jueves, 19 de mayo de 2011

¿Ladran, Sancho?

... luego cabalgamos.

Qué otra cosa van a hacer los hijos de perra, si no es ladrar.

Y como Don Quijote le decía al pobre Sancho, si los perros arman alboroto, es que algo se mueve. Si Gallardón llama repetidamente violentos a aquellos a los que la policía que él controla ha partido el lomo a hostias; si Esperanza Aguirre intenta vender la moto de una conspiración anti-PP; si Rubalcaba se pone del lado de aquellos que se manifiestan en rotunda oposición a todo lo que él mismo representa, y les llama amigos; si César Vidal afirma que es ETA la que está detrás de la multitud de Sol (no sé lo que fuma éste, pero fijo que a más de uno le apetece probarlo)... si tanto presunto idiota abre la boca para confirmar su condición, es que la bola de nieve ha seguido rodando, y ya tiene el suficiente tamaño como para ser vista desde allá arriba, donde quiere que habiten los sinvergüenzas que viven a costa de todos nosotros.

La Junta Electoral Central, organismo que se encarga de velar por el correcto desarrollo de las campañas electorales, decidió prohibir la manifestación de ayer en la Puerta del Sol de Madrid porque, literalmente, "podía afectar a la libre decisión de voto". ¿Para qué cojones sirven los mítines? Que los prohiban todos.

Obviamente, de Sol no se fue ni Cristo, y la policía no tuvo cojones de entrar. Una cosa es comprobar, cuatro contra uno, qué resiste más, si una porra o unas costillas, y otra meterse en medio de una multitud a la que no vas a tener huevos de disparar y que, sin embargo, puede que no se corte mucho a la hora de patearte el hígado. Así son los valientes que nos protegen de los malos en este país donde puedes acampar para ver un concierto de Justin Bieber, pero no para defender tus derechos.

Hoy, y mañana, y pasado, seguirán las protestas. Nadie sabe en qué desembocarán, ni si se conseguirá algo tangible. Muchos critican todo este revuelo, asegurando que ni siquiera posee reclamaciones concretas. Puede ser, pero sin embargo, para mí, la simple muestra de indignación, el pueblo reclamando dignidad, ya es suficiente reclamación.

Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.

Aquí estamos, don Eduardo; vivos, caminando, y cagándonos en sus putas madres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ole y ole! Así habló Bilis!!!

Anónimo dijo...

Esta bilis sabe bien !