sábado, 7 de junio de 2008

Mayo

Fue hace cuarenta años. Un vendaval recorrió Europa durante un mes, y se hizo maravillosa tormenta de primavera en París. Caían grandes gotas de esperanza y la gente las recibía dichosa. La libertad les calaba hondo y les corría por la cara; la tierra mojada olía a cambio, a futuro.

Bajo los adoquines está la playa, decían. Levantaban el empedrado de las calles parisinas en busca de esa arena prometida; y cuando se encontraban con los pedruscos en la mano veían que bajo esos pedruscos había más cemento. Y en su indignación topaban con la policía y era a ellos, viles perros del Estado que les ocultaba la playa tras capas de piedras, de progreso y de capitalismo, a quienes lanzaban iracundos los adoquines.

Pero estaban seguros de que allí abajo, en algún lugar, estaba la playa, y de que serían ellos quienes la destaparan. Por eso seguían levantando el suelo, movidos por esa ilusión de cambiar el mundo. Fue el desprecio del Partido Comunista francés primero –llamaban a los estudiantes "hijos de la gran burguesía"– y su posterior creencia de que aumentarían su poder tras las elecciones que se prometieron convocar para recuperar la calma –errónea, porque De Gaulle arrasó de nuevo– lo que les llevó a mover sus hilos para frenar definitivamente las revueltas hace hoy justamente cuarenta años.

Pero entonces aún parecía que aquella generación, o alguna sucesiva, podría lograrlo. Cuarenta años después, no queda rastro del aguacero. Hoy las multinacionales que controlan los gobiernos que dirigen nuestras vidas ya se han encargado de borrar ese sueño. En ningún lugar del globo los jóvenes confían en protagonizar un cambio generalizado, hoy ya nadie se siente actor de una película en la que participa toda su generación y que, en su desenlace, va a cambiar el mundo; en su lugar la gente sueña con ser famosa, con mejores teléfonos, con grandes coches.

Cuatro décadas después de aquel vendaval el viento no es para nada favorable; muy al contrario, sopla con la fuerza de un huracán guiándonos irremisiblemente hacia el precipicio. Por eso es el momento de detenerse y pensar. Bajar de este barco y mirarlo desde fuera, con perspectiva. Mirarlo todo el tiempo que haga falta hasta concienciarnos de que necesita, cuanto menos, una nueva mano de pintura. Realmente necesita que le peguen fuego y hacer otro barco, pero hoy demasiadas manos que podrían prender la mecha están mandando mensajes con su móvil nuevo para poder entrar en un programa que les haga famosos y poder así comprarse un coche más potente. En el siglo XXI las grandes obras han de comenzarse en solitario; nuestro sino es pensar en esa primera y diminuta aportación que va a cambiar el mundo.

Es la hora, el cielo se agita de nuevo, se está nublando y huele a tormenta. Solo hace falta una leve brisa inicial que, al estilo de aquellos ocho estudiantes filoanaquistas de Nanterre, desencadene de nuevo el vendaval; pues incluso los caminos más grandes comienzan con un paso pequeño. Así ha de ser nuestro camino, avanzando, derrota tras derrota, hasta la victoria final.

Seamos realistas y exijamos lo imposible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada que pensar, hay que actuar, esa lucha solo la han perdido los que han olvidado que existe, desde que existe la autoridad ha existido, los que tienen el poder ya se han encargado durante sigos de que se olvide y si nunca se ha ganado ha sido gracias al conformismo, el miedo, autocompasion, la desidia, el mirar desde fuera...
Pero gente con ganas de cambiar el mundo ha existido existe y exitira solo hay que mirar el panomarama carcelario y la cantidad de compañerxs que se estan pudriendo en una celda, que dan sus vidas por una sociedad libre y justa, tomando la iniciativa y sin necesidad de subirse al carro de nadie ni que otros les tiren del carro. A todxs ellxs gracias.
Salud Boicot y anarquia.

Anónimo dijo...

No hay nada que pensar, hay que actuar, esa lucha solo la han perdido los que han olvidado que existe, desde que existe la autoridad ha existido, los que tienen el poder ya se han encargado durante sigos de que se olvide y si nunca se ha ganado ha sido gracias al conformismo, el miedo, autocompasion, la desidia, el mirar desde fuera...
Pero gente con ganas de cambiar el mundo ha existido existe y exitira solo hay que mirar el panomarama carcelario y la cantidad de compañerxs que se estan pudriendo en una celda, que dan sus vidas por una sociedad libre y justa, tomando la iniciativa y sin necesidad de subirse al carro de nadie ni que otros les tiren del carro. A todxs ellxs gracias.
Salud Boicot y anarquia.