viernes, 29 de mayo de 2009

La primavera del amor

Hoy,
en Valencia el Presidente
va feliz a su tarea.
Ser corrupto es un trabajo cojonudo.

Pues
de los bolsos de la gente
él se llena la cartera,
y ahora es suyo* lo que antes era suyo**.

Él
ríe ufano entre la plebe
que a los altares le eleva
porque sabe que jamás irá pal trullo.

Que
vendrán inmediatamente
tras su llamada pepera
a exculparle de cualquier turbio chanchullo.

Mas,
¿qué es lo que ha de sorprenderme?
Siendo como es primavera,
lo normal es que florezcan los capullos.


[*] de él***
[**] de ellos****

[***] Francisco Camps (pp), Presidént de la Generalitat Valenciana
[****] tú, por ejemplo

viernes, 22 de mayo de 2009

Miedo a los buzones

Probablemente sepan que hoy ha comenzado la campaña electoral para las Elecciones Europeas. (Si desconocían por completo tan noble fecha, mi más sincera enhorabuena; será que tienen cosas más importantes que hacer, como ver partidos de criquet de la liga pakistaní o afeitarse el vello de los sobacos). La mentada campaña se prolonga desde el día de hoy hasta el día en que sean las elecciones; fecha de la que puedo decir orgulloso que también desconozco por completo, pero los partidos políticos empiezan a mendigar nuestros votos con el acto público de la pegada de carteles, que fue la pasada medianoche.

Pensaba que lo de la pegada de carteles era algo de cara a la galería; la muestra de que los políticos aprovechan incluso los primeros segundos de precampaña para autopublicitarse, pero, tras la foto de las doce, parece ser que los partidos movilizan sus bases -yo los llamaría patéticos pringadillos- para empapelar las calles con los caretos de sus candidatos en pose recitante de vacuos eslóganes.

Semejante dosis de nocturna estupidez queda demostrada cuando, al levantarse hoy un ciudadano cualquiera a una hora prudencial, no a las seis de la mañana -penalidades de los parados que, aparte de un honrado puesto laboral, también tenemos vetado el contemplar los amaneceres-, pero tampoco a las doce -prebendas más propias de borbones que del vulgo-, observa horrorizado como durante la noche las calles han sufrido una epidemia de carteles.

Pero su horror no acaba ahí, lo peor llega cuando, confiado él, el inocente paseante se detiene a leer uno de esos carteles que estratégicamente han sido colocados sobre otros ajados y ya marchitos por el sol que anunciaban las funciones del Circo Holiday durante las fiestas patronales. Se ve que, por ley, a todos los payasos les correspone el mismo trozo de pared.

Los típicos mensajes que pregonan que ya es la hora del cambio, que éste es el momento -¿de qué?-, o que hay que acabar con la crisis, se ven acompañados por otros con divertidísimo símil futbolístico que tratan de aprovechar el tirón del éxito en la Eurocopa, del Barça o, simplemente, de la estupidez del votante en general.

Y con estos ingredientes se va sazonando un paseo matutino cualquiera, hasta que el caminante, infeliz de él, continúa leyendo, y avanza por la calle disfrutando de nuevas llamadas de peperos y sociatas para observar, incrédulo y perplejo; asombrado y francamente estupefacto; escandalizado y jurando en hebreo si el viandante es propenso a la hipérbole y el exabrupto fácil, un nuevo y definitivo cartel que reza 'Mayor Oreja tiene miedo a los buzones (porque sabe que el voto por correo puede hacerle perder las elecciones)'.


Y se habrán quedado tan anchos, piensa. No contentos con bombardearnos con los tradicionales eslóganes ambiguos, plagados de buen rollo, mejores intenciones y portentosas promesas de un futuro mejor que, cosas de la vida, jamás nos proporcionaron cuando estuvieron al mando (porque aquí, todo aquel que realmente aspira al poder -IU no cuenta, por favor- ya lo ha disfrutado, y ha hecho con él lo que usted y yo sabemos, apreciado lector: una puta mierda del tamaño de Dakota del Norte), ahora abonan el terreno de la publicidad creativa, y emplean frases presuntamente jocosas para atraer el voto.

Quiero creer que la frase moderna y la tétrica silueta con garras busca preferiblemente el voto de la juventud, a la que creen tan estúpida como para reírles la gracia del buzón de los cojones y pasar por encima que, mientras los partidos gastan cientos de millones en estupideces como ésa, ellos están en el paro o cobran una miseria por un trabajo de mierda -que no sé qué es peor-, deben endeudarse hasta las cejas para conseguir vivir en un antro más pequeño que la cuadra donde sus abuelos guardaban los gorrionos y probablemente hecho con materiales de peor calidad, y etcétera, etcétera, etcétera.

Es por que que hoy les pido que acepten un consejo de este lechón servidor suyo: si alguna vez se ha sentido defraudado tras comprar un producto que la publicidad vendía como panacéa y que ha resultado, simplemente, caquita de corderito, sepa que su desazón proviene de las falsas expectativas que le crearon los publicistas. Así que, si desearía dejarlos a todos en el paro y, de paso, librarse de esa horda de ladrones chupasangres que vamos a tener que mandar a Bruselas a que se toquen los escrotos, como si no lo hicieran ya suficientemente bien aquí, el día de las elecciones, pase de sus culos y no vote.

El Circo Holiday, a quien estos comemierdas les tapan sus coloridos carteles, y yo, se lo agradeceremos.

viernes, 15 de mayo de 2009

Hombre vs Máquina: combate final a veinte asaltos

El lugar cobijaba todo tipo de maravillas: inconcebibles prendas de vestir, las mayores delicias culinarias o bebidas llegadas de los más lejanos lugares, que asemejaban ser vinos o cervezas de apariencia normal, pero con una fabulosa e incomprensible composición. Sólo en un sitio bañado por los poderes arcanos podía convertirse el polvo en vino.

Era, cómo no, el Sabeco de Haro, y una vez, hace años, compramos allí un huevo mágico. Tú pensabas en algo, lo que fuera; cualquier cosa que cupiera en tu mente, desde un velocirraptor hasta los pelos del culo, y, tras veinte preguntas a las que debías responder o no, el huevo mágico adivinaba en qué estabas pensando. Ésa era su magia.

Ayer comprobé que la idea se ha llevado a la tele. 20p, lo llaman. Al huevo mágico lo han convertido en una especie de i-pod gigante y le han dado la personalidad de una arpía. Como si no hubiera ya bastantes zorras en televisión.

Hoy, Bilis les transcribe, palabra por palabra, el singular combate entre el concursante y el huevo mágico venido a pantalla de plasma zorrona, y sus consecuncias finales.

1. ¿Es un hombre? Sí.
2. ¿Es español? También.
3. ¿Es médico? No.
4. ¿Es sexador de pollos? No.
5. ¿Es agricultor? No.
6. ¿Es gigoló? No.
7. ¿Es obrero? No.
8. ¿Es deportista? No.
9. Ahora que sabemos que no hace deporte... ¿juega en el Real Madrid? No.
10. ¿Es actor? No.
11. ¿Es encantador de serpientes? No.
12. ¿Es terrorista? No.
13. ¿Es tertuliano de análisis político con capacidad para opinar de cualquier tema remuneradamente, y no por la simple ansia de tocar los huevos como hace un servidor? Va a ser que no.
14. ¿Es tornero-fresador? No.
15. ¿Es periodista? No.
16. ¿Es astronauta? No.
17. ¿Es arquitecto? No.
18. ¿Es escritor? No.
19. ¿Es obispo y/o cura ? Tampoco

Quizás en otro tiempo y en otro lugar, una vez llegados a este punto, en que casi todas las profesiones conocidas habían sido ya eliminadas, el número de respuestas posibles se hubiera reducido lo suficiente como para que la maquinita o el concursante estuvieran a punto de ganar.

Aquí, en este país plagado de políticos ineptos cuyo trabajo resulta inclasificable al reducirse a la más completa nada, y en el que ser famoso porque sí es una profesión en sí misma, las posibles respuestas ascendían a cuatro millones seiscientos cuarenta y cinco mil doscientos uno. Quitando a los cuatro millones y pico de parados sin otra ocupación que escribir blogs como éste, aún quedaban otro medio millón de tipejos antes de que el concursante formulara su última pregunta.

20.¿Es gordo, feo, de madre hirsuta, y se pasa la noche bebiendo cubatas rodeado de guarras que tan sólo buscan en él la popularidad que sólo en un lugar tan lamentable como España, donde cualquier excremento humano que ni haya hecho ni sienta la necesidad de hacer nada de provecho para sí mismo o su prójimo puede convertir su nimio parasitismo en una forma de vida merced a la estupidez de la prensa rosa y de todos aquellos compatriotas que no tienen otra cosa mejor que hacer que seguir las andanzas de semejantes payasos, un tipo así puede ofrecerles? Sí

¡Es Paquirrín!, respondió el concursante. Y se llevó seis mil euros para casa.

lunes, 11 de mayo de 2009

'Magister' Muñoz

Doce de la mañana, hora Zulú. Lugar: Universidad Rey Juan Carlos, monarca campechano, Madrid, Spain. Fecha: tampoco pidan tanta información, que esto es Bilis, no la Agencia Efe.

Un bigote y unas gafas de sol. Tras todo ello, un hombre visiblemente reconfortado al saberse objetivo de todas las cámaras, a las que sonríe burlón y saluda respetuosamente, entra en una sala abarrotada.

Se sienta en la mesa principal, junto a un periodista que será el encargado de impartir un curso a los alumnos que componen el auditorio. Pero el periodista es sólo uno más en la sala. La estrella es él, y lo sabe.

Y así, con el desparpajo de quien está acostumbrado a lidiar con reporteros de lengua tan mordaz como para preguntarle su opinión acerca de las últimas declaraciones de Pitita Ridruejo -ni sé quién es- o si es muy duro tener que quedarse en casa, robando solo y aburrido, mientras Isabel continúa con su gira triunfal y consigue un nuevo lleno en el Madison como telonera de Eminem, Julián se va ganando a la concurrencia.

Con teatral pericia demuestra el sobresaliente dominio de la situación de quien ha acumulado en los últimos años todos los hitos a los que un buen español puede aspirar: delfín de Gil y Gil en el sultanato marbellí; padrastro del icono erótico hispano del nuevo siglo, el ultimate latin lover Kiko Rivera, alias Paquirrín; y pareja sexual de la indiscutible reina de la copla -échenle un poco de imaginación, pónganse en situación (finca Mi Gitana, la habitación grande, cama con colchas de seda) y lobotomícense el hemisferio de su cerebro en el que haya quedado grabada la recreación del Muñoz y la Pantoja probando un colchón a cuatro patas.

Todo sigue este maravilloso proceder que culmina con nustro héroe saliendo a hombros de una multitud de enfervorecidos estudiantes que aspiran, el día de mañana, a tener una caja en la que poder meter mano de la forma en que el maestro Julián les ha enseñado.

Pero la vida es sueño, y todo esto quedará para siempre en onírica recreación de la España más cutre y sórdida, la de la charanga y la pandereta, la que ignora a sus eminencias científicas pero que pasea a sus monstruos circenses por los atrios de las universidades, porque la URJC ha suspendido el show.

El curso Periodismo y corrupción política se queda sin la participación del señor Julián Muñoz, ex-alcalde de Marbella, y actual recordman mundial en número de delitos cometidos y causas de corrupción pendientes de jucio y/o sentencia, y a cambio recibe el apoyo del rector de la URJC, que, en la declaración más cursi desde que la mesa nacional de HB mostró su apoyo a la presencia de palestinos fucsias en la kale borroka, asegura que su universidad "respalda el combate de las instituciones del Estado de Derecho contra la corrupción política". Más cursi e implosionamos todos, señora.

Pero me temo que la cancelación no ha sido por un convencimiento personal del rector, que cree que una persona que ha aprovechado un puesto público para el que había sido democráticamente elegido para robar al contribuyente no tiene cabida en la universidad, sino porque la presión mediática y la estúpida corrección política desaconsejaban seguir con el tema. Vamos, que al rector de la URJC, al director del curso, o al bedel de la facultad de derecho, la polémica suscitada les ha venido grande, se han hecho caquita y han evitado uno de los momentos que, a buen seguro, hubiera estado en el podio de la tradición humorística española.

Los alumnos se quedan sin conocer de primera mano los entresijos de la corrupción, y los de Sé lo que hicistéis... sin material para los próximos dos años de programa. Los únicos agradecidos ante esta cancelación son los del sindicatos de trabajadores de la limpieza de la Universidad Rey Juan Carlos, que respiran aliviados tras unos dias de temor e incertidumbre ante la posibilidad de verse obligados a tener que reoger los desperdicios del suelo tras la visita del ex-alcalde marbellí, dadas las altísimas posibilidades de que don Julián saliera de la universidad llevándose hasta los ceniceros, robo factible dada la amplitud que se supone a los bolsillos de un tipo que acostumbra a llevar los pantalones a la altura de los sobacos.

Ante la cancelación, desde Bilis, siempre tan propensos a ponernos del lado de la minoría -o a tocar los cojones llevando la contraria, que en este caso viene siendo similar-, no solo pedimos que el rector de la Rey Juan Carlos reconsidere su postura y vuelva a incluir al ínclito señor Muñoz en la programación de sus cursos de corrupción política, sino que, continuando con esta plausible tendencia de acercar la universidad a las calles a través de gentes que, en primera persona, hayan sido protagonistas de las materias que allí se imparten, se creen nuevos cursos, seminarios, ponencias y por qué no, asignaturas troncales de duración anual acerca de los más variopintos temas de acuciante interés en la España actual; empezando por el presidente del PNV dando lecciones sobre la aceptación de la derrota electoral, siguiendo por un máster sobre gestión deportiva a cargo de Ramón Calderón, y culminando con Rouco Varela al frente de un curso sobre la importancia del cilicio en el mantenimiento de la correcta moral católica o con Zapatero en uno de sumas con llevadas.

Predigo clases llenas, cafeterías vacías y un ansia inusitada en la toma de apuntes. Todo ello por el módico precio de sacar a los payasos de las calles y meterlos en las aulas.

martes, 5 de mayo de 2009

Hijos de puta

Tenía ganas de titular una entrada así. Hoy es el día y la excusa para el odio es un chavalín de cinco años.

El niño, que se llama Juanma, sufre una extrañísima enfermedad que tan sólo se da en una persona entre un millón. Esta escasez de pacientes hace que las posibles curas no se estudien, o bien tarden mucho en desarrollarse. La industria farmacéutica, la tercera más rentable del mundo tras la armamentística y el tráfico de drogas, no invierte en estos casos, de la misma manera que tampoco invierte en fármacos antivirales para el sida o la hepatitis. En estos casos los enfermos se cuentan por millones, pero millones de pobres representan los mismos ingresos que un único niño enfermo. O sea, nada.

Pues bien, la enfermedad, conocida como síndrome de Alexander -y que, al parecer, nada tiene que ver con Hleb, el tipo que pasea ridículamente por la banda derecha del Nou Camp y al que el hecho de tener a don Andrés Iniesta a menos de treinta metros no deja en muy buen lugar-, se trata de una enfermedad neurodegenetariva que, si fármacos de nueva generación no lo evitan, dejará al chiquillo en estado vegetativo en poco tiempo.

La posible cura cuesta millones de pesetas, y la están desarrollando científicos de una universidad estadounidense, pero la guita tienen que ponerla los padres de Juanma. Para conseguir el dinero, y como son gente humilde -ella, ama de casa; él, camionero-, la familia se mueve, buscándose la vida de las maneras más insólitas. Pero también recibe las aportaciones de otros muchos que, desde sus propias posibilidades, tratan de colaborar con la causa: una chica guipuzcoana que hace pulseras a euro y envía los beneficios, obreras que cada mes ingresan lo que pueden, o estrellas de la música pop como David Bisbal, que dio un concierto en Roquetas de Mar por la jeta, recaudando cincuenta mil euros que donó íntegramente a la familia.

Así, una vez puestos ustedes en los mismos antecedentes que tengo yo tras leer la web de El Mundo (si citamos aquí a El Karma, por qué no lo íbamos a hacer con éstos. Al fin y al cabo, desde ambas publicaciones se les hace la campaña electoral a algunos partidos; en el caso de los chicos de Pedo Jota, creo que el partiducho se llama Pepé, o algo así), puestos en antecedentes, decía, se preguntarán ustedes qué hay susceptible de ser odiado en una historia de superación personal y lucha de una familia humilde que se ve ayudada por gentes desinteresadas a los que no conocen o por artistas famosos que tratan de aportar desinteresadamente sus cincuenta mil granitos de arena.

Pues, con música y dinero de por medio, la infamia no podía venir de otro lugar que la SGAE. La Sociedad General de Autores de España reclamó a la familia, por escrito y antes incluso de realizarse en concierto benéfico de Bisbi, la tajada que les correspondía. El diez por ciento ni más ni menos. La cantidad total es lo de menos; da igual si es mucho o poco, ni siquiera merece la pena valorar el hecho de que esos cinco mil euros no le suponen nada a la millonaria SGAE, pero que son una fortuna para la familia de Juanma, que recopila céntimo a céntimo las esperanzas de salvar a su hijo.

Y, después de semejante infamia, de la que probablemente sea la mayor de las infamias que puedo imaginar, robar su dinero a un pobre niño enfermo, los de la SGAE aún tienen la jeta de decir que lo hicieron "porque es su obligación". Es difícil comentar nada ante tan vergonzante comportamiento, y es imposible hacerlo ante su estúpida justificación. ¿Cuál sería la obligación del padre de Juanma? ¿Tomarse la justicia por su mano y poner rumbo a la sede de la Sociedad de Autores cinturón de cartuchos al hombro y trabuco en mano para poner los puntos sobre las íes?

De momento yo, desde Bilis, me cagó en la puta madre de estos rateros asesinos de niños y, por si acaso el hecho de defecar sobre personas físicas también se ve gravado con el impuesto revolucionario de estos avariciosos sin corazón, también me jiño en sus muertos, los frescos y los secos, que por hacérmelo sobre esos seguro que no cobran canon.