viernes, 22 de mayo de 2009

Miedo a los buzones

Probablemente sepan que hoy ha comenzado la campaña electoral para las Elecciones Europeas. (Si desconocían por completo tan noble fecha, mi más sincera enhorabuena; será que tienen cosas más importantes que hacer, como ver partidos de criquet de la liga pakistaní o afeitarse el vello de los sobacos). La mentada campaña se prolonga desde el día de hoy hasta el día en que sean las elecciones; fecha de la que puedo decir orgulloso que también desconozco por completo, pero los partidos políticos empiezan a mendigar nuestros votos con el acto público de la pegada de carteles, que fue la pasada medianoche.

Pensaba que lo de la pegada de carteles era algo de cara a la galería; la muestra de que los políticos aprovechan incluso los primeros segundos de precampaña para autopublicitarse, pero, tras la foto de las doce, parece ser que los partidos movilizan sus bases -yo los llamaría patéticos pringadillos- para empapelar las calles con los caretos de sus candidatos en pose recitante de vacuos eslóganes.

Semejante dosis de nocturna estupidez queda demostrada cuando, al levantarse hoy un ciudadano cualquiera a una hora prudencial, no a las seis de la mañana -penalidades de los parados que, aparte de un honrado puesto laboral, también tenemos vetado el contemplar los amaneceres-, pero tampoco a las doce -prebendas más propias de borbones que del vulgo-, observa horrorizado como durante la noche las calles han sufrido una epidemia de carteles.

Pero su horror no acaba ahí, lo peor llega cuando, confiado él, el inocente paseante se detiene a leer uno de esos carteles que estratégicamente han sido colocados sobre otros ajados y ya marchitos por el sol que anunciaban las funciones del Circo Holiday durante las fiestas patronales. Se ve que, por ley, a todos los payasos les correspone el mismo trozo de pared.

Los típicos mensajes que pregonan que ya es la hora del cambio, que éste es el momento -¿de qué?-, o que hay que acabar con la crisis, se ven acompañados por otros con divertidísimo símil futbolístico que tratan de aprovechar el tirón del éxito en la Eurocopa, del Barça o, simplemente, de la estupidez del votante en general.

Y con estos ingredientes se va sazonando un paseo matutino cualquiera, hasta que el caminante, infeliz de él, continúa leyendo, y avanza por la calle disfrutando de nuevas llamadas de peperos y sociatas para observar, incrédulo y perplejo; asombrado y francamente estupefacto; escandalizado y jurando en hebreo si el viandante es propenso a la hipérbole y el exabrupto fácil, un nuevo y definitivo cartel que reza 'Mayor Oreja tiene miedo a los buzones (porque sabe que el voto por correo puede hacerle perder las elecciones)'.


Y se habrán quedado tan anchos, piensa. No contentos con bombardearnos con los tradicionales eslóganes ambiguos, plagados de buen rollo, mejores intenciones y portentosas promesas de un futuro mejor que, cosas de la vida, jamás nos proporcionaron cuando estuvieron al mando (porque aquí, todo aquel que realmente aspira al poder -IU no cuenta, por favor- ya lo ha disfrutado, y ha hecho con él lo que usted y yo sabemos, apreciado lector: una puta mierda del tamaño de Dakota del Norte), ahora abonan el terreno de la publicidad creativa, y emplean frases presuntamente jocosas para atraer el voto.

Quiero creer que la frase moderna y la tétrica silueta con garras busca preferiblemente el voto de la juventud, a la que creen tan estúpida como para reírles la gracia del buzón de los cojones y pasar por encima que, mientras los partidos gastan cientos de millones en estupideces como ésa, ellos están en el paro o cobran una miseria por un trabajo de mierda -que no sé qué es peor-, deben endeudarse hasta las cejas para conseguir vivir en un antro más pequeño que la cuadra donde sus abuelos guardaban los gorrionos y probablemente hecho con materiales de peor calidad, y etcétera, etcétera, etcétera.

Es por que que hoy les pido que acepten un consejo de este lechón servidor suyo: si alguna vez se ha sentido defraudado tras comprar un producto que la publicidad vendía como panacéa y que ha resultado, simplemente, caquita de corderito, sepa que su desazón proviene de las falsas expectativas que le crearon los publicistas. Así que, si desearía dejarlos a todos en el paro y, de paso, librarse de esa horda de ladrones chupasangres que vamos a tener que mandar a Bruselas a que se toquen los escrotos, como si no lo hicieran ya suficientemente bien aquí, el día de las elecciones, pase de sus culos y no vote.

El Circo Holiday, a quien estos comemierdas les tapan sus coloridos carteles, y yo, se lo agradeceremos.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Mi consejo es no asistir a los mítines políticos, pueden dañar seriamente la salud:

http://www.20minutos.es/noticia/470040/0/heridos/mitin/zapatero/

Anónimo dijo...

hay que empezar a exterminar gentuza organizada o desorganizadamente, como ya hicieron las generaciones que nos precedieron y a las que no hemos sabido corresponder, un voto una bomba, y luego retirarse a disfrutar de un buen licor a una choza de 26 m2 habitables y al que no le guste que se joda. Como decia aquella abuela basta ya de tanta vicio y tanta droga.