jueves, 17 de marzo de 2011

¡Indignaos!

Sí, señora. Lo he vuelto a hacer. Otra vez un artículo que no he escrito yo.


Pero hoy es San Patricio y los irlandeses estamos de fiesta. Por tanto, mientras espero que, si Dios odia a los hijos de Enrique VIII tanto como debería, el sábado reparta un poco de su maleficencia sobre ellos en Lansdowne Road (aunque después del timo de la estampita del Millenium dal pasado finde ya uno no sabe ni a quién odiar...), hoy les traigo el prólogo de un librito: porque nunca viene mal leer algo con sentido, aunque su intención inicial al entrar aquí fuera deleitarse con las típicas menciones con que Bilis loa el honrado trabajo esquinero de las santas progenitoras de nuestra amada clase política y afines. Otro día será.


"Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak. Podría aportar más detalles, pero la edad y la época bastan para mostrar que nuestras vivencias han sucedido en el mismo mundo. Hablamos en la misma onda. Comparto sus ideas y me hace feliz poder presentar en España el llamamiento de este brillante héroe de la Resistencia francesa, posteriormente diplomático en activo en muchas misiones de interés, siempre a favor de la paz y la justicia.


¡Indignaos! es un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.


Al principio sorprende. ¿Qué pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?


Actualmente en Europa y fuera de ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos. El autor de este libro recuerda cómo los primeros programas económicos de Francia después de la segunda guerra mundial incluían la nacionalización de la banca, aunque después, en épocas de bonanza, se fue rectificando. En cambio ahora, la culpabilidad del sector financiero en esta gran crisis no sólo no ha conducido a ello; ni siquiera se ha planteado la supresión de mecanismos y operaciones de alto riesgo. No se eliminan los paraísos fiscales ni se acometen reformas importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos. Como dice Hessel, “el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general”.


¡Indignaos!, les dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistirse fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por tropas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Gharaib), muros, vallas, ataques preventivos y “lucha contra el terrorismo” en lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como la mal llamada globalización financiera.


¡Indignaos!, repite Hessel a los jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social , los avances del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. Los brutales atentados del 11-S en Nueva York y las desastrosas acciones emprendidas por Estados Unidos como respuesta a los mismos, están marcando el camino inverso. Un camino que en la primera década de este siglo XXI se está recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los jóvenes. Con su grito les está diciendo: “Chicos, cuidado, hemos luchado por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten”.


¡Inginnaos! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.


No siempre es fácil saber quién manda en realidad, ni cómo defendernos del atropello. Ahora no se trata de empuñar las armas contra el invasor ni de hacer descarrilar un tren. El terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, más sofisticado que el de los bombarderos nazis. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del siempre más, del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes.


¡Indignaos!, sin violencia. Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o Martin Luther Kingo. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya redacción fue partícipe el propio Hessel. Como cantara Raimon contra la dictadura: Digamos no. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡indignaos!"


Escrito por José Luis Sampedro, economista nonagenario español, es, como decíamos, el prólogo del libro ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, preso en el campo de concentración nazi de Buchenwald y único redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos vivo en la actualidad.

El librito, alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, acaba citando una declaración del Consejo Nacional de la Resistencia francés: "El nazismo ha sido vencido [...] pero esta amenaza no ha desaparecido totalmente, y nuestra cólera respecto a la injusticia sigue intacta, por lo que apelamos a una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos".

Lo decía el señor Hessel hace sesenta y siete años, y lo sigue diciendo hoy, a sus noventa y tres, mientras nos insta a los caraculos del siglo XXI, a nosotros que no hemos vivido una guerra y que no nos sentimos amenazados por nada mientras haya algo en la tele que nos libre de pensar, o dispongamos de una chorrada nueva que consumir, a que hagamos algo. Porque "crear es resistir, y resistir es crear".

5 comentarios:

Antonio dijo...

Probablemente este sea el mejor articulo que has escrito nunca... después, claro está, del de terrorismo panocho.
Voy a aportar, ya que estamos: Jose Luis Sampedro, que no Vergatiesa, fue el que dijo aquello de "el que crea que el mercado es libre que vaya sin un duro, haber lo libre que es" (El Mercado y La Globalización).

Yaha! dijo...

Se lo agradecería, estimado lector, de no ser porque detecto cierto cachondeo al calificar como mi mejor artículo a un copia-pega.

Aún así, gracias. La mala baba siempre es mejor que la baba lacia.

Fito dijo...

Cuando algo esta bien escrito, por qué cagarla intentando mejorarlo?

Una de las pocas mentes lucidas que todavian nos quedan y (añado para gran honra) ademas economista!

Nos quieren vender un solo modelo economico, y hacernos creer que todos los economistas lo defendemos.

INDIGNACION!!!!!!!!!!

Yaha! dijo...

Con los economistas pasa lo mismo que con los aficionados del Real Madrid: no pueden ser buenas personas, pero los hay menos malos (como el señor Sampedro, Casillas o usted).

Anónimo dijo...

Con los economistas (- 0: guiño) pasa como con todas las demás profesiones (medicos, abogados,...): hay hijos de puta y no tanto. [La excepción que confirma la regla son los cuepos de seguridad del estado ( esos solo los hay de un modo...)].
Sólo que los que están más a la izquierda de la "izquierda", como en todas las profesiones, están invisibilizados (hay muchos intereses puestos en esto...)
Recordemos que gran Marx fue el economista que revolucionó las ciencias sociales....y que ahora no se etudia ni en las facultades de economia, ni en otras de ciencias sociales... ( Ale! un poco de Keynes y a rodar...)