatro) cuya música es tan repelente que jamás lograría clasificarse, ni aún compitiendo contra una orquesta de viento alimentada con fabada, pero cuyas televisiones son las que más dinero aportan a este evento de música ligera, nacionalismo estúpido y compadreo étnico-vecinal que es Eurovisión. España, cómo no, está en este privilegiado grupo.

Y, para empezar, los catorce países que cayeron eliminados en semifinales. Como no tuvieron unas rodilleras de suficiente calidad como para convencer al tipo que recontaba los mensajes de texto de que merecían llegar a la fase en la que se recibe puntuación, pues servidor a tenido que ordenarlos según riguroso criterio de alguien que, les pongo sobre aviso, aborrece el pop, carece de todo conocimiento musical y cuyos artistas favoritos son Piperrak, La Polla Records y El Fary. Concretamente, cómo me ha salido de eso que los europarticipantes tuvieron que andar sacandole brillo al notario en busca de un puesto para el finde.


39. Eslovaquia
La luz verde de discoteca, las lentejuelas y los escenarios psicodélicos dejaron de estar de moda el día en que Cobi murió al volcar su coche a la altura de Motilla del Palancar, en plena ruta del bakalao. Era octubre del 92.
Desde entonces el mundo ha evolucionado lo suficiente como para que creamos que el atrezzo eslovaco solo pretende ser retro, y que esta falta de coherencia histórica, acrecentada cuando los cuatro miembros de Locomía que aún quedan vivos aprovechan el tirón de Robin Hood para salir al escenario en plan alegres compañeros, es sólo una broma. Lamentablemente, yo lo dudo. Estos tíos iban en serio, y si en Bratislava hay alguien a quien le ha gustado esto, deben ser inmediatamente expulsados de la Unión Europea -si es que están dentro-. Esta gente es peligrosa.
¿Y la canción? Yo que sé, hablen con Uribarri.

38. Letonia
La gemela Olsen a la que le tienen que hacer por encargo los cascos de moto empieza mal al despreciar un idioma tan molón como debe ser el letón -qué recuerdos de su mítica selección de la Euro 2004, empate a cero con Alemania incluído, con Verpakovskis y compañía, cuyos nombres no cabían en la camiseta-, y pierde los pocos puntos que podría obtener por el hecho deleznable de cantar su muy predecible canción en inglés. Por si fuera poco, cuando empieza a soplar el viento, la rubia aspira una subida de tono y demuestra que tiene menos voz que el mudo de Viana. La próxima vez, que lleven un cantante de verdad, plis.

37. Bulgaria
Los muchachotes de torsos aceitosos nunca han sido santo de mi devoción. Tampoco los metrosexuales que usan como sombrero el cepillo que tenían en el campo de La Charca (mítico Ence, en Miranda de Ebro, lo más parecido, en cuanto al olor, a que te toque visitar en una eliminatoria a doble partido al campeón de liga de Mordor) para limpiarte el barro de las botas antes de entrar al vestuario, y van vestidos como la choni de Neutrex que venía desde el futuro para enseñarnos a quitar las manchas de fabada de la ropa.
Sobre una base musical compuesta por el mismo tipo que diseña los exitosos temazos de los autos de choque, y un estribillo tan eleborado -oh, oh, ohoooooh; oh, oh, ohoooooh-, poco hay que decir: basura.

36. Estonia
Al micrófono, un tipo rubio que, a primera vista, tiene pinta de desequilibrado. Después, el colega baila y lo confirma. Al piano, otro tipo. Ignoro quién es quién en el panorama musical estonio, pero si ya he dado mi opinión acerca del uso del inglés, que unos bálticos se llamen Malcolm Lincoln & Manpower 4, me repatea el hígado.
La canción, sobra decirlo, da puta pena. ¿Algo bueno que añadir? Sí, que es cortita y que los chaperos que se dejan dar por el culo a cinco euros se sienten hoy más felices que ayer al comprobar que existe una profesión más deshonrosa que la suya: ser un corista estonio.

35. Suecia
Visto que la canción era una puta mierda -como otras tantas, no vayan a creer-, los suecos decidieron amenizarnos la intervención de su consabida rubia, tan pastelosa ella como la actuación de marras, con un bonito juego de magia.
Y es que la chica comienza tocando una guitarra que desaparece repentinamente de sus manos, sin dejar rastro en el escenario. Flipa, colega.
Como no creo en la magia -menos aún por parte de alguien que viste unas converse rojas y un vestido de noche: malditos perroflautas nórdicos-, tiendo a pensar que un subalterno ha reptado hasta el centro del escenario y se ha llevado el instrumento, mientras los pérfidos suecos nos privaban del disfrute de esa sórdida coreografía. Auténtica basura.

34. Malta
Una chica a lo Amaia Montero -de brazo gordo- y ataviada con la peluca que llevaban los Pin y Pon cuando salían de fiesta con Priscilla, reina del desierto, interpreta una canción sosaina que pretendía compensar su lentitud con la aparición tras la moceta de unas alas que la habrían convertido en un ángel si el cabrón del realizador no nos hubiera mostrado un plano en el que se ve de lleno, tras ella, al tipo vestido con papel albal que porta las alas -tampoco ayuda que el ángel sea más alto que la cantante; esas cosas hay que pensarlas, Malta...- y, lo que es más importante, si todos pudieramos olvidar que las maltesas con cuello de aizkolari no pueden volar.
Al hoyo, por moñas.

33. Polonia
Un tipo con traje y corbata al lado de cuatro campesinas con traje típico merece la misma credibilidad que Chiquito de la Calzada presentando una tesis de Fisica Cuántica. La primera impresión, que cantará a capella y en polaco, tan sólo sirve para hacer más dura la caída cuando se constata que la canción es la misma puta mierda en inglés que presentan los demás países.
Ciertas referencias al lesbianismo y a la violencia conyugal que sólo una mente perturbada como la mía puede ver, no logran evitar que desee para ellos el justísimo y cruel sufrimiento que merece todo aquel que ose rimar forever con ever and ever. Lamentable. Sin el presi Kaczinsky, esto se les está yendo de las manos.

32. Holanda
La canción, que ya era infantil antes de que el coro se destapase con el estribillo de La aldea del arce (shalalí, shalalá...), adquiere en ese momento unos tintes en extremo grotescos. Por otra parte, el paso de baile de la cantante es tan mío -o a lo que yo haría si, con doce cubatas en vena y una pistola en la sien, me viera obligado a bailar alguna vez- que hasta me inclina a ser benevolente con ella, pobrecilla, y colocarla en un más que digno -para la pedazo de mierda que ofrecen los holandeses a cambio- trigesimosegundo lugar.

31. Croacia
Si no tienes una buena canción, lo menos que puedes hacer es rebuscar por las costas del Adriático, llevarte a Oslo a tres frescas y sentarlas en un banco indudablemente robado de las piscinas de Dubrovnik -he hecho eso antes, sé de lo que hablo-.
Si una vez vestidas con el catálogo de lencería de Victoria's Secret, no son capaces de pasar siquiera a la final, existen dos opciones: o la canción era muy muy pésima -va a ser que sí-, o en Eurovisión son todos unos maricones -que también-.

30. Suiza

Sólo por presentarse a un concurso que millones de personas verán por televisión teniendo semejantes orejas, el representante suizo merece un reconocimiento a la valentía. Más allá de sus pabellones auditivos, su canción es tan apestosa que prefiero volver a hablar de Croacia, esta vez de la que representaron a en el 2008: he aquí el video donde podrán disfrutar de Indiana Jones cantando un tango en croata, mientras el abuelo de Makinavaja se viene arriba, amenaza con tirarte al suelo el chelo y se marca un rap en medio del escenario. Deberían mandar siempre a los mismos tipos estos croatas...

29. Macedonia
Siento no ser objetivo, pero un declarado seguidor del Liverpool como servidor tiene, por fuerza, que caer rendido ante la memorable actuación de Rafa Benítez representando a la patria de Alejandro Magno.
Además, incluyen el no por repetido menos esperado espectáculo de frescas reptando alrededor del cantante -que ya era hora, visto lo visto anteriormente-, para acabar asumiendo que rapear en tu indefinible idioma eslavo es la manera perfecta de cagarte en los muertos de media Europa, y que encima te aplaudan. Un país con nombre de postre de frutas merece, ante todo, nuestro respeto.

28. Lituania
Un tipo tocando la guitarra con la boca tiene que ser forzosamente bueno -a ejemplos como 'Te voy a petar el cacas', de Gigatrón, me remito-. Si en vez de uno son cinco, el asunto tiene que ser quíntuplemente bueno. Y si los tipos se llaman Inculto... ¿qué más quieren? Pues un repóker de bálticos haciendo el gañán con los pantalones que usa Arguiñano para cocinar e instrumentos de broma merecían mucho más.
Puestos a ir a un concurso de mierda, se va con una canción y una coreografía tan mierdosas que siempre quede la duda de si ibas en serio o te estabas descojonando de todos a la cara. ¡Qué viva Lituania! (Engendro dixit.)

27. Finlandia
Una canción llamada Kuunkuiskaajat, interpretada por un grupo llamado Työlki elää -creo que era al revés-; violines y acordeones; dos rubias nórdicas y otra fresca morena bailando al compás de las palmas; un ritmo pegadizo como de fiestas de pueblo lapón, en el que intuyes a los Harlaw de Harlaw bailando la danza del dedo con Sven-Goran Eriksson... todo es tan sublime que únicamente cabe achacar su prematura eliminación a los dos caraculos que acompañan a las mocetas en el escenario.
De todas formas, la eliminación finesa es la mayor injusticia desde que se permitió regresar con vida a España a Las Ketchup tras este mismo concurso musical. Es por ello que los nórdicos ocupan, con todo merecimiento, el puesto 27, casi liderando a todos aquellos que no han alcanzado la final.

26. Eslovenia
¿Mezclar rock con música tradicional alpino-eslava sin el más mínimo pudor ni puente que enlace ambos estilos entre medio es delito? Si no lo es, estos tíos son los putos amos. Si lo es, más aún.
Y el hecho de que quedaran eliminados en la semifinal sólo sirve para refrendar mi opinión sobre Eurovisión: que este concurso es una soberana mierda, y todos los que votan en él, unos hijos de la gran puta. Aplastante victoria moral para Eslovenia.