lunes, 28 de marzo de 2011

Y van cinco mil

Ni la francesa, ni la cubana, ni la rusa, ni siquiera la de los precios de Mediamarkt.

En toda la puta vida, desde que el mundo es mundo, sólo han existido tres revoluciones. Créanme, tres. Guan, chu, zri.

Hoy se tiende a tergiversar el significado de las palabras, y pasa lo que pasa. Que un tipo lleva una camiseta de un equipo de fútbol y es un fascista, o Mou cambia siete titulares y ya hay revolución en la Casa Blanca. Ni Lenin en el diecisiete, oiga.

Un, dos ches. Únicamente. Porque revolución es aquello que cambia de arriba a abajo los fundamentos básicos de una sociedad. Lo que era blanco, ahora es negro; transformación completa. Entra por la boca, suave y muy sabroso, y sale por detrás duro y oloroso. Y desde que la raza humana pobló este planeta -probablemente después de tener que huir de Marte por culpa del capitalismo (yo quiero probar lo que fuma este hombre)- tan sólo ha habido tres revoluciones verdaderas. A saber.

Una, la revolución neolítica, con los hombres pasando de ser cazadores y recolectores a ser productores de sus propios alimentos. Lo que viene siendo el descubrimiento de la agricultura y la domesticación de ciertas especies animales.

Dos, la revolución de los metales, el descubrimiento del cobre, el bronce y el hierro. La utilización de éstos en la fabricación de instrumentos más duraderos y, sobre todo, armas. Armas más fuertes, que matan más que una piedra o un palo, y dan a algunos hombres una extraña razón para situarse por encima de otros hombres.

Y tres, la revolución industrial, con la fabricación en serie, el urbanismo exponencial, el crecimiento desmedido. Gente que produce una ingente cantidad de riqueza, pero que apenas ve una mísera parte de ella.

Esos han sido los tres momentos clave de la historia de la Humanidad. Dentro de unos años, cincuenta o sesenta, todo nuestro complejo mundo contemporáneo, desde la caída del nazismo hasta este preciso instante, se resumirá en unas pocas líneas: "Los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron en una guerra de amenazas y coacciones que acabó con la caída del bloque comunista en los años 90. USA quedó como intocable gendarme del mundo hasta que, tras los atentados del 11-S, encontró en los países musulmanes a su nuevo enemigo. Y Titín III confirmó las tesis de Nietzsche acerca de la muerte de Dios haciéndose candidato del PP". Eso seremos para los humaniodes de dentro de medio siglo.

Dentro de otros pocos años, tres o cuatro mil, ninguno de nosotros importará una mierda. Pero las tres revoluciones seguirán ahí, marcando claramente las diferencias entre lo que había antes y lo que hubo después. Y, si me apuran, puede que hasta la industrial sobre.

Porque antes, en el Paleolítico y el Mesolítico, cuando los humanos no conocían la agricultura ni la ganadería, para ser el líder del grupo era necesario ser el más audaz, el más valiente y, sobre todo, el más fuerte. Tener bien pegados los cojones al culo para salir con un pedrusco atado a un trozo de palo a matar a un mamut.

Después, en el Neolítico, la fuerza bruta quedó al margen, y los lideres de aquellas lejanas sociedades fueron quienes eran capaces de organizar las actividades anuales en torno al ciclo de las estaciones, previendo y aprovechando los momentos de la siembra y la recolección. Primera revolución y primer gran cambio en las estructuras de poder.

Después, cuando aparece el metal, ya no hace falta ser el más fuerte, ni el más listo; tan sólo es necesario hacer creer a los demás que, por el mero hecho de que puedes enterrarte con una daga de bronce, debes pasarte la vida mangoneándoles.

Y no hay más. La revolución industrial no cambió nada, y sólo agudizó (cambien la daga de bronce por fajos de papel moneda) esa creencia. Y es por ello que después de ser dirigidos por los más fuertes, que después de ser dirigidos por los más listos, llevamos cinco mil años -de Hammurabi a Hitler, de Tutankamon a Obama, de Clístenes a Moctezuma, de Alejando Magno a Aznar y Zapatero- siendo gobernados por los más hijos de puta.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Como se nota que estas estudiando: Clístenes,Hammurabi... qué mítica delantera tenía el Logroñés en aquella época!!

Yaha! dijo...

Ya le digo, Salinas. Pero no pase por alto que el elemento central del texto son las palabras Aznar, Zapatero e hijo de puta.

Si lo que desea es fútbol de calidad, con narraciones BBC de los años 70: http://www.youtube.com/watch?v=i8ov2oNbkvo

Para todo lo demás, Poyatos, Eraña, Iturrino y Salenko.