En la Antigüedad una de las obsesiones de los poderosos era identificarse con la divinidad y asegurarse la permanencia en la memoria de las gentes aún después de su muerte. Con este objetivo acometieron obras de proporciones gigantescas para perpetuar el recuerdo de sus victorias o el suyo propio. Así surgieron las pirámides, los mausoleos o los arcos triunfales de los emperadores romanos. Hubo en España uno de estos hombres. Era de pequeña talla, como acostumbran a serlo todos aquellos infelices que un día se creyeron dioses. Pero no vivió en la Antigüedad, sino que tuvo la generosidad de venir al mundo en nuestra época. Aquel hombre de bigote hitleriano a quien sus amigos gustaban de llamar Ansar, aquel hombre cuyo ego superaba con mucho el tamaño de su autocrítica y su honestidad, también decidió pasar a la Historia con una construcción que perpetuara su memoria.
El susodicho se puso como meta contradecir los designios de la naturaleza. Decidió que el Ebro debía desaguar en algún punto indeterminado entre Benidorm y Cartagena, y metido de lleno en su nuevo papel de Dios proyectó una inmensa cuchillada sobre todo el oriente peninsular. Afortunadamente el megalómano se fue, y el tonto útil que debía ser su sucesor se quedó en el camino. A cambio vino otro tonto, no se sabe si útil o no, pero el caso es que la cicatriz fue evitada y el Ebro respiró tranquilo.
En estos días de mayo, marcados por grandes lluvias que, sin embargo, parece aún resultan insuficientes para saciar la sed del Levante español, vuelven a ponerse de moda los trasvases. Murcia y Valencia siguen llorando, mendigando un agua que necesitan para sobrevivir. Pero, ¿realmente la necesitan para subsistir? No. Les es imprescindible, cierto, pero no para sobrevivir. Ansían toda esa agua que sus ríos no pueden darles –como nunca se la dieron, porque por mucho cambio climático y mucha hostia, el Segura, el Turia o el Júcar traen ahora un caudal similar al de hace unos años– porque la necesitan para saciar la sed de las inmensas urbes que han creado a lo largo de sus costas.
Si la huerta murciana goza de gran fama se supone que es porque sus ríos siempre se han bastado para abastecerla. El problema reside en que donde hace cuarenta años había un pueblecito de doscientos pescadores, hoy hay una ciudad de veinte mil plenamente volcada al turismo. Y sepan ustedes, mis queridos adictos a los opiáceos, que los guiris –aunque no lo parezca– no sólo beben cerveza.
Por si esto fuera poco, ahora se apuesta por el turismo de calidad: menos gente, pero con más dinero. Resultado: miles de urbanizaciones plantadas en cualquier secarral rodeadas de inmensos campos de golf que se llevan la escasa agua que podría recibir la mencionada huerta. Agua para todos, para todos los de la PGA.
No tenemos agua, pero queremos todo el desarrollo económico que implica el turismo masivo. Si para ello debemos secar Aragón entero –o La Rioja, o Navarra...–, asumiremos el riesgo. Quizás sean así de hipócritas; o quizás crean que Polaris World no representa un problema. Entonces, si el caso es que ni siquiera sin Camacho anunciando urbanizaciones hasta en sus propios sobacos –mira, ahí sí hay agua– el Segura daría para regar su huerta pues, señores, bienvenidos al maravilloso mundo del secano.
No tienen ningún derecho a robar agua de otros lugares para mantener cultivos que su clima no les permite. Que se pongan a llenar las Bardenas o los Monegros de arrozales, ya verían que pronto se iban a acabar las risas. Y el agua.
Si lo que pretenden es convertir la Región de Murcia en la campiña inglesa, adelante. Pero puestos a pedir imposibles, no nos vendrían mal unas cuantas playas de blanca arena y aguas cristalinas en nuestras ibéricas riberas –en las del río, no en las de la península–. El paraíso caribeño de Cancún en Pradejón, un festival de cine con todo el glamour de la costa Azul en Tudela, o que el campeonato del mundo de surf en lugar de celebrarse en Hawaii, se disputase en Fraga o Tarazona.
Si en Murcia quieren nuestro río, aquí queremos su mar. ¿Ridículo? ¿Excesivamente caro? Siendo realistas, creo que sí. Así que lo mejor será dejarnos de obras faraónicas y contentarnos con una humilde cuestación popular para comprarle al señor Ramón Luis Valcárcel Siso, a la sazón presidente de Murciaquéhermosaeres, un megáfono para que vaya entonando el “que llueva, que llueva...”
4 comentarios:
buenas tardes¡¡ estoy totalmente deacuerdo con su comentario caballero. me parece que su exposición es clara y concisa, aún más diría yo, sarcásticamente entretenida. es como un chorro de aire (fresco no me atrevería a decir por los temas sobre los que escribe) en está calma chicha antes de la tormenta. pq está claro que la galerna está acerca y mejor que pillarnos confesados, que nos pille con los pies en el suelo y la cabeza amueblada. por el peso digo, que los aires fuertes es lo que tiene, que como no estés amarrado a algo...
un cordial saludo riojalteño. por cierto, la pata va mejorando por días.
tiririti tiririti tiriririririri
bailes regionales temblad.....el esguince se aleja....
la rubia loca se acerca y os tiene ganas¡¡¡¡¡
DAME DE BEBER DAME DE BEBER, como dice la canción,
creo q llevo demasiado tiempo de reposo....tu que crees?
Maravilloso señor X. Te agradezco en el alma estas palabras colgadas en la red, a ver si la leen todos los murcianos y valencianos del mundo. Señor X, reconozco que has saciado en parte el odio que surge en mi interior cuando sale a la palestra este tema.
Me dan pena los murcianos y gentes del levante en general, porque constituyen un claro ejemplo de como las masas son perfectamente dominadas por los sitemas de gobiernos que cubren todas las democracias y no democracias mundiales. Basta con crearles un problema; en el que probablemente no se hubieran metido por si sólos, y luego dirigir sus reclamaciones sutilmente o no tan sutilmente en una dirección con bombardeos de declaraciones de políticos o enfrentándolos a otras gentes. De esta forma son capaces de ocultar que los verdaderos culpables de su "sed" (piscinas, campos de golf, millones de resorts y bañeras de hidromasajes) son los que encabezan sus feroces protestas intentando morder otro trozo de la naturaleza medio viva que queda en este país de mierda.
Que tontos y borregos podemos llegar a ser, ¿verdad que sí murcianos?
Se me olvidaba señor X. Me harías muy feliz si escribieras unas palabras a cerca de las maravillosas y entretenidas galas de "Murcia que hermosa eres", haciendo referencia al su gran competencia de la gala de La Rioja.
Gracias. Me gustan los peces de colores.
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