lunes, 23 de enero de 2012

Infamia

En estos momentos, mientras escribo, le están haciendo a Fraga un funeral de Estado en la Catedral de la Almudena.

Para que nadie se pierda, aún no tengo una máquina del tiempo, y siguen siendo las ocho y cuarto de un lunes de enero del año 2012. Es decir, que hace treinta y siete años, dos meses y tres días que al Caudillo se lo tuvieron que bajar por las escaleras del Pardo, pululento y cagado, envuelto en una manta, en su último viaje hacia un quirófano del que ya no sadría.

Ese señor al que hoy honran nuestros ilustres Príncipes de Asturias y nuestro inefable Presidente del Gobierno -descendiente, por cierto, del mismo sepulcro blanqueado que el mentado fiambre fundó, y por tanto reacio, desde luego, a cualquier crítica contra el Régimen que desangró España durante cuarenta años- fue ministro de Información y Turismo de la España franquista en los años sesenta, cuando la cosa con el tío Paquito no estaba precisamente para bromas. E incluso después de que pusieran a Franco en una caja de pino, el amigo Don Manuel aún tuvo tiempo -antes de perder un buen montón de eleeciones a la Presidencia del Gobierno- de ser ministro de Gobernación en el 76, durante apenas unos meses, pero con actuaciones más que meritorias. Que pregunten en Vitoria.

Bien, pues es caso es que en un país en el que el dictador asesino lleva casi cuatro décadas comido por los gusanos, se tiene la desvergüenza de dedicar un funeral de Estado a uno de sus postreros ministros; el que dio la última coz de la dictadura, para ser más exactos. En ministro que ocupó, en los años duros, el mismo puesto que tenía un tal Goebbels en la Alemania nazi. No se si pillan la sutileza de la comparación.

Parece ser que, aquí, en esta broma de país, 1978 fue un tijeretazo en el continuo que es la Historia. Antes de ese año, nada de lo que se pensara, dijera o hiciera tiene la menor importancia. Que mandaste a la policía Armada disparar contra unos huelguistas vascos y se cargaron a cuatro o cinco... tranqui, colega, el 78 lo cura todo. Que aceptaste tu cargo como heredero de la Jefatura del Estado ante un dictador sanguinario, jurando defender los principios fascistas de su régimen... bueno... si fue antes del 78 no pasa nada, puedes ser nuestro borracho putero y campechano favorito.

También un tal Slobodan Milosevic alcanzó legalmente la Presidencia de un sitio llamado Yugoslavia. Pero, cuando decidió que le sobraban unas decenas de miles de moros, gitanos, croatas, bosnios o albaneses, y a golpe de obús y fosa en la cuneta ¿de qué me suena esto?, le persiguieron hasta meterle en el trullo. También hubo un juicio, en Nuremberg, contra los perrillos de un tal Hitler que, por cierto, había ganado unas elecciones democratísimas en un país civilizadísimo. ¿Y?

Pretender borrar del pasado de un activo miembro de la dictadura su parte más oscura, y honrar su memoria en base a una apuesta por la democratización que realizó, no lo olvidemos, cuando no tenía otro remedio, tan sólo puede suceder en un país tan hipócrita como éste, donde unos pocos son los que deciden qué es el Bien y qué es el Mal.

Honrar a Fraga hoy es exactamente lo mismo que decretar una amnistía general para los asesinos de ETA mañana. Total, si no vuelven a matar... y a ellos también les vota mucha gente. La cuestión está en dónde poner las líneas de puntos, por dónde nos apetezca dentro de un tiempo volver a sesgar la historia.

Quién se lo iba a decir, Don Manuel, al final se le va a recordar -aunque sea en un blog de mierda- como un simple batasuno de derechas.

1 comentario:

Fito dijo...

El problema es que recordar el pasado franquista de este "señor" sería demostrar públicamente que nuestra Carta Magna viene de donde viene!
Descanse en paz y nosotros ahora también!