miércoles, 10 de junio de 2009

Norte, sur; éste o aquél

Resulta que Obama nos sacará de la crisis; y le creemos. Que se portará bien, negociará con sus enemigos y no montará más guerras; y le creemos. Que apuesta por un Estado palestino independiente mientras, por debajo de la mesa, le acaricia a Israel su nuclear lomo; y le creemos.

Y uno ya empieza a estar harto de creer, o de que los medios quieran hacernos creer en las bondades del bueno oficial. Sólo sé que lleva muchos meses en el trono y todo sigue igual.

Bueno, no todo. Ahora los Estados Unidos de América, cabeza pensante, corazón palpitante y brazo ejecutor del capitalismo ultraliberal deciden destinar miles de millones de dólares a la salvación de sus grades bancos y empresas, llegando incluso a la intervención en enormes transatlánticos industriales, como la General Motors. Qué me cuelguen si eso no es nacionalización de la empresa privada, al más puro estilo Hugo Chávez. Ay madre, que el negro se nos ha vuelto loco y ya me veo a los marines desfilando por la avenida Pennsylvania al son de La Internacional, mientras Obama los saluda puño en alto desde la puerta de la Casa Blanca.

Pero eso no sucederá -gracias a Dios y a la Virgen de Wall Street-, y todo lo que los gringos deban dar a sus empresas para que sus millonarios dueños no tengan que bajarse de la burra capitalista, lo sacarán de otra parte. ¿De dónde?

La respuesta a esa pregunta es un punto cardinal, el sur, y provoca que me acuerde ahora de una frase de Mario Benedetti en una vieja entrevista, emitida hace poco a modo de póstumo homenaje -hazañas de la televisión pública española, que recuerda a los poetas cuando han muerto, pero que, mientras éstos, o los escritores, pintores o científicos no tienen la gentileza de irse a criar malvas, prefiere llenarnos la cabeza con mierdasecas de la calaña de Borjita Thyssen o Julián Muñoz-.

Decía Don Mario que "los Estados Unidos no sólo son el país más desarrollado del mundo, son, sobre todo, el más subdesarrollante".

Pero claro, Benedetti no era apto para esta televisión de hoy en día. Alguien que escribe tan frecuentemente la palabra libertad solo puede ser un arcaico estalinista ansioso de la sangre occidental de niños inocentes, o algo peor. Quizás por eso jamás veamos a gente como el difunto Mario aparecer con frecuencia en la televisión, y, en cambio, siempre haya un hueco para las palabras vacías de los presidentes estadounidenses, que son los que nos proporcionan el bienestar e impiden que el poder de Mordor -o de Corea del Norte, Cuba o Cidamón- se haga con el anillo y nos atraiga a todos hacia la Sombra, atándonos en las tinieblas.

Si, seguro que ésa es la causa. Obama es nuestro supermán y Mario Benedetti era un subversivo peligroso; tenía una pluma y la sabía usar. Y para muestra, el botón que es El sur también existe, donde se dicen unas cuantas cosas que, además, riman y sirven para que tipos que exigen cantar en catalán cuando tienen un dictador delante, y que no aplauden con las orejas las gracias nacionalistas cuando son éstos los que manejan el cortijo, hagan con ellas bonitas canciones.

Por varias razones es más conveniente lamerle el perineo a Barack, o al que toque, que pensar qué parte de razón puede llegar a tener un poema. La primera, porque para llegar a ese extremo, primero habría que leer, y eso es caca. Si a Belén Esteban le va muy bien sin conocer todas las vocales... ¿Por qué a mí no? Y la segunda, porque a nosotros, que somos gente moderna y preparada, nos interesa mucho más indagar en la azarosa vida de un corrupto confeso y condenado que mirar al sur para ver qué hacen cuatro sudacas muertos de hambre. ¿Qué nos importa a nosotros el sur, si apenas somos los más meridionales de todos los ricos? ¿Si tan sólo somos los hermanos de ese sur del que hablaba el poema?

Venga, háganse un favor y vayan ahora mismo a ver Corazón de Verano. Y no se les ocurra leer a Benedetti, por si las moscas.


Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventas navideñas
su culto de dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena.

Pero aquí abajo abajo
el hambre disponible
recorre el fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras que el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe.

[...]

Pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe.


El sur también existe, del poeta muerto.

1 comentario:

victor dijo...

Verdades como templos escribes¡¡¡¡,el mundo es como un retrete, la mierda se generar en el norte y por el bujero se la comen los de Sur, injusto...