miércoles, 27 de abril de 2011

La guerra de todos los días

"Las ruedas de prensa anterior y posterior al partido son el partido". Palabras textuales de José Mourinho, entrenador del Real Madrid, vendedor de motos, actor vocacional y llorica profesional.

Se le olvidó decir al bueno de Mou que, además, los tertulianos y redactores de laSexta, Marca, As y compañía, son tan importantes como sus mediocentros, hasta el punto de que ellos conforman el ¿séxtuple? pivote, la defensa a ultranza del Real Madrid frente al enemigo separatista.

Y del otro lado, más allá de la Meseta, soportando estoico las iras de la caverna y las lamidas de ojete de sus parroquianos, el señor Guardiola, con sus formas medidas el milímetro, su modestia autoimpuesta -la institucional, digo, porque la deportiva no sólo me parece respetable, sino necesaria y admirable, que esto es fútbol y cualquiera te hace un roto-.

El problema llega cuando el personal olvida precisamente eso, que ésto es fútbol. Cuando un entrenador cree que sus declaraciones son capaces de marcar un gol; cuando se otorga tanto poder a un recién llegado que se cree capacitado para reducir el señorío de -guste o no, a mí pernonalmente me jode un huevo- el mejor club de fútbol de la historia; cuando el victimismo llega a tal punto que puedes afirmar, sin que se te caiga la calva de vergüenza que "vienes de un país pequeñito donde no pintas nada"; cuando encender hogueras y apagarlas con gasolina es defender el rancio abolengo de tu club.

Señoras y señores, ahora resulta que Cataluña es Sobrarbe o Ribagorza, que Mou remata los córners, y que grandeza es sinónimo de fanfarronería. Ahora resulta que todos los árbitros están comprados, y que España oprime al Barça, que es el adalid de la libertad y la humildad con un presupuesto de cientos de millones de euros.

Vayanse todos, entrenadores, presidentes y lameculos varios -empezando por los ultras que son incapaces de ver más allá de sus narices hasta el extremo de comparar a cualquiera con un balón en los pies con un tal Messi, por ejemplo, y acabando por la inmensa mayorís de los periodistas de este país-, a tomar mucho por el culo.

En este país donde todo es política, el fútbol es más política que cualquier cosa.

En este país donde la objetividad es nula y la generalización constante, la parcialidad total y el borreguismo patético encuentran en estos enfrentamientos Madrid-Barça el caldo de cultivo perfecto.

Adorados por un bando -porque así ha de llamárseles, como si esto fuera la guerra, dada la crudeza de las posiciones periodísticas y su inamovible cerrazón-, defenestrados por el otro, Guardiola y Mou -sobre todo él, ahí Pep lleva razón, el portugués es el puto amo en las salas de prensa, son un cinismo y una cara dura que roza el nivel de un político valenciano, o sea, el máximo- acuden a cada rueda de prensa con la chuleta preparada, esperando el momento para espetar, en medio de una comparecencia de media hora, la frase que desean mañana surja en los periódicos.

Mou y Pep. Pep y Mou. Ninguno de los dos ganaría la Copa de Europa entrenando, por ejemplo, al Levante. Es más, probablemente lo tuvieran más cerca del descenso de lo que hoy en día están con un tal Luis García Plaza al frente.

Porque, no nos engañemos. Guardiola puede jugar a lo que juega porque tiene a cuatro de los seis o siete mejores jugadores del mundo de hoy en día en su equipo: Messi, Iniesta, Xavi y Alvés (en el orden que sea). Y después, gente como Piqué, Valdés, el gran Puyol o el inmenso Sergio Busquets.

Y Mourinho... sí, algunos dirán que Mou es mejor que Pep porque ha triunfado en más sitios, en más ligas y con más equipos. Pero qué equipos. Qué equipos tenía, y menudo equipo tiene. Y encima, diseñado para jugar a lo que él le gusta: ser un hijoputa -dicho ahora como elogio-, bien metidito atrás, y echarla rápido a correr, para que Di Maria -esa persona que con esa velocidad y esas orejas destruye día tras día todos los estudios sobre aerodinámica hechos en los túneles del viento- o Gitano Monaldo -un monstruo con la pelota, quizás incluso de mayor nivel futbolístico que el de su propia y estúupida chulería-, te la claven antes de que puedas decir ni mu.

Todo equipazos, y no me vengan con hostias de que si gano una Champions con el Oporto. En cuartos, cuando andaba más perdido que un hijoputa el día del padre, la Virgen de Fátima se dio un garbeo por Old Trafford y palante; semifinales con el Depor; final con el Mónaco. Las flautas, a veces, suenan hasta en boca de los burros -que eran Maniche y Costinha, que después no volvieron a hacer nada en la puta vida; pero no Carvalho ni Deco, que luego han sido de lo mejorcito del mundo-, pero aquellos portus del dragao no eran asnos precisamente.

En fin, que entre la chulería de uno y las mamarrachadas nacionalistas del otro -incomparables por su frecuencia y trascendencia, todo sea dicho-, dan ganas de que pierda la final quien quiera que pase la semi.

Lo malo es que por el otro camino llegan los Diablos Rojos, a los que la práctica confesa de la religión de Anfield Road me impide apoyar -por mucho humor que me produzca el que un viejo borrachuzo y su colega galés con pintas de mendigo que antes jugaba de extremo izquierdo y ahora de lo que le sale del escroto, lleven casi treinta años mojando la oreja de cualquier modernillo con pendientes, mechas y tatuajes que se les haya puesto por delante-; y si no son ellos, que lo serán, llegaría Baúl, con su pierna de madera y su contumacia para mantenerse vivo y alimentar las pasiones de sus millones de fans y los odios de todos los españoles de bien que aún recordamos cómo quiso meterle un penalty por la escuadra a Barthez en la lejana -pero no lo suficiente para que el odio haya menguado- Eurocopa del año 2000.

En serio, amigos. Hay días que dan ganas de que lo de Fukusima vaya en serio y nos llegue hasta aquí antes de la final de Wembley, o de que alguno de Sortu aparezca de tapadillo en la UEFA y el PSOE dedida ilegalizarlos a todos y declare desierta la puta Copa de Europa...

miércoles, 20 de abril de 2011

De gente que pide a gritos que le astillen el cráneo con una bala de plomo

Tenía intención, más adelante, de escribir algo sobre este tema. Pero como he encontrado a alguien que ya lo ha hecho, comparando las dos situaciones que me habían puesto a bullir la sangre -etarra y preso común-, y como me temo que no sería capaz de explicar las cosas mejor que el señor dueño de Alquimia, pues helo aquí:

"Marta se ha llevado la ropa, el dinero y el pasaporte, pero “habrá sido sin querer porque Marta es de fiar”, o al menos eso piensa El Luisma, mientras los muñecos del 11888 se parten de risa por la ingenua presunción de inocencia que le atribuye a su ex-compañera de piso.

Un tal Troitiño, nacionalista vasco causante de 22 accidentes mortales (así llama un ilustre español a este tipo de cosas) ha sido liberado antes de tiempo para sorpresa suya y estupor de la ciudadanía. Condenado a más de 2.000 años de cárcel, ha cumplido 24.

Mientras tanto, Miguel Montes, con hepatitis y tuberculosis, es el preso más antiguo de España, con más de 35 años de cárcel a sus espaldas por diversos hurtos y otros delitos menores. Ha solicitado su excarcelación por motivos humanitarios, pero la justicia se la ha denegado.

Otros nacionalistas vascos (algunos incluso tienen apellidos vascos) también se han visto beneficiados por reducciones de condena, permisos para cruzar a su perro, cuidar a su madre o asistir a tratamientos de fertilidad (echar un polvo).

Como dice todo el mundo, hay que respetar las decisiones de los jueces. Hasta El Luisma, que es notario, daría fe de que lo de Troitiño no tiene nada que ver con el momento político y electoral que vivimos. Tampoco es una manera de compensar a estos nacionalistas por la no legalización de Sortu. Seguro que ha sido casualidad.

Hay una ley para todos, pero hay tantas interpretaciones de la misma como jueces, con lo que al final nunca se sabe a qué atenerse. Hay jueces que aplican la ley de manera peculiar moviéndose en las grietas de la misma, que también las grietas son legales.
Unos juicios son rápidos y se cierran con todas las preguntas sin resolver (11 M); otros son lentos y después de 25 años todavía se siguen juzgando (GAL); otros se intentan evitar, como el caso Faisán, donde gente significada pillada con las manos en la pasta del impuesto revolucionario se muere puntualmente por enfermedad, lo que evita tener que “tirar del hilo” y molestar a nacionalistas poderosos.

El poder de los jueces en increíble. Los medios de comunicación, que se llenan la boca de improperios para descalificar a gente de la diestra y de la siniestra, cuando se trata de jueces ponen sus neuronas en standby y dicen como una lección bien aprendida: “hay que respetar la decisión de los jueces”. No importa que un mismo caso tenga sentencias contrarias según qué juez lo juzgue; la respuesta es siempre la misma: “hay que respetar la decisión de los jueces”. ¿Las dos? ¿Por qué no se pueden criticar y condenar las decisiones de los jueces cuando éstas generan alarma social?

No importa que un individuo con un cuchillo ensangrentado en la mano confiese que ha matado a su pareja, no importa que lo hayan visto 20 testigos, no importa que lo hayan grabado 4 cámaras de vídeo: para todos los medios será “presunto” asesino hasta que un juez diga que es culpable. Sólo un juez es capaz de decidir qué es verdad y qué es mentira. ¡Qué cosas!

Por cierto, nunca he tenido claro si un presunto asesino es presunto inocente o presunto culpable. Si a la gente normal le asiste la presunción de inocencia, ¿por qué se dice "presunto asesino"?

Y los jueces … ¿qué clase de presuntos son?
"

Esto, señores, es España. Un país, como escribió Machado, de charanga y pandereta.

Lo que ni siquiera don Antonio logró imaginar es que, casi un siglo después, íbamos a ser un país tipo Eroski, donde la segunda unidad sale gratis. Bueno, la segunda, la tercera, la cuarta... porque una vez que has cometido un asesinato, todos los demás no cuentan. Acumulación de condenas, buen comportamiento...

Las interpretaciones de la Ley (porque son eso, interpretaciones, ya que si la Ley indicase expresamente que un asesinato implica aproximadamente un añito de cárcel, en este país con más hijos de puta que ventanas, no iba a quedar ni el apuntador) te pueden tener toda la vida en la cárcel sin tener un sólo delito de sangre, o pueden sacarte de ella cuando le interesa al político que pone el sueldo a las togas.

Veintidós asesinatos, veinticuatro años de cárcel. Y a la puta calle. Porque los jueces son omnímodos, y si en alguna ocasión se juzga a uno, se hace porque está removiendo fosas de la Guerra Civil, pero no porque le hunda la vida a un pobre ratero o deje escapar a un asesino.

Sería una buena ocasión para volver -una vez más- a citar a Tolkien. Que si el poder corrompe, que si un anillo para gobernarlos a todos, y tal y cual. Pero, en lugar de eso, llegados a este punto, Bilis les sorprende con una primicia: Troitiño se ha fugado.

Quizás esté tomándose una caipirinha en una playa venezonala.

Quizás esté montado en el taxi norirlandés de Iñaki de Juana Chaos (palmarés: atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, con doce muertos, cinco de ellos niños fascistas españoles, uno de ellos un bebé fascista español), puesto en fuga, como Troitiño, por los jueces españoles.

O quizás esté almorzando en casa de Josu Ternera (palmarés: doce guardias civiles muertos en el atentado de la Plaza de la República Dominicana, Madrid, 1986; cinco años al frente del aparato militar de ETA, durante los cuales, entre otros, se cometió el citado atentado contra la casa cuartel de Zaragoza), obviamente, puesto también en fuga por los mismos jueces españoles.

Sí, podría citar a Tolkien, pero dudo que Frodo diga por alguna parte que es una pena que Troiti se haya dado el piro, y que podría haberse quedado en España, hocicando en el Gorbea hasta encontrar un barril hermético bajo el musgo. Y ojalá sacara de él una nueve milímetros y se diera un paseo por el Constitucional, el Supremo, o donde coño trabaje el hijo de puta que le ha dejado libre.

lunes, 18 de abril de 2011

La Virgen de las Tachuelas

Se acerca la Semana Santa, que este año coincide con el tercer aniversario de este blog que, según la wiskipedia, está compuesto a partes no iguales por agua, colesterol, un fosfolípido llamado lecitina, pigmentos como la bilirrubina o la biliverdina, iones bicarbonato y glicocolato, y taurocolato de sodio; pero que, en realidad, pasa completamente de Juan Luis Guerra o cualquier líquido que el Eroski no venda a medio euro el cartón, y es un producto cien por cien mala hostia y ganas de matar, milagrosamente calmadas por el balsámico efecto de unas teclas.

Por eso, y sin ánimo alguno de analizar la absurda proliferación de advocaciones marianas -es normal que en esta Españññia nuestra tengamos Vírgenes de piel blancuzca, que los sudacas la tengan de aspecto indio, los chinorris de ojos rasgados, o que la Virgen de Begoña lleve capucha-, me he decidido ha dejar para más adelante la habitual entrada anual recopilatoria, y lanzarme a los brazos de Nuestra Señora, en busca de una protección que, me temo, se hará más que necesaria en los próximos días.

Y como entre la Macarena o la de Triana la decisión era complicada; como el Cristo del Gran Poder ya tiene bastante con cuidar a Lopera; e invocar a la Sagrada Cofradía de Darth Vader me parecía llevar el ecumenismo a unos límites pelín exagerados, he decidido, vistos los peligros de los que espero que nos libre la Santísima en las próximas fechas, dedicar esta entrada pascual a La Virgen de las Tachuelas, protectora de los presos heroinómanos. ¡Olé tus jeringas, guapa!

Yo le hice una promesa a la Virgen de las Tashuela
y le pedí que me cambiara el virus por la viruela.

Y como la vi contenta, sonriendo su cara morena

le pedí una piedresilla pa metermela por la vena.


Que no te quiere la Virgen,
dice la mama,
que te ha mandao a shirona.
Que no te cuidan loh ángles, niño
no compartas la shutona.

Pero yo se que me quiere y me cuida la Virgen de las Tashuela
que es la que le dio permiso ar Niño Dió pa dejarse melena.
Por eso me porto fino
y ya no me hago ni un shino,
he afanao una guitarrilla y a la Virgen le canto jarto de vino:

Ay dame, Virgen morena.
Ay dame argo para unos petas.

Que a mi me quiere la virgen, díselo a mama
que me ha sarvao en el maco.
Que a mi me cuidan los ángeles, quillo
que me rasionan el jaco.

Ay dame, Virgen morena.
Ay dame argo para unos petas.
Dame, que el mono eh mu malo,
ay niña, ay, si no hay pa fumarlo...


De los sublimes Gigatrón,
por supuesto.

PD: Ay, Darbadeeeeer. Tú sí que eres maaaaaaaaaaalooooooooooo...

viernes, 8 de abril de 2011

Ahora que los cazas tiran confeti

Señores diputados: cómanme los huevos.

La situación internacional en cuanto a suministro energético es tan grave que deben promover políticas de ahorro, como el bajar la velocidad máxima permitida en las autopistas a 110 kilómetros por hora -si descontamos a los que van por ciudad, a las nacionales en las que el límite es menor, o a los vehículos pesados que no pueden pasar de los 80, ya me dirán a qué porcentaje afecta este supuesto ahorro-, pero en cambio es asumible un gasto mensual de veinticinco millones de euros para enviar a Libia fragatas, aviones y vayan ustedes a saber qué más.

Porque ahora somos campeones del mundo, y hay que pasear la rojigualda por el desierto.

Llegados al poder hace ocho años después de un atentado terrorista ocasionado por la participación española en un avispero donde nada nos iba ni nos venía, resulta que hoy los socialistas han cambiado de opinión, todo ello con el mayor mentiroso, hipócrita y caradura que haya gobernado España al frente: José Luis Rodríguez Zapatero.

(Hubo otros hijoputas, como Franco o Aznar, sin ir más lejos, pero al menos asumían su condición, y no vendían buenrollismo de mierda con una mano mientras contaban los billetes manchados de sangre con la otra).

Me gustaría ver hoy dónde están todos aquellos progres de la SGAE, todos esos artistazos comprometidos recorriéndose las calles pancarta en mano.

¡Ah, sí! Están bailándole el agua a ZP, no sea que les quite las subvenciones para su próxima película intimista sobre el cultivo de cebollas en la Cataluña rural por un grupo de excombatientes comunistas de la Guerra Civil, que han de luchar con el monopolio tradicional de las ninfómanas recolectoras de ajos con hijos en la generación Ni-ni.

O quizás ni siquiera se callan por cobarde interés, y realmente son todos estúpidos y piensan que la intervención en Libia es una muestra de las más elemental justicia, para liberar a un pueblo oprimido de su malévolo dictador, hecha con amor por los occidentales salvadores, cuyos cazas tiran confeti. No todos.

Pues no. Los cazas tiran bombas. Las bombas caen donde les sale de los cojones (tecnología punta ibérica). Y si en esa conjunción espacio-tiempo-metralla introducimos el factor niño, lo que tenemos es un morito de cinco años desmembrado, con el mondongo enredándosele en una pierna mientras la otra se pudre al sol y las moscas del Sáhara, tres metros más allá, por obra y gracia de la salvífica generosidad hispana. ¿A que mola, Pilar Bardem? ¿No es precioso? Arriba parias de la tierra, y tal y cual.

Nadie ayudó a los rebeldes en Túnez o en Egipto. Sin embargo, en Libia, con apenas siete millones de habitantes que, casualmente, flotan sobre una inmensa balsa de petróleo y gas natural, la Comunidad Internacional (bonito eufemismo que significa literalmente los que se desviven por hacer realidad con el tío Sam aquella mítica canción de Mamá Ladilla, "sabe a mi propio culo la polla de mi jefe...") ha reaccionado a una velocidad que ya le gustaría a Usain Bolt para hacerse con el país de Muamar Gadafi, un simpático colega suyo de profesión que, por arte de magia, ha pasado en veintipico años de ser la encarnación de Satanás a pasear su jaima por El Elíseo, La Moncloa, el jardín de alguno de los prostíbulos del Tito Silvio, o el de La Zarzuela. ¡Incluso nuestro Dios Negro le choca los cinco!

Y ahora, cuando parece que la crisis no le daba para robar lo acostumbrado al pobre pueblo libio, y el Coronel rumiaba la nacionalización de las petroleras, o quizás porque su proyecto de unión monetaria africana estaba dejando de ser una coña pasajera, pues de nuevo a tornado en Lucifer.

No a la guerra, Zapatero; pancartas con jovenzuelos y discursos acerca de cambiar el mundo, ¿te acuerdas? Menudo hijo de puta estás hecho.

Debes -debéis, todos- creer que somos tontos, pero lo único que somos es demasiado pacíficos y pusilánimes, acostumbrados al control de su puta policía y adormecidos tras décadas de somníferos de todo tipo.

Pero como dice la Ingenua de los tipos de La Polla en esa sucesión de verdades como puños que es Toda la puta vida igual:

A tí que estás en el poder
en cualquier parte de este mundo,

traigo noticias, es tu final.
La Humanidad se ha despertao,
y ha dicho que, ¡que ya está bien!

Y pensarás, 'qué ingenuidad'.
Tú ríete. Pero corre.
Yo viviré, o moriré,
pero tú... tú perderás.

Si hubo quien le felicitó los idus de marzo a Julio César con una navaja de Albacete; si hubo quien dejó en el paro al barbero de Luis XVI; o impidió al zar Nicolás cobrar royalties a Disney por hacer películas sobre niños muertos, ¿acaso alguien es tan ingenuo como para pensar que estos hijos de puta de hoy en día están a salvo?

Quizás no lleguemos a verlo, pero ellos perderán.

martes, 5 de abril de 2011

Alejandro Sanz (making friends V)

Cuentan que hubo un tiempo en que, a falta de litronas de cerveza tibia de trago o la repetida visualización de la cara de Eduardo Inda, cuando el personal tenía ganas de vomitar, escuchaba los discos de este tipo.

No me lo creo, pero tampoco me creía que comenzara su carrera musical haciéndose llamar Alejandro Magno, y ahí le tienen.

Sí, mis queridísimos amigos, "el artista español más grande del siglo XXI" -jodeos Cervantes, Goya, Picasso, Miguel Porlán Chendo o todos los que le precedisteis en los primeros dos milenios- comenzó su carrera adoptando el nombre de un macedonio marica megalómano y trastornado, tan amante de todo lo helénico que decidió darse un garbeo de decenas de miles de kilómetros por Oriente para no volver a ver jamás la puta y reseca Grecia.

Excepto por lo de macedonio, todo un presagio. No en vano, el guía espiritual, mediático y económico de la ¿música? española cumple todas las demás características.

Sobre todo la que, en su condición de máxima estrella del fulgurante panorama musical español, prestigioso microcosmos capaz de crear de la nada a otros genios como David Bisbal y situarlos en el mismo sacro panteón que Álex (me gusta llamarle así, suena bastante pijo, pero tiene la fuerza suficiente para poder forrar la carpeta de una quinceañera con el coeficiente mental de un gorila de montaña: Álexmagnosánz, yo te bautizo), le permite erigirse en el defensor de la industria musical.

Ya ven, su círculo de afinidades, desde Bisbal a Mamoncín, pasando por ése uno por ciento de socios del Cádiz que sabe sumar con llevadas, impresiona.

Con semejante séquito a su alrededor, cómo no se va a creer el amigo Álexmagnosánz autorizado para equiparar el derecho de los niños sidosos de África a tener acceso a una vacuna, con el suyo a cobrar un impuesto ficticio, latrocinio puro y duro, por comprarme un cedé, casete, o cualquier otra plataforma sobre la que, eventualmente, pudiera cometer el delito de grabar algo de su música.

Un pequeño inciso, y habrá quien me diga que lo hago por tocar los cojones, pero estoy completamente de acuerdo con la Ley Sinde. Además de que la ministra me recuerda mucho a alguno de los malos de La Guerra de las Galaxias, y por ello creo conveniente no tocarle mucho la vulva, opino que está perfectamente justificado que toda la población pague por el pecado de unos pocos retrasados que, no contentos con escuchar la bazofia de tipejos como Álexmagnosánz, osan grabarla sobre algo físico, disminuyendo los limitados recursos del planeta para tener la posibilidad de maltratar sus oídos con tan infectos excrementos una y otra vez.

Dí que sí, Sinde. Yo estoy contigo. Que cuatro lo escuchan, pues que paguen todos. Por la piedra todo el puto personal, a lo Herodes.

Y es que, entre las múltiples facetas deleznables de un tipo que se compara con un pobre negrito sidoso de cuatro años; que llama fascista a la gente que protesta contra una ley escapada de Minority Report; que se permite el lujo de dar al personal lecciones constantes de buen ciudadano, criticando a todo aquel que se queda con el pan de sus hijos -sus hijos, ésa es otra...- bajándose sus discos de internet mientras él reside en Miami (que como todo el mundo que se llame Julio Iglesias sabe, es el mejor sitio para contribuir con el fisco español); siempre hay algo que repugna más que todo lo anterior.

Podría ser el hecho de que cante hablando, algo reservado a grandes de la música a los que servidor haya involuntariamente cuasiagredido con una botella de calimocho en las fiestas de Bañares, como el señor Rosendo; podría ser un análisis del oscuro infierno de donde emerge su inspiración a la hora de crear las letras de toda su temática musical -excepción hecha del himno del centenario del Cádiz Club de Fútbol, cuya fuente de inspiración está en aquel día que cagué en una hormigonera-; pero no.

El principal motivo por el que Álexmagnosánz está hoy aquí, nadando en charcos de mis líquidos intertinales, es porque, siendo madrileño, se empeña en imitar, en aras de no sé muy bien qué, el acento andaluz cuando canta. Irse a tomá musho por culo, sunormá.