Sucedió en Benejúzar, Alicante. Una señora -rubia, con gafas, cincuenta y pico, según las fotos- se cruza con otro señor, que cortesmente saluda a ésta, e incluso se interesa por la familia. "Buenos días, señora. ¿Qué tal su hija?"
La situación podría pasar por un simple y cordial encuentro entre dos convecinos de no ser porque, minutos después, la tipa de las gafas coge la botella de agua mineral que tiene en el frigorífico para cuando apreta el calor a orillas del río Segura, en Benejúzar, Alicante, y se da un paseo hasta la gasolinera San Javier, en la calle Las Canteras de Benejúzar, Alicante.
Allí compra litro y medio de sin plomo, que a casi euro y medio el litro cuesta ese día casi como el azafrán, y se da otro paseo por las calles de Benejúzar, Alicante, hsta el bar en que sabe se encuentra el convecino que anteriormente con tanta educación se interesó por el estado de su prole. Una vez en el recinto, donde el tabernero despacha sanmigueles y las acompaña con opíparas raciones de calamares a la romana, que es el plato del día, la señora le vacía a su ya conocido y muy cortés convecino la botella de agua mineral repleta de gasofa en la cabeza.
-"¿Te acuerdas de mí?"
-"Contigo no tengo que hablar nada."
-"Pues toma, para que no te olvides."
Y le pega fuego.
La situación podría pasar por una simple y desmedida ida de olla por parte de la señora de no ser porque, meses antes, el tipo que ahora se chamusca junto al plato de calamares a la romana, y al que vecinos y conocidos conocen como El Pincelito, había tenido la perentoria necesidad de clavarle la polla a la hija de trece años de la señora de las gafas.
Como ven, queridos humanos, nada es lo que parece en Benejúzar, Alicante.
Pues bien, como resultado de tan instructiva anécdota se extrae que si violas a una niña te meten nueve años en chirona, que puedes abonar en cómodos plazos, teniendo la posibilidad de salir a tomar unas cañas al bar del barrio donde vive tu víctima y saludar a su madre (o, quien sabe, si hay mejor suerte encontrarte de nuevo con la niña y volverla a violar, o cumplir la amenaza de muerte que le hiciste a la chuquilla en el juicio, lo que surja.)
Pero claro, con lo que no contaba el amigo Pincelito es con que la señora de las gafas iba a tener los cojones como el caballo de Santiago. Y con lo que no contaba la señora -o probablemente sí, pero se la sudaba- es que este es un país de mierda donde la justicia es tan inexistente que, no contentos con apenas castigar al cabrón que le ha jodido la vida a tu familia, exigen después que, quien de veras se ha esforzado por hacer vengativa justicia -que siempre es eso, pues de otra manera sería fraternal perdón de cualquier pecado, y no harían falta jueces ni cárceles, pues los delitos se olvidarían, y todos seríamos amigos y comeríamos perdices- afloje decenas de miles de euros a la familia del violador y se pase una década en la cárcel.
Ahora, cuando el asqueroso violador lleva tiempo en una caja, seco como una mierda al ardiente sol de Benejúzar, Alicante, el Tribunal Supremo reduce de nueve a cinco años la condena a la señora. Otra muestra más de la inexistencia de justicia en este sistema que los españoles en democrático consenso decidimos darnos y blablabla; donde te meten lustro en chirona por cosas que, como ésta, deberían acabar con la señora inaugurando una calle con su propio nombre en la placa en agradecimiento por matar a un hijo de puta en Benejúzar, Alicante.
2 comentarios:
Yo hubiese hecho lo mismo.
Uno menos.
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