sábado, 17 de abril de 2010

Espe (making friends III)

He robado de todo y me he jactado de ello. Incendié la Falange, digo, el PP, a ver si las llamas se comían a Gallardón. He viajado en helicóptero con Rajoy y he vivido para contarlo. Compré a dos diputados de la Asamblea de Madrid y después, los muy paletos, me dieron dos mayorías absolutas seguidas. He hablado con dioses bigotudos, me he hecho un canal de televisión tan a mi medida que se jiña la tele por cable, y he sido la ministra de cultura más inculta de la historia. Que, en España, no es moco de pavo. Me llamo Espe. Quizás hayas oído hablar de mí.

Hayan o no leído las azarosas aventuras del pelirrojo Kvothe, seguro que han oído, mis queridos saquitos de humana pestilencia, hablar de ella. Por si acaso, les daré alguna pista más: No come ratones, no viste de uniforme, pero es muchíiiiisimo más lagarta que la famosa Diana de la serie 'V'.

Estamos hablando, cómo no, de Esperanza Fuencisla -la cabeza te quiten y te pongan la del Pato Lucas, con ese nombre- Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Murillo (De Río Leza, y esto es en serio. Mira que me gusta innovar, por no decir sacarme las cosas del forro del escroto, pero si el humor viene de serie, ¿para qué inventarme las sandeces?), más conocida como La Lideresa, y a la que aquí, con el amor natural, gratuíto y espontáneo que caracteriza a Bilis llamaremos, simplemente, La Zorra Esa.

Podrían desgranarse muchas anécdotas para dejar bien clara la personalidad de La Zorra Esa. Quizás la más conocida sea aquella en la que respondía con un orgulloso "yo sólo veo cine español" cuando Pablo Carbonell, que era el más cabrón de los reporteros del programa más cabrón de la tele, le pedía a ella, que era Ministra de Cultura -qué país más triste- su opinión sobre Airbag, de Juanma Bajo Ulloa.

Pero todo sería poco para describir a una trepa capaz de compararse, en su atrevidísima ignorancia, con los constituyentes de la Pepa, allá por el Cádiz de 1812. "Ellos eran liberales, como yo", dice la tiparraca. Y se queda tan ancha. Bueno, cómo se va a quedar alguien con un poder tan grande y una estupidez mayor aún.

Últimamente, desde que el noble pueblo de la capital de las Españas premia sus pucherazos con mayorías absolutas, se ha hecho más atrevida, y no se corta a la hora de felicitarse por colocar a sus adlateres como consejeros en Caja Madrid, y "quitarle el puesto al hijoputa ése", o deslizarle, jovial y risueña con esa sonrisa franca que sólo poseen ella y las hienas, un "no sé como permites que te pongan esa puta mierda ahí" al alcalde del pueblecito de turno.

Por suerte había allí unos incómodos micrófonos abiertos. Esa boca, Espe, que te la vamos a tener que lavar con jabón...

Pero siempre habrá quien se resista a tan contundentes pruebas, quien esté dispuesto a perdonar todos sus desmanes y, lo que es peor, quien en el caso de que La Zorra Esa le moviera la silla a don Mariano lo suficiente como para que el ¿tartaja? -¿cómo definir a un tipo que se traba al hablar y que, con cada palabra, hace que la compra de chubasqueros suba exponencialmente entre los agraciados que se encuentran al otro lado de su atril?- dejara de ser el líder dela ultraderecha hispana, acudiera raudo y veloz a las urnas a darle su voto.

Esperanza Presidenta. Ni de la escalera de mi casa, plis. Tiemblo. Da más miedo que subir en el ascensor con Guti. Y es algo que desde Bilis, donde somos famosos por nuestras acertadas profecías -como la que decía que Madrid iba a tener los mismos Juegos Olímpicos que Valgañón-, no se descarta en absoluto.

Podrían ocurir cosas peores, sí. La humanidad podría ser esclavizada por una raza de superextraterrestres, Del Bosque podría caer en los influjos de la quetamina y llevar a Raúl a Sudáfrica, o Benedicto XVI podría ser el profesor de natación de sus hijos. Pero, ¡h!ecatombes aparte, tener a Esperanza como gestora única, al estilo de lo que fue Aznar, y representante máxima en el exterior (con perdón del señor ése de las monedas, que está tan ajetreado que no tiene tiempo ni para afeitarse), sería para España la mayor tragedia desde la muerte de Chanquete a manos de los GAL.

De momento, en provincias, habremos de conformarnos con sus periódicas apariciones en televisión, con las consecuentes subidas del vergüenzajenómetro; y allá por la capi podrán seguir disfrutando de su circo privado, repleto de payasos como el ínclito Gérman Tertsch, al que atacaron "unos moros, o maricones, o de extrema izquierda... pero organizados" que luego resultó ser un tipo que le infló a hostias porque el Goebbels de Telemandril se estaba pasando de listo, borracho como una cuba en una discoteca.

Pero en el futuro... nunca se sabe. Por desgracia, la Esperanza es lo último que se pierde.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Se echaba en falta que empezaras a saltarle los dientes a la moceta ésta. Te ha quedado muy bien, seguro que te compra el artículo Pedro J.
Por cierto, yo esperaba que hablaras del salto a la fama de Miss Ourense. ¿Para un próximo artículo?.

Pilar dijo...

Que me sangran los ojos!!! Es hecatombe!!!