jueves, 18 de noviembre de 2010

Sáhara III: la puta España

Así que esto acabará cuando al rey de Marruecos le dé la gana que acabe.

Y luego se irá a tomarse unos tés morunos con su primo el Juancar, con el que le une tan grande amistad que nuestro campechano Jefe de Estado es incapaz de abrir la boca, no ya cuando muere asesinado un súbdito suyo -total, un pobre menos, aún hay cuarenta y seis millones que me mantengan, pensará-, sino ni siquiera cuando el rey moro atenta contra la unidad territorial de España.

Ay, Mohamed, si fueras de Hernani la de hostias que te habían dado ya en comisaría...

Pero él no. Él puede reclamar Ceuta y Melilla, puede invadir Perejil y, sobre todo, puede masacrar a los saharahuis, que legalmente aún tienen el estatus internacional de colonia española, no se nos olvide.

Obviamente, el territorio que hoy es Marruecos ya estaba ahí cuando los portugueses se quedaron con Ceuta y los castellanos con Melilla, pero Marruecos no existía como Estado, por lo que su reivindicación sobre estas dos ciudades es tan absurda como lo sería que España reclamara anexionarse Andorra, que existe como principado independiente desde mucho antes de que España fuera un país.

Viendo esta ridícula reclamación, no es de extrañar que Marruecos pretenda como suyo también el Sáhara Occidental, un territorio que jamás controló nunca antes de la ocupación colonial española.

Pero con el poder de la fuerza en sus manos, y el Gobierno y el Jefe del Estado españoles riéndole las gracias, Mohamed VI puede pedir Ceuta, marcarse un safari tiroteando saharauis, y lo que le salga de la chilaba.

Aunque no són sólo la Casa Real y los socialistas los que han quedado en evidencia tras el ataque a El Aaiún, porque la demagogia se hizo carne, y habitó entre nosotros. Y no bastando con el primer millón de meteduras de pata, acometió la millonésimo primera. Y don Mariano Rajoy soltó, por esa boquita suya que expulsa más salivilla que palabras cada vez que la abre, que "Zapatero se calla diciendo defender los intereses de España", pero que "En realidad lo que hace es abdicar de sus responsabilidades como presidente del Gobierno. No puede decir que se calla y que no defiende la libertad, la democracia y los derechos humanos, porque esos también son los intereses de España".

Y para que todo quedara mucho más bonito, como dicho en un bucólico prado ante la mirada absorta de media docena de pastorcillas envueltas en rosados canesús, concluyó: "Para mí, los derechos humanos son intereses de España, y también lo son la libertad, la democracia, las personas y la libertad de expresión y de información". Bien por Will.

Si fueras Presidente -que lo serás, y tiempo tendrás para meterte la lengua en el culo cuando te toque-, ibas a decir lo mismo. Sí, por los cojones.

Y podrás continuar vejando día tras día, como vienen haciendo todos nuestros políticos desde que el mundo es mundo, el nombre de un país -y ahora van a permitir que me ponga un poco alatristesco; revertiano si lo prefieren- que tuvo al mundo agarrado por las pelotas; que apretó fuerte y exprimió cuanto pudo para que una caterva de borrachos y tontos del culo que se hacían llamar sus reyes obviaran el progreso y desperdiciaran todo cuanto el país tenía (oro, poderío, influencia); que después, cuando aquéllos se extinguieron, trajo a otros a los que no querían ni en su casa -las guillotinas de 1789 hubieran dejado al Juancar campechaneando en los huevos de su tatara-tatarabuelo-; y que ha continuado esta deriva, gobernado por ineptos e hijos de puta aconsejados siempre por los mismos bellacos de las sotanas; hasta acabar con la más vergonzosa de sus múltiples cagadas históricas: el momento en que un dictador agusanado y moribundo entregó, de un día para otro, las vidas de todos los saharahuis, hasta entonces tan españoles como el que más, a Hassán II, demostrando de qué pasta está hecha la que, aún hoy, que se entere el anormal de Zapatero, es la potencia colonizadora del Sáhara Occidental: la puta España.

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