lunes, 7 de septiembre de 2009

Marca (o Cómo pasarse el octavo mandamiento por el forro de los cojones)

Con la cantidad de cosas que suceden y con las que uno podría indignarse, y a servidor le hierve la sangre con esto.

Ahora que ha comenzado la Liga me viene a la cabeza un titular del diario Marca de hará unos diez días, en el que los redactores de este siniestro panfleto madrileño se permitieron el lujo de dar por Bien Vendido al señor Arjen Robben, traspasado por 25 millones de euros al Bayern de Münich.

Opiniones futbolísticas aparte -para mi gusto es uno de los mejores extremos del mundo, y si está sano, es mejor que Cristiano-, la gracia del tema es la manera en la que intentan vendernos la moto de la idoneidad del traspaso, convirtiendo a Robben en poco menos que un demonio, con la intención de echarle al madridismo encima.

Ahora es un jugador egoísta, frágil y poco útil para el equipo. Pero hace sólo unos meses, cuando, carentes de mentiras con las que rellenar su portada, idearon una campaña para colocar al mismo futbolista al nivel del indiscutible número uno mundial, Messi -y se lo dice uno que no es del Barça y que, dentro de los culés, de queda sin dudarlo con don Andrés Iniesta-, todo eran alabanzas hacia su juego directo e imaginativo.

Hoy, todas aquellas loas han quedado olvidadas. Había que justificar la incomprensible decisión del señor Florentino Pérez, y ahí está la portada. Que, por cierto, tiene su mérito, pues no debe de ser nada fácil teclear las palabras Bien Vendido mientras tienes la lengua introducida en el ano del dueño de ACS.

El primer medio escrito de España -no tan sólo deportivo; Marca vende más ejemplares diarios que cualquier periódico generalista de este país-, practica a diario la mentira, el engaño y la prensa amarilla más virulenta de la forma más impune.

Quizás si no fuera -como reconozco ser- fanático abominador de todo lo que rodea al Real Madrid Club de Putas, estos procederes me parecerían chiquilladas de unos periodistas, los deportivos, a los que en la mayoría de los casos no les da ni la cabeza ni la pluma para andar hablando de cosas de mayores.

Al fin y al cabo esto es un juego en el que se trata de que entre la pelotita, y puede que las cosas no haya que tomarsela tan a la tremenda como servidor, y que un poco de mentira periodística diaria no le haga daño a nadie.

Puede que sea porque el objeto de la burda aclamación y el halago perpetuo, tonto e injustificado es el club que menos trago, que desprecio hasta límites insospechados al diario Marca y en especial a su director, el señor Eduardo Inda, un fantoche mentiroso que guía los designios de su periódico hacia donde le ordena la voz de su amo.

Pero, pensándolo bien, mi indignación está más que justificada, porque esto de la falta total de rigor no es cosa exclusiva del Marca. También está el As, que además de compartir todos los pecados de su rival cuenta entre sus filas con el despreciable y patético Tomás Roncero, de quien un día prometo hablar. Y no podemos olvidar, cuando de objetividad periodística se trata, a las noticias deportivas de laSexta, que se llevan la palma.

Pero la gravedad del asunto no recae en la nula objetividad de a prensa deportiva española, que tiene la mentira y el forofismo como algo tan arraigado que es parte ya de su naturaleza.

Lo peor de todo esto no es que nos engañen con los deportes. No. Lo peor es que la misma cara dura que emplean a destajo para pregonar las bondades del señor Florentino Pérez e incitar a la población a lanzársele a los pies y hacerle felaciones si en alguna ocasión tienen la fortuna de cruzarse con él, la ultilizan cuando hablan de política, de economía o de cualquier asunto serio.

Mienten. Mienten y saben que nosotros sabemos que nos mienten. Y se la suda. Ni siquiera tratan de disimularlo, porque ellos son las marionetas que mueve el Poder y nosotros, pobres humanos, simples mierdecillas que nos movemos hacia donde ese Poder decida.

Floren -o Botín, Polanco, Villalonga, o quien sea- elige el rumbo. Sus perros fieles de la prensa soplan. Y nosotros, siempre con las velas bien abiertas, siempre tan tontos, navegamos hacia donde a ellos les sale del forro de los cojones.

¿Cuál es el destino? El mismo de siempre. Vivimos embarcados en un viaje a través de la indiferencia, el no pensar, el no cuestionarse nada. Y, de fondo, una vez cada cuatro años, un fondeadero con forma de urna donde entregar nuestra voluntad para que todos estos hijos de puta puedan seguir legitimados bajo el amparo de esta falacia que tanto les llena la boca y a la que llaman democracia.

No hay comentarios: