lunes, 12 de diciembre de 2011

Otro yerno rana

Cientos de años de matrimonios entre primos, deteriorando la genética hasta límites insospechados, y resulta que ése era el camino correcto.

Décadas controlando a la prensa para que no airee que eres un borracho y un putero; que tu mujer griega se alcoholiza porque no soporta llevar cuarenta años en un país y ser incapaz de aprender su idioma; décadas tapando tu propia gañanería, tus negocios ilícitos, tus extrañas diversiones matando osos borrachos en Rusia... Décadas de discreción viciosa para que, de buenas a primeras, se abra el corral a tres advenedizos y echen abajo todo el tinglado.

Visto lo visto, resultaría preferible que los vástagos de nuestra nunca suficientemente amada monarquía se hubieran casado entre sí, al estilo Targaryen, que mezclar su sangre con el populacho.

Primero encontraron a un tipo de la baja nobleza, de esos que en los países normales y civilizados ya no quedan porque los abuelos de sus abuelos se pusieron a trabajar hace dos siglos, cuando la masa enfurecida le cortó el cuello a la condesita de al lado.

Un tipo raro, feo, que no iba a deslumbrar a nadie, y sobre el que nadie pondría demasiada atención; perfecto para entregarle a la primogénita. El podólogo, le llamaban allá por los gloriosos noventa, porque le había quitado en callo al Rey.

Después, cuando salió a la luz que le gustaba la cocaína más que combinar los colores con el mismo estilo que la carta de ajuste, en Zarzuela aparecieron los primeros nubarrones de sospecha.

-A ver si teníamos que haber casado a los niños con algún primo, como el anormal ése que reclama el trono de Francia... -farfulló DJC entre trago y trago de coñac-.

-Mi no hablar tu idioma -respondió nuestra emigrante del Este más popular-.

-Llevas razón, Sofi. El otro es un tiarrón deportista. No hay de qué preocuparse.

Pero sí había de qué preocuparse. Los temores crecieron cuando Juancar fue consciente de que su prole desconocía la existencia de los condones. Por el bien de las estrellas de la farándula de los ochenta y los noventa, él siempre fue más de correrse fuera, así que el temor se adueñó de su borbónica efigie cuando comprendió cómo la iban a preparar sus miles de nuevos retoños en el momento en que descubriesen el güisqui con cocacola. Ni siquiera hizo falta esperar tanto.

Con los niños aún incapacitados para ponerse hasta el ojo o disfrazarse de nazis, como sus primos Windsor, el yerno molón, al que no le pegan hemiplejias cuando coquetea con Colombia, ha hecho saltar por los aires en unos días todo el edificio juancarlista.

No contento con ser millonario por la jeta, valiéndose del derecho arcaico de su señora a ser mantenida por gilipollas como tú (o yo), al primo Iñaki le dio por meter el cazo por todas partes, a ver qué caía.

Pero el chollo puede estar cerca de acabarse para este otro ex 7 de España. La cosa no está para tonterías, y en la Casa Real ya le han dado la patada. No sea que a algún juez se le olvide la corriente imperante en estos últimos treinta y pico años, y hurgue en la vida de los borboncitos por detrás de las cámaras.

Cuando la profecía avisó de que los vascos acabarían con la Monarquía española, todo el mundo pensó en los de la capucha y el sozialismo, pero nadie puso sus ojos en el del deporte y la contabilidad creativa. Y si por su culpa la infantita menos fea acabara en los juzgados, Urmangarín habría hecho más por el fin de los borbones en dos semanitas que ETA en cincuenta años.

Pero esto es España, atada y bien atada, y sabemos que nada de eso sucederá. En su lugar, el chico alto, guapo y formal pasará a engrosar las listas aquellos a los que en su día la prensa lamió el escroto con la misma voracidad que ahora les atiza. Y este ni siquiera da para disfrazarse de Inspector Gadget.

Pobre Juan Carlos, que las puertas se le abren solas y le salen los yernos rana. Si hubiera sabido la que se le avecinaba, a buen seguro que habría preferido dejarle el marrón a su padre, en lugar de usurpar su puesto en el trono y convertirse en el heredero designado a dedo por un asesino fascista.

Cuando Rajoy saque las tijeras para salvar España -y hundir a los españoles-, quizás haya quien se pregunte por qué los recortes no pasan cerca de la familia del tipo de las gafas de sol. Por suerte para Juancar, él es viejuno y de salud no muy boyante, y probablemente sean otros los que salgan en las monedas (su hijo el que apenas sabe leer de perfil en la cara, y su nuera de frente en el canto) el día en que disfrutemos del mismo nivel de vida de Etiopía, mientras una veintena de froilanes caraduras nos obliga, con doscientos años de retraso, a engrasar las guillotinas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buenisimo! Es el tipo de articulo que me gustaria leer en la prensa... no se porque tengo que estar metido en una basura de blog

Yaha! dijo...

Porque es usted pobre, querido lector. lo que no sé es qué hace una public library abierta a estas horas, porque de tener ordenador propio ya ni hablamos...