martes, 1 de septiembre de 2009

Teoría de la Vicisitud Andaluza

Para un tipo al que no le gustan especialmente ni el cine -si exceptuamos pelis donde maten muchos orcos (El Señor de los Anillos), maten muchos ingleses (Braveheart) o ambas (cualquier documental sobre Camilla Parker Bowles)-, ni la Fórmula1 -si exceptuamos las fumatas blancas del mítico Takuma Sato, aquel piloto que hacía trabajar en cada carrera al safety car más de lo que Felipe, Cristina, su hermana la Tonta y yo hayamos hecho jamás-, la lectura de de un blog que habla principalmente de esos dos temas debería resultar una tortura. O una mongolada del tamaño de las patillas de Isabel Pantoja.

Sin embargo, servidor es asiduo seguidor de un bloj llamado Vicisitud y Sordidez que, en algunos momentos, abandona su fijación por los cardados, su furibundo odio a Hamilton o sus extrañas referencias a cineastas frikis a los que no conoce ni su puta madre -y menos yo-, y habla de otras cositas. Como de nacionalismo. Y al ser éste uno de los temas favoritos por estos lares, no podía menos que compartir sus reflexiones con vuesas mercedes.

Podría dejarles el enlace a dicha entrada, pero hay dos pequeños problemas. Uno: que servidor, debido a su creciente retraso mental, es hoy más estúpido que ayer, por lo cual es incapaz de encontrar dicho enlace. Y dos: que esto es Bilis, y trata de que quien les teclea escriba cositas, no de que pegue directamente las cosas de otros. Para eso, visiten el blog de Ana Rosa Quintana.

Así pues, mis queridos despojos, pasemos a conocer la versión bílica de lo que los chicos del club de fans de Hans Magnus Eizenberger -son muy frikis, sí, los cabrones- vinieron a llamar La Teoría de la Vicisitud Andaluza:

Enunciado:
Cualquier acto de afrmación nacional que, trasladado a Andalucía, parezca ridículo y provoque ingentes dosis de vergüenza ajena, es una sublime estupidez.

Demostraciones:

1. Cultura
Se insta a los niños a realizar la lectura obligatoria de las obras de Lorca, Góngora o Bartolomé de las Casas. Esto, que en una región rica en literatos como es Andalucía, puede resultar hasta beneficioso, gana mucho más valor como ejemplizante teoría antinacionalista si usted reside a orillas del Ebro entre Lodosa y Pradejón, y lo que le obligan a recitar son las etiquetas de los botes de espárragos hechas verso.

2. Actos oficiales
Si en lugar de recibir a un mandatario extranjero a golpe de aurresku -bailando con la pata parriba, lo llamaban los colegas de VyS; estos andaluces...- se le planta en la pista de aterrizaje de su avión a una pareja bailando faralaes -que a saber lo que es-, el acto puede culminar en unas dosis de vergüenza ajena peligrosas para la salud de cualquier espectador medianamente normal.

3. Territorio histórico
Reclamar todo lo que se pueda reclamar. Andalucía, desde luego, reclamaría hasta la última fanega del extinto califato cordobés, desde Tánger hata medio metro antes de Covadonga. Pero ya puestos, también podrían reclamar las Canarias y Sudamérica, por la cosa de que no hablan andalúz, pero casi. Y Nimes, en Francia, donde los toros son espectáculo con gran tradición.
Bajo estos flexibles criterios, se podría ir exigiendo la puesta bajo la batuta de la Junta de casi todo el mundo conocido puesto que, si usted habla un castellano que no parece castellano, usted es andaluz. Así, prácticamente cualquier estudiante de español desde Birmania hasta Quebec, hablará un castellano bastante cochambroso pero ostensiblemente mejor del que hablaría un nativo de Cádiz, siendo, por ende, andaluz.

4. Hechos diferenciales
El principal hecho diferencial andaluz que reseñaban estos muchachos era, cómo no, su perpetua inclinación al chiste. Yo hubiera añadido ser devoto de la Macarena y, al mismo tiempo, votante del partido comunista, pero como esto podría parecer demasiado absurdo incluso para este tema que estamos tratando, habremos de contentarnos con proclamar a Chiquito de la Calzada como máximo icono cultural andaluz. Primero ríanse, y después piensen quién sería esa respetable figura en su terruño. En el mío, el hecho diferencial sería estar perpetuamente ciego, y nuestro icono, un tal Taburete.

5. El idioma
Ya hemos usado el idioma como método para reclamar territorio; ahora llega el momento de darle una gramática propia. Eliminaremos todas las eses de los finales de palabra, que lógicamente han llegado desde Madrid como brutal método de opresión, y comenzará una guerra civil entre ceceantes y seseantes -a lo hutus contra tutsis- por el control del poder andalú.
Si aplicamos estos criterios gramaticales a Murcia, Menorca, Miranda de Ebro, Teruel o a La Rioja -ese lugar donde la blasfemia es verbo auxiliar de la misma manera que el do lo es en la lengua inglesa-, ya tenemos montado el circo y podemos decir orgullosos que somos una nación antigua sometida bajo el yugo de tal y de cual.

Lo más cojonudo de todo es que, semejante sarta de mongoladas llevada a Galicia, el País Vasco, Cataluña, o a la exhaltación nacional del demócrata y rojigualdo Imperio Hispánico, suele considerarse por sus protagonistas -que no en vano acumulan unos porcentajes de retraso mental más que considerables- como una orgullosa demostración de valiente amor a sus Patrias.

Para tirarse de los pelos -el que tenga muchos-. Los demás, podemos contentarnos con reírnos de ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Atracar la bbk, banco galicia, caja duero, ibercaja, caja andalucia, la caixa y caja pastro es un deber moral por si no habia quedado claro