domingo, 9 de mayo de 2010

Cagaderos con encanto (III)

Ay, primo, ¿qué ha estado haciendo el payo Bilis todo este tiempo, que no nos escribe en el blog? Pues, entre otras cosas peores para el hígado que ésta, quedarse en el paro en el Día del trabajo. Porque yo lo valgo. Pero esa es una historia para otro día.

Hoy de lo que quiero hablarles es de caca; más concretamente de esos recintos para la libre expresión fecal que nos aguardan allende nuestras fronteras. Una de heces internacionales para todos ustedes, que se lo merecen.

Ratskeller Hausbrauerei

En medio de la plaza del Mercado de Darmstadt, la antigua capital del estado federal de Hesse, en Alemania; ocupando las dependencias de lo que antiguamente fuera el ayuntamiento (lo que le otorga un punto extra al concederle al visitande de sus aseos la posibilidad de cagar tan cerca del asiento del burgemeister), se alza la cervecería Ratskeller, también conocida con el nombre de arriba, que en cristiano viene a decir casa de fabricar cervezas Ratskeller, que a su vez es algo así como bodega del ayuntamiento.

Y es que, señoras y señores, allí la cerveza que te sirven sus camareros portugueses (y sin chándal, ¡olé!), la han fabricado ellos mismos, de manera que te puedes poner tibio a birra casera antes de subir por su escalera de caracol hasta la planta superior y plantar una grosse kagaden en su asombrosamente limpio excusado.

Es lo que tiene la civilización, que la gente mea dentro y se limpia las manos, para posteriormente secarse con el papel que te distribuye una amable máquina cuando detecta que acercas tus manos húmedas a través de una célula fotoeléctrica.

Díganme qué puntuación puedo dar a un lugar tal que te obliga a bajar a la carrera unos cuarenta empinados y enroscados peldaños con un litro de espesa cerveza casera en el cerebelo para hacer saber a la muchachada, con gran entusiasmo, que la máquina te da papel con la misma tecnología con que aquí abrimos las puertas del Eroski.

Por cierto, ¿cómo abrirán, siguiendo este simple silogismo, allí sus puertas de supermercado? ¿Con la tecnología de nuestros aviones de combate o del patinete de Marichalar? Piensen en ello.

Pues eso: notable alto, altísimo, que sería sobresaliente si no tuviera en cuenta la cantidad de tipos que se habrán dejado los morros al volver de descargar escaleras arriba.

Valoración final: 8 puntos.

Eurodisney

Lo mejor que se puede hacer en la cuna de la correción política, el buenrollismo, la amistad y todo eso, es dejar escapar un buen chorongo. Si además, la composición química de la plasta es fundamentalmente lo que puedas comer allí, es decir, MacMierdas y Nuggets de estiércol, todo contribuye a la sana experiencia de acabar con el mito.

Lamentablemente, el papel no lleva la cara del pato Donald y el suelo está algo sucio. Algo, nada más. Pero es la prueba feaciente para demostrar que no existen los cuentos de hadas: incluso en el reino Disney, la mierda huele (me comentan).

A cambio, por el hilo musical sólo suena música de la casa. Una cosa compensa la otra, la verdad. ¿Quién no ha soñado con plantar un pino al musical ritmo de Blancanieves?

"Venga Blanqui, ahí tienes a tu octavo compañero. es algo más grande que los demás... Y más morenito... Y se llama Morcillito... Pero estoy seguro de que le querrás tanto como a los otros, ¡no me vayas a ser racista a estas alturas!"

Pues eso, que limpieza habérla, háyla; pero que yo me lo imaginaba todo pulcro y refulgente, como en el baile final de La Bella y la Bestia. Y la cosa no es para tanto.

Además, si a un paso del cagadero tienes no menos de ocho gabachos montando jaleo, y cuando sales el papel de manos está tan esparcido que aquello parece el campo de Boca... lo dicho, que yo esperaba poder limpiarme el ojete con la alfombra de Aladín, y va a ser que no, pero no seremos demasiado estrictos, y tendremos en cuenta que es un lugar por donde pasan diariamente -como por la entrepirena de Tiger Woods- miles de personas.

Valoración final: siete puntos de puntuación objetiva, menos uno por incumplimiento de expectativas y menos otro por multitud gabacha exasperante, un 5.

El frontón de Oyón

Es cierto, no tiene el glamour de los dos anteriores, pero también se merece aparecer en esta sección. Al fin y al cabo, está tan el extranjero como los otros, ¿no? Al menos el gi-gan-tes-co mapa de Euscalerria que aparece en la pared exterior del susodicho recinto, eso pretende expresar. Tú no ser de aquí.

Váter pequeño, con tapa de la taza de plástico absurdamente poco consistente. Comodidad escasa, sin ser su limpieza precisamente impactante.

Si a eso se le añade que las ocasiones en que servidor hubo de frecuentarlo, a su alrededor se agolpaban, en unos escasos diez metros cuadrados, otros quince tipos dispuestos a ganar a la Oyonesa, las posibilidades de aprobar merman sustancialmente.

Por cierto, quién iba a pensar entonces que llegarían a salir en el puto Marca como único equipo invicto de España. (Lo cual, paradójicamente, debería excluir al lugar como cagadero internacional evaluado en esta entrada).

Valoración final, aún a riesgo de que defectos de forma no la hagan apta para esta clasificación: 4 puntos.

1 comentario:

Pilar dijo...

Aún te falta el cagadero con menos encanto del mundo. La puerta de algún despacho en la jUR.