jueves, 12 de noviembre de 2009

Piratas del Índico

En un país destrozado por guerras azuzadas desde los países ricos; un país sin Estado, orden ni ley, su único recurso natural parece ser la pesca. Es algo obvio, ya que si en lugar de atunes, en Somalia hubiera petróleo, allí los blancos se habrían encargado de poner un títere para poder controlar a su antojo la extracción del oro negro.

Bien, pues en ese sitio, gobernado por tarados islamistas y señores de la guerra, han dado con un nuevo y lucrativo negocio: enviar a unos cuantos desgraciados con mucho más plomo en las manos que cerebro en la cabeza y miedo en el cuerpo a secuestrar atuneros europeos, para después pedir cuantiosos rescates.

Ya saben ustedes de qué les hablo. Los piratas secuestran el atunero vasco Alakrana. El Gobierno manda a una fragata, los militares capturan a dos de ellos, y los mandan a España para que los juzguen por terrorismo (?). Después, y en un alarde de inteligencia propio tan sólo de alguien que ha decidido consagrar su vida a defender la unidad de una patria de mierda con un fusil en la mano, los piratas sacan del atunero a tres marineros ante los mismísimos morros de la fragata de guerra que supuestamente estaba allí para vigilar el barco, los llevan a tierra y amenazan con cargárselos si no les devuelven a sus compis.

A nosotros los occidentales, que hemos nacido de la Revolución Francesa -que creemos que todos somos iguales y podemos elegir a nuestros gobernantes, entre otras mingadas- y hemos sido amamantados por el capitalismo neoliberalista -aquel que nos permite ascender en la escala social, aspirar a una vida mejor merced a unos ingresos superiores, o soñar con que, a pesar de haber nacido en una cabaña de chatarra, mañana puedes ser Presidente de algo; no me reíre demasiado después de esto último, que se me saltan los puntos de la fimosis-, no nos entra en la cabeza que hay otras partes del mundo en las que no impera nuestra forma de ver la vida y que, por suerte o por desgracia, aún existen muchos lugares en los que nuestra interpretación de lo justo, lo bueno, y lo legal les suena, como poco, extraña.

Y donde, por supuesto, conceptos como legalidad internacional, el personal se los pasa directamente por el forro de los cojones.

No es para menos, ya que lo ridículo sería que un puñado de negros (o chinorris, bereberes, apaches, o lo que sea) asumiera ahora felizmente las imposiciones legales de un mundo occidental y desarrollado que se ha dedicado desde siempre a aplastarles, esclavizarles y robarles todo cuanto han podido. Pues va a ser que no.

Pensar esto es de una candidez supina; algo sólo al alcance de primaveras como los que rigen este país. Gente como el juez Garzón, que debía pensar que, trayéndose para aquí a un par de piratas, no sólo iba a conseguir asustar a otros futuribles bucaneros de la mar índica, sino que los compañeros de estos dos apresados se iban a quedar de brazos cruzados. "Vaya, nos han cogido a dos colegas y los van a enchironar. Pobres Abu Willy y Mahmud Endongo García. Así es el juego, nos arriesgamos y ellos perdieron. Qué listos y demócratas son estos españoles."

Pues no. En respuesta lógica a esta ridícula actuación, los piratas han decidido subir el tono de sus amenazas, y de secuestrar un barco han pasado a amenazar directamente la vida de sus tripulantes. Si a esto se le añade que, como informan los marineros retenidos cuando los piratas interesadamente les dejan comunicarse con España, los secuestradores parecen andar cada vez más nerviosos y tiene la peligrosa costumbre de pasar el hastío del secuestro borrachos y drogándoseados en el barco, pues la cosa camina cada vez hacia una perspectiva peor.

Y es que, para saber la solución acertada para este caso, no es necesario ser ministro de nada, ni analista de nada, ni experto en absolutamente nada. Sólo hay que tener sentido común. Y seguirlo.

Y ese sentido común indica que la única salida es negociar con los piratas, darles lo que pidan y, el día de mañana, proteger de alguna manera a los barcos que vayan a faenar a esa zona. (O dejar de faenar allí, que, por cierto, creo que no pertenece a Europa. Así que no sé cuánto de legal y justo es esquilmar a cambio de una puta mierda pinchada en un palo los caladeros de un país paupérrimo que no cuenta con medios, ni ganas que tenemos, para explotarlos por ellos mismos.)

Todas estas labores corresponden a nuestros políticos, que no deberían escatimar ni un céntimo de euro y pagar a los piratas lo que pidan; total, siempre será una minucia comparado con lo que ya han pagado a otros piratas bastante más dañinos que éstos y que no tienen lanchas ni kalashnikovs, sino una sucursal en cada esquina de las calles del centro.

Pero claro, el día de mañana ningún pescador coruñés o bermeano les va a sufragar una campaña electoral -algunos incluso votarán a los independentistas, o pasarán de meter su libertad en un sobre y tirarla por un retrete con forma de urna, los cabrones-, así que es probable que los mentecatos que nos gobiernan no vean como objetivo primordial el estar a bien con cuatro decenas de familias trabajadoras.

Espero que la cosa acabe bien para los del Alakrana, y que el gobierno pague y suelte a Abu Simbel, o como coño se llame el cabrón que tienen en la cárcel y su compadre. Pero, si lo hacen, y esto lo tengo clarísimo, lo harán para que la opinión pública no se les eche encima por dejar a su suerte a cuarenta pescadores.

Y los de la oposición dirán que apoyan al Gobierno, porque queda muy bonito hacer un frente común y poder apuntarse después un tanto. Pero no lo harán por convicción, porque esos cuarenta trabajadores, como los otros cuarenta millones, no les importan una mierda. Es más, creo profundamente que, en su fuero interno, más de uno y más de dos en el PP estarían deseando que a los piratas se les aflojara de más el dedo del gatillo para tener alguna víctima que echar en cara al PSOE.

Pero vamos, esto son suposiciones mías que carecen de fundamento alguno, pues están basadas en la lejana observación de la actuación de nuestros amos y en las conclusiones extraídas de semejante proceder, ésto es, que son todos unos demagogos, unos aprovechados y unos grandísimos hijos de puta.

No hay comentarios: