sábado, 19 de noviembre de 2011

Pobres, pero libres

En ocasiones encuentras a alguien que ha puesto, negro sobre blanco, tus pensamientos por escrito; obviamente, con mejor pluma que tú. En esta ocasión, encontré mis ideas perfectamente desarrolladas por un tipo llamado Rafael Torres en la contraportada de un diario gratuito. Así que tan sólo quedaba hacerlos míos adaptándolos al lenguaje Bilis. Ya saben, caca, culo, pedo, pis y esas cosas...

Y qué mejor día que esta jornada de reflexión, en la que está prohibido hablar de política, para reflexionar sobre nuestros políticos, esos sacos de mierda que hacen cualquier cosa menos, precisamente, política.

Mucho se quejaban ellos (hay que tener la cara de mármol) de que los indignados no aportaban soluciones desde sus tiendas de campaña. Ellos, en sus campañas convertidas en pura teletienda, no sólo son incapaces de hacer una miserable propuesta, sino que malgastan nuestro dinero en estúpidas sesiones de vacío autobombo.

Volviendo a la columnita del gratuito, resulta curioso -dice su autor- que ningún partido proponga escapar a la esclavitud de los mercados exteriores, a la completa suminsión a Alemania, Francia, el Banco Central Europeo, la Bolsa de Nueva York, Standard&Poors, Eurovisión, y su puta madre a cambio, simplemente, de rebajar nuestro pistón consumista.

No me atrevería a decir yo, como sí hacía el autor de la citada columna, que vayamos a convertirnos por ello en pobres, pues sería de una egolatría suprema, viendo como está el personal en Somalia, por poner un ejemplo. En todo caso, seríamos un poco menos ricos.

Pero claro, para ello -continúa acertadamente el señor Torres- haría falta retornar a la economía productiva, base de cualquier soberanía económica que se precie. Y eso, por aquí abajo, no se nos da muy bien. Preferimos vivir de la especulación pura y dura, hoy en las Bolsas, ayer (y probablemnte mañana) con el ladrillo.

Así pues, es cuanto menos llamativo el hecho de que esta idea no haya surgido entre ninguno de los múltiples candidatos. Que nadie haya tomado como espejo la dignidad popular islandesa, o la libertad griega, convenientemente cercenada por un golpe de estado vilmente orquestado y silenciado desde la Unión Europea.

¿Ninguno ha oído hablar de ello? Por supuesto que sí. El problema es otro, que están comprados. Que sus políticas están definidas, gane quien gane, de antemano. Y quien las dicta no es un político de la gaviota, ni uno de la rosa, o cualquiera que sea la mierda de logo que tengan Izquierda Hundida o los nacionalistas catalanes y vascos. No. Las políticas que nos van a gobernar en los próximos años vienen de mucho más arriba de donde pueden aspirar a llegar nuestros ineptos políticos.

Llegan, concretamente, de todo ese entramado económico que ha creado un mundo, el nuestro actual, en el que nos venden como crisis lo que va a ser (y es ya) realidad cotidiana, la desigualdad extrema entre los ricos y los pobres. Pobres atemorizados por las apocalípticas recomendaciones de las clases gobernantes, y engañados por estos sistemas democráticos que tan sólo sirven para legitimar, bajo la apariencia de la elección popular, la posición de los tipos encargados de desarrollar las políticas que, impuestas desde arriba, nos hunden poco a poco a todos y cada uno de nosotros.

Con este panorama, aún habrá muchos que mañana corran a entregar su voluntad a las urnas, corrompidos por ese Anillo Único (muy mío, escatología y referencias a Mordor, ya sólo falta decir algo de fútbol y no se notará el plagio de la entrada) que llamamos democracia.

Y, después, cuando amanezca el próximo lunes 21, ya con don Mariano como Presidente, muchos de ellos alzaran su vista a los cielos para contemplar, entre el pasmo y la incomprensión, que ni llueven puestos de trabajo, ni nubes de gaviotas ocultan el sol con una lluvia de euros. Va a ser que no.

Así pues, bien nos estaría emplear el domingo paseando al perro, cogiendo setas, yendo a misa, tomando el vermú, lacerando nuestros ojos en un partido de regional preferente, jugando con vuestros hijos, hablando con vuestros padres, haciendo el amor o echando la siesta.

Cualquier cosa mejor que correr a un colegio electoral para legitimar a esa gentuza, cualquier cosa mejor que participar en una nueva farsa. Cualquier cosa menos votar.

Y después, a sabiendas de que, gobierne quien gobierne, en este maldito país no tenemos la tradición ni la infraestructura suficiente como para querer ser unos avanzados centroeuropeos más, parémonos a pensar que ni falta nos hace.

Que se metan por el culo su constante e insostenible crecimiento económico, sus tasas, sus recortes para conseguir objetivos incomprensibles. No necesitamos nada de eso. Podemos vivir con mucho menos, siempre que nuestras aspiraciones sean realistas y que no hayamos adoptado el consumismo estúpido como norma de vida.

Si ese es el caso, sea quien sea el desgraciado ladrón que nos va a robar durante los cuatro próximos años, todos podremos continuar viviendo a nuestro ritmo, sin prisas ni imposiciones, siendo, sin duda, pobres pero libres.

1 comentario:

Fito dijo...

Casi totalmente de acuerdo contigo, o bueno con el señor Torres.
Excepto en lo de votar, claro!

Si supiéramos vivir con lo necesario.... pero no!!! queremos cambiar de móvil, mp3 o 4, ordenador cada año; tener un coche, a pesar de tener transporte público, vacaciones, 5 pares de zapatillas, una cantidad inmensa de ropa, salir todos los fines de semana, etc etc.