viernes, 27 de agosto de 2010

Darwin on hollydays

Verano. Calorcito. Vacaciones. Ibiza. Playa.

Alcohol barato. Droga asequible. Estupidez supina.

Siete ingredientes simples y ya tenemos la cena servida: un inglés con una cocida que ni Massiel viviendo el la calle Laurel; mandíbulas batientes, viento en coca a toda vela; el cerebro que se pone tan incandescente que sus cómicas y rojizas teces -camisetas del Manchester andantes, con pezones por publicidad- parecen suaves tonos pastel; y, por último, una piscina de un par de metros de profundidad a una distancia de eje X= 1'50 metros, eje Y = -8 metros.

Todo lo demás ya se lo saben: multitud de guiris drogados hasta las trancas que saltan desde los balcones de sus habitaciones en los resorts vacacionales españoles, principalmente en las Baleares (vaya usted a saber por qué, pero allí la cosa se va de madre; quizás sea porque al ser islas, se piensan que flotan porque son blanditas, tipo esponja), frente a otra caterva de europeos eficientes y desarrollados -no como usted, vago- que jalean la estupidez de sus primos y hacen cola para captar la atención de las vecinas tetudas del tercero y montarse gratis en el parque acuático para retrasados mentales más molón del Mediterráneo.

La experiencia tiene que ser la hostia. Y la hostia, qué paradoja, también tiene que ser la hostia. En su descargo hay que decir que a la mayoría les sale bien -imagino, igual la mayoría acaban en plan pisto en el jardín, y los que siguen haciéndolo son aún más tontos de lo que parecen-.

Pero a una parte, quizás uno de cada veinte o treinta, yo qué sé, les fallan los cálculos -si es que saben sumar- y acaban comparando la dureza de su occipital con la del suelo, tratando de agarrarse a las barandillas de la terraza de abajo con los piños, o con una palmera del jardín desgajándoles el ano. Lo cool era meterte media Colombia e impresionar a las vecinitas, la putada del asunto se llama Charles Darwin.

Sí, lo malo no es que la piscina esté a Y=-8, ni que el suelo sea duro, que es bastante malo de por sí. Lo peor es que el payo Darwin, además de un hijo de su graciosa majestad británica como la mayoría de nuestros héroes de hoy, era también un hijo de puta. Y mister Charles, mientras viajaba alrededor del mundo buscando lechugas con cogollos explosivos anti rumiantes y tortugas que no se pareciesen nada a las de la isla de al lado y que, además, supieran artes marciales y fueran adoctrinadas por una rata gigante, enunció la teoría de la selección natural.

Que dice, más o menos, así: "Si eres tan sumamente gilipollas como para comerte hasta las pastillas de Pato WC de la taza del váter y después sentirte con una capacidad de salto similar a la de una liebre inseminada por Carl Lewis, la Naturaleza, que es más sabia que un híbrido entre Stephen Hawking y la tipa que promociona los relojes raros de época vistoriana en Saber y ganar, te dará la oportunidad de morir joven, estrellado contra los baldosines del borde de una piscina en un complejo turístico de tres estrellas para drogadictos de baba colgando como tú." Y lo dice literalmente, además.

"Y suponiendo -añade- que no hayas sido tan subnormal como para aderezar previamente tus merendolas lisérgicas con hacerle un bombo a la Katty, que es la más puta de Plymouth, Devonshire, mister Charles Darwin habrá triunfado de nuevo, y tu línea genealógica habra quedado convenientemente capada antes de que pudieras transmitir tu estupidez a las ulteriores generaciones humanas." (Que, si Dios existe y es tan misericordioso como Harry el Sucio, serán las menos posibles).

Así pues, detengan el alarmismo. Esto es turismo de calidad y lo demás son pamplinas. Como ven, todo son ventajas. El único problema sería, si nos pusiéramos en plan sindicalista -cosa que en este blog fascista-filoborbónico-nacional-católico-español (y del Betis) jamás pasará-, que las sufridas señoras de la limpieza del hotel en cuestión se verían obligadas a la desagradable misión de recoger los restos, adecentando la zona comunitaria escobón en mano, y llenando sus recogedores con preciosas esquirlas de cráneo clavadas en el hipotálamo y coágulos palpitantes de circunvoluciones aún laboriosas, calculando cuántas pirulas pueden comprarse por veinte libras.

Mmmm (onomatopeya: recapacitando). ¿Qué coño de cerebros trabajando? ¿Qué sesos? No problem, my friend. Que se tiren de dos en dos.

3 comentarios:

Adolfo dijo...

Pura ciencia, está claro!

Anónimo dijo...

mucho más escratológico de lo normal...
llega al alma.

Yaha! dijo...

gracias, gracias, misteriosos desconocidos.
Lo que me extraña es que ninguno haya tenido a bien el mencionar mi nula capacidad para sumar correctamente las palabras de ls dos primeras líneas. En de ver.