martes, 16 de noviembre de 2010

Sáhara I: los perros alauís

Hasta ayer, pensaba que José Luis Rodríguez Zapatero sólo era un mal gobernante. Un incapaz que no podía llevar a cabo la tarea de dirigir un país, pero que, bajo esa espesa capa de nula cualificación, dejaba traslucir un (ingenuo) fondo de buen rollo, diálogo de culturas, progrerío.... Eso era hasta ayer, cuando me dí cuenta de que no sólo es un inútil, sino también un hijo de la gran puta.

El Sáhara fue lo que me abrió los ojos. Allí, en la ciudad de El Aaiún, se había levantado en las últimas semanas un campamento saharahui, donde unos veinte mil desplazados protestaban para que Marruecos reconociera sus derechos.

Mientras el Frente Polisario (antiguo ejército/grupo terrorista independentista, que abandonó la lucha armada hace veinte años) y el gobierno marroquí se reunían con la ONU, en un intento más de normalizar la situación del Sáhara, los perros -de dos patas- del ejército y la policía del dictador alauí Mohamed VI entraban a sangre y fuego en el campamento.

Tiendas ardiendo, pánico y destrozos generalizados. Entre los saharauis quedaban decenas de heridos y varios muertos. Para compensarlo, Marruecos propagaba la información de que alguno de sus soldados había muerto, ofreciendo videos grabados con teléfono móvil por su policía en los que (se supone) un soldado es degollado en plena calle.

¿Por qué había un policía marroquí al lado de un tipo que degüella a un soldado en plena calle? No dudo de que los saharauis se defendieran, y con todo derecho, en mi opinión. Pero de ahí a creerme las atrocidades que Marruecos nos quiera vender... casi que no.

Mientras, desde el lado saharaui, se insistía en lo desproporcionado del ataque, en el que militares arrasaban con un campamento civil o, incluso, acompañaban e incitaban a civiles marroquíes al pillaje contra la población nativa.

Y ya días antes, y dejando bien claro lo premeditado de la operación, el gobierno marroquí había impedido la entrada al Sáhara de varios parlamentarios vascos, dentro de su política de expulsión de españoles que mandó fuera de la zona a varios periodistas y activistas pro-saharauis. Testigos fuera. Como para creer ahora en su versión.

Pues bien, en esa tesitura, en plena crisis del Sáhara, con la policía marroquí atacando indiscriminadamente a población civil inmersa en una protesta hasta entonces pacífica, Zetapé, el progre que es nuestro Presidente del Gobierno, respondió a las preguntas de los periodistas que pedían su opinón sobre el asunto con un repugnante "Tenemos que poner por delante los intereses de España".

Y los intereses de España (o los suyos propios, porque se sabe que no son pocos los políticos, al parecer Felipe González y el Rey de los primeros, con importantes propiedades e intereses en Marruecos) son, por supuesto, callar, callar y callar. Dejar que Marruecos -en esto como en tantas otras cosas- haga lo que quiera y, si se da el caso, ponerle el culo a Mohamed VI. Simplamente vomitivo.

Así que no hay que extrañarse de la declaración de nuestro presidente que, a parte de un inepto, y ya esputé al principio, es un hijo de la gran puta con tadas las letras.

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