lunes, 16 de noviembre de 2009

¡A las barricadas!

La llamaron Ley Beckham, pero no consistía en limitar los tatuajes o en prohibir que el coeficiente mental de tu mujer sea inferior al del freno de mano de tu deportivo. No, la cosa va de impuestos.

La Ley viene de los lejanos tiempos en los que el Gobierno, además de mostrar públicamente su estupidez cada vez que uno de sus componentes abre la boca, salía a diario a la televisión ríendose del pueblo, insultando la inteligencia de la gente y crispando a un personal al que lo único que le faltaba, después de llegar a casa de currar sus ocho horas de mierda cobrando, era que le recordaran continuamente la imparable bonanza de la economía patria al tiempo que el españolito de a pie observaba, incrédulo, su sueldo de mierda.

Aznar y su ministro de economía -creo que Rato- decidieron bajar los impuestos a los extranjeros que, sin haber cotizado en este infecto nido de víboras con forma de piel de toro en los últimos diez años, vinieran a currar a nuestro país. Así, un españolito que cobre cualquier desorbitada cantidad que superase los doscientos mil euros, seguiría tributando el 43% de ésta, mientras que un extranjero sólo lo haría con el 24% durante los cinco primeros años de estancia en España.

Con esta medida se pretendía atraer a España a eminentes científicos, profesionales de reconocido prestigio o investigadores de renombre.

Bien, veamos. Así, a botepronto, yo a todo esto, que suena muy bonito, le veo un pequeño fallo. Desde el modesto punto de vista de un retrasado mental como servidor, la razón por la que a España no vienen eminencias científicas de fuera, o que si algún españolito resulta tener un coco privilegiado para la investigación ha de irse al extranjero, es porque aquí no se da el entorno adecuado para esas investigaciones. Que no hay medios, vamos. No hay laboratorios, ni centros de experimentación, ni nada que se le parezca que pueda considerarse puntero en el mundo.

Aquí hay chalés a medio metro de la playa; pero cosas científicas de un intenso blanco nuclear y un atronador silencio en sus pasillos, tanto que uno piensa al ver cruzar por allí a un paisano con bata, "hostias que listo tiene que ser ese pavo, currando en un sitio tan limpio y ordenado", eso va a ser que no.

El señor Pedro Duque, ilustre único miembro español de la NASA, un tipo que tiene pinta de afable e inteligente y que a mí -de la misma intuitiva forma en que odio a la mayoría de la población mundial aún sin conocerla- me cae bien, podría acogerse, tras diecisiete años currando en Alemania y Estados Unidos, a esta medida. Gracias a esta Ley cotizaría mucho menos de lo que sin duda paga ahora -en la mayoría de los países industrializados los baremos son similares a los españoles-, osea, que se ahorraría la mitad de sus impuestos, más o menos.

El problema está en que a un Ingeniero Aeronáutico con media de 10 en su carrera -pero del que Tomás Ariznavarreta, la muerte le pille cagando sin papel, no hubiese dudado en reírse en sus ridículas clases de fluidomecánica-, a un caballero que trabaja para la industria más tecnológicamente refinada que haya existido en la historia humana, un profesional de prestigio, un tipo que ha estado en el espacio dando vueltas en una nave (joder, que eso lo han hecho bien pocos, unos cuantos guiris, Han Solo, Doraemon y él), dudo yo que le apetezca dejar su empleo en Houston, por mucho que pague de impuestos, para venirse a mezclar la masa construyendo una macrourbanización en Oropesa.

En fin, creo que queda bastante claro que esta medida, sin centros de investigación acordes al nivel de los profesionales que se pretende reclutar, no vale para nada.

Pero, como este es el país de la picaresca y las ridículas consecuencias de las leyes instauradas por los políticos más tontos y caraduras del mundo (con permiso de Italia), en lugar de para atraer investigadores, esta Ley sirvió para que multimillonarios futbolistas profesionales dejaran de pagar miles de millones a las arcas públicas.

Siempre habrá idiotas -puede que jamás haya utilizado esta palabra en un entorno más adecuado- que defiendan que un ricachón en calzoncillos debe disfrutar de ventajas fiscales, pero creo que a la mayoría de la gente, esto le parecerá tan ridículo como a mí.

¿Qué aporta una estrella internacional de fútbol al desarrollo español? Nada, niet, nothing, una puta mierda como el sombrero de un picaor.

Sin embargo, al sinvergüenza de Cristóbal Montoro -que aparte de ser un gafoso calvo fascista hijodeputa, resulta que no tiene ni la característica principal que se le exige a todo político de este país, que no es otra que la de ser un excelente demagogo- no le gusta la nueva Ley.

Éste es un asunto cojonudo para quedar bien con los currantes, haciéndoles ver que se penaliza a las rentas más altas, pero el responsable de economía de la Falange, digo, del PP (¿este tipo controlaría las perras si gana el seseante Rajoy?), prefiere centrarse en el segundo punto de ineludible seguimiento para cualquier político español: todo lo que haga el rival está mal.

Pero no sólo ha sido Cristobalito. Hoy mismo Mariano Jarrai ha abierto su bocaza para mostrar su disconformidad ante la nueva medida, "a pesar de sabaer que su postura es antipopular".

Y, cómo no, teniendo a algunos de los políticos de su parte, los clubes no tardaron en poner el grito en el cielo y amenazar con un paron en la competición. Una huelga de fútbol. Como lo oyen.

La pregunta es ¿por qué los que amenazan con una huelga son los clubes y no los futbolistas extranjeros, supuestamente los perjudicados por esta modificación legal? Pues porque aquí el personal cobra en neto. En limpio, vamos.

El señor CR9, Kaká o Zlatan se acercan al Bernabeu o al Nou Camp en verano y le dicen al tito Floren o a Juan Lapuerta "Oye, que yo quiero mil doscientos millones de pesetas para mí; tú sabrás después lo que toca pagarle a Hacienda de eso, lo añades a mi ficha y tan amigos. Que no es por cobrar más, es que me lío con los porcentajes y esas cosas, yo siempre he sido más de irme de fiesta con Paris Hilton, o de pertenecer a Jesús, o de lo que quiera que haga el sueco en sus ratos libres, que de utilizar las matemáticas. Sobre todo si son en perjuicio mío".

Así que ya lo ven. El gobierno legisla por una vez en favor de las mismas arcas públicas que se empeñan en diezmar para poder perpetuarse en el poder; nuestra muy centrista oposición decide una vez más ponerse del lado de los ricos (aunque en esta ocasión no puedan obtener réditos políticos de beneficiar a tipos como CR9 o Ibrahimovic, lo harán por no perder la costumbre de ir a favor del rico); y a los mangantes que rigen los clubes no se les ocurre otra cosa que amenazar con una huelga.

¡A que os dejamos sin fútbol, payos! Y eso, en un país con el veinte por ciento de la población activa sin trabajo y la inmensa mayoría del otro ochenta con un curro que aborrecen, piensan que puede provocar una revuelta popular. Están tan acostumbrados a repartir opio al pueblo, que al final se pensarán que ese masivo seguimiento popular les otorga una fuerza imparable, y van a acabar llamando a la sublevación popular para que sus millonarios ingresos no mermen. Creyéndose la CNT, vamos.

Negras tormentas agitan los aires, leyes oscuras nos quieren joder. Aunque nos espere el dolor y la muerte, el domingo el fútbol os quedáis sin ver. Hala y que os den a todos por el culo, majos.

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