miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ajuste de cuentas

Con este título y en este blog, no cabe otra cosa sino esperar decenas de patadas en las costillas, orejas cortadas en juliana, políticos torturados con instrumentos sacados del estuche de dibujo técnico de uno de esos asesinos de la ESO, chancletas de cemento para bucear en ríos fangosos, o tortazos a mano abierta, también conocidos entre el populacho como hostias de madre. Pero no. Hoy toca una pequeña dosis de televisión.

Lo bueno de ver poco la tele es que siempre te encuentras con sorpresas. En realidad no es que la vea poco, pero soy casi un analfabeto televisivo si me sacan de las noticias, Los Simpson y todo evento deportivo que se precie -si, admito ser un friki que igual se traga un partido de la Davis que un Elkoro-Ceceaga o un Fulham-Newcastle.

Pero acerca de los programas de máxima audiencia... poco. Tengo cosas mejores que hacer durante el prime time televisivo, como freir anchoas o cortarme las uñas de los pies. Todo lo que conozco acerca del famoseo es gracias a un Sé lo que hicistéis... que apenas veo; no sigo ninguna serie, casi no veo películas y, en lo referente a los programas de reporteros y similares, que es de lo que quería escribir hoy, pues tampoco es que tenga muchos conocimientos. Sé que los programas existen, pero el mando los mantiene frente a mí apenas unas milésimas de segundo.

Por eso, cuando un servidor se encuentra con un programa llamado como la entrada de hoy, uséase, Ajuste de cuentas, en Cuatro, y alcanza, tras un par de minutos de profundo estupor, a comprender cuál es el ofensivo contenido del programa, se le ocurren como opciones más plausibles el arrancarse el bulbo raquídeo o escribir acerca de ello.

Trata, así por encima, de que un experto enseña a una familia a controlar sus gastos, ya que con los ingresos de que disponen no les alcaza para mantener una economía mínimamente saneada debido, no a que ganen poco, sino aque gastan muchísimo.

Lo más sangrante es que no era un reportaje puntual, en plan hoy os vamos a enseñar a dos idiotas que gastan más de lo que tienen y, en lugar de reírnos cuando empiecen a mendigar, vamos a tratar de ayudarles. Como si la estupidez supina tuviese cura. Qué coño. Ajuste de cuentas se emite semana tras semana, mostrando desvergonzadamente parejitas de gilipollas que se dejan exhibir -cobrado, imagino- como ridículos monitos de feria, mostrando orgullosamente sus miserias en público con tal de no renunciar a un modo de vida basado en la compra compulsiva de chorradas que no pueden permitirse.

Resumiendo ese programa en particular para quien no viese tal infamia hace unos viernes o para quien, directamente, desconozca la existencia de esta abominación en la tele: Una pareja, hombre y mujer. Sin hijos ni cargas familiares. Viven en un chalé que están pagando y tienen un par de coches. Los dos trabajan. Tres mil euros largos al mes de ingresos. Yo creo que hasta ahí su situación no da pie a pensar en apuro económico alguno.

Pero todo cambia cuando el reportaje añade un pequeño detalle. No lo dicen a las claras, pero dan datos suficientemente contundentes para que el espectador lo deduzca por sí mismo. Y es que los dos miembros de la parejita de marras... ¡son imbéciles! Y ahora, con este nuevo dato sobre el tapete, todo encaja a la perfección. Ella adicta a la ropa. Él enfermo de los videojuegos. Sus gastos en cosas absolutamente prescindibles, y especialmente en esas dos que acabo de citar, son totalmente desorbitados. Ofensivos para una persona normal. Gastos tan bochornosamente superfluos que provocan que cada mes les falte dinero para cubrir sus gastos.

Lo malo es que enseñan a este par de pijos con evidente tara mental en la tele y tu los ves ahí, conduciendo su cochazo, viviendo en su pedazo de chalé, sin rebajar su tren de vida a pesar de que se están endeudando hasta las cejas cada día que pasa y piensas que algo falla.

Y es entonces, consciente de dónde está el error -en la propia y plácida existencia de este par de idiotas- cuando definitivamente tiendes a pensar que un verdadero ajuste de cuentas, un poco de venganza mafiosa al más puro estilo Chicago, no esaría nada mal. Y es que hay gente que está pidiendo a gritos que les enseñen cuatro cositas -iba a decir sobre economía doméstica, pero estos retrasados mentales lo que necesitan es que alguien que llegue justificadamente ahogado a fin de mes se las enseñe sobre la vida- a base de hostias en los morros.

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