martes, 30 de noviembre de 2010

Mira quién baila

1.- Volvió Mira quién baila. Esta vez no lo presentaba la Igartiburu, sino Robinson y Carlos Martínez. Tampoco lo grabaron en un plató, sino en el Camp Nou, y el papel de Salinas o la Esteban lo interpretaron -muy cojonudamente, por cierto- Marcelo y Carvalho, gran pareja cómico festiva donde las haya. La valentía de una ancianita de ochenta años, y la velocidad de una de noventa.

La verbena alcanzó momentos de tal magnitud que a Sami Khedira (el único futbolista que puede ser contratado para acabar con una plaga de insectos mientras hace footing; en cuanto haga un poco de calor, va a acabar cada partido con quince moscas pegadas al paladar) comenzó a salirle un sarpullido en el hombro izquierdo que se parecía peligrosamente a una senyera. Se lo juro por los cuatro escaños de Laporta.

El único que no bailó fue Benzema. Si a este chico le cosieran unos bolsillos en la pantaloneta blanca, jugaría con las manos dentro.


2.- Hay pocas cosas peores que creérse el ombligo del mundo y que, en la primera ocasión en que juegas con gente que sabe de qué va esto te demuestren taxativamente que tu sitio está un poco mas abajo, y más bien en la parte de la espalda.

Una de esas cosas peores es no saber perder.

Sergio Ramos demostró -una vez más- que tiene el mismo cerebro que la bota derecha de Xavi (estando la bota guardada en un armario y su propietario tomándose un cubata en el bar). Cuando la neurona que le indica qué gafas son más horrendas ("compra quillo" resuena en su cráneo; "illo, illo, illoooo", responde éste), cortocircuitó con la que controla los mandos de la ¿música? que pincha en el autobús, la que quedaba libre sintió la primitiva llamada del paleolítico en las Tres Mil Viviendas. Sólo le faltó la chirla.

A su vez, Lass Diarrá demostró -una vez más- que le llega el rabo al tobillo y lo lleva atado a la pantorilla izquierda. Si no, no se explica que se levantara tan campante después del patadón de Ramos.

Hablando de no saber perder, no hubiera estado mal una de aspersores, para demostrar que todo fue un error humano, o que no sólo se puede ser un guarro en la derrota, ¿no creen?


3.- En infantiles, cuando ibas ganado de mucho, el objetivo del partido se reducía a que el más inútil del equipo se sumara a la verbena y marcase su golito. Sé de lo que hablo, porque en el único año en que nos metieron creatina en el colacao, y conseguimos jugar la fase final de la liga riojana de fútbol 7, los que eran realmente buenos de verdad salían al campo dispuestos a reírse un rato a nuestra costa. Y vaya si lo hacían. Aún recuerdo la mítica mañana en que, con 14 goles ya en el saco, un tipo que se llamaba Chisco, que pesaría a sus once años más o menos como Ronaldo hoy en día, tuvo la ocurrencia de hacer el decimoquinto del Calasancio, para gran jolgorio general.

Y todo esto, ¿a qué viene? No sé... ¿les suena de algo un tal Bojan Krkic? Pues eso.


4.- "A ver si nos meten ocho a nosotros". Cristiano Ronaldo dixit, Ése Hombre.

El amigable líder capaz de llorar después de ganar una Champions porque él no había metido su penalty. Buscas compañerismo en el DRAE y, si se pudiera plasmar su oléica efigie sobre papel sin destruir éste, saldría su cara.

Y lo cierto es que, al final, tuvo razón. Y eso no cabe interpretarlo de otra forma que no sea como un total fracaso del Barcelona, que pudiendo meter ocho goles, se conformó con la manita y estuvo media hora marcando el territorio al estilo canino. Esto es, orinando un poco allí, otro poco allá, sobre once arbolillos blancos tan patéticos e inmóviles como falsa era la leyenda que sobre ellos se había construído.

Es lo que tiene tener el cuello como un cachalote y la boca más grande aún, que en cuanto la abres un poquito, van un par de enanos saltarines, y se te mean dentro.

Y 5.- "Me ilumina la sonrisa saber que mi familia y mi gente se encuentra bien...Todo eso...y ver jugar a Iniesta". Juan Malillo, filósofo del balón de cuero, hablando de teología.

A mí me la ilumina el imaginar a Eduardo Inda metiendo la cabeza en su propio culo cada vez que los culés daban treinta pases seguidos. Es lo que tiene ser un tipo simple, que disfrutas con poco: una buena tortilla de patatas, una retrete caliente en una tarde de otoño, o viendo al todopoderoso Imperio Blanco colapsar ante la atenta mirada de todos esos lameculos que llevan elevándolo a los altares tras épicas victorias ante trasatlánticos como el Racing de Santander o el Auxerre.

martes, 23 de noviembre de 2010

Tragar

Los detractores de Bilis acusan a este humilde blog de abundar siempre en los mismos temas. Las fobias del dueño de los dedos que proyectan esta infame basura a sus ojos se repiten una y otra vez, hasta la extenuación. Que si los políticos, que si el Real Madrid, que si caca-culo-pedo-pis, que si la prensa rosa, que si la otra prensa... Sota, caballo, rey.

Famosas son las recientes críticas de la Conferencia Episcopal, el Partido Nacionalsocialista de Cidamón, los productores de pienso compuesto, y la oficina presidencial de Barack Obama, que dio la semana pasada una rueda de prensa para criticar a este humilde blog. Por no hablar de la Real Academia, que cambia ahora varias reglas ortográficas sólo -jajaja- para dejar claro que no sé escribir una vez que el corrector del Word contiene erratas.

¿Y qué hace Bilis en estos casos? ¿Sucumbir quizás? Va a ser que no. ¿Modificar la temática? Jamás. Servidor es un canso, y lo va a demostrar; no sólo manteniendo la temática habitual del lugar, sino yendo más allá, y condensando a todos los mongolos -con perdón para los descendientes de los Khanes- que protagonizan habitualmente estas andanzas bílicas en una misma entrada.

¿Puede existir algo que una al rey Juan Carlos y a Belén Esteban? (Productos importados de Colombia aparte, claro.) Pues sí: el desprecio al público que les da de comer. ¿Y de estos dos, los mayores personajes públicos del país -uno copa las monedas, la otra las pantallas-, con gentuza como Van Bommel o Raúl González Blanco? Pues ídem: todos ellos consideran al público, a la masa, como un mal necesario que utilizar y despreciar a su antojo.

Ya sea enseñando el dedo corazón cuando un grupo de independentistas vascos se caga en los muertos de tus antepasados -gabachos y que nos costaron Menorca y Gibraltar, para que te jodas-; pidiendo respeto e insultando a los que destrozan una familia que ya no es tan solo -jaja, dos- suya; o haciendo cortes de mangas y mandando callar a una grada cuando les han metido un gol.

Todos esos, los vascos de las pancartas, las marujas, y los hinchas de fútbol, son los que os permiten vivir a cuerpo de rey -nunca mejor dicho-. Se lo debéis todo, y no tenéis ningún derecho a la queja. El público es soberano y malvado; pero os da de comer.

Ya sea porque encabezas una institución arcaica, basada fundamentalmente en leyes de hace un par de milenios, que ridículamente seguimos manteniendo a pesar de su demostrada inutilidad; ya sea porque has vendido hasta tu primer giñote matutino; o bien porque cobras millones de euros por salir a dar un paseo por un prado, a la luz de cientos de focos y bajo la mirada de millones de ojos, lo menos que puedes hacer es no protestar.

Si no fueras un mantenido, una retrasada mental que ha prostituido su vida privada, o un endiosado deportista, nadie se interesaría por tí; ni por tu mierda de vida que, por qué no decirlo, no es ni la mitad de divertida y competitiva que la de Pocoyó o la mía, por ejemplo. (Cuéntenme, sacos de fétida hez, las veces que han ido a cazar jabalíes con una red de portería y han acabado metiéndose en el hígado media docena de cartones de vino, mientras uno de sus compañeros azuza a otro que lleva un arco cargado al grito de "dispara, que pongo el pecho duro", y comparamos.)

Ahora, amigo famosete, te debes al público, a sus filias y sus fobias. A la loca deriva de la masa, capaz de beatificarte y crucificarte ochenta veces en el mismo día. Has perdido tu impagable condición de persona anónima, y no puedes exigir recuperarla cuando te da la gana, para volver a vender las interioridades de tu vida cuando te apetezca comprarte un coche nuevo, o cuando un repunte en el precio de la farlopa te haga ver que necesitas incrementar tu saldo para llegar en tu línea al viernes de madrugada.

Asi que, ya sabéis. A tragar. Que sabe a requesón.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sáhara III: la puta España

Así que esto acabará cuando al rey de Marruecos le dé la gana que acabe.

Y luego se irá a tomarse unos tés morunos con su primo el Juancar, con el que le une tan grande amistad que nuestro campechano Jefe de Estado es incapaz de abrir la boca, no ya cuando muere asesinado un súbdito suyo -total, un pobre menos, aún hay cuarenta y seis millones que me mantengan, pensará-, sino ni siquiera cuando el rey moro atenta contra la unidad territorial de España.

Ay, Mohamed, si fueras de Hernani la de hostias que te habían dado ya en comisaría...

Pero él no. Él puede reclamar Ceuta y Melilla, puede invadir Perejil y, sobre todo, puede masacrar a los saharahuis, que legalmente aún tienen el estatus internacional de colonia española, no se nos olvide.

Obviamente, el territorio que hoy es Marruecos ya estaba ahí cuando los portugueses se quedaron con Ceuta y los castellanos con Melilla, pero Marruecos no existía como Estado, por lo que su reivindicación sobre estas dos ciudades es tan absurda como lo sería que España reclamara anexionarse Andorra, que existe como principado independiente desde mucho antes de que España fuera un país.

Viendo esta ridícula reclamación, no es de extrañar que Marruecos pretenda como suyo también el Sáhara Occidental, un territorio que jamás controló nunca antes de la ocupación colonial española.

Pero con el poder de la fuerza en sus manos, y el Gobierno y el Jefe del Estado españoles riéndole las gracias, Mohamed VI puede pedir Ceuta, marcarse un safari tiroteando saharauis, y lo que le salga de la chilaba.

Aunque no són sólo la Casa Real y los socialistas los que han quedado en evidencia tras el ataque a El Aaiún, porque la demagogia se hizo carne, y habitó entre nosotros. Y no bastando con el primer millón de meteduras de pata, acometió la millonésimo primera. Y don Mariano Rajoy soltó, por esa boquita suya que expulsa más salivilla que palabras cada vez que la abre, que "Zapatero se calla diciendo defender los intereses de España", pero que "En realidad lo que hace es abdicar de sus responsabilidades como presidente del Gobierno. No puede decir que se calla y que no defiende la libertad, la democracia y los derechos humanos, porque esos también son los intereses de España".

Y para que todo quedara mucho más bonito, como dicho en un bucólico prado ante la mirada absorta de media docena de pastorcillas envueltas en rosados canesús, concluyó: "Para mí, los derechos humanos son intereses de España, y también lo son la libertad, la democracia, las personas y la libertad de expresión y de información". Bien por Will.

Si fueras Presidente -que lo serás, y tiempo tendrás para meterte la lengua en el culo cuando te toque-, ibas a decir lo mismo. Sí, por los cojones.

Y podrás continuar vejando día tras día, como vienen haciendo todos nuestros políticos desde que el mundo es mundo, el nombre de un país -y ahora van a permitir que me ponga un poco alatristesco; revertiano si lo prefieren- que tuvo al mundo agarrado por las pelotas; que apretó fuerte y exprimió cuanto pudo para que una caterva de borrachos y tontos del culo que se hacían llamar sus reyes obviaran el progreso y desperdiciaran todo cuanto el país tenía (oro, poderío, influencia); que después, cuando aquéllos se extinguieron, trajo a otros a los que no querían ni en su casa -las guillotinas de 1789 hubieran dejado al Juancar campechaneando en los huevos de su tatara-tatarabuelo-; y que ha continuado esta deriva, gobernado por ineptos e hijos de puta aconsejados siempre por los mismos bellacos de las sotanas; hasta acabar con la más vergonzosa de sus múltiples cagadas históricas: el momento en que un dictador agusanado y moribundo entregó, de un día para otro, las vidas de todos los saharahuis, hasta entonces tan españoles como el que más, a Hassán II, demostrando de qué pasta está hecha la que, aún hoy, que se entere el anormal de Zapatero, es la potencia colonizadora del Sáhara Occidental: la puta España.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sáhara II: nuestros perros

Pero Zapatero no es el único retrasado mental que se sienta en el Consejo de Ministros. Es más, dudo que alguno no lo sea.

De la ministra de Asuntos Exteriores, poco se podía esperar. Si su inutilidad le impide ser candidata a presidenta de Madrid... ¿qué iba a hacer en cosas de mayores? Así que no es de extrañar que se calle como la puta que es cuando el gobierno marroquí proclama, en una mezcla de altanería y cachondeo, que el ciudadano español muerto (éste era español del todo; no uno de aquellos doscientos mil a los que Franco retiró la nacionalidad de un día para otro, como si mañana alguien entregara Badajoz a los portus, y aquí paz y después gloria), la palmó en un accidente de tráfico*. Qué coincidencia, oye.

Pero como el que es tonto lo es hasta para no saber cuándo tiene que mantener la boca cerrada, tuvo que saltar la Sinde. La ministra de Cultura inicita a prensa y población a "no hablar de cosas de las que no se entiende", como a los chiquillos. En ese caso, ella sólo debría abrir la boca para comentar los pormenores de su último aquelarre antipirateo junto a Mamoncín y los chicos de la SGAE, o cómo regala millonadas en subvenciones a sus amiguetes del cine para que hagan películas de la misma calidad que un VHS con noventa minutos de carreras de moscas sobre un mojón de buey.

Pero ella, como es ministra, habla que te habla. Y mientras, nuestro ministro de Interior "se da por informado" tras las explicaciones de su homólogo marroquí. Que siga la fiesta.

-Oye Rubalcaba, soy el ministro moro. Que os den mucho por el culo; a vosotros, a la libertad de expresión, a la democracia y, sobre todo, los saharauis.
-Sí, sidi. Me doy por informado.

Y Rubalcaba, que no tiene mucha pinta de bobo -más bien al contario-, pero que debe pensar que todos nosotros sí la tenemos, afirma no saber nada acerca de la entrada de periodistas extranjeros, que puedan hablar con objetividad -la objetividad que tiene normalmente la prensa, pero algo es algo-, porque "de eso se ocupa otro ministro, y el de Interior no sabía nada". Y se queda tan ancho. La calva te cague una cigüeña, sinvergüenza.

Resumiendo -o no-, que Marruecos no sólo hace lo que a Mohamed VI le sale de sus islámicos huevos con el pueblo saharaui, sino que insta a los medios europeos -españoles especialmente- a callarse la boca ante sus atrocidades.

Pero, ¿por qué el Rey de Marruecos (culpable directo de todas las políticas represivas de su país) campa a sus anchas, sin que nadie le lea la cartilla? Pues, entre otras cosas, porque Marruecos es socio preferente de los Estados Unidos en la zona, y a esta amistad con los jodidos gringos se unen los habituales vetos franceses, probablemente debidos a que los políticos y empresarios gabachos tienen en Marruecos aún más intereses ocultos que los españoles.

Pos cosas como ésta de El Aaiún, la OTAN se metió hasta la cocina en Kosovo, y en Bosnia era más fácil ver a un casco azul que a una prostituta en Telecinco. Sin embargo, Francia siempre ha vetado la entrada de cascos azules de la ONU para proteger a la población en el Sáhara. Pero claro, los serbios son colegas de los rusos, y los pobres saharauis sólo unos muertos de hambre que, por no tener, no tienen ni petróleo bajo su arena.

(*) Última hora: se admite un tiro en la cabeza mientras estás montado en un coche como accidente de tráfico. Pónle freno, Kennedy.

martes, 16 de noviembre de 2010

Sáhara I: los perros alauís

Hasta ayer, pensaba que José Luis Rodríguez Zapatero sólo era un mal gobernante. Un incapaz que no podía llevar a cabo la tarea de dirigir un país, pero que, bajo esa espesa capa de nula cualificación, dejaba traslucir un (ingenuo) fondo de buen rollo, diálogo de culturas, progrerío.... Eso era hasta ayer, cuando me dí cuenta de que no sólo es un inútil, sino también un hijo de la gran puta.

El Sáhara fue lo que me abrió los ojos. Allí, en la ciudad de El Aaiún, se había levantado en las últimas semanas un campamento saharahui, donde unos veinte mil desplazados protestaban para que Marruecos reconociera sus derechos.

Mientras el Frente Polisario (antiguo ejército/grupo terrorista independentista, que abandonó la lucha armada hace veinte años) y el gobierno marroquí se reunían con la ONU, en un intento más de normalizar la situación del Sáhara, los perros -de dos patas- del ejército y la policía del dictador alauí Mohamed VI entraban a sangre y fuego en el campamento.

Tiendas ardiendo, pánico y destrozos generalizados. Entre los saharauis quedaban decenas de heridos y varios muertos. Para compensarlo, Marruecos propagaba la información de que alguno de sus soldados había muerto, ofreciendo videos grabados con teléfono móvil por su policía en los que (se supone) un soldado es degollado en plena calle.

¿Por qué había un policía marroquí al lado de un tipo que degüella a un soldado en plena calle? No dudo de que los saharauis se defendieran, y con todo derecho, en mi opinión. Pero de ahí a creerme las atrocidades que Marruecos nos quiera vender... casi que no.

Mientras, desde el lado saharaui, se insistía en lo desproporcionado del ataque, en el que militares arrasaban con un campamento civil o, incluso, acompañaban e incitaban a civiles marroquíes al pillaje contra la población nativa.

Y ya días antes, y dejando bien claro lo premeditado de la operación, el gobierno marroquí había impedido la entrada al Sáhara de varios parlamentarios vascos, dentro de su política de expulsión de españoles que mandó fuera de la zona a varios periodistas y activistas pro-saharauis. Testigos fuera. Como para creer ahora en su versión.

Pues bien, en esa tesitura, en plena crisis del Sáhara, con la policía marroquí atacando indiscriminadamente a población civil inmersa en una protesta hasta entonces pacífica, Zetapé, el progre que es nuestro Presidente del Gobierno, respondió a las preguntas de los periodistas que pedían su opinón sobre el asunto con un repugnante "Tenemos que poner por delante los intereses de España".

Y los intereses de España (o los suyos propios, porque se sabe que no son pocos los políticos, al parecer Felipe González y el Rey de los primeros, con importantes propiedades e intereses en Marruecos) son, por supuesto, callar, callar y callar. Dejar que Marruecos -en esto como en tantas otras cosas- haga lo que quiera y, si se da el caso, ponerle el culo a Mohamed VI. Simplamente vomitivo.

Así que no hay que extrañarse de la declaración de nuestro presidente que, a parte de un inepto, y ya esputé al principio, es un hijo de la gran puta con tadas las letras.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cosas oyeres... que non crederes

"No tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!”
Extracto de la biografía de Esperanza Aguirre, sinvergüenza de profesión e hija de puta de vocación, que gana casi setenta y cinco mil euros al mes por propagar el fascismo desde la Presidencia de Madrid.
Seguro que hay alguien paseando por la Casa de Campo con el suficiente estómago como para proporcionarla un sobresueldo.

"Ninguno de los diez científicos más importantes del mundo ha sabido decirme qué tiempo hará mañana en Sevilla, ¿cómo van a saber el que hará dentro de 300 años? Por esa razón, el calentamiento global no es un problema".
Primo de Rajoy y catedrático de Física en la Universidad de Sevilla que, junto con la famosa niña que quería ser feliz y su primo mismo, formaron la Santísima Trinidad Pepera que les llevó a una nueva derrota ante la total incompetencia de Jose Luis 'Québelloesvivir' Zapatero.
Por cierto, ¿cómo obtuvo el primo de don Mariano sus teléfonos y, sobre todo, quién determina cuáles son los diez científicos más importantes del mundo? ¿La UEFA, la ATP?

"Pienso morirme sin ponerme un condón".
Manuel Fraga Iribarne, mito erótico del Paleolítico.
Si este tío, a sus cuatrocientos veintinueve años, sigue follando, habrá que pensar que en las aguas de Palomares cayó Viagra y no una bomba nuclear.

"Recomiendo que no se usen huesos de vaca para el caldo. Por ejemplo, yo en mi casa hice el otro día y le eché hueso de cerdo".
Celia Villalobos, analfabeta funcional durante su época como Ministra de Sanidad, dando consejos culinarios en plena crisis de las vacas locas.
Recíprocamente, Arguiñano debería ponerse ya mismo a dar clases acerca de cómo vejar a un empleado. ¡Vaamos Manolooo!

"Ez como unoz pequeñoz hililloz de plaztilina".
Vargo Hoat, la Cabra... digo, Mariano Jarrai, actual archienemigo de ZP y futuro Presidente del Gobierno; en sus tiempos de ministro.
Como ya dije en otra entrada, si el Prestige era plastilina, lo de BP en el golfo de México qué es... ¿la colección completa de Play Doh?

"Eso es como esos letreros que uno ve cuando pasa por las autopistas, y le dicen: 'No podemos conducir por tí'. Y yo siempre pienso '¿Y quién te ha dicho a tí que quiero que conduzcas por mí?' Pues eso es lo mismo, quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber; déjame que las beba tranquilo".
Chema Aznar, asesino profesional y expresidente del Gobierno español, poseedor de una dureza facial situada en la escala de Mohs entre el adamantium y los puños de Chuck Norris, mientiendo (por aquello del "yo pienso") para variar, después de haber bebido cuantioso vino, supongo.
No comment.

"Ha sido ETA, y el que diga lo contrario es un miserable".
Ángel Acebes, después de los atentados del 11-M.
-Ha sido ETA, penalty y expulsión.
-Vamos, joder, Rafa, no me jodas.

"Pongo los pies encima de la mesa y le digo (a George Bush): '10 kilómetros en 5 minutos 20 segundos".
Chema Aznar de nuevo, el día en que rebajó el récord mundial de los diez mil metros de Kenenisa Bekele en 18 minutos y 57 segundos.
Glu, glu, glu, y Chemari que sigue empinando el codo...

Y para demostrar que no sólo en la ultraderecha cuecen habas, terminamos con una cita de otro conocido político de derechas:

"Los desempleados que realizan cursillos del Inem no son parados, están trabajando para el país porque se están formando".
Absurdo comentario de Jose Luis Rodríguez Zapatero, anormal profesional.
Pues que les pague el país, ¿no?

Ruines caraduras, tontos perdidos, o ambas a la vez; con muy poca vergüenza y mucho engañado presto a escuchar cada brizna de mierda que sale de sus bocas. ¿Qué otra cosa podía esperarse?

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Portabilidad y evacuación

Haciendo caso a las reiteradas peticiones de Los Pecos, siempre interesados en conocer los nimios aspectos de mi vida privada; y de algunos de mis lectores, que incomprensiblemente piden mayores raciones de prosa biliar, hoy hablaré de mí.

No de mí como ser, ontológicamente; ni de mí como estar, artísticamente. Ni siquiera como consumidor de vino de cartón, miembro perenne de las listas del paro, o adorador de Titín III; sino como usuario de teléfono.

Y elijo esta fecha para intercalar una edificante vivencia personal en esta sucesión de riadas de odio sin periodicidad fija que es Bilis, porque hoy me he cambiado de compañía de móvil mientras cagaba.

Si la gente alaba, entusiasmada, los malabarismos de un portugués con la cara aceitosa que se las arregla para controlar un balón con la chepa y ponérselo a Xabi Alonso mánsamente en la bota, ¿qué no haría el gran público si supiera de las habilidades de un servidor, que es capaz de descolgar el teléfono, escuchar aténtamente, plantear dudas aceca de las ofertas recibidas y decantarse por una de ellas, utilizando en el proceso una sóla mano, mientras con la otra se deja el ojete como una patena?

Perdonen la falta de modestia, pero como buena estrella mediática que soy, yo también quiero mis trece milloncejos de euros anuales.

Pero eso no fue todo. El momento culmen llegó cuando, en una conjunción planetaria y mística que me río yo de la de Obama y Zapatero mencionada por la tonta de la Pajín, el esbirro de Vomistar me advirtió de que me iba a poner en contacto con un verificador del gobierno, a fin de corroborar todo lo hablado con él, y que precibiría a través de mi móvil un silencio profundo mientras se efectuaba esta conexión; y lo hizo... ¡en el preciso momento en que tiraba de la cadena!

De silencios profundos, nada: más bien la ruidosa súplica de doscientos gramos de morcilla que hasta hacía cinco minutos habían formado parte de mí y que, ahora, se perdían para siempre en la inmensidad ignota, rumbo al Ebro.

La anécdota personal continúa con mi conversación con el 'agente del gobierno', quien tuvo la amabilidad de comunicarse conmigo desde el número -flípenlo- 2.500 millones. Sí, dos, cinco y ocho ceros; diez cifras de número de teléfono que me llevan a pensar que en España hay demasiados funcionarios, y que cada uno tiene a su disposición al menos un millar de líneas para comunicarse con otros secuaces del Estado entre café y café.

Y es en ese momento cuando, después de cagarme -generalizando injustamente, lo reconozco- en todo el Cono Sur cuando la voz enlatada de un tataranieto de Atahualpa me despierta de la siesta para advertirme de que "han realizado mejoras en la cobertura de internet en mi zona", uno agradece haber pasado los minutos anteriores conversando con un argentino, en lugar de con una española.

¿De dónde procede tan eficaz señorita para que su deje regional me produzca más dificultades comprensivas que si el que me tomara los datos fuera un oso panda del zoo de Pekín? (Hablando en mandarín, claro). Yo apuesto por que era murciana, pero en su interrogatorio burocrático no hubo lugar para hacerla pronunciar 'El Corte Inglé', o preguntarla de qué pedanía era.

Así que, una vez abandonadas las garras opresoras de los chicos de rojo para caer de nuevo en las fétidas manos de la Compañía Telefónica Nacional de España (cojones ya), persiste en mí la duda acerca de la procedencia de esa agente gubernamental de incomprensible dicción, encargada de comunicar a Garrafone la lamentable pérdida de uno de sus clientes favoritos. No todo pueden ser éxitos en la vida.

Resumiendo esta primera entrada completamente autobiográfica de Bilis: me he cambiado de operador mientras cagaba. ¿Puede haber metáfora más sutil? A mí, en mi humilde ignorancia, no se me ocurre.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La ley de la calle

Algunos de mis lectores, sobre todo aquellos que van por Escocia con las orejas a lo Long John Silver, puede que desconozcan completamente la historia. Por eso, antes de la marabunta de blasfemias y exabruptos que cierra casi todas mis entradas, les contaré someramente -con la profundidad que mi pudor y mi vergüenza me han permitido tener en un asunto tan asqueroso como el que sigue- de qué va la cosa.

El protagonista de hoy es Fernando Sánchez-Dragó, anteriormente conocido por tener un programa de libros raros en La2 en el que su plató presentaba unas dosis de limpieza similares a mi chamizo después de una guerra nin ja con galletas cuétara (¿ein?) a las seis de la madrugada; por usar gafas de pasta y reiterarse en la soplapollez de mirar por fuera de sus lentes; y, más genéricamente, por ser un pedante y un babalacia que va por ahí diciendo que se pone hasta el ojete de LSD para acrecentar su imagen de tipo raro y contracultural que te cagas.

Pues bien, Sánchez-Dragó ha escrito al fin un libro (digo al fin porque, a pesar de su descomunal obra, él mismo ha reconocido que los libros que firma se los escriben otros siguiendo directrices suyas; a lo Ana Rosa Quintana, vamos). Sabemos que éste lo ha escrito él, o que son palabras suyas, al menos, porque es una obra que recoge sus conversaciones con Albert Boadella, autor teatral catalán con la destacable habilidad de ser odiado prácticamente por todo el mundo a lo largo de su vida -puede que sea por eso por lo que no cae especialmente mal a un tipo como yo, que detesta a todo el mundo-, desde el franquismo que lo sometió a un consejo de guerra hasta Esquerra Republicana de Catalunya.

El libro, al parecer, no tuvo un gran éxito; al menos al principio. Digo esto porque, hasta que un periodista navarro destapó algunos de sus entresijos y un programa de laSexta se hizo eco de ello, nadie había hecho ni puto caso a las charlas de Dragó con Boadella.

Pero, ay amigo. Negro sobre blanco -qué bien traído, Bilis, no sé como estás tecleando en tu infecta madriguera y no en un puesto de responsabilidad; director de ETB, por ejemplo- apareció el escándalo: Dragó se jactaba de haber mantenido sexo con dos niñas durante una visita a Japón a finales de los sesenta.

"En Tokio -dice esta boñiga gafuda de rimbombante léxico-, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda [...] Tendrían unos trece años [...] Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse; mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba."

Imagino a dos treceañeras japonesas, ampliamente expertas en las artes amatorias merced a las tantísimas veces que les habían obligado -su chulo, sus padres, la vieja que los cagó a todos; quien fuera-, y se me revuelven las tripas. A Sánchez-Dragó, en cambio, la situación le parece divertida, apta para contarla como una anécdota de la cual vanagloriarse. "Lo digo ahora porque ya ha prescrito", concluía el muy hijo de la gran puta.

Después, en el colmo de la desvergüenza, aseguró "que fueron ellas quienes le violaron a él, de putas que eran las niñas. Que ojalá hubiese sufrido él abusos siendo menor [...] Que se imagina a una novicia ahí, abusando de él [...]" y que "le llamen viejo verde, pero que lo que más le gustan son las de quince, con sus pechos turgentes y sus coños rosaditos."

Tras el inmenso asco de imaginar la situación, pensé un par de cosas: primero, en qué será lo que piensa Boadella -cuyo nombre sale junto al de este pedófilo en la portada del libro- al respecto; segundo, que era una lástima que el sida hubiera surgido quince años más tarde, negando a Dragó el premio que su hazaña japonesa merecía: una muerte sucia, degenerativa hasta el extremo, insoportablemente lenta y dolorosa.

Ahora, con al tormenta desatada, un sindicato ha pedido su expulsión de Telemadrid, donde presenta un informativo.

Coincido en que no se puede continuar pagando ni un céntimo de dinero público a un pederasta confeso y orgulloso, pero con eso no basta. Ya que la Ley tiene dislates tan ridículos como volverse ciega y sorda a los delitos, poniéndoles fecha de caducidad como si fueran yogures, debería ser el pueblo quien aplicara la justicia.

Boicotear sus obras y programas estaría bien. El acoso ciudadano sobre su persona, también; no dejarle vivir tranquilo ni un momento. Pero eso, me temo, no pasará. Así que aquí, cuando después de la marejada se imponga el corporativismo, y sus amigos periodistas sigan invitándole a sus programas para que continúe enriqueciéndose gracias a airear sus impúdicos vicios, lo único que podría salvar la escasa dignidad que le quedará a este país de mierda como esto caiga en el olvido será la ley de la calle.

Un maromo con la sangre en ebullición y experiencia laboral como capador. No, mejor sin experiencia. Una cuadrilla de fervorosos exaltados con ganas de escuchar a qué suena un cráneo descasacrillándose bajo sus golpes. Eso, y lo del capador sin experiencia.

Lo único que puede salvar a España es la castración de Sánchez-Dragó. La castración, ya. Pero ni química ni hostias. Castracion con un machete de carnicero y sin anestesia. Sáquese la colita, señor -arde el reclado al llamar señor a esta mierda humana, como un diablo que bebiera agua bendita- Dragó, y póngala sobre la mesa. Y luego hablamos de quién violo a quien, o quién corto la polla de quien, y quién se siente vejado; si usted cuando se la ampute, o yo, que he tenido que tocar con mi machete de veinte centímetros su asqueroso pene.

Castración. Y después, ahogar al hijo de puta vicioso perturbado de Sanchez-Dragó metiéndole sus propios genitales en la boca. Hasta la muerte, que es lo único que merece.