domingo, 4 de mayo de 2008

La pradera feliz

En el primer comentario que ha ingresado en Bilis se me acusa de cierta visión negativa del mundo, así que me veo obligado a responder; no me importaría que ésto fuese habitual, síntoma de que hay gente lo suficientemente aburrida como para leer mis ridículas opiniones, valorarlas, y molestarse en hacermelo llegar. Ya saben, queridísimos lectores, quéjense, que es gratis.

Empezaré rebatiendo la mayor: Bilis es optimista, porque para hundirnos la vida ya están los Telediarios, con su continua y deshumanizada muestra de desgracias y masacres en el mundo llevadas a un extremo de exposición mediática que nos ha hecho ya insensibles a ellas; o con las apariciones del ridículo Zapatero o de los señores Acebes y Zaplana, los Chip y Chop del fascimo, el uno con su gesto iracundo, el otro con su moreno de solarium y su eterna sonrisa maquiavélica. Es muy conocida la frase de Einsten que dice aquello de “sólo hay dos cosas infinitas...”, pero se equivocaba don Albert, años de involuntaria observación me llevan a concluir que la caradura del señor Zaplana es, al menos tan infinita como la estupidez humana y mucho más extensa que el propio universo.

Por todo ello, porque las cosas que nos cuentan la televisión, la radio o la prensa con toda su corrección política no arrastran a otra cosa que no sea el pesimismo de comprobar cómo esta montada toda esta puta mierda, puedo afirmar que prefiero una sola palabra escrita con rabia y que transmita un mensaje de optimismo a todos los noticieros del mundo, con toda su ficticia equidad que iguala a víctimas y verdugos –cuando no los confunde–, y que embota las mentes de la gente y fomenta el pensamiento único –o el no pensamiento, si es posible.

Se puede intentar transmitir un profundo optimismo aún estando inspirado por la mala hostia, y se puede ser –en la mayoría de los casos se es–, lamentablemente pesimista queriendo vivir en Los mundos de Yupi, alimentándose de esa corrección política que impera por doquier, viviendo del pasteleo y las palmaditas en la espalda, siempre arrimados al sol que más calienta para felicitación de los fabricantes de rodilleras y de puntos de sutura para el ano.

Para comprobar el positivismo que emana Bilis, pondré como ejemplo dos botones: dos estrofas de canciones cantadas con la típica crudeza de un grupo de punk que, sin embargo, son absolutamente positivas:

Todo mi cielo se oscureció
y a mis oídos llegó una voz.
Me dijo muerto se está mejor
que acorralado en un rincón.
Mira a tu alrededor: nadie es mejor que tú

o esta otra, que define perfectamente la dureza de la vida, con éstas cosas no sabe uno si cortarse las venas o dejárselas largas:

Mientras no te hayas muerto
tendrás que pelear,
follar alegremente,
reírte y vacilar.

Ya vé, querida censora, se puede ser muy positivo a pesar de que el modo de expresarlo sea un poco brusco. Los mundos de Yupi no existen, pero si las verdes praderas donde puede uno ser enormemente feliz. En Bilis, que es mi praderita feliz, hay flores, hierba y cagaditas de oveja. Y también hay un viejo descoyuntándole los huesos a un guardia de seguridad del metro y un concursante de Gran Hermano crucificado cada veinte metros, lo que, a pesar de la brusquedad, a servidor le sube la moral por las nubes. Lo mismo que con estos punkarras del infierno, que a pesar de cantar cosas con muy mala baba, demuestran que no todo va tan mal y, que, qué coño, el mejor día de tu vida es éste, compártelo conmigo.

PD: Me voy a subir un rato al monte, al bajar se buscan interesadas.

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