jueves, 30 de diciembre de 2010

Cuando los payasos dominen la Tierra (VI)

Muy bien tiene que chuparla este hombre para haber llegado tan alto.

Porque si no, no se explica. Resulta del todo incomprensible que, tras un estrepitoso fracaso en las elecciones a alcalde de Mandril -la única capital con el culo rojo-, el pollo sea ahora ministro de Industria, Turismo y Comercio.

Aunque ya se sabe, en Madrid, si no ganas, siempre puedes comprar a dos diputados y hacer repetir las elecciones. Que se lo pregunten a Esperancita Aguirre, la condesita fascista del apellido vascuence que, como dicen en Los Simpson refiriéndose a Gerge W. Bush: "no lo hizo mal; al menos ganó la segunda vez".

Hablo, como ya habrán adivinado, de Miguel Sebastián, ese tipo al que le tocó la calvicie cuando en su familia repartieron el salero, y la gracia le cayó toda a un primo suyo, que es un cangrejo y bailaba salsa en La Sirenita.

Aunque no me extraña que sea más soso que un bocadillo de papel higiénico. Es lo mejor que puede hacer un tipo que, para una vez que abre la boca, suelta que "la subida (del recibo de la luz) no es para tanto. Son sólo tres euros de media, que en una casa viene a salir por poco más de lo que cuesta un café por persona".

Ole sus santos cojones. Y tan ancho se quedó. Toda la razón del mundo.

Claro, que siempre puedes tener la suerte de vivir en un piso patera con otros cincuenta y siete emigrantes pakistanís, y entonces la subida de la luz os sale a cada uno por menos de lo que tiene que invertir Hassán en bronceado después de una madrugada poniendo durums de cordero a borrachos españoles burguesitos a los que la cocaína ha despertado un voraz apetito.

Ya ven de qué pasta están hechos estos socialistas que nos gobiernan. Normal, visto lo visto, que a poco me diera un espasmo ayer por la tarde cuando, de turismo literario -pasar el rato ojeando libros en un centro comercial es de las pocas cosas que un pobre parado puede hacer en caliente, sin verse obligado a estar toda la tarde viendo la tele tumbado en el sofá, como un borbón cualquiera- encontré con un libro que se llamaba a Zapatero "izquierdista radical" en la portada.

El autor era el ínclito Miguel Ángel Rodríguez, que antes de auspiciar, desde su programa de Intereconomía, el desarrollo de los avances cientificos que permitan resucitar a Franco a hibridarlo con Hulk, para que nos dé nuestro merecido a los españolitos del siglo XXI, fue ministro de Chemari Ánsar.

Izquierdista radical, dice. No tienen guasa ni nada. A saber qué medidas de ultraderecha neoliberal tomaría alguien a quien la subida del luz, los recortes sociales, colocar la edad de jubilación en los noventa y siete años o dar palizas a todo viandante que, requerido por la policía, lleve menos de cuatrocientos euros en el bolsillo -la última medida anticrisis que Bilis les adelanta en exclusiva-, le parecen cosa de rojos.

No deseperen, la respuesta llegará en las próximas elecciones, tras las que a los peperos, hagan lo que hagan, les va a costar un huevo y la yema del otro superar las humorísticas barrabasadas con la que nos entretienen cada día los hijos de Pablo Iglesias.

Izquierdista radical. Es que no me meo encima por si me cobran por ello. Como le dijo Astérix a Obélix cuando éste sepultó a Panoramix bajo un menhir ('El combate de los jefes', que los alcohólicos también tenemos cultura): "Con galos como tú, quién necesita romanos".

En fin, suspiremos juntos, no sea que nos dé por pillar una escopeta y jugar al San Andreas versión hispánica, como a aquel tipo de Olot. Y después del suspiro, aquí termina el año en Bilis (a no ser de que salte la noticia, y me vea obligado a escribir acerca de de la beatificación de Arnaldo Otegui o la independencia de Cidamón, por ejemplo), así que servidor se despide, no sin desearles a todos* ustedes una feliz entrada y salida de año. Aprovechen. De momento, estar un pasito más cerca de la muerte es gratis.

(*) Pásenlo bien, siempre que no sean ministros, ex-ministros, personas que dan discursos en día de Nochebuena, capitanes de la selección portuguesa de fútbol, trabajadores de Telecinco, asirios (¿ein?), israelitas, o izquierdistas radicales. En ese caso, que les den mucho por el culo.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El infrafútbol

Resulta que los futbolistas van a ir a la huelga.

Según su convenio, los días entre el 27 de noviembre y el 2 de enero -ambos incluídos- son festivos. Así que los jugadores se han plantado, y amenazan con no jugar la próxima jornada, con la que se abrirá el año futbolístico, precisamente ese día 2 de enero.

La pregunta es obvia: ¿qué clase de retrasados mentales componen el calendario de la Liga española, poniendo una jornada en el periodo vacacional de los jugadores? Con ello están incitando a lo que está pasando: amenazas, no ya de huelga, sino del legal cumplimiento de su convenio y disfrute de sus vacaciones.

Como trasfondo de todo el conflicto parace estar la situación de los jugadores del Betis y el Recreativo de Huelva, a los que se les deben unos siete millones de euros correspondientes a varias mensualidades atrasadas.

Vayamos por partes: primero, está muy bien que los futbolistas sean solidarios con sus compañeros, y exijan que se les pague lo adeudado, pero ¿hasta qué punto alguien que cobra millones de pesetas por dar patadas a un balón tiene derecho al plante? No creo que, en Segunda División, ningún jugador pase hambre porque su sueldo llegue unos meses tarde. Y si lo pasa, es porque no ha sabido ahorrar nada de lo que ha cobrado con anterioridad, demostrando que es un completo tonto del culo.

Después, la cosa cambia cuando se desciende a las categorías inferiores, al infrafútbol y alrededores, sobre todo en la Segunda B, donde los jugadores están lo suficientemente profesionalizados como para trasladarse a trabajar a cientos de kilómetros de sus casas, pero cuyos sueldos no son lo suficientemente elevados como para permitirles vivir holgadamente -o vivir, a secas- cuando dejan de ingresar. Cosa que, en Segunda B -pecera en la que nadan todo tipo de pirañas con forma de empresarios de las más diversas índoles en busca del lucro con subvenciones y la publicidad gratuíta en equipos venidos a menos-, sucede con desesperante frecuencia.

Allí los jugadores acaban encerrados en los vestuarios, durmiendo en colchonetas y comiendo de tápers. Que me cuenten a mí dónde ha dormido Emaná esta noche (en su chalet, me juego un huevo), o cómo ha ido hasta el puto campo del Betis que ya ni sé cómo se llama a estas alturas (en un cochazo, y ahora el otro).

Por ellos nadie monta huelgas, ni amenaza con nada. Son los parias de este fútbol multimillonario, y lo saben. Son futbolistas anónimos, a los que sólo reconocen en sus ciudades. Si quieren salir de fiesta, se van a la capital más cercana, y todo arreglado. O casi. Porque siempre puede haber media docena de veinteañeros que, no contentos con matarse a pajas, tienen tiempo para saberse todas las plantillas del grupo norte, y reconocer al pobre currante del balón en la madrugada de la discoteca de provincias, en la que no hay flashes ni alfombras rojas, pero sí mucho cabrón con mala baba que quince días después puede acabar, borracho como una cuba, en un fondo a quince centímetros de la red de tu portería, llamándote borracho y putero; con el mismo que te trataba de porterazo en plena pista de baile llamándote hijoputa; recordándote que eres andaluz e instándote por ello a volver a la escuela para aprender a leer. Y así cuarenta y cinco largos minutos.

Hasta que, horadados los oídos por esa caterva de pequeños discípulos de Lucifer con más ballantines que leucocitos en las venas, se te ocurre despejar mal un balón fácil, y un colega del gremio que trabaja para el bando contrario te la mete blandita. Y no en la portería precisamente. O no sólo en ella.

Y más lindezas de los putos chiquillos; y las risas de otros tipejos que, a pesar de que no te insultan en ningún momento, son más viejos y más cabrones que los borrachos, y se lo están pasando aún mejor que ellos; y la imposibilidad de aguantar estoico ni un minuto más; y un par de flemas de un enano con granos en tu toalla, por si acaso. Y, para completar la jugada, uno de tus torturadores se acerca al grupo de al lado y, malicioso, confiesa: "se está crispando", en un alarde de recursos léxicos que ni la cochambrosa grada, ni las ingentes cantidades de alcohol que el individuo lleva dentro hacían prever en absoluto.

En definitiva, que puesto frente a la impávida resignación del santo Job con guantes y publicidad de Cajaburgos, un millonario que proclama consignas huelguistas desde detrás de los cristales tintados de su deportivo merece, cuanto menos, que se les diga a esa media docena de hijos de puta con bufandas blanquirrojas e infinitas ganas de cachondeo, que el tipo de dentro del cochazo les ha robado los litros.

Por ver cómo acaba la cosa, sin más.

sábado, 18 de diciembre de 2010

El nuevo Mundo

La Tierra es (casi) esférica, y es increíblemente grande.

¿Qué ha fumado éste hoy?, se preguntarán tras semejante presentación. Pues nada distinto a lo del resto de los días; veneno del motor de los coches y humo cancerígeno de atmósfera de bar. Así que, por esa parte, no hay ningún problema.

Los mapas son planos, y caben en la pared de tu cuarto, en un libro, o en un calendario de bolsillo.

(También sigo sin inyectarme nada).

De las dos frases anteriores se deducen dos problemas, en los que, me juego un huevo y la yema del otro, usted, como persona normal, no ha reparado: necesitamos pasar de una superficie esférica a una plana, y meter distancias de cientos de kilómetros dentro de la página 363 de la Guía Marca para saber dónde está Bahía Blanca, la sede del Olimpo argentino, y otras cosas incluso más útiles.

La pega de los tamaños se resuelve mediante las escalas, que es algo tan común a la vida diaria de cualquiera que no necesita explicación. La segunda, sin embargo, es algo más compleja: se trata de plasmar algo curvo en un plano, para lo cual tan sólo podemos servirnos de aproximaciones. Imaginen, por ejemplo, una bombilla con su superficie cubierta con una malla (que sería curva, claro); y piensen en la luz que se proyecta sobre una pared, donde se vería la sombra de la malla. Ale, ya la tenemos tenemos en un plano.

Si en vez de una malla, se imaginan el contorno de los países y continentes, acaban de resolver el segundo problema.

Peeero, y aquí viene la gracia del asunto, al pasar la malla en forma de sombra a la pared, ésta aparece deformada, siendo imposible que se mantengan, a la vez, las formas de los continentes, las distancias entre puntos, o las superficies de los países.

¿Y a qué cojones viene todo esto? Yo entro a Bilis para ver como te cagas en la madre de gente, no para que me sueltes una mierda de clase de geografía que seguro que te has aprendido antes de ayer y la utilizas para hacerte el culto conmigo, payaso.

Pues no. Todo esto viene motivado por un par de preguntas, en principio ridículas.

P1: ¿Dónde está el Ecuador con respecto a la esfera terrestre?
R1: En el puto medio, canso de los cojones.

P2 Y, en el supuesto de que en su madriguera infecta, mis queridos lectores, haya algo más colgado en la pared aparte de porno alemán, aguchufrocta y tal... ¿dónde está el Ecuador en su mapa?
R2: Pues dónde va a estar, caramierda, en el... ¡Ostias! ¡Abajo! ¡Muy abajo! ¡Demasiado abajo!

Ya ven, señoras y caballeros, han estado toda su vida viendo un mapa completamente absurdo. Y lo que es peor, sin saberlo. Llevan años dando por válida una configuración de los continentes que se ha metido en sus cabecitas gracias a un mapa más falso que Judas.

Bueno, el mapa no es para nada falso, sino que en él, que está hecho según una proyección llamada Mercator -a no ser de que sean ustedes unos frikazos de la cartografía y tengan un mapamundi extraño en casa, en cuyo caso, todo esto que les estoy contando ya se lo sabrán, y pueden pasar directamente a disfrutar de su ración diaria de porno internáutico-, aparecen exageradas las dimensiones de los países del hemisferio norte, que son aquellos que, desde siempre, han llevado la voz cantante en la política global.

Nosotros hacemos los mapas, así que nosotros somos los que empleamos las proyecciones que nos da la gana, y empleamos precisamente aquellas que resaltan nuestra latitud, en las que nos vemos más guapos.

Así estamos acostumbrados a ver el mundo, y asao -más o menos, al menos en lo que a extensión de los países se refiere- es en realidad.

El segundo mapa corresponde a la llamada proyección Peters que, a costa de perder exactitud en otros ámbitos, reproduce fielmente la extensión de los continentes.

Semejante despliegue de datos que aporto hoy sirve tan sólo para abundar en una cosa: todos sabíamos que el mundo rico (Europa, los Estados Unidos) es más pequeño que el pobre, pero consume muchos más recursos. Viendo el mundo, su extensión real, nos damos cuenta de que es infinitamente más pequeño, que Europa es una minucia comparada con África, que Sudamérica es mucho más grande que los Estados Unidos, y cuantas conclusiones quieran ustedes extraer de la comparación de esas dos imágenes.

Años y años con una visión del mundo errónea, creyéndonos el ombligo del planeta cuando en realidad tan sólo somos una cagarruta arriba, muy arriba, en el extremo de la minúscula Europa, junto a la gigantesca extensión esquilmada por los países ricos que es África.

Hoy, como ven, no hay blasfemias ni exabruptos en Bilis. Pero es que uno ya no sabe en la puta madre de quién cagarse cuando se da cuenta de que, hasta en los jodidos mapas que tenemos colgados de la pared, vivimos engañados.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Descontroladores

"El Ministro de Fomento es un inútil total con grandes dosis de caradura", dice Mariano Rajoy.

Podría haber dicho: "el Sol da calor", "el agua moja" o "Eduardo Inda tiene cara de pedófilo", pero optó por esa verdad incuestionable. Ante tan incendiaria declaración en pleno Congreso, las cámaras enfocan entonces al Ministro -Pepiño Blanco, para más señas, que dirige todas las infraestructuras de este país sin tener el bachillerato-, al que pillan con la cabeza baja, haciéndo vayan ustedes a saber el qué, bastante tiene con que no le engancharon almorzándose un moco.

Y, con ésas, tras el pertinente silencio valorativo -a ver cómo ha caído la gracieta- Mariano, que es un cachondo, completa su docta sentencia. "... Pero yo jamás diría algo así; ésa frase se la dijo Alfredo Pérez Rubalcaba al Ministro de Fomento del Partido Popular, tras unos retrasos en Barajas en el año nosequé. Yo tengo mucha más educación y nunca diría una cosa así", concluye.

En fin, ¿qué se puede decir ante semejantes dosis de subnormalidad? Más bien poco. Así que me conformaré con comentarles a qué me recordó el festival del humor de Don Mariano, que está en plena pretemporada, agudizando su mongolismo para que, cuando le toque ser nuestro honorable Presidente, su retraso mental esté a la altura del de Zapatero. Y no es fácil.

No sé si recordarán ustedes, aunque quizás por sus latitudes no se estilara, aquella mítica chanza de chavales consistente en insultar a otro pequeño delincuente -como tú mismo- y, cuando se disponía a cruzarte la cara, o lo que fuera, matizar, extrayendo de contexto el insulto.

Rememoremos los tiempos en los que, para elegir equipos o cualquier otra cosa, se ganaba el turno esputando verde flema sobre el suelo; turno que sólo te podía ser arrebatado si alguien lamía el espeso y nauseabundo cetro de poder. (No duden que alguien, alguna vez, lo hizo). Éstos eran los pasos a seguir:

1.- Insultar:"Hijo de puta"...
2.- Esperar la reacción y, de producirse, pasar al punto siguiente.
3.- "...le dijo un gitano a otro."
4.- Se acabó el problema. Todo había quedado en nada; no en vano, se lo había dicho un jai a su primo, no tú a tu colega. Eso lo entendía todo el mundo.

Pues bien, cuando el amigo Rajoy soltó la semana pasada en el congreso, en plena sesión de control al gobierno por su gestión en el asunto de los controladores aéreos, su cobarde "ElMinistrodeFomentoesuninútiltotal (aire) congrandesdosisdecaradura", sus señores parlamentarios (esos a los que, por siete años de cotorreos y, las más veces, absentismos laborales, hemos de pagar un sueldo vitalicio) le aplaudieron la ocurrencia, regalándole una atronadora ovación. Como niños de diez años. Como niños de diez años muy tontos, aclaro.

Me imagino al tipo que le escribe los discursos a Rajoy, o al que le busca la documentación, si somos generosos, googleando como un capullo, tratando de buscar el ¿qué dijeron ellos cuando nosotros la cagamos? Busca que te busca. Aeropuertos, LOEs, Prestiges... joder, ¿es que con todas las veces que la jiñamos nunca hicimos nada que se viera con aviones de por medio? Ah, sí, mira. 1999, cisco tremendo en Barajas, con el presonal echando espuma por la boca después de cuarenta horas esperando que al tipo que les da patadas a sus maletas desde la terminal hasta la barriga del avión, le apeteciera sacar las botas a paseo. Y Rubalcabra diciendo de todo acerca del pobre Cascos -o de quien fuera el ministro de turno, total, todas putas-. Pues aquí lo tenemos, ya hay material para que Mariano saque a relucir su jocosa ironía gallega. Que voy pero no voy. Que me parece bien lo que haces, pero te atizo por otro lado, o yo que sé.

Ellos son quienes descontrolan este garito. En sus manos estamos; Señor, ten piedad de nosotros. Cualquier día su estupidez llega al límite máximo, revienta, y salimos todos por los aires. Lo dicho: una panda de cabrones mantenidos, incapaces, no ya de arreglar las cosas, sino de no joderlas más y más cada día.

Por si acaso les parece que estoy loco, aquí tienen un ejemplo, para que vean que no soy el único.

¿Y de los controladores, qué? Pues yo que sé. Si total, lo más lejos que me muevo es a media horita en coche; de eso quizás podría hablarles mejor alguno de mis lectores. Pero bueno, tampoco es cuestión de ir de contracultural por la vida y, a unos tipos a los que todo el mundo odia, mentarlos aquí con buenas palabras.

Por eso, hasta que me dé por retomar el guante de sus quejas laborales un día de estos, me contento con decir, simplemente, que menudos jetas están hechos los hijoputas.

martes, 30 de noviembre de 2010

Mira quién baila

1.- Volvió Mira quién baila. Esta vez no lo presentaba la Igartiburu, sino Robinson y Carlos Martínez. Tampoco lo grabaron en un plató, sino en el Camp Nou, y el papel de Salinas o la Esteban lo interpretaron -muy cojonudamente, por cierto- Marcelo y Carvalho, gran pareja cómico festiva donde las haya. La valentía de una ancianita de ochenta años, y la velocidad de una de noventa.

La verbena alcanzó momentos de tal magnitud que a Sami Khedira (el único futbolista que puede ser contratado para acabar con una plaga de insectos mientras hace footing; en cuanto haga un poco de calor, va a acabar cada partido con quince moscas pegadas al paladar) comenzó a salirle un sarpullido en el hombro izquierdo que se parecía peligrosamente a una senyera. Se lo juro por los cuatro escaños de Laporta.

El único que no bailó fue Benzema. Si a este chico le cosieran unos bolsillos en la pantaloneta blanca, jugaría con las manos dentro.


2.- Hay pocas cosas peores que creérse el ombligo del mundo y que, en la primera ocasión en que juegas con gente que sabe de qué va esto te demuestren taxativamente que tu sitio está un poco mas abajo, y más bien en la parte de la espalda.

Una de esas cosas peores es no saber perder.

Sergio Ramos demostró -una vez más- que tiene el mismo cerebro que la bota derecha de Xavi (estando la bota guardada en un armario y su propietario tomándose un cubata en el bar). Cuando la neurona que le indica qué gafas son más horrendas ("compra quillo" resuena en su cráneo; "illo, illo, illoooo", responde éste), cortocircuitó con la que controla los mandos de la ¿música? que pincha en el autobús, la que quedaba libre sintió la primitiva llamada del paleolítico en las Tres Mil Viviendas. Sólo le faltó la chirla.

A su vez, Lass Diarrá demostró -una vez más- que le llega el rabo al tobillo y lo lleva atado a la pantorilla izquierda. Si no, no se explica que se levantara tan campante después del patadón de Ramos.

Hablando de no saber perder, no hubiera estado mal una de aspersores, para demostrar que todo fue un error humano, o que no sólo se puede ser un guarro en la derrota, ¿no creen?


3.- En infantiles, cuando ibas ganado de mucho, el objetivo del partido se reducía a que el más inútil del equipo se sumara a la verbena y marcase su golito. Sé de lo que hablo, porque en el único año en que nos metieron creatina en el colacao, y conseguimos jugar la fase final de la liga riojana de fútbol 7, los que eran realmente buenos de verdad salían al campo dispuestos a reírse un rato a nuestra costa. Y vaya si lo hacían. Aún recuerdo la mítica mañana en que, con 14 goles ya en el saco, un tipo que se llamaba Chisco, que pesaría a sus once años más o menos como Ronaldo hoy en día, tuvo la ocurrencia de hacer el decimoquinto del Calasancio, para gran jolgorio general.

Y todo esto, ¿a qué viene? No sé... ¿les suena de algo un tal Bojan Krkic? Pues eso.


4.- "A ver si nos meten ocho a nosotros". Cristiano Ronaldo dixit, Ése Hombre.

El amigable líder capaz de llorar después de ganar una Champions porque él no había metido su penalty. Buscas compañerismo en el DRAE y, si se pudiera plasmar su oléica efigie sobre papel sin destruir éste, saldría su cara.

Y lo cierto es que, al final, tuvo razón. Y eso no cabe interpretarlo de otra forma que no sea como un total fracaso del Barcelona, que pudiendo meter ocho goles, se conformó con la manita y estuvo media hora marcando el territorio al estilo canino. Esto es, orinando un poco allí, otro poco allá, sobre once arbolillos blancos tan patéticos e inmóviles como falsa era la leyenda que sobre ellos se había construído.

Es lo que tiene tener el cuello como un cachalote y la boca más grande aún, que en cuanto la abres un poquito, van un par de enanos saltarines, y se te mean dentro.

Y 5.- "Me ilumina la sonrisa saber que mi familia y mi gente se encuentra bien...Todo eso...y ver jugar a Iniesta". Juan Malillo, filósofo del balón de cuero, hablando de teología.

A mí me la ilumina el imaginar a Eduardo Inda metiendo la cabeza en su propio culo cada vez que los culés daban treinta pases seguidos. Es lo que tiene ser un tipo simple, que disfrutas con poco: una buena tortilla de patatas, una retrete caliente en una tarde de otoño, o viendo al todopoderoso Imperio Blanco colapsar ante la atenta mirada de todos esos lameculos que llevan elevándolo a los altares tras épicas victorias ante trasatlánticos como el Racing de Santander o el Auxerre.

martes, 23 de noviembre de 2010

Tragar

Los detractores de Bilis acusan a este humilde blog de abundar siempre en los mismos temas. Las fobias del dueño de los dedos que proyectan esta infame basura a sus ojos se repiten una y otra vez, hasta la extenuación. Que si los políticos, que si el Real Madrid, que si caca-culo-pedo-pis, que si la prensa rosa, que si la otra prensa... Sota, caballo, rey.

Famosas son las recientes críticas de la Conferencia Episcopal, el Partido Nacionalsocialista de Cidamón, los productores de pienso compuesto, y la oficina presidencial de Barack Obama, que dio la semana pasada una rueda de prensa para criticar a este humilde blog. Por no hablar de la Real Academia, que cambia ahora varias reglas ortográficas sólo -jajaja- para dejar claro que no sé escribir una vez que el corrector del Word contiene erratas.

¿Y qué hace Bilis en estos casos? ¿Sucumbir quizás? Va a ser que no. ¿Modificar la temática? Jamás. Servidor es un canso, y lo va a demostrar; no sólo manteniendo la temática habitual del lugar, sino yendo más allá, y condensando a todos los mongolos -con perdón para los descendientes de los Khanes- que protagonizan habitualmente estas andanzas bílicas en una misma entrada.

¿Puede existir algo que una al rey Juan Carlos y a Belén Esteban? (Productos importados de Colombia aparte, claro.) Pues sí: el desprecio al público que les da de comer. ¿Y de estos dos, los mayores personajes públicos del país -uno copa las monedas, la otra las pantallas-, con gentuza como Van Bommel o Raúl González Blanco? Pues ídem: todos ellos consideran al público, a la masa, como un mal necesario que utilizar y despreciar a su antojo.

Ya sea enseñando el dedo corazón cuando un grupo de independentistas vascos se caga en los muertos de tus antepasados -gabachos y que nos costaron Menorca y Gibraltar, para que te jodas-; pidiendo respeto e insultando a los que destrozan una familia que ya no es tan solo -jaja, dos- suya; o haciendo cortes de mangas y mandando callar a una grada cuando les han metido un gol.

Todos esos, los vascos de las pancartas, las marujas, y los hinchas de fútbol, son los que os permiten vivir a cuerpo de rey -nunca mejor dicho-. Se lo debéis todo, y no tenéis ningún derecho a la queja. El público es soberano y malvado; pero os da de comer.

Ya sea porque encabezas una institución arcaica, basada fundamentalmente en leyes de hace un par de milenios, que ridículamente seguimos manteniendo a pesar de su demostrada inutilidad; ya sea porque has vendido hasta tu primer giñote matutino; o bien porque cobras millones de euros por salir a dar un paseo por un prado, a la luz de cientos de focos y bajo la mirada de millones de ojos, lo menos que puedes hacer es no protestar.

Si no fueras un mantenido, una retrasada mental que ha prostituido su vida privada, o un endiosado deportista, nadie se interesaría por tí; ni por tu mierda de vida que, por qué no decirlo, no es ni la mitad de divertida y competitiva que la de Pocoyó o la mía, por ejemplo. (Cuéntenme, sacos de fétida hez, las veces que han ido a cazar jabalíes con una red de portería y han acabado metiéndose en el hígado media docena de cartones de vino, mientras uno de sus compañeros azuza a otro que lleva un arco cargado al grito de "dispara, que pongo el pecho duro", y comparamos.)

Ahora, amigo famosete, te debes al público, a sus filias y sus fobias. A la loca deriva de la masa, capaz de beatificarte y crucificarte ochenta veces en el mismo día. Has perdido tu impagable condición de persona anónima, y no puedes exigir recuperarla cuando te da la gana, para volver a vender las interioridades de tu vida cuando te apetezca comprarte un coche nuevo, o cuando un repunte en el precio de la farlopa te haga ver que necesitas incrementar tu saldo para llegar en tu línea al viernes de madrugada.

Asi que, ya sabéis. A tragar. Que sabe a requesón.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sáhara III: la puta España

Así que esto acabará cuando al rey de Marruecos le dé la gana que acabe.

Y luego se irá a tomarse unos tés morunos con su primo el Juancar, con el que le une tan grande amistad que nuestro campechano Jefe de Estado es incapaz de abrir la boca, no ya cuando muere asesinado un súbdito suyo -total, un pobre menos, aún hay cuarenta y seis millones que me mantengan, pensará-, sino ni siquiera cuando el rey moro atenta contra la unidad territorial de España.

Ay, Mohamed, si fueras de Hernani la de hostias que te habían dado ya en comisaría...

Pero él no. Él puede reclamar Ceuta y Melilla, puede invadir Perejil y, sobre todo, puede masacrar a los saharahuis, que legalmente aún tienen el estatus internacional de colonia española, no se nos olvide.

Obviamente, el territorio que hoy es Marruecos ya estaba ahí cuando los portugueses se quedaron con Ceuta y los castellanos con Melilla, pero Marruecos no existía como Estado, por lo que su reivindicación sobre estas dos ciudades es tan absurda como lo sería que España reclamara anexionarse Andorra, que existe como principado independiente desde mucho antes de que España fuera un país.

Viendo esta ridícula reclamación, no es de extrañar que Marruecos pretenda como suyo también el Sáhara Occidental, un territorio que jamás controló nunca antes de la ocupación colonial española.

Pero con el poder de la fuerza en sus manos, y el Gobierno y el Jefe del Estado españoles riéndole las gracias, Mohamed VI puede pedir Ceuta, marcarse un safari tiroteando saharauis, y lo que le salga de la chilaba.

Aunque no són sólo la Casa Real y los socialistas los que han quedado en evidencia tras el ataque a El Aaiún, porque la demagogia se hizo carne, y habitó entre nosotros. Y no bastando con el primer millón de meteduras de pata, acometió la millonésimo primera. Y don Mariano Rajoy soltó, por esa boquita suya que expulsa más salivilla que palabras cada vez que la abre, que "Zapatero se calla diciendo defender los intereses de España", pero que "En realidad lo que hace es abdicar de sus responsabilidades como presidente del Gobierno. No puede decir que se calla y que no defiende la libertad, la democracia y los derechos humanos, porque esos también son los intereses de España".

Y para que todo quedara mucho más bonito, como dicho en un bucólico prado ante la mirada absorta de media docena de pastorcillas envueltas en rosados canesús, concluyó: "Para mí, los derechos humanos son intereses de España, y también lo son la libertad, la democracia, las personas y la libertad de expresión y de información". Bien por Will.

Si fueras Presidente -que lo serás, y tiempo tendrás para meterte la lengua en el culo cuando te toque-, ibas a decir lo mismo. Sí, por los cojones.

Y podrás continuar vejando día tras día, como vienen haciendo todos nuestros políticos desde que el mundo es mundo, el nombre de un país -y ahora van a permitir que me ponga un poco alatristesco; revertiano si lo prefieren- que tuvo al mundo agarrado por las pelotas; que apretó fuerte y exprimió cuanto pudo para que una caterva de borrachos y tontos del culo que se hacían llamar sus reyes obviaran el progreso y desperdiciaran todo cuanto el país tenía (oro, poderío, influencia); que después, cuando aquéllos se extinguieron, trajo a otros a los que no querían ni en su casa -las guillotinas de 1789 hubieran dejado al Juancar campechaneando en los huevos de su tatara-tatarabuelo-; y que ha continuado esta deriva, gobernado por ineptos e hijos de puta aconsejados siempre por los mismos bellacos de las sotanas; hasta acabar con la más vergonzosa de sus múltiples cagadas históricas: el momento en que un dictador agusanado y moribundo entregó, de un día para otro, las vidas de todos los saharahuis, hasta entonces tan españoles como el que más, a Hassán II, demostrando de qué pasta está hecha la que, aún hoy, que se entere el anormal de Zapatero, es la potencia colonizadora del Sáhara Occidental: la puta España.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sáhara II: nuestros perros

Pero Zapatero no es el único retrasado mental que se sienta en el Consejo de Ministros. Es más, dudo que alguno no lo sea.

De la ministra de Asuntos Exteriores, poco se podía esperar. Si su inutilidad le impide ser candidata a presidenta de Madrid... ¿qué iba a hacer en cosas de mayores? Así que no es de extrañar que se calle como la puta que es cuando el gobierno marroquí proclama, en una mezcla de altanería y cachondeo, que el ciudadano español muerto (éste era español del todo; no uno de aquellos doscientos mil a los que Franco retiró la nacionalidad de un día para otro, como si mañana alguien entregara Badajoz a los portus, y aquí paz y después gloria), la palmó en un accidente de tráfico*. Qué coincidencia, oye.

Pero como el que es tonto lo es hasta para no saber cuándo tiene que mantener la boca cerrada, tuvo que saltar la Sinde. La ministra de Cultura inicita a prensa y población a "no hablar de cosas de las que no se entiende", como a los chiquillos. En ese caso, ella sólo debría abrir la boca para comentar los pormenores de su último aquelarre antipirateo junto a Mamoncín y los chicos de la SGAE, o cómo regala millonadas en subvenciones a sus amiguetes del cine para que hagan películas de la misma calidad que un VHS con noventa minutos de carreras de moscas sobre un mojón de buey.

Pero ella, como es ministra, habla que te habla. Y mientras, nuestro ministro de Interior "se da por informado" tras las explicaciones de su homólogo marroquí. Que siga la fiesta.

-Oye Rubalcaba, soy el ministro moro. Que os den mucho por el culo; a vosotros, a la libertad de expresión, a la democracia y, sobre todo, los saharauis.
-Sí, sidi. Me doy por informado.

Y Rubalcaba, que no tiene mucha pinta de bobo -más bien al contario-, pero que debe pensar que todos nosotros sí la tenemos, afirma no saber nada acerca de la entrada de periodistas extranjeros, que puedan hablar con objetividad -la objetividad que tiene normalmente la prensa, pero algo es algo-, porque "de eso se ocupa otro ministro, y el de Interior no sabía nada". Y se queda tan ancho. La calva te cague una cigüeña, sinvergüenza.

Resumiendo -o no-, que Marruecos no sólo hace lo que a Mohamed VI le sale de sus islámicos huevos con el pueblo saharaui, sino que insta a los medios europeos -españoles especialmente- a callarse la boca ante sus atrocidades.

Pero, ¿por qué el Rey de Marruecos (culpable directo de todas las políticas represivas de su país) campa a sus anchas, sin que nadie le lea la cartilla? Pues, entre otras cosas, porque Marruecos es socio preferente de los Estados Unidos en la zona, y a esta amistad con los jodidos gringos se unen los habituales vetos franceses, probablemente debidos a que los políticos y empresarios gabachos tienen en Marruecos aún más intereses ocultos que los españoles.

Pos cosas como ésta de El Aaiún, la OTAN se metió hasta la cocina en Kosovo, y en Bosnia era más fácil ver a un casco azul que a una prostituta en Telecinco. Sin embargo, Francia siempre ha vetado la entrada de cascos azules de la ONU para proteger a la población en el Sáhara. Pero claro, los serbios son colegas de los rusos, y los pobres saharauis sólo unos muertos de hambre que, por no tener, no tienen ni petróleo bajo su arena.

(*) Última hora: se admite un tiro en la cabeza mientras estás montado en un coche como accidente de tráfico. Pónle freno, Kennedy.

martes, 16 de noviembre de 2010

Sáhara I: los perros alauís

Hasta ayer, pensaba que José Luis Rodríguez Zapatero sólo era un mal gobernante. Un incapaz que no podía llevar a cabo la tarea de dirigir un país, pero que, bajo esa espesa capa de nula cualificación, dejaba traslucir un (ingenuo) fondo de buen rollo, diálogo de culturas, progrerío.... Eso era hasta ayer, cuando me dí cuenta de que no sólo es un inútil, sino también un hijo de la gran puta.

El Sáhara fue lo que me abrió los ojos. Allí, en la ciudad de El Aaiún, se había levantado en las últimas semanas un campamento saharahui, donde unos veinte mil desplazados protestaban para que Marruecos reconociera sus derechos.

Mientras el Frente Polisario (antiguo ejército/grupo terrorista independentista, que abandonó la lucha armada hace veinte años) y el gobierno marroquí se reunían con la ONU, en un intento más de normalizar la situación del Sáhara, los perros -de dos patas- del ejército y la policía del dictador alauí Mohamed VI entraban a sangre y fuego en el campamento.

Tiendas ardiendo, pánico y destrozos generalizados. Entre los saharauis quedaban decenas de heridos y varios muertos. Para compensarlo, Marruecos propagaba la información de que alguno de sus soldados había muerto, ofreciendo videos grabados con teléfono móvil por su policía en los que (se supone) un soldado es degollado en plena calle.

¿Por qué había un policía marroquí al lado de un tipo que degüella a un soldado en plena calle? No dudo de que los saharauis se defendieran, y con todo derecho, en mi opinión. Pero de ahí a creerme las atrocidades que Marruecos nos quiera vender... casi que no.

Mientras, desde el lado saharaui, se insistía en lo desproporcionado del ataque, en el que militares arrasaban con un campamento civil o, incluso, acompañaban e incitaban a civiles marroquíes al pillaje contra la población nativa.

Y ya días antes, y dejando bien claro lo premeditado de la operación, el gobierno marroquí había impedido la entrada al Sáhara de varios parlamentarios vascos, dentro de su política de expulsión de españoles que mandó fuera de la zona a varios periodistas y activistas pro-saharauis. Testigos fuera. Como para creer ahora en su versión.

Pues bien, en esa tesitura, en plena crisis del Sáhara, con la policía marroquí atacando indiscriminadamente a población civil inmersa en una protesta hasta entonces pacífica, Zetapé, el progre que es nuestro Presidente del Gobierno, respondió a las preguntas de los periodistas que pedían su opinón sobre el asunto con un repugnante "Tenemos que poner por delante los intereses de España".

Y los intereses de España (o los suyos propios, porque se sabe que no son pocos los políticos, al parecer Felipe González y el Rey de los primeros, con importantes propiedades e intereses en Marruecos) son, por supuesto, callar, callar y callar. Dejar que Marruecos -en esto como en tantas otras cosas- haga lo que quiera y, si se da el caso, ponerle el culo a Mohamed VI. Simplamente vomitivo.

Así que no hay que extrañarse de la declaración de nuestro presidente que, a parte de un inepto, y ya esputé al principio, es un hijo de la gran puta con tadas las letras.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cosas oyeres... que non crederes

"No tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!”
Extracto de la biografía de Esperanza Aguirre, sinvergüenza de profesión e hija de puta de vocación, que gana casi setenta y cinco mil euros al mes por propagar el fascismo desde la Presidencia de Madrid.
Seguro que hay alguien paseando por la Casa de Campo con el suficiente estómago como para proporcionarla un sobresueldo.

"Ninguno de los diez científicos más importantes del mundo ha sabido decirme qué tiempo hará mañana en Sevilla, ¿cómo van a saber el que hará dentro de 300 años? Por esa razón, el calentamiento global no es un problema".
Primo de Rajoy y catedrático de Física en la Universidad de Sevilla que, junto con la famosa niña que quería ser feliz y su primo mismo, formaron la Santísima Trinidad Pepera que les llevó a una nueva derrota ante la total incompetencia de Jose Luis 'Québelloesvivir' Zapatero.
Por cierto, ¿cómo obtuvo el primo de don Mariano sus teléfonos y, sobre todo, quién determina cuáles son los diez científicos más importantes del mundo? ¿La UEFA, la ATP?

"Pienso morirme sin ponerme un condón".
Manuel Fraga Iribarne, mito erótico del Paleolítico.
Si este tío, a sus cuatrocientos veintinueve años, sigue follando, habrá que pensar que en las aguas de Palomares cayó Viagra y no una bomba nuclear.

"Recomiendo que no se usen huesos de vaca para el caldo. Por ejemplo, yo en mi casa hice el otro día y le eché hueso de cerdo".
Celia Villalobos, analfabeta funcional durante su época como Ministra de Sanidad, dando consejos culinarios en plena crisis de las vacas locas.
Recíprocamente, Arguiñano debería ponerse ya mismo a dar clases acerca de cómo vejar a un empleado. ¡Vaamos Manolooo!

"Ez como unoz pequeñoz hililloz de plaztilina".
Vargo Hoat, la Cabra... digo, Mariano Jarrai, actual archienemigo de ZP y futuro Presidente del Gobierno; en sus tiempos de ministro.
Como ya dije en otra entrada, si el Prestige era plastilina, lo de BP en el golfo de México qué es... ¿la colección completa de Play Doh?

"Eso es como esos letreros que uno ve cuando pasa por las autopistas, y le dicen: 'No podemos conducir por tí'. Y yo siempre pienso '¿Y quién te ha dicho a tí que quiero que conduzcas por mí?' Pues eso es lo mismo, quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber; déjame que las beba tranquilo".
Chema Aznar, asesino profesional y expresidente del Gobierno español, poseedor de una dureza facial situada en la escala de Mohs entre el adamantium y los puños de Chuck Norris, mientiendo (por aquello del "yo pienso") para variar, después de haber bebido cuantioso vino, supongo.
No comment.

"Ha sido ETA, y el que diga lo contrario es un miserable".
Ángel Acebes, después de los atentados del 11-M.
-Ha sido ETA, penalty y expulsión.
-Vamos, joder, Rafa, no me jodas.

"Pongo los pies encima de la mesa y le digo (a George Bush): '10 kilómetros en 5 minutos 20 segundos".
Chema Aznar de nuevo, el día en que rebajó el récord mundial de los diez mil metros de Kenenisa Bekele en 18 minutos y 57 segundos.
Glu, glu, glu, y Chemari que sigue empinando el codo...

Y para demostrar que no sólo en la ultraderecha cuecen habas, terminamos con una cita de otro conocido político de derechas:

"Los desempleados que realizan cursillos del Inem no son parados, están trabajando para el país porque se están formando".
Absurdo comentario de Jose Luis Rodríguez Zapatero, anormal profesional.
Pues que les pague el país, ¿no?

Ruines caraduras, tontos perdidos, o ambas a la vez; con muy poca vergüenza y mucho engañado presto a escuchar cada brizna de mierda que sale de sus bocas. ¿Qué otra cosa podía esperarse?

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Portabilidad y evacuación

Haciendo caso a las reiteradas peticiones de Los Pecos, siempre interesados en conocer los nimios aspectos de mi vida privada; y de algunos de mis lectores, que incomprensiblemente piden mayores raciones de prosa biliar, hoy hablaré de mí.

No de mí como ser, ontológicamente; ni de mí como estar, artísticamente. Ni siquiera como consumidor de vino de cartón, miembro perenne de las listas del paro, o adorador de Titín III; sino como usuario de teléfono.

Y elijo esta fecha para intercalar una edificante vivencia personal en esta sucesión de riadas de odio sin periodicidad fija que es Bilis, porque hoy me he cambiado de compañía de móvil mientras cagaba.

Si la gente alaba, entusiasmada, los malabarismos de un portugués con la cara aceitosa que se las arregla para controlar un balón con la chepa y ponérselo a Xabi Alonso mánsamente en la bota, ¿qué no haría el gran público si supiera de las habilidades de un servidor, que es capaz de descolgar el teléfono, escuchar aténtamente, plantear dudas aceca de las ofertas recibidas y decantarse por una de ellas, utilizando en el proceso una sóla mano, mientras con la otra se deja el ojete como una patena?

Perdonen la falta de modestia, pero como buena estrella mediática que soy, yo también quiero mis trece milloncejos de euros anuales.

Pero eso no fue todo. El momento culmen llegó cuando, en una conjunción planetaria y mística que me río yo de la de Obama y Zapatero mencionada por la tonta de la Pajín, el esbirro de Vomistar me advirtió de que me iba a poner en contacto con un verificador del gobierno, a fin de corroborar todo lo hablado con él, y que precibiría a través de mi móvil un silencio profundo mientras se efectuaba esta conexión; y lo hizo... ¡en el preciso momento en que tiraba de la cadena!

De silencios profundos, nada: más bien la ruidosa súplica de doscientos gramos de morcilla que hasta hacía cinco minutos habían formado parte de mí y que, ahora, se perdían para siempre en la inmensidad ignota, rumbo al Ebro.

La anécdota personal continúa con mi conversación con el 'agente del gobierno', quien tuvo la amabilidad de comunicarse conmigo desde el número -flípenlo- 2.500 millones. Sí, dos, cinco y ocho ceros; diez cifras de número de teléfono que me llevan a pensar que en España hay demasiados funcionarios, y que cada uno tiene a su disposición al menos un millar de líneas para comunicarse con otros secuaces del Estado entre café y café.

Y es en ese momento cuando, después de cagarme -generalizando injustamente, lo reconozco- en todo el Cono Sur cuando la voz enlatada de un tataranieto de Atahualpa me despierta de la siesta para advertirme de que "han realizado mejoras en la cobertura de internet en mi zona", uno agradece haber pasado los minutos anteriores conversando con un argentino, en lugar de con una española.

¿De dónde procede tan eficaz señorita para que su deje regional me produzca más dificultades comprensivas que si el que me tomara los datos fuera un oso panda del zoo de Pekín? (Hablando en mandarín, claro). Yo apuesto por que era murciana, pero en su interrogatorio burocrático no hubo lugar para hacerla pronunciar 'El Corte Inglé', o preguntarla de qué pedanía era.

Así que, una vez abandonadas las garras opresoras de los chicos de rojo para caer de nuevo en las fétidas manos de la Compañía Telefónica Nacional de España (cojones ya), persiste en mí la duda acerca de la procedencia de esa agente gubernamental de incomprensible dicción, encargada de comunicar a Garrafone la lamentable pérdida de uno de sus clientes favoritos. No todo pueden ser éxitos en la vida.

Resumiendo esta primera entrada completamente autobiográfica de Bilis: me he cambiado de operador mientras cagaba. ¿Puede haber metáfora más sutil? A mí, en mi humilde ignorancia, no se me ocurre.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La ley de la calle

Algunos de mis lectores, sobre todo aquellos que van por Escocia con las orejas a lo Long John Silver, puede que desconozcan completamente la historia. Por eso, antes de la marabunta de blasfemias y exabruptos que cierra casi todas mis entradas, les contaré someramente -con la profundidad que mi pudor y mi vergüenza me han permitido tener en un asunto tan asqueroso como el que sigue- de qué va la cosa.

El protagonista de hoy es Fernando Sánchez-Dragó, anteriormente conocido por tener un programa de libros raros en La2 en el que su plató presentaba unas dosis de limpieza similares a mi chamizo después de una guerra nin ja con galletas cuétara (¿ein?) a las seis de la madrugada; por usar gafas de pasta y reiterarse en la soplapollez de mirar por fuera de sus lentes; y, más genéricamente, por ser un pedante y un babalacia que va por ahí diciendo que se pone hasta el ojete de LSD para acrecentar su imagen de tipo raro y contracultural que te cagas.

Pues bien, Sánchez-Dragó ha escrito al fin un libro (digo al fin porque, a pesar de su descomunal obra, él mismo ha reconocido que los libros que firma se los escriben otros siguiendo directrices suyas; a lo Ana Rosa Quintana, vamos). Sabemos que éste lo ha escrito él, o que son palabras suyas, al menos, porque es una obra que recoge sus conversaciones con Albert Boadella, autor teatral catalán con la destacable habilidad de ser odiado prácticamente por todo el mundo a lo largo de su vida -puede que sea por eso por lo que no cae especialmente mal a un tipo como yo, que detesta a todo el mundo-, desde el franquismo que lo sometió a un consejo de guerra hasta Esquerra Republicana de Catalunya.

El libro, al parecer, no tuvo un gran éxito; al menos al principio. Digo esto porque, hasta que un periodista navarro destapó algunos de sus entresijos y un programa de laSexta se hizo eco de ello, nadie había hecho ni puto caso a las charlas de Dragó con Boadella.

Pero, ay amigo. Negro sobre blanco -qué bien traído, Bilis, no sé como estás tecleando en tu infecta madriguera y no en un puesto de responsabilidad; director de ETB, por ejemplo- apareció el escándalo: Dragó se jactaba de haber mantenido sexo con dos niñas durante una visita a Japón a finales de los sesenta.

"En Tokio -dice esta boñiga gafuda de rimbombante léxico-, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda [...] Tendrían unos trece años [...] Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse; mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba."

Imagino a dos treceañeras japonesas, ampliamente expertas en las artes amatorias merced a las tantísimas veces que les habían obligado -su chulo, sus padres, la vieja que los cagó a todos; quien fuera-, y se me revuelven las tripas. A Sánchez-Dragó, en cambio, la situación le parece divertida, apta para contarla como una anécdota de la cual vanagloriarse. "Lo digo ahora porque ya ha prescrito", concluía el muy hijo de la gran puta.

Después, en el colmo de la desvergüenza, aseguró "que fueron ellas quienes le violaron a él, de putas que eran las niñas. Que ojalá hubiese sufrido él abusos siendo menor [...] Que se imagina a una novicia ahí, abusando de él [...]" y que "le llamen viejo verde, pero que lo que más le gustan son las de quince, con sus pechos turgentes y sus coños rosaditos."

Tras el inmenso asco de imaginar la situación, pensé un par de cosas: primero, en qué será lo que piensa Boadella -cuyo nombre sale junto al de este pedófilo en la portada del libro- al respecto; segundo, que era una lástima que el sida hubiera surgido quince años más tarde, negando a Dragó el premio que su hazaña japonesa merecía: una muerte sucia, degenerativa hasta el extremo, insoportablemente lenta y dolorosa.

Ahora, con al tormenta desatada, un sindicato ha pedido su expulsión de Telemadrid, donde presenta un informativo.

Coincido en que no se puede continuar pagando ni un céntimo de dinero público a un pederasta confeso y orgulloso, pero con eso no basta. Ya que la Ley tiene dislates tan ridículos como volverse ciega y sorda a los delitos, poniéndoles fecha de caducidad como si fueran yogures, debería ser el pueblo quien aplicara la justicia.

Boicotear sus obras y programas estaría bien. El acoso ciudadano sobre su persona, también; no dejarle vivir tranquilo ni un momento. Pero eso, me temo, no pasará. Así que aquí, cuando después de la marejada se imponga el corporativismo, y sus amigos periodistas sigan invitándole a sus programas para que continúe enriqueciéndose gracias a airear sus impúdicos vicios, lo único que podría salvar la escasa dignidad que le quedará a este país de mierda como esto caiga en el olvido será la ley de la calle.

Un maromo con la sangre en ebullición y experiencia laboral como capador. No, mejor sin experiencia. Una cuadrilla de fervorosos exaltados con ganas de escuchar a qué suena un cráneo descasacrillándose bajo sus golpes. Eso, y lo del capador sin experiencia.

Lo único que puede salvar a España es la castración de Sánchez-Dragó. La castración, ya. Pero ni química ni hostias. Castracion con un machete de carnicero y sin anestesia. Sáquese la colita, señor -arde el reclado al llamar señor a esta mierda humana, como un diablo que bebiera agua bendita- Dragó, y póngala sobre la mesa. Y luego hablamos de quién violo a quien, o quién corto la polla de quien, y quién se siente vejado; si usted cuando se la ampute, o yo, que he tenido que tocar con mi machete de veinte centímetros su asqueroso pene.

Castración. Y después, ahogar al hijo de puta vicioso perturbado de Sanchez-Dragó metiéndole sus propios genitales en la boca. Hasta la muerte, que es lo único que merece.

viernes, 29 de octubre de 2010

Cagaderos con encanto (IV)

Lo único bueno de salir a correr es que (si tienes el fondo físico de un perro muerto, como servidor) te cansas un huevo. Y no hay nada mejor que estar súmamente cansado para poder sentarse a gusto en la taza, relajarse, y disfrutar del noble arte de expulsar miniaturas marrones de Jose María Aznar por el trasero.

Ya lo dijeron los Mamá Ladilla: "La gente se pregunta cada vez con más pasión que placer les da mayor satisfacción. Hablan de comer, follar, incluso de viajar... pero a mí lo que me seduce es cagar; me siento en el váter, cuelgan mis partes, y me cago hasta en su puta madre..."

Asi que hoy, como no podía ser de otra forma con semejantes precedentes, toca una de cacotas.


Una hormigonera


¿Quién no ha tenido un apretón alguna vez? Pues eso. Y como todos ustedes sabrán, no siempre se dispone de un entorno diseñado específicamente para el noble arte de las deposiciones. Por ello, nunca está de más conocer los vericuetos que nos ofrece la naturaleza a la hora de administrar cristiano alivio a nuestro ojete.

La naturaleza, o las obras para retejarle el alto a la señora Prudencia.

Así pues, si ustedes abandonan el chamizo de una peña cuando el sol ya está asomando en el horizonte, y sienten en ese momento la irremisible necesidad de expulsar por vía anal alguno de los inumerables calimochos y bocatas de ¿lomo? con ketchup que han ingerido en las últimas siete horas, es altamente recomendable darse un garbeo hasta la periferia.

El término periferia, cuando se encuentra uno en un pueblo con media docena de calles, implica un escueto paseo hasta las traseras de una de esas calles en busca del rastrojo más cercano para, una vez allí, sacar lo mejor de uno mismo en un compendio de equilibrio y fortaleza que nos permitirá, gracias a unos gemelos fuertes y musculados -quien los tenga, va a ser que servidor no-, mantener la posición de cuclillas (Un inciso: "Dicho de doblar el cuerpo: De suerte que las asentaderas se acerquen al suelo o descansen en los calcañares." Palabra de la RAE. Cuando la definición es menos incomprensible que la palabra, los diccionarios tienen un problema.) mientras se procura mantener alejados los pantalones de la vertical inferior al propio ano.

Y es entonces, en medio del calentamiento previo que toda deposición en el medio rural requiere, cuando una obra abandonada abre ante tí las puertas de un placentero y bien merecido giñote en un trono.

Jamás la incompetencia de unos obreros, que debieron dejar olvidada una hormigonera en el descampado tras acabar alguna obra cercana, causó tamaño regocijo a un -por entonces- jovenzuelo deseoso de aliviar sus intestinos antes de que estos cedieran a la presión interna de la misma manera que el suelo bajo la Torre de Pisa o el tabique nasal de la Esteban ante el empuje de bisturís y farlopa.

¡Dios guarde a los proletarios de la construcción! Sobre todo a aquellos que abandonan el material de trabajo una vez finalizada la obra.

Allí estaba, una hormigonera tirada, apoyada en el suelo como un cañón de circo, cincuenta grados de inclinación, con el agujero perdiendo de vista a la Vía Láctea bajo el alba incipiente en un descampado de Arenzana de Abajo, La Rioja. Qué gozo para la vista y los esfínteres.

Como sé que hay mitómanos que visitan la tumba de Elvis, la mansión de uralita del difunto Taburete, o el cuarto de las caricias de Michael Jackson en Neverland, les daré la posibilidad de acercarse a este lugar de culto: A-12, Autovía del Camino, hasta la salida oriental de Nájera. Después carretera comarcal 136 hacia el sur; giro a la izquierda hasta el referido pueblo de Arenzana y, una vez allí un descampado con leve pendiente descendente hacia el norte que en la red geográfica planetaria estaría situado a 42º23'13" latitud norte y 2º43'74" longitud oeste.

Llegué al lugar, pedí a mi no menos calimochizado compañero de aventuras que me esperara a una prudencial distancia de los gases nocivos que me disponía a emitir y, sin prestar demasiada atención a la pareja que se metía mano en un banco situado tras la parte más baja del descampado, junto a la última calle del pueblo, dejé fluir mi libertad.

Valoración final: Todo lo que vino después, el placentero viaje de regreso a casa con las tripas remansadas como el agua de un charco, la algarabía de la multitud al ingresar en mi puesto laboral la tarde siguiente, y el nacimiento del mito del tipo que jiñó en una hormigonera, me llevan a otorgar a este mágico lugar la puntuación más alta que se ha dado en este blog hasta el momento. Por comodidad, entorno natural y, sobre todo, oportunismo, un 11 para la hormigonera.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cuentos de la masa engañada

La Presidenta

En un reino muy lejano, en cuya costa el cemento era más habitual que la arena, una joven llamada Belén Esteban, que no sabía ni leer ni escribir decidió presentarse a las elecciones -o, más bien, los jefes de una empresa de demoscopia decidieron hacer un sondeo electoral e incluirla entre los posibles candidatos-.

La chica, que había emergido desde un barrio humilde para convertirse en la Princesa del pueblo, obtuvo (aprovechando que en esa semana electoral regalaban opio en el Eroski) los votos suficientes de la ciudadanía para convertirse en la tercera fuerza política de España, y tras pactar con los nacionalistas catalanes, la izquierda abertzale, los Tuk de Bolsón Cerrado, los independentistas de ultraderecha de Teruel, y Esquerra Republicana de Cidamón, llegó a ser la primera Presidenta del Gobierno.

Y como la nueva presidenta era decididamente retrasada mental, no tuvo otra opción que dejar los asuntos de Obras Públicas en manos de ingerieros, los de Hacienda en las de economistas, los de Sanidad en las de médicos, y así sucesivamente.

Al no haber ya capullos con ansias de hacerse notar y nulos conocimientos para ser recordados por algo que no fuera su profunda ineptitud, las cosas comenzaron a ir bien, guiadas por gente que había estudiado para realizar esas tareas, y no por políticos que buscaran el ascenso, la demagogia y la corrupción como método fácil para llenarse los bolsillos. Y de esta forma, gracias a la aparición en el Congreso de una analfabeta funcional con la cara de plástico, todos fueron perdices y comieron perdices. ¿Me entiendes?

El hijoputa

Érase una vez un hombretón. Cuando las campanas marcaron la medianoche del día de la huelga general, el hombretón se enfundó su chaleco de Comisiones Obreras y salió a la calle a defender los derechos del proletariado.

En estas, se acercó hasta una terraza y comenzó a proferir gritos para que el dueño cerrase el local. No contento con eso, extrajo de su bolsillo un silbato y comenzó a hacer mucho ruido. Como los clientes aguantaban, estoicos, sentados en sus sillas de mimbre tomándose una caña, se acercó a uno de ellos, que tendría unos veinte años más que él, y empezó a tocar el silbato a siete milímetros de su oído.

El cliente, asqueado, apartó el silbato de sus tímpanos, retirando con su brazo la mano del hombretón. Éste, que debía ser la persona más valiente de todos los tiempos, se vió herido en su orgullo porque el cliente había apartado el estúpido silbato que estaba dejándole sordo, así que, cuando el cliente se volvió de nuevo hacia su caña, tuvo que darle un puñetazo en la nuca.

El cliente, molestado, vejado y golpeado, se fue de la terraza, y el hombretón se sintió muy orgulloso de haber logrado espantar a los clientes y lograr así que la cafetería respaldara la huelga general.

Lástima que, un minuto después y ya fuera de cámaras, un camión cargado con doce toneladas de mierda de vaca le atropellara accidentalmente ocho veces seguidas, con tan mala suerte que, a la séptima, la carga se volcó sobre el hombretón, ingiriendo éste dos kilos de boñiga vacuna caliente y muriendo atragantado.

Dos tontas muy tontas (pero menos que tú o yo)

Érase que se era una una jovencita llamada Trini, que quería casarse con un príncipe y vivir en un palacio. Como no tenía la sangre azul, sino rojeras-desteñida-progre-sociata, pensó en conformarse con el asiento de presidenta de la capital del Reino. Pero, como a parte de no tener sangre azul, era una inepta más falsa que un duro de madera, nadie la quiso tampoco para presidenta.

Trini tenía una amiga llamada Leire, que era muy fea y repelente, pero que había aprendido bien de su madrastra el arte de meter la mano en la caja y medrar, medrar y medrar a base de demagogia y unas buenas rodilleras.

A Leire se le quedaba pequeño el pueblo, y un día decidió acudir a la ciudad para cantar las alabanzas del líder, y allí había conocido a Trini. Asentadas ambas cerca del poderoso líder, Leire acompañó a Trini a comprar unas rodilleras último modelo y, por primera vez en su vida, se lavó el pelo y se peinó.

Después de eso, visitaron al poderoso líder, merendaron gratis cuajada caliente y obtuvieron todo lo que deseaban: Trini fue ministra de Exteriores, y Leire de Sanidad.

Moraleja 1: si no vales ni para Madrid, ¡pues te mandamos al ancho mundo! Moraleja 2: por mucho asco que des, siempre puedes llegar a ser ministra si te lavas el pelo, te callas, y usas la boca para otras cosas. Y moraleja 3: yo no me pongo enfermo nunca más, por mis cojones.

viernes, 15 de octubre de 2010

El idiota del mes: un nazi serbio.

Continuando con la serie 'Idiotas por el mundo', que en capítulos anteriores ha elevado al estrellato desde este gástrico blog a ineptos como Perro Sánz, Chemari Aznar , Joan Laporta, la Duquesa de Alba o Belén Esteban, hoy les presentamos a nuestro primer protagonista balcánico: el amigo Ivan Bogdanov, idiota oficial del mes de octubre.

Este angelito se erigió en el director de la orquesta de ultras serbios que destrozaron el centro de Génova, apedrearon el autobús de su propia selección, amenazaron a su portero por haberse pasado -previo paso por el Sporting portugués- del Estrella Roja al Partizán, cortaron la red que protegía al sector de los aficionados italianos (o sea, todo el resto del campo), pospusieron media hora el inicio del partido, y obligaron a su suspensión cuando una bengala cayó junto al portero Viviano, que le dijo al árbitro, en italiano, que iba a seguir jugando su puta madre.

¿Qué motiva a alguien a meterse mil doscientos kilómetros de autobús (si es que no les dieron el rodeo de todos los tiempos por Hungría y Austria, para evitar que atravesaran Croacia, donde no deben quererles demasiado) con el único objetivo de demostrar que tienes menos coeficiente intelectual que una mierda de camello? Vaya usted a saber. Son cosas que suceden cuando se mezclan nacionalismo, estupidez y deporte -disculpen la redundancia con las dos primeras, que van siempre unidas-, especialmente el fútbol, como el espectáculo de masas más popular del planeta.

Entre medias de todo lo anterior, Ivan le pegó fuego a una bandera albanesa encaramado a lo más alto de la verja de metacrilato tras la que se encontraban los ultras serbios.

Y es por eso, y no por todo lo demás, por lo que el amigo Ivan ha sido galardonado con esta bílica distinción. No por comerse el viaje antes mencionado, ni por sus patentes taras mentales demostradas sobre la valla del Luigi Ferraris, no. El culmen de su mongolismo llegó cuando decidió, tras taparse la cara con un pasamontañas antes de encaramarse al vallado, dejar al descubierto sus brazos plagados de tatuajes. Imposible que nadie reconozca a un animal de dos metros y ciento y pico kilos con los brazos tatuados. Bien por Will, amigo Ivan.

Ocurrió, como imagino que ya sabrán, el día en que aquí celebrábamos el Día de la Hispanidad. Ya saben, esta fiesta en la que unos tipos elogian la unidad e indivisibilidad de la Patria insultando, despreciando y queriendo excluir a todos aquellos compatriotas suyos que no piensan como ellos. (Moooc: error. Frase mal construída, ya que esos tipos, nostálgicos del pollo en la bandera, raramente piensan.)

Pues bien, aquí estábamos en las cosas típicas que hacemos los españoles: fascismo, estupidez, hipocresía e hijoputismo a partes iguales, cuando mientras tanto, en Marasi, Génova, Italia (patria supuesta y nunca confirmada del payo Colón, culpable de que aquí nuestra fiesta nacional caiga en el día del Pilar) eran los mil quinientos tipos más lerdos de Serbia los que amenizaban el guateque. Hablando de un país como es Serbia, no está nada mal estar en la cúspide de la pirámide de la idiotez.

Serbia. Veamos. Generalizar es malo, siempre hay excepciones. Y más aún si la generalización incluye, no a una profesión o franja de edad -"los funcionarios son unos vagos" o "los jóvenes son unos drogadictos"-, sino a todo un país. Pero en este blog somos mucho del odio por el odio, la rajada fácil y el jiñote sobre los muertos más frescos, así que no sólo nos lanzaremos alegremente a generalizar sobre los serbios, sino que volveremos tres líneas atrás para confirmar que sí, que los funcionarios son más vagos que la chaqueta de un caminero, y que a los jóvenes les gusta la droga más que los niños a un obispo en Boston.

Si los Estados Unidos vienen ejerciendo de gendarme mundial, sin que nadie les haya dado el cargo, durante los dos últimos siglos, los serbios llevan desde mediados del diecinueve siendo los macarras de Europa. Y no unos macarras cualesquiera, no; son el beluga del macarrismo. Simplemente tecleando 'Primera Guerra Mundial' en whiskipedia, originada por el asesinato del heredero al trono austrohúngaro, preparado por la Mano Negra, primera organización terrorista del mundo -serbia, cómo no-, se puede pasar un buen rato, enlazando palante y patrás, y disfrutando de la orgía prepetua de violencia que, desde sus guerras independentistas con el Imperio Otomano hasta los genocidios en Bosnia, llevan celebrando allí ciento cincuenta años.

Y en avispero que son los Balcanes, donde Serbia es la que más muerde, Ivan y sus amigos son los de mandíbulas más poderosas. Pertenecen a un grupo llamado Delije, ultras del Estrella Roja de Belgrado, que durante la guerra de Bosnia fue vivero de captación de los famosos Tigres de Arkán, un grupo paramilitar selectamente formado por lo más hijo de puta de cada casa que perpetró, entre otras hazañas, el genocidio de ocho mil varones musulmanes -todos los que encontraron entre los trece y los setenta- en Srebrenica, ante la cobarde cara de póker de los cascos azules holandeses.

De ahí vienen los ultras que ayer convirtieron Marasi en el infierno. Culpar al fútbol sería lo fácil; pero generalizar y culpar a Serbia me parece más fácil aún, y más acertado.

Dicen que, en realidad, lo que pretenden los ultras serbios es dar aposta una imagen incivilizada que les cierre las puertas de la Unión Europea. Huelga decir que, si a los intereses económicos de quienes mandan en Europa (sean quienes sean, no me vayan a pedir que los conozca, que voy por la calle con chándal y botas de monte) les interesa que entren, entraran aunque los ultras se hagan un Interraíl violando monjas de clausura.

Ahí están los culpables, y no en el puto fútbol, hospicio habitual, por otra parte, de lo más tonto y tarado de cualquier sociedad. Así son los chicos del Delije: actores principales de una guerra que desmembró Yugoslavia; bandas violentas en su propio país; uno de ellos, tan idiota como para ponerse un pasamontañas y dejar al descubierto una docena de tatuajes en los brazos.

Todo eso, junto con el carácter hipernacionalista que emite la población serbia en su conjunto, podría valernos para catalogar a todos los habitantes del país como unos hijos de puta genocidas sin escrúpulos, francotiradores de vocación todos ellos. Pero no. Esas cosas se las dejamos a los mayores, gente como Arturo Pérez-Reverte, que ha formado esa opinión viendo niños muertos en las calles de Sarajevo; mucho más válidas que las mías, basadas en que un país que elige a Clemente para que lleve a su selección no puede ser bueno. (Fíjense en nosotros, sin ir más lejos.)

lunes, 11 de octubre de 2010

Sucesos

Había una vez un veinteañero en la calle con un perro. Un perro que era perra, y un veinteañero que en ese momento podía no estar en la calle, sino dentro de su coche al ritmo del pumba-pumba, pero habíalos una vez.

La cosa es que al chaval lo podríamos catalogar como perteneciente a esa raza de infraseres a los que en el argot suele llamarse canis: el típico mozalbete con gorra, chándal, piercings y un canuto en la boca, que se cree más español con el chándal del Madrid (Reno Renardo dixit). Un idiota en toda regla, vamos.

Y no tuvo otra idea el cabezacenicero éste, que comprarse un perro. Y, cómo no, tiro a lo duro. Hardcore canino. Una rotweiler como Dios manda. Con sus dos hermosas hileras de maxilares sostenidas por una mandíbula que tiene la misma fuerza de presión que un compactador de basuras, más o menos. Para más cojones, hembra.

Aquí surge mi segunda duda de esta gris mañana de otoño (la primera ha sido si esta semana me tocaba cambiarme los calzoncillos): si necesitas superar un test psicoténico hasta para poder conducir un ciclomotor de cincuenta centímetros cúbicos, ¿cómo pueden permitir que cualquiera se compre un perro? Un perro de raza potencialmente peligrosa, como era el caso, requiere de un dueño que sepa controlarlo, pero aunque el animal sea un bicho pacífico y mansote, un setter, por ejemplo, sigue siendo un ser vivo, que tiene sentimientos, y que no merece estar bajo el sometimiento de un subnormal al que se le negaría la potestad de hacerse legalmente con una puta vespino.

Bueno, pues iba el cani con la perra por la calle, y como tenía más cojones que nadie, la llevaba suelta, paseando por el barrio logroñés de Valdegastea (invasiones bárbaras a la inversa: los germanos bajaron desde el norte y acabaron con el imperio Romano; los canis vienen desde el sur y acabarán con la Humanidad).

En este momento de nuestra historia, al deficiente dueño de la perra -que respondía al nombre de Mia y estaba embarazada, para más señas-, que ya había recibido denuncias por su reiterada actitud de pasear suelto al animal, se le acerca un señor.

Resulta que el señor, que no sé si catalogar como anciano o no, pues desconozco su edad, pero que tenía un nieto, por lo que le bautizaremos como El Abuelo, insta a El Cani -anteriormente mencionado aquí como Cabezacenicero, o El Idiota- a que ate a la perra. Como era de esperar, las dos neuronas del dueño de la perra no son capaces de establecer conexión para determinar, en mutua y fraternal reflexión, la conveniencia de llevar atado al can.

La cosa se repite. El abuelo que pasea con el nieto, temeroso ante la integridad de éste, instando al otro a usar la correa; y el homínido bakaladero, pasando del tema, concentrado en la sesión de Máxima FM que años de speed a mansalva le han grabado gratuítamente dentro del cráneo.

Quién sabe si preocupado por la seguridad de su nieto, o por la suya propia; quién sabe si asqueado ante la inutilidad de las reiteradas denuncias, el abuelo agarra al nieto y se sube para casa. Pero, en lugar de quedarse en el salón viendo El Programa de Ano Rosa, al abuelo, que es cazador, deja al nieto al cuidado de Bob Esponja y se baja a la calle con una escopeta.

Uy, uy, uy, que la va a liar el viejo... Que la gente no baja con escopeta a la calle... Para mí que este tío no va a comprar el pan... Pues va a ser que no. El viejo ya tenía dos baguettes en la cocina, así que busca al simio (discúlpenme los chimpancés) de la rotweiler y, ni corto ni perezoso, le pega un tiro a bocajarro. A la perra, se entiende.

Eso se llama tomarse la justicia por la mano, y es lo que acaba pasando cuando quienes tienen que ejercerla están más ocupados tocándose los huevos o pidiendo patinetes para hacer las rondas por la ciudad sin dar un paso.

Después, juicio rápido, multa de 72 euros e indemnización de 400, con lo que el vecindario ha ganado en seguridad y el idiota en capacidad de compra de sustancias inhalables.

En Bilis, donde la ineficacia del sistema hispano (judicial, en este caso) es es un tema tan recurrente como el antimadridismo, el retraso mental de nuestro Presidente o la adicción del Jefe del Estado a cualquier vicio caro que podamos pagarle, deberíamos estar contentos al ver que alguien se toma las cosas a la tremenda y hace justicia sin necesitar a la Justicia.

Pero no. Ahora un viejo tiene antecedentes. Ahora un idiota tiene sesenta y tantas mil pelas para comprarse lo que quiera: un subwoofer, medio litro de éxtasis, u otro perro tan peligroso como el anterior que llevará, más que probablemente, de la misma manera. Y ahora, la pobre perra, de cuya peligrosidad ella no tiene la culpa, pues se encuentra en su naturaleza, está muerta.

Aportamos sugerencia para la próxima vez, que probablemente la haya: una vez puesto el abuelete a tomarse la justicia por su mano, el tiro a bocajarro le hubiera venido mejor al imbécil del dueño. En toda la boca.

domingo, 3 de octubre de 2010

Pobre hombre

La dosis bílica de hoy proviene de un correo que circula por internet contando la triste historia de un hombre duramente afectado por la crisis. Así que hoy me hago eco de él, y les hablaré de ese hombre, al que para más inri conozco de vista, que no lo está pasando nada bien por culpa de los especuladores que provocaron esta crisis y todos los políticos que no han sabido solucionarla.

El hombre en cuestión tiene setenta años, pero sigue realizando las mismas labores que cuando tenía cuarenta o cincuenta. Pero no sólo su vejez escapa de lo habitual, en su juventud, y por ser hijo y nieto de exiliados, tuvo que vivir fuera de España hasta los veintisiete. Sólo en los últimos años de la dictadura franquista pudo volver a su país. Ya asentado en España, le llegó la muerte de su padre, al que no sabían siquiera dónde enterrar.

Su madre, que sobrevivió a su padre, estuvo postrada muchos años en silla de ruedas, hasta que partió en busca de su esposo, hace ya unos años. Desde entonces, nuestro hombre, ya sin padres a los que cuidar, sólo tiene ojos para su familia.

Su mujer es inmigrante, y tiene tres hijos -dos chicas y un chico- con ella. De los tres sólo una trabaja, la del medio... pero no cobra nada. De esa forma, todos, incluídos los nietos, viven de su asignación. Ya ven que la vida de nuestro amigo, metido de lleno en la tercera edad, no es para nada plácida y tranquila, como se le supone a alguien de su edad. Y les juro que, en este marco de sandeces que es Bilis, todo cuanto les cuento hoy es rigurosamente cierto, tal es la tristeza del caso de este señor.

Conozcamos a sus hijos. La hija mayor se acaba de divorciar. El yerno -o ex-yerno, mejor dicho- se daba a las drogas, al alcohol, a las putas y a no sé cuántas cosas más. Así, la pobre hija mayor se ha quedado sola a cargo de sus dos hijos, y con poquitas posibilidades de encontrar otro hombre que la quiera, pues ya no es joven y nunca ha sido especialmente agraciada. (Otra punta más en el camino de esta familia; además de todas las dificultades mencionadas, son bastante feos, todo hay que decirlo.)

El pequeño, que es el chico, como decíamos, aún no se ha ido de casa, pero ya se ha casado... con una divorciada, a la que ha llevado a vivir con ellos. La chica, que antes tenía buen aspecto y un gran puesto de trabajo, dejó su curro nada más concretarse la fecha de la boda, y no tiene intención de volver a él. Además, cada día parece más enfermiza. Puede que tenga bulimia. Afortunadamente no traía hijos de su matrimonio anterior, pero a las dos niñas que han tenido juntos también las tiene nuestro protagonista que mantener de su dinero y alojar bajo su techo.

Por si faltaba algo, este año nuestro protagonista ha tenido problemas graves de salud. En primavera tuvieron que extirparle el treinta por ciento de uno de sus pulmones, y entre la penosa recuperación y las desastrosas consecuencias de la crisis, ha tenido que pasarse el verano encerrado en casa, sin poder siquiera salir de vacaciones, que era una de las cosas que más reconfortaba en otras épocas a su corazón, carcomido, como vemos, por no pocos ni leves problemas.

Es más, con la tan manida crisis este año apenas pudo disfrutar de la victoria española en el Mundial, a pesar de que siempre le ha encantado el deporte y que incluso, en medio de tantas dificultades, cuando se encontraba bien de salud él mismo solía practicarlo. Pero nuestro hombre no se dejó amedrentar por todas estas circunstancias adversas, barros procedentes de lodos de años de nula planificación, corrupción, especulación inmobiliaria y malos gobiernos.

De esta forma, y para darse una alegría en medio de tanta desgracia, muestra del talante de este respetable ciudadano, que intenta siempre mostrarse alegre allá donde va -a veces lo hace de manera exagerada, lo que puede dar una imagen algo tontuela de su persona, pero él es así, llano y campechano-, nuestro protagonista acudió al homenaje a los triunfadores de Sudáfrica, como tantos otros cientos de miles de españoles que recibieron a la selección en las calles de Madrid.

Esta es la historia, a grandes rasgos, de un señor de la tercera edad que tiene que arreglárselas cada día para sobrevivir y sacar adelante a su familia en medio de esta España difícil que le ha tocado vivir. Se llama, quizás ya lo hayan adivinado, Juan Carlos de Borbón, y es un pobre hombre.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga decir más

Hoy tenemos huelga general, y servidor ha salido a correr, por ver cómo estaba el patio. No se crean que esto es moco de pavo, pues estamos hablando de mí, un personajillo de vagancia tal que es capaz de comer con pan bimbo por no bajar a la panadería a comprarme una barra.

Partimos de la base de que servidor, que lo odia todo o casi todo, no hace ninguna excepción en el caso de los sindicatos. Al menos, de los sindicatos mayoritarios, que no son sino una bonita mascarada que los políticos -en especial el PSOE- aprovechan para simular un diálogo social que, por definición, es siempre un monólogo por parte de los que mandan. Que no es el Gobierno, precisamente, sino los empresarios que pagan los donativos que sustentan a los partidos políticos.

Así pues, me permitirán que me alegre después de haber visto que la huelga ha tenido el mismo seguimiento, punto arriba, punto abajo, que una partida de julepe televisada por Jose Ángel de la Casa. La gente está jodida con la crisis, a la gente no le parece bien la nueva Ley que instaura el despido libre (inciso: serás hijo de la gran puta y caradura, ZP, para atreverte a levantar el puño en tu mierda de mítines socialistas, y luego vender a todos los trabajadores, abandonándolos completamente ante la codiciosa arbitrariedad del empresario), pero la gente ha decidido mayoritariamente ignorar la huelga. Cosa que me encanta.

¡Ya basta de abrir la boca cuando se nos mean en ella, coño! Que no van a dejar de mear porque seamos buenos y nos traguemos el primer pis de cada día.

O sea, que a vosotros, sindicatos, camaradas Méndez y Toxo, que os habéis pasado los años más duros de la crisis untándoos los traseros de mantequilla, prestos a recibir remos por el orto en La Moncloa a cambio de fotos de consenso y más trinque por parte de vuestros compadres del puño y la rosa; a vosotros, digo, ¿hemos de seguiros ahora como corderitos? Va a ser que no, camaradas.

Y el día que haya unas nuevas elecciones, ¿qué váis a hacer todos estos que hoy enarbolais puños en alto al son que tocan esos mismos que os han mantenido dormiditos y sin dar guerra durante tantos años? ¿Votaréis a la ultraderecha para castigar a esta derecha contra la que ahora protestáis, y cuyas promesas creísteis, incautos, hace dos y seis años? Así se arreglan las cosas en este país: votando y callando hasta que el tipejo contra el que vas a protestar te lo ordene. Siempre a la sombra de chupópteros, politicuchos y sindicalistas de foto y pasteleo.

Lo de los piquetes es caso aparte, pues representan la parte más humilde y engañada de todo esto -o no, vete a saber, que muchos se ganarán hoy, poniéndo silicona en cerraduras, los votos para seguir siendo representante sindical en su empresa de mierda, lo que les dará media docena de horas al mes para tocarse las narices, sin importarles un pijo las condiciones laborales, como llevan haciendo toda la vida, desde que descubrieron el chollo-. Y ahí están los piquetes, presionando a otros pobres obreros como si ellos y no el Gobierno, o sus propios dirigentes sinciales de arriba, fueran los culpables de la crisis.

En fin, que toca hoy montar el cristo, como si todo esto viniera de ayer, viva la capacidad de reacción, tras dos años (qué digo dos, ¡seis!) de alfombras y sonrisas, poniendo buena cara a todo lo que hacía el Gobierno. Convocar una huelga hoy, con la reforma ya aprobada, es tan carente de sentido como ponerse un condón en día que nace tu hijo. Antes, melón, ¡esas cosas se hacen antes! Sois tontos hasta para eso.

Los currelas queman una estación, digamos que es un día feo y gris; todo hace suponer que acabarán pegaos a la pared. Mención especial merecen hoy, en este día de grandiosa lucha social española en pos de los derechos del proletariado -estoy por morirme de la risa ahora mismo después de esta última frase-, los mineros de las cuencas leonesas, que esperan a la resolución acerca de la continuidad de sus ayudas al carbón, merced a las cuales el sinvergüenza que les adeuda la paga desde verano, podrá recibir de las arcas públicas las perras para pagar a sus empleados. Todo muy lógico, claro que sí. A esto, me perdonarán, yo lo llamaría comunismo. Comunismo imbécil, para más señas.

Desde Bilis, un aplauso y una pequeña observación: está bien encerrarse en la mina, está de puta madre prender fuego a cosas, y está mejor aún hacerse un bazoka con unos tubos de acero y jugar a los antidisturbios contra la Policía -a los mineros poco se acercan a calentarles las costillas en estos casos, como harían en una protesta de agricultores, costureras o jugadores de pádel; cagones, mierdecillas, eso es lo que sios, abusones-; pero cuando se corta una carretera y le jodes la mañana a un tipo que lleva un camión de leche y va a tener que currar siete horas más de las que debería porque al hijo de puta de su jefe se la suda que haya estado parado media mañana en pleno Bierzo, quizás deberían plantearse -es sólo una pequeña ocurrencia, lejos de mí atreverme a querer saber más que unos tipos que mantienen a raya a la madera con armas caseras- el plantarse en casa del desgraciado dueño de la mina que les debe tres mensualidades y pegarle fuego al chiringuito, o algo igualmente divertido.

Y, bueno, así es el día, más o menos, en una huelga general española. Después, unos hablarán del noventa por ciento de seguimiento con la misma naturalidad que otros hablan del nueve; los vascos y catalanes dirán que allí nadie ha seguido nada porque patatín y patatán, opresión, democracia...; y por la noche, muchos de los que no han secundado la huelga no por razones ideológicas, sino por no perder un día de sueldo, acabarán gastándoselo en una entrada para ver en Mestalla al Manchester United. España es asín.

Para acabar, y ya puestos a autobiografiarme, les contaré que también entreno a un equipo infantil de fútbol, en el que aplico todos los dogmas que Bilis proclama con intermitente frecuencia ante ustedes: mala baba, ansias de matar y hacer las cosas como Dios (Iniesta) manda. De ahí se deduce mi gusto porque los pequeños demonios se la pasen a otro que vaya vestido de rojo como ellos, toquen y toquen y toquen, hasta que, llegado el momento adecuado -aguantar el 0-0 en el minuto dos es tan bueno como otro cualquiera- llegue el momento de defender con cinco, sacar las segadoras a paseo y colar cada pelota por encima de los chopos.

Bueno, todo esto viene a que, ayer, tuve la siguiente conversación con uno de esos satanases.

-¿Vas a trabajar mañana?
-No.
-¡Eres anarquista! (Risas de los niños)
-No, soy un parado.

Muy lamentable. Por eso me cago en Zapatero, que no me da la opción de que me manden a la puta calle por culpa de su mierda de reforma laboral, porque llevo en el paro desde que ésta sólo existía en la mente maligna del pseudosociata de las cejas; y me cago en los putos sindicatos, que convocan la primera huelga general de mi vida laboral cuando soy cliente asiduo del Inem, impidiéndome ir a trabajar y demostrar así que me paso sus huelgas inútiles, fruto de su hartazgo tras dos años de comer pene de gobierno, por el forro de mis cojones.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Ciervos, corzos y gacelas

1.-Tu Rey es un borracho; tu actual Presidente del gobierno es un capullo integral, y el de antes era un fascista asesino; en cada despacho tienes a un tipo dispuesto a atracarte; el anterior capitán de tu adorado equipo nacional de fútbol tenía una pierna de madera y la otra de hormigón... ¿y aún tienes el valor de cantar orgulloso que eres español? Panoli.

2.- La solución para acabar con el paro es el despido libre.

3.- Y la solución para acabar con la pederastia es violar niños.

4.- Una de matemáticas: de la misma manera que en la suma de los cuadrados del seno y el coseno de un ángulo, el cociente intelectual de todos los simios presentes en el plató de Sálvame también suma siempre uno.

5.- Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospádel -jajaja, humor sin pretenderlo, cosas de la completa falta de conocimientos mecanográficos- pueden parecer dos políticas de ultraderecha, pero en realidad son dos pedazo de putas.

6.- Sólo puede quedar uno: En una pelea a muerte entre los Ultras Sur, Herri Norte, el Frente Atlético, los Yomus, Indar Gorri, los Boixos Nois y todos los presentadores de Intereconomía, ganaría la Humanidad.

7.- De sus leyes en política migratoria y simbología religiosa, se deduce que el mayor enemigo del Estado francés sería una gitana negra, con burka, viviendo en un campamento ilegal en un barrio de las afueras que se paseara por un parking con un mechero en la mano.

8.- Palabros. Tunning: relación matemática basada en el arte contemporáneo que sirve para expresar que el grado de modificación de un vehículo es inversamente proporcional a la capacidad cerebral del dueño del mismo.

9.- Más mates, hoy estamos que lo tiramos. Regla de tres marianil: si lo del Prestige eran unos pequeños hilillos de plastilina, lo de BP en el golfo de México debe ser la colección completa de productos Play Doh.

10.- ¿Qué le dice Marichalar a un coprófago? Lo que tú haces con la caca, yo lo hago con la coca.

11.- Dada la esfericidad de nuestro planeta, cuando un musulmán se orienta hacia La Meca para rezar -y debido a que, como todo el mundo sabe, las oraciones se propagan en línea recta-, en realidad está trazando una tangente a la Tierra desde su habitación, que se aleja de su destino con rumbo al espacio exterior. A cinco rezos diarios, podemos decir que en la Vía Láctea hay más plegarias a Alá que asteroides.

12.- Noventa y nueve de cada cien políticos merecen una hostia en la boca. El centésimo se murió la semana pasada.

13.- La izquierda abertzale plantea expandir el metro de Bilbao con nuevas líneas hasta Tudela, Biarriz, Sangüesa y Labastida, para expulsar definitivamente a los opresores de toda Euskal Herria. Taxistas kanpora!

14.- Si Belén Esteban está viva y ha tenido descendencia, Darwin son los padres.

15.- ¿Que pasaría si dentro de mil años nuestro campechano monarca el Juancar de Borbón se viera en la misma situación que Henry Kissinger y Richard Nixon en Futurama, charlando mientras su cabeza flota en un bote de líquido amniótico? Fácil. Se lo bebería.

16.- Tras el éxito de Águila roja, una serie en la que un maestro de escuela castellano viaja a China en el siglo dieciséis para ser samurai y así vengarse en plan matrix de los inquisidores que mataron a su esposa, TVE ya prepara otra gran serie fantástica: tratará sobre un futbolista con una pierna de madera que, cansado de ganarlo todo con la Selección española, emigra a Gelsenkirchen para hacer campeón al Schalke 04. Mono blanco, se llamará.

17.- Tras dejar de ser -en este u otro orden- español, obrero, socialista y partido, el PSOE concurrirá a las próximas elecciones bajo las siglas CO: Conjunto Vacío.

18.- ETA renuncia a las acciones ofensivas. ¿Tendrán a Clemente en el banquillo?

19.- Abundando en el punto 16; está claro que las series de la televisión pública no resultan creíbles, pero si a TVE se le dió bien su primera andadura en la ciencia-ficción con Ana y los siete, donde la Obregón no solo perjuraba ser la autora de los guiones, sino que también era capaz de hacer sumas elementales sin llevadas, ¿para qué cambiar el estilo?

20.- Auxiliares: 'Cagüendios' es al idioma riojano lo que 'do' al inglés o la alianza de civilizaciones a Zapatero: no significan nada, pero hay que usarlos mucho.

Y 21.- Todo lo anteriormente expuesto es tan empíricamente demostrable como mi odio hacia todos los mencionados. Bueno, no; Raúl, más que odio, produce pena.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Un maño

Ni tú, ni yo, ni el otro la llegaremos a ver, pero habrá que empujarla para que pueda ser.

Había una vez un hombre que cantaba al cierzo, a su tierra, a la gente corriente y, ante todo, a la libertad.

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga libertad.

Hermano aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.

Haremos el camino
en un mismo trazado
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.

Sonarán las campanas
desde los campanarios
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.

Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible.
Para empujar la historia
hacia la libertad.

También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver,
pero habrá que empujarla
para que pueda ser.

Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad.
Y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.

Un hombre que intentó ensalzar todo lo bueno que tenía su tierra sin por ello despreciar a otras tierras y otras gentes, lúcido para amar lo suyo sin caer en el ridículo disparate del nacionalismo.

Un hombre que consiguió la palabra allí donde la gente como él, hombres normales con preocupaciones normales, jamás tiene voz; y la uso para mandar a tomar por el culo a todos esos mangantes que viven de sorber la sangre a tantos y tantos hombres normales como él fue.

Un hombre con una mochila, un alma de pueblo hecha canción y un par de cojones. Un buen tipo, creo. Ayer murió. Ya no está Jose Antonio Labordeta, pero en su nombre, en el nombre de la libertad, la gente corriente, y los tipos con mochila que caminan por los pueblos comiéndoles el embutido a las viejas, yo me cago en los muertos de todos los que compartisteis hemiciclo con él. Ojalá hubierais sido vosotros, cabrones.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Soneto a tus vísceras

Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.


De Baldomero Frenández Moreno
(Buenos Aires, 1886-1950).
Ésto es una canción de amor, y lo
que suena en Los Cuarenta es pura hez.