miércoles, 9 de diciembre de 2009

El usuario de 'Ibercaja' que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

¿En qué se gastarían ustedes doscientos euracos? Piensen amigos, piensen.

Con two hundred talegos ustedes podrían, en función de sus gustos y aficiones, de sus pertenencias y necesidades, de sus filias y sus fobias, facer grande cantidad de cosas fermosas.

Podrían comprarse un disco duro externo de ochocientos gigabercios; un par de palés de tintorro de cartón a razón de dos centenares de cajas por palé; tres gramos largos de polvo colombiano; la discografía completa de Eskorbuto edición platinum en un lujoso estuche con réplicas de sus jeringuillas e incluyendo su mítico dueto con Chenoa (jajaja, ni de palo, ya no compra discos ni Dios, jódete Ramoncín); media cama Restform a abonar en cómodos plazos o pagarse las visitas de un mes a una casa de putas.

O quién sabe, incluso puede que se compraran ropa, comida, o algo menos exótico.

Bien, pues una vez puestos en antecedentes, al loro, que dijo Lapuerta, porque ésto (como las miniseries/maxipelículas con las que una yunta de guionistas corruptos por Lucifer han decidido hundir la vida de los ilusos que han puesto sus retinas en las sobremesas sabatino-dominicales de Antena 3 -¡cambiad de canal, insensatos!-) es una historia real:

Érase que se era, en el valle medio del Ebro, un hombre. Dicho hombre, ingeniero de vocación y estudiante de ¿profesión? encontró trabajo en la tercera gran ciudad de esta región de viñas, pueblerinos, niños blasfemantes y alcachofas y alli que se fue. Tras unos meses en el curro, decidió alquilarse una casa en su localidad de trabajo, para poder economizar algo de gasolina y tiempo, e invertir lo resultante de tales ahorros en sobar más por las mañanas y salir más por las noches.

Pero cuando esta historia de amor entre un cigoto ingenieril y su puesto laboral en lo más parecido a trabajar para los megacachondos, innovadores y comprometidos chicos de Google que se puede encontrar en La Ribera parecía ir viento en popa, la nave se hundió.

Todo comenzó cuando cuatro años antes unos diez millones de gilipollas decidieron poner al patán de José Luis Rodríguez Zapatero al frente de esta nuestra patria... !Ah, no! Que Zetapé, como todos los demás mindundis, payasos y chupópteros que nos gobiernan no tienen ni voz ni voto en la macroeconomía que rige nuestras putas vidas. Bueno, pues entonces no sé cómo comenzó todo, el caso es que nuestro protagonista se vió de repente y por culpa de la tan manida crisis, sin comerlo ni beberlo, en la puta calle.

Poco antes había sacado una cantidad considerable de pasta de su cuenta de Ibercaja, y al no tener que pagar alquileres, decidió volver a ingresarlo.

De esta manera, sacó del calcetín sudado en que guardaba la pasta el mismo billete de doscientos euros -que, para serles sinceros, no sé ni qué color tienen, tristezas de un tipo pobre con un teclado- que le habían dado en la sucursal de Ibercaja y volvió a ese mismo lugar a reingresarlo en su cuenta.

Y entonces, y es aquí cuando ustedes no se creen lo que cuento, yo flipo cuando conozco el caso y nuestro protagonista desea fervientemente haber vivido en Puerto Urraco hace cosa de veinte años, en Ibercaja le dijeron que ese billete - el mismo que ellos le habían dado días antes, recuerden esto- era falso.

Cara de póker. ¿Dónde está la cámara?

La verdad es que la palabra indignación es la primera que me viene a la mente. Miento, es la segunda; la primera no es una palabra, más bien es una frase completa, "preparar un cristo que lo de Columbine iba a parecer una chiquillada", aproximadamente.

Y, para rematar la faena, después de unos minutos de tensa y lógica discusión con los tipos de la caja, cuando ya había logrado tener acceso al director de la oficina, éste, moderno Alí Babá, jefe de ladrones, hijo de una hiena, le espeta, con una sonrisa en la cara ante la desesperada pregunta de "¿y ahora qué hago?", "pues puedes ponértelo en un marco, por ejemplo".

Llegados a este momento, lo suyo sería una inconexa reiteración de epítetos, insultos y juramentos con en único objetivo de faltarles al respeto a los hijos de la gran puta de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, pero no lo haré.

En su lugar les pido, estimados lectores, que mediante sucintos comentarios muestren su opinión acerca de qué debería hacer nuestro protagonista. Estos ladrones con corbata y coches caros no sólo merecen que arranquemos nuestras escasas pertenencias de sus garras; además, a todos estos cabronazos les estaría bien una venganza tan horrenda e imaginativa que solo puede salir de las mentes de unos enfermos como ustedes, queridos consumidores de mis líquidos intestinales.

La idea de la cerilla y el bidón de gasolina, prestada por el payo Stieg Larsson, que no sabía como acabar sus novelas y se murió, ya me la he apropiado yo.

5 comentarios:

Antonio dijo...

¡Es mentira! ¿Cómo van a hacer eso nuestros honrados banqueros?; revisa tus fuentes Bilis. De todas formas, lo que tenia que haber hecho tu amigo, conocido o la persona que te has inventado, es haberse cobrado los 200 ebros en ventanas, mobiliario de oficina, facturas de hospital, yo que se. Una reacción normal pudiera haber sido esta: http://www.youtube.com/watch?v=zQ9Aut3IKWE

yshinraul dijo...

Si mi subconsciente no ha estado atento a la conversación con el banquero y me da tiempo antes de ponerse a interpretar el papel de Bud Spencer. Cojo me inscribo en "caralibro" investigo la persona del banquero. Una vez conoces al enemigo las posibilidades son infinitas. desde los actos fisicos hasta los psicológicos pasando por sus seres queridos.

Esta historia contada me ha hecho reflexionar. ¿Qué se le puede hacer a un policía cuando te receta una multa de 300 euros por descargar un líquido perjudicial para tu organismo mientras lo haces entre dos coches que están realizando lo mismo que tú y un puto caniche esta descargando parte de tu futura suela a los morros del policia?
La historia no es real pero son sucesos cotidianos que hacen que me olvide del odio que profeso hacia Roncero.

Yaha! dijo...

Pues la historia es real como la vida miama. Obviamente, no la he vivido en primera persona, ya que yo jamás he sido estudiante ni proyecto de ingeniero ni de ninguna otra cosa, pero así está el percal.

Respecto a olvidar el odio hacia Roncerdo, señor Yshinraul (aprovecho para darle la bienvenida a los comentarios de este bílico blog), él mismo personajillo se encargará de avivarlo cuando aparezca de nuevo en su vida.

Anónimo dijo...

¡El pringao al aparato!

Gracias por transmitir mi experiencia.

Fue un poco más complicado todo esto, pero se agradece la velocidad del relato.

La cuestión y clave, es cómo conseguí tomarme el asunto sin convertirme en un ladrón como ellos son y como ellos querían que fuese.

Puedo aún recordar las palabras del Director de Ibercaja de Av. de la paz, al que la policía aún no ha castigado por estas palabras: "Te lo enmarcas y lo cuelgas de la pared".

En ese mismo momento podía haberlo lesionado de por vida dandole con la silla en la que me sentaba, es más, podría estar obligado a trabajar para pagarle la indemnización y ahora tendría un trabajo remunerado.

Pero decidí comprobar si el sistema que siempre defendí me defendía y los malos eran castigados.

El billete fue a la policía y la denuncia realizada(hace ya más de un año del caso). El sistema no me protege. Y A TI TAMPOCO.

Con ese dilema y todo el tiempo del mundo que te otorga el paro... dieron al pie de mi PC con una película que confirmó mis sospechas, el sistema no solo no defiende a la clase media, sino que no funciona y va al colapso.

La película se llama ZEITGEIST y en duda a que el dolor psicológico de parecer más subnormal que la media me hubiese vuelto tarumba, decidí escribir al grupo de psicólogos de Punset, también está en este blog.

http://www.eduardpunset.es/5440/apoyo-psicologico/manejo-de-la-frustracion-ante-un-billete-falso
Y os aseguro, me animaron a continuar en lo que se llama movimiento Zeitgeist.

Y es la única razón por la que las sucursales de Logroño aún no tienen un ladríllo incrustado en sus cristaleras.

Yaha! dijo...

Así que Eduard Punset ha evitado que alguien se tome la justicia con su mano...
Muy mal, peloloco! Menos Punset y más reportajes sobre albañiles de Olot en televisión, para que la población aprenda valores de verdad.
¡Viva Hammurabi!