sábado, 18 de diciembre de 2010

El nuevo Mundo

La Tierra es (casi) esférica, y es increíblemente grande.

¿Qué ha fumado éste hoy?, se preguntarán tras semejante presentación. Pues nada distinto a lo del resto de los días; veneno del motor de los coches y humo cancerígeno de atmósfera de bar. Así que, por esa parte, no hay ningún problema.

Los mapas son planos, y caben en la pared de tu cuarto, en un libro, o en un calendario de bolsillo.

(También sigo sin inyectarme nada).

De las dos frases anteriores se deducen dos problemas, en los que, me juego un huevo y la yema del otro, usted, como persona normal, no ha reparado: necesitamos pasar de una superficie esférica a una plana, y meter distancias de cientos de kilómetros dentro de la página 363 de la Guía Marca para saber dónde está Bahía Blanca, la sede del Olimpo argentino, y otras cosas incluso más útiles.

La pega de los tamaños se resuelve mediante las escalas, que es algo tan común a la vida diaria de cualquiera que no necesita explicación. La segunda, sin embargo, es algo más compleja: se trata de plasmar algo curvo en un plano, para lo cual tan sólo podemos servirnos de aproximaciones. Imaginen, por ejemplo, una bombilla con su superficie cubierta con una malla (que sería curva, claro); y piensen en la luz que se proyecta sobre una pared, donde se vería la sombra de la malla. Ale, ya la tenemos tenemos en un plano.

Si en vez de una malla, se imaginan el contorno de los países y continentes, acaban de resolver el segundo problema.

Peeero, y aquí viene la gracia del asunto, al pasar la malla en forma de sombra a la pared, ésta aparece deformada, siendo imposible que se mantengan, a la vez, las formas de los continentes, las distancias entre puntos, o las superficies de los países.

¿Y a qué cojones viene todo esto? Yo entro a Bilis para ver como te cagas en la madre de gente, no para que me sueltes una mierda de clase de geografía que seguro que te has aprendido antes de ayer y la utilizas para hacerte el culto conmigo, payaso.

Pues no. Todo esto viene motivado por un par de preguntas, en principio ridículas.

P1: ¿Dónde está el Ecuador con respecto a la esfera terrestre?
R1: En el puto medio, canso de los cojones.

P2 Y, en el supuesto de que en su madriguera infecta, mis queridos lectores, haya algo más colgado en la pared aparte de porno alemán, aguchufrocta y tal... ¿dónde está el Ecuador en su mapa?
R2: Pues dónde va a estar, caramierda, en el... ¡Ostias! ¡Abajo! ¡Muy abajo! ¡Demasiado abajo!

Ya ven, señoras y caballeros, han estado toda su vida viendo un mapa completamente absurdo. Y lo que es peor, sin saberlo. Llevan años dando por válida una configuración de los continentes que se ha metido en sus cabecitas gracias a un mapa más falso que Judas.

Bueno, el mapa no es para nada falso, sino que en él, que está hecho según una proyección llamada Mercator -a no ser de que sean ustedes unos frikazos de la cartografía y tengan un mapamundi extraño en casa, en cuyo caso, todo esto que les estoy contando ya se lo sabrán, y pueden pasar directamente a disfrutar de su ración diaria de porno internáutico-, aparecen exageradas las dimensiones de los países del hemisferio norte, que son aquellos que, desde siempre, han llevado la voz cantante en la política global.

Nosotros hacemos los mapas, así que nosotros somos los que empleamos las proyecciones que nos da la gana, y empleamos precisamente aquellas que resaltan nuestra latitud, en las que nos vemos más guapos.

Así estamos acostumbrados a ver el mundo, y asao -más o menos, al menos en lo que a extensión de los países se refiere- es en realidad.

El segundo mapa corresponde a la llamada proyección Peters que, a costa de perder exactitud en otros ámbitos, reproduce fielmente la extensión de los continentes.

Semejante despliegue de datos que aporto hoy sirve tan sólo para abundar en una cosa: todos sabíamos que el mundo rico (Europa, los Estados Unidos) es más pequeño que el pobre, pero consume muchos más recursos. Viendo el mundo, su extensión real, nos damos cuenta de que es infinitamente más pequeño, que Europa es una minucia comparada con África, que Sudamérica es mucho más grande que los Estados Unidos, y cuantas conclusiones quieran ustedes extraer de la comparación de esas dos imágenes.

Años y años con una visión del mundo errónea, creyéndonos el ombligo del planeta cuando en realidad tan sólo somos una cagarruta arriba, muy arriba, en el extremo de la minúscula Europa, junto a la gigantesca extensión esquilmada por los países ricos que es África.

Hoy, como ven, no hay blasfemias ni exabruptos en Bilis. Pero es que uno ya no sabe en la puta madre de quién cagarse cuando se da cuenta de que, hasta en los jodidos mapas que tenemos colgados de la pared, vivimos engañados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es lo que tiene el etnocentrismo... un poco de bajón cuando te das cuenta que tu ombligo está lleno de mierda...