viernes, 8 de abril de 2011

Ahora que los cazas tiran confeti

Señores diputados: cómanme los huevos.

La situación internacional en cuanto a suministro energético es tan grave que deben promover políticas de ahorro, como el bajar la velocidad máxima permitida en las autopistas a 110 kilómetros por hora -si descontamos a los que van por ciudad, a las nacionales en las que el límite es menor, o a los vehículos pesados que no pueden pasar de los 80, ya me dirán a qué porcentaje afecta este supuesto ahorro-, pero en cambio es asumible un gasto mensual de veinticinco millones de euros para enviar a Libia fragatas, aviones y vayan ustedes a saber qué más.

Porque ahora somos campeones del mundo, y hay que pasear la rojigualda por el desierto.

Llegados al poder hace ocho años después de un atentado terrorista ocasionado por la participación española en un avispero donde nada nos iba ni nos venía, resulta que hoy los socialistas han cambiado de opinión, todo ello con el mayor mentiroso, hipócrita y caradura que haya gobernado España al frente: José Luis Rodríguez Zapatero.

(Hubo otros hijoputas, como Franco o Aznar, sin ir más lejos, pero al menos asumían su condición, y no vendían buenrollismo de mierda con una mano mientras contaban los billetes manchados de sangre con la otra).

Me gustaría ver hoy dónde están todos aquellos progres de la SGAE, todos esos artistazos comprometidos recorriéndose las calles pancarta en mano.

¡Ah, sí! Están bailándole el agua a ZP, no sea que les quite las subvenciones para su próxima película intimista sobre el cultivo de cebollas en la Cataluña rural por un grupo de excombatientes comunistas de la Guerra Civil, que han de luchar con el monopolio tradicional de las ninfómanas recolectoras de ajos con hijos en la generación Ni-ni.

O quizás ni siquiera se callan por cobarde interés, y realmente son todos estúpidos y piensan que la intervención en Libia es una muestra de las más elemental justicia, para liberar a un pueblo oprimido de su malévolo dictador, hecha con amor por los occidentales salvadores, cuyos cazas tiran confeti. No todos.

Pues no. Los cazas tiran bombas. Las bombas caen donde les sale de los cojones (tecnología punta ibérica). Y si en esa conjunción espacio-tiempo-metralla introducimos el factor niño, lo que tenemos es un morito de cinco años desmembrado, con el mondongo enredándosele en una pierna mientras la otra se pudre al sol y las moscas del Sáhara, tres metros más allá, por obra y gracia de la salvífica generosidad hispana. ¿A que mola, Pilar Bardem? ¿No es precioso? Arriba parias de la tierra, y tal y cual.

Nadie ayudó a los rebeldes en Túnez o en Egipto. Sin embargo, en Libia, con apenas siete millones de habitantes que, casualmente, flotan sobre una inmensa balsa de petróleo y gas natural, la Comunidad Internacional (bonito eufemismo que significa literalmente los que se desviven por hacer realidad con el tío Sam aquella mítica canción de Mamá Ladilla, "sabe a mi propio culo la polla de mi jefe...") ha reaccionado a una velocidad que ya le gustaría a Usain Bolt para hacerse con el país de Muamar Gadafi, un simpático colega suyo de profesión que, por arte de magia, ha pasado en veintipico años de ser la encarnación de Satanás a pasear su jaima por El Elíseo, La Moncloa, el jardín de alguno de los prostíbulos del Tito Silvio, o el de La Zarzuela. ¡Incluso nuestro Dios Negro le choca los cinco!

Y ahora, cuando parece que la crisis no le daba para robar lo acostumbrado al pobre pueblo libio, y el Coronel rumiaba la nacionalización de las petroleras, o quizás porque su proyecto de unión monetaria africana estaba dejando de ser una coña pasajera, pues de nuevo a tornado en Lucifer.

No a la guerra, Zapatero; pancartas con jovenzuelos y discursos acerca de cambiar el mundo, ¿te acuerdas? Menudo hijo de puta estás hecho.

Debes -debéis, todos- creer que somos tontos, pero lo único que somos es demasiado pacíficos y pusilánimes, acostumbrados al control de su puta policía y adormecidos tras décadas de somníferos de todo tipo.

Pero como dice la Ingenua de los tipos de La Polla en esa sucesión de verdades como puños que es Toda la puta vida igual:

A tí que estás en el poder
en cualquier parte de este mundo,

traigo noticias, es tu final.
La Humanidad se ha despertao,
y ha dicho que, ¡que ya está bien!

Y pensarás, 'qué ingenuidad'.
Tú ríete. Pero corre.
Yo viviré, o moriré,
pero tú... tú perderás.

Si hubo quien le felicitó los idus de marzo a Julio César con una navaja de Albacete; si hubo quien dejó en el paro al barbero de Luis XVI; o impidió al zar Nicolás cobrar royalties a Disney por hacer películas sobre niños muertos, ¿acaso alguien es tan ingenuo como para pensar que estos hijos de puta de hoy en día están a salvo?

Quizás no lleguemos a verlo, pero ellos perderán.

1 comentario:

Fito dijo...

Toda la razón una vez más y empiezo a preocuparme de coincidir tantas veces con sus punzantes opiniones.
Este gobierno del No a la Guerra, es el del aumento de la venta de armas y del que si lo dice la ONU será bueno.
Lo peor es que sólo tres de los diputados que dicen representarnos votaron contra esta nueva matanza!!!
Menudo país!