viernes, 28 de agosto de 2009

¡Caralibro!

Sube el paro. Y sigue subiendo. Hasta el infinito y más allá. Rozando las nubes, abriendo de nuevo el agujero en la capa de ozono. ¡Y sube por tu culpa, caralibro!

Ahí estamos nosotros -en este caso yo no, Dios me libre-, empeñándonos en que suba más y más. Quitándole el empleo a la pobre gante. Sí, sí. Usted. Usted es un cabrón y quiere que se alcance la cifra de los ocho millones de parados.

Venga, no se haga el tonto. Que te hemos cogido, Sigifrido. Es usted una malísima persona que disfruta viendo como la gente sufre y se muere de hambre, y por eso ha decidido que va a mandar al puto paro a todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

¿Y cómo lo hace? Pues encargándose usted mismo del trabajo que correspondería a pitufos, maderos, picoletos, detectives, agentes secretos, la CIA, la KGB, el CESID y el PAOK de Salónica.

¿Para qué va a necesitar el gobierno de sus perros si usted, por iniciativa propia, estúpidamente orgulloso de ello, se encarga de colgar en las distintas redes sociales todos los recovecos de su vida?

¿Como van a poder vivir los honrados agentes de la generosa teta del Estado a cambio de buscar, indagar, perseguir y delatar a sus conciudadanos si éstos, inmersos en una locura de poses absurdos y pérdida de su intimidad, se empeñan en hacer todas estas tareas por si mismos? ¿Acaso desean que la pobre policía se muera de hambre? No, hombre, no. Sean buenos. Además, puestos a desear la muerte a alguien con placa, que sea por un método humorístico. Cagalera, por ejemplo.

Pero no, ustedes tenían que escoger la inanición como causa de la muerte y la pobreza extrema como medio de tortura. Tenían que salir corriendo al Beinte y al Caralibro a contar los malos todo lo que ellos quieren saber.

Y ahora los malos -el Rey, George Bush, Raúl González Blanco, Zapatero, Fraga, Marc Lenders, Joan Laporta, Berlusconi, Emilio Botín, Gárgamel y Julián Retegui- saben de usted más datos de los que sería capaz de contarle a su santa madre. Reflexionen sobre eso y alcanzarán a comprender toda la tristeza de estas redes sociales, en las que se da a desconocidos información que, a todas luces, ocultarían a aquella cuyo sexo desgarraron un día con sus prominentes cabezones.

[tiempo para reflexionar]

Tras la oportuna reflexión comprenderán, desde luego, el craso error cometido. Ahora están en manos de ese ente llamado internet, y no pueden hacer nada para evitarlo. Sus vidas ya no les pertenecen, y a lo único que pueden aspirar es a no seguir aportando información a esa máquina de control colectivo que son las redes sociales.

Les parecerá alarmismo exagerado, pero no lo es. Cuenten, cuenten lo que quieran. Pierdan su intimidad bajo esa macro red de espionaje disfrazada de invento moderno y superguay para adolescentes (cosa que por cierto, usted con veintimuchos años, ya no es). Ustedes sabrán dónde se meten. Pero mañana, no quiero ni una queja. Bilis se lo advirtió.

A nadie le interesa conocer mi nombre completo, ni mi edad, ni mi dirección; ni mi aspecto tras fumarme medio kilo de opio; ni que estoy leyendo una biografía de Gracita Morales prologada por Nelson Mandela; ni que me he comprado el último disco de Michael Jackson y está de muerte; ni que odio las tareas domésticas, especialmente hacerme la cama; ni que mi comida favorita son los huevos fritos con patatas; ni que estoy felizmente casado con un ciudadano rumano; ni que el fin de semana me puse tan ciego que, estando de fiesta, perdí el móvil; ni que profeso la religión del Norte y adoro a los dioses antiguos y sus arcianos; ni que he visto tantas veces Porno a bocajarro, con Pajares y Esteso, que ya me sé hasta los diálogos; ni que creía que no podía odiar más a un equipo británico que al Rangers y al Man United, hasta que apareció el Chelsea de Lampard en escena; ni que tengo el cuarto repleto de pósters del Fary;ni que el móvil no estaba perdido, sino que ha aparecido semana y media después bajo mi almohada.

A nadie le interesa saber eso. Ni tampoco le interesa a nadie saber que os odio a todos, al que más a Kenny.

Y como a nadie le interesa, pues no corro a publicarlo en la red para que todo el mundo, mis clientes, mis vecinos, las empresas interesadas en contratarme (que, lógicamente, tras verle a usted bailando una sardana en la Plaza Mayor con los calzoncillos en la cabeza, no lo harán), o quien sea, lo sepan. Y es que yo soy un tipo coherente. ¿Entendido, caralibros?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

GRACIAS!

Pilar dijo...

Ya has vuelto a ligar!

Yaha! dijo...

De nada, anónimo.
Pues si, parece que lo he vuelto a hacer. Incomprensiblemente.

Anónimo dijo...

caralibros hijos de puta cuando tenga ganas de daros por el culo sabre donde, cuando y con quien estais, descuartizare a vuestros amigos que tambien sabre donde, cuando y con quien estan y os dejare vivos para enterarme despues de vuestro estado de animo, a ver que careto se os queda en la foto.

Anónimo dijo...

ATRACAR BANCOS ES UN DEBER MORAL

Anónimo dijo...

Brillante, soberbio, plas! plas! plas!
Me se caen las lágrimas!