domingo, 3 de octubre de 2010

Pobre hombre

La dosis bílica de hoy proviene de un correo que circula por internet contando la triste historia de un hombre duramente afectado por la crisis. Así que hoy me hago eco de él, y les hablaré de ese hombre, al que para más inri conozco de vista, que no lo está pasando nada bien por culpa de los especuladores que provocaron esta crisis y todos los políticos que no han sabido solucionarla.

El hombre en cuestión tiene setenta años, pero sigue realizando las mismas labores que cuando tenía cuarenta o cincuenta. Pero no sólo su vejez escapa de lo habitual, en su juventud, y por ser hijo y nieto de exiliados, tuvo que vivir fuera de España hasta los veintisiete. Sólo en los últimos años de la dictadura franquista pudo volver a su país. Ya asentado en España, le llegó la muerte de su padre, al que no sabían siquiera dónde enterrar.

Su madre, que sobrevivió a su padre, estuvo postrada muchos años en silla de ruedas, hasta que partió en busca de su esposo, hace ya unos años. Desde entonces, nuestro hombre, ya sin padres a los que cuidar, sólo tiene ojos para su familia.

Su mujer es inmigrante, y tiene tres hijos -dos chicas y un chico- con ella. De los tres sólo una trabaja, la del medio... pero no cobra nada. De esa forma, todos, incluídos los nietos, viven de su asignación. Ya ven que la vida de nuestro amigo, metido de lleno en la tercera edad, no es para nada plácida y tranquila, como se le supone a alguien de su edad. Y les juro que, en este marco de sandeces que es Bilis, todo cuanto les cuento hoy es rigurosamente cierto, tal es la tristeza del caso de este señor.

Conozcamos a sus hijos. La hija mayor se acaba de divorciar. El yerno -o ex-yerno, mejor dicho- se daba a las drogas, al alcohol, a las putas y a no sé cuántas cosas más. Así, la pobre hija mayor se ha quedado sola a cargo de sus dos hijos, y con poquitas posibilidades de encontrar otro hombre que la quiera, pues ya no es joven y nunca ha sido especialmente agraciada. (Otra punta más en el camino de esta familia; además de todas las dificultades mencionadas, son bastante feos, todo hay que decirlo.)

El pequeño, que es el chico, como decíamos, aún no se ha ido de casa, pero ya se ha casado... con una divorciada, a la que ha llevado a vivir con ellos. La chica, que antes tenía buen aspecto y un gran puesto de trabajo, dejó su curro nada más concretarse la fecha de la boda, y no tiene intención de volver a él. Además, cada día parece más enfermiza. Puede que tenga bulimia. Afortunadamente no traía hijos de su matrimonio anterior, pero a las dos niñas que han tenido juntos también las tiene nuestro protagonista que mantener de su dinero y alojar bajo su techo.

Por si faltaba algo, este año nuestro protagonista ha tenido problemas graves de salud. En primavera tuvieron que extirparle el treinta por ciento de uno de sus pulmones, y entre la penosa recuperación y las desastrosas consecuencias de la crisis, ha tenido que pasarse el verano encerrado en casa, sin poder siquiera salir de vacaciones, que era una de las cosas que más reconfortaba en otras épocas a su corazón, carcomido, como vemos, por no pocos ni leves problemas.

Es más, con la tan manida crisis este año apenas pudo disfrutar de la victoria española en el Mundial, a pesar de que siempre le ha encantado el deporte y que incluso, en medio de tantas dificultades, cuando se encontraba bien de salud él mismo solía practicarlo. Pero nuestro hombre no se dejó amedrentar por todas estas circunstancias adversas, barros procedentes de lodos de años de nula planificación, corrupción, especulación inmobiliaria y malos gobiernos.

De esta forma, y para darse una alegría en medio de tanta desgracia, muestra del talante de este respetable ciudadano, que intenta siempre mostrarse alegre allá donde va -a veces lo hace de manera exagerada, lo que puede dar una imagen algo tontuela de su persona, pero él es así, llano y campechano-, nuestro protagonista acudió al homenaje a los triunfadores de Sudáfrica, como tantos otros cientos de miles de españoles que recibieron a la selección en las calles de Madrid.

Esta es la historia, a grandes rasgos, de un señor de la tercera edad que tiene que arreglárselas cada día para sobrevivir y sacar adelante a su familia en medio de esta España difícil que le ha tocado vivir. Se llama, quizás ya lo hayan adivinado, Juan Carlos de Borbón, y es un pobre hombre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Viendo el amplio interés de este bilico blog por el tema, recomiendo teclear en google:" un rey golpe a golpe, bibliografia no autorizada de Juan Carlos de Borbon". PDF rico en anecdotas...
au cacau!